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Capítulo 1 Quintillizos.

Candy y Amir estaban en el jardín de su enorme mansión, observando como sus hijos habían crecido, buscando similitudes y diferencias entre ellos, la mansión se sentía un poco vacía luego de la partida de Eros y Zafiro a la universidad, junto con ellos marcharon sus sobrinos y quienes ellos habían casi criado, Hades y Dulce, ahora solo quedaban en aquel lugar su hija adoptiva, Rosita de 13 años, que destacaba de sus hermanos adoptivos por sus rasgos de descendencia Mexicana, la joven sabía perfectamente que era adoptada, Candy se aseguró de contarle como habían sido sus padres y lo mucho se habían amado, como su madre Rosa murió por complicaciones en el parto, algo que a pesar de todo lo que la medicina había avanzado no se pudo evitar y como su padre Miguel quien era el chofer de la familia Zabet la cuido durante dos años y amo con todo sus ser, hasta que de una forma heroica entrego su vida, por salvar a Candy, y los pequeños Eros y Hades. Rosita sabía que ellos la adoptaron, porque eran lo mínimo que podían hacer por aquella pareja que le fue tan leal, pero también sabía que la amaban como si realmente fuera una hija más.

Los quintillizos de 11 años eran otra cosa, tenían cierto parecido físico, pero a medida que crecían su complexión física cambiaba.

Stefano era el más alto, su cabello era de un color castaño oscuro, de piel blanca y ojos Verdes parecido a su madre, parecían dos jades, aunque poseían la dureza de la mirada de su padre, en cuanto a su carácter, era el más explosivo, siempre estaba metido en algún pleito y más cuando se trataba de defender a sus hermanos.

Felipe quien le seguía en estatura también tenía la piel clara, de un color crema, cabello unos tonos más claros que Stefano, sus ojos al igual que Zafiro y su padre Amir eran azul profundo, como mirar el mismo corazón del océano, él era el más bromista de todos, y eso lo llevaba a meterse en problemas, por lo que su hermano Stefano debía defenderlo, de todos menos de su padre Amir y este último era el que más sufría las bromas de su hijo, por alguna razón a Felipe le encantaba ver a su padre furioso, más cuando manchaba sus trajes de diseñador con pintura, pero para su suerte siempre contaba con Vicky para que lo ayudara.

Mateo tenía mucho de su tío Matt, quien todavía poseía el título del ángel de la muerte, de carácter serio, mente brillante, más dado a escuchar y analizar antes de hablar, con la piel clara y al igual que su tío cabello dorado y ojos celestes, una mirada fría y calculadora lo definía.

Ámbar era el mayor dolor de cabeza de Amir, consentida por su tía Melody la niña de 11 años ya sabía utilizar un arma a la perfección, algo que a Candy no le simpatizo mucho, pero si Candy tenía algo en claro era que ella acompañaría a sus hijos, los guiaría, pero también los dejaría ser libres, algo que Amir no soportaba, ya que la pequeña pubertad era muy enamoradiza aun a esa corta edad, con un cuerpo bien desarrollado que siempre la hacía ver como alguien incluso mayor a Rosita, de cabello tan rubio que parecía blanco cuando lo dejaba ser, ya que el hobby de la pequeña era cambiar de color de cabello todos los meses, sus ojos eran dos esmeraldas dignas de ser observar.

Y luego estaba Victoria, ellos eran quintillizos, pero Vicky como la llamaban, parecía ser la menor de todos, era la viva imagen de Candy al igual que Zafiro, pero a diferencia de la mayor de las hermanas que tenía el carácter de Amir, la joven Victoria era literalmente la miniatura de su madre, de estatura la más baja, cuerpo delgado, podía pasar por una niña de 9 años con facilidad, sus ojos de un verde único, que en los días nublados adquiría un verdeazulado, tierna, dulce, amigable, dispuesta a darle un abrazo a quien lo pida y defender hasta al mismo diablo de ser necesario, esta niña, era los ojos de Amir, el alma de Candy y el corazón de cada uno de sus hermanos, poseía una luz tan única como Candy, por lo que tenía los mismo problemas, ella parecía un ángel en la tierra, por lo que era fácil quererla u odiarla.

— Dime hija ¿Por qué no has dicho nada de ese niño?

— Porque si yo digo que me molesta Stefano lo golpeara.

— Eso lo entiendo y me parece bien que no quieras que tu hermano se meta en problemas, pero ¿Por qué no hablar con nosotros?

— No quiero que lo regañen mamá.

— Vicky, entiendo que trates de ayudar a todo el mundo, Dios tu madre es igual, pero a veces ser tan buena provoca que despiertes los demonios de los demás, ¿entiendes?

— Los demonios una vez también fueron ángeles papá. Todos dicen que él es un demonio, se lo dicen tanto que incluso el mismo se lo cree, todos merecemos una oportunidad.

