5
—¡Eric! —farfullo.
—Contéstame —le habla a mi amigo que me acerca más a él y mi esposo rechina los dientes mirando el gesto —. Kaia, ven aquí.
—No le hables así —George se niega a soltarme —. Ni siquiera la conoces, no tienes derecho a nada por más que seas su marido ante la ley.
Eric sonríe al saber que mi amigo sabe y me resulta tan infantil que ruedo los ojos. Es muy positivo y se nota, entonces se acercan y decido ponerle fin a esto. Me lanzo a los brazos de él que me recibe arrogante.
—¿Dónde vamos?
Me asombro de ver para donde toma el chófer. Estamos saliendo de la ciudad claramente.
—Enterraremos a mi hermano hoy, en la finca de mi abuelo pero las pompas fúnebres durarán cuatro días.
—No puedo estar cuatro días fuera. Tengo que trabajar —casi vocifero.
—Llama a tu enamorado y dile que te cubra. Ahora yo soy el jefe, tienes permiso —se enfurruña debido a George.
—No es mi enamorado, Eric deja el tema ya y no —me niego y nos miramos —, por muy jefe que seas no puedo dejar tiradas mis cirugías y clases.
Me toma de la cintura, mueve mi cuerpo a su antojo por encima del asiento trasero y me pone de lado sobre sus piernas. Es tan fuerte y grande y guapo y...Dios, cómo me gusta.
—Llámalo, Kaia. No vas a irte de mi lado.
—También tengo que hablar con mamá, creí que esto sería solo la tarde y me estás sacando de la ciudad por varios días. No siquiera pude ver a Daniel.
—Ni lo vas a ver —masculla tomándome de la barbilla y plantando un beso en mi boca —. Toma mi tarjeta y reserva el Ritz para tu madre, lo demás cuando regresamos.
—No voy a usar tu dinero, Eric —murmuro cansada —. ¿Quieres hacer el favor de soltarme?
—Eres la primera mujer que me vuelve loco con su cercanía, no voy a soltarte. Y vas a llamar a tu madre ahora mismo y decirle que un coche la recogerá donde ella diga, la llevará a un hotel y estará ahí unos días hasta que vuelvas —ordena sin dudar nada.
—No voy a hacerlo —no siquiera le he explicado todo este chanchullo, vivo en un maremoto desde que este hombre entró a tosa presión en mi vida. O yo en la suya, no lo sé.
—Perfecto...
Saca su teléfono del bolsillo de su traje, hace llamadas y da órdenes para finalmente colgar y dar por hecha su voluntad.
Me sorprende mientras habla como sabe de mi, de la dirección de mi antigua casa y de todo lo que me concierne.
Supongo que igual que yo le mandé a investigar, él hizo otro poco conmigo. Solo que su investigador no es tan inepto y barato como el mío.
—¿Siempre haces lo que te da la gana? —me cruzo de brazos.
—Ahora mismo te quitaría ese vestido que te hace lucir explosiva —me miro mi sencillo atuendo negro con el cuello en forma de barco y el resto en corte de tubo y no lo entiendo —, abriría tus piernas bebería entre ellas y te pondría bajo mi cuerpo para enterrarme profundamente hasta que se me quiten las ganas de dejar mi marca en ti —vuelvo a sentir que hiervo entre sus palabras —. Así que no, no siempre hago lo que quiero.
—No tengo ni ropa que ponerme y deja de hablarme de esa forma tan gráfica y sexual —intento desviar la conversación pero fallo, claramente. Mi regaño le hace reír.
—Solo puedo pensar en quitárte esa que llevas —afinca sus dedos en mi cintura.
—No voy a acostarme contigo, Eric.
—Quiero verte resistiendo la tentación..., será divertido.
—Estaremos de entierro, no creo que sea un sitio para divertirse —reclamo tratando de salir otra vez de encima suyo y me mantiene en el sitio.
—Será diferente. Emer siempre quiso que los velorios y demás en la familia fueran eventos especiales. Últimamente hablaba mucho de eso, no sé por qué —rememora y le escucho.
—No puedes hacer conmigo lo quieras, tengo una vida.
—Me encanta eso que has dicho porque ahora tu vida y la mía están unidas y haré con ambas lo que desee...y tú también. Aprovéchate de mi pero ten claro