Si, la pequeña Victoria era igual que su madre, y Amir sabía muy bien lo peligroso que eso era, sabía todo lo que su esposa había sufrido incluso el mismo la había herido, pero hay cosas que son inevitables, y por más que tratemos de cuidar a nuestros hijos, no podemos caminar por ellos.

Una semana antes que los quintillizos cumplieran 12 años, la familia Zabet-Ángel sufrió uno de los golpes más grandes y dolorosos hasta ese día, se encontraban en un partido de béisbol de los niños dorados como los llamaban en el colegio, Amir había cancelado todas sus reuniones, jamás se perdía un juego de sus hijos, a su lado su esposa Candy veía con orgullo a sus pequeños, que cada día estaban más grandes, Matt llego junto con Mel a alentar a los niños.

Fue solo un segundo, un instante donde Victoria se levantó del banco, pronto seria su turno, giro a ver a sus padres y tíos, levanto su delgado brazo para saludar, cuando el golpe se escuchó, el sonido que indicaba que el bate le había dado a la bola, para desgracias de todos, la bola hizo un recorrido de esos raros, nadie presto atención a lo que decía el árbitro, ya que todos estaban siguiendo la trayectoria de la bola, que parecía ir en cámara lenta hacia su víctima, que solo tuvo tiempo de girar, no sintió nada, no hubo tiempo a sentir nada, por lo menos para ella, en la tribuna y en el campo de juego las cosas fueron diferentes.

Amir y Matt corrieron como jamás lo habían hecho, mientras en el campo de juego, cada uno de sus hermanos dejaba el lugar donde estaban para correr a ver a su hermana, esa que siempre le encontraba el lado positivo a todo, la que no le importaba quedarse sin postre si alguno de ellos quería repetir, la que interfería cada vez que Felipe era regañado por sus bromas, la que aconsejaba a Ámbar como combinar su ropa, la pequeña Vicky que tranquilizaba a Stefano cuando se trenzaba en una pelea, aquella pequeña que era la única con la que Mateo juagaba al ajedrez porque solo ella le podía ganar, la delgada niña que ahora se encontraba inconsciente en el suelo del campo porque la bola de madera cubierta de cuero había impactado contra el lateral de su cabeza.

Fue la primera vez que Amir y Matt lloraron en público, el dueño del mayor imperio de joyas que siempre se mostró frio e indiferente al mundo y el mayor asesino de reconocimiento mundial se derrumbaron al ver a la pequeña inconsciente y con sangre brotando de su sien, mientas Candy y Melody trataban de tranquilizar a sus hermanos.

Lo que siguió luego de eso fue un calvario, en el mismo instante donde Victoria recupero el conocimiento cuando la estaban atendiendo en el hospital, el mundo de los Zabet-Ángel tambaleo una vez más, estaba a punto de caer.

— Papá, no veo, Papy no veo nada.

Fue la primera vez que la niña se mostró ansiosa y asustada, jamás había sabido lo que era el miedo, nunca les sucedió nada malo, nunca le paso nada que sus hermanos o padres no pudieran solucionar.

Los días pasaban, sus hermanos y primos mayores regresaron pero no valía de nada, ellos solo podían acudir a los mejores médicos y así lo hicieron, Eros, Zafiro, Hades y Dulce no les quedó más remedio que regresar a Europa, debían continuar con sus estudios, pero regresaron a casa cada vez que la pequeña Vicky fue ingresada en cirugía, tres operaciones a lo largo de un año, la primera fue para la extracción del coagulo que podría ser el responsable de la pérdida de visión de la niña, la segunda al igual que la tercera fue solo para confirmar un diagnóstico que la familia se negaba a aceptar, Victoria Zabet no volvería a ver, sin importar cuanto brillaran sus ojos, estos no podrían cumplir con su función nunca más.

— No me importa que digan, la llevaremos a Cuba y…

— No papá, ya no quiero más operaciones.

— Hija…

— ¿Acoso ya no me amas?

— Claro que te amo, jamás dudes de eso.

— Entonces acepta mi decisión, ya no quiero cortar nunca más mi cabello, quiero tratar de ser lo más parecida a lo que era hace un año.

El sollozo de Amir le indico a la pequeña el lugar donde estaba su padre, llorando como un niño, mientras su madre trataba de tranquilizarlo, camino hasta él y lo abrazo.

— Mi pequeña niña, ¿Cómo poder vivir sabiendo que tu mundo transcurrirá en total oscuridad? — las palabras de su padre tenían tanto dolor, que casi lo podía ver.

— Podre vivir porque ustedes son mi luz, siempre que los tenga a mi lado, sentiré su luz y me guiaran, como lo han hecho hasta ahora.

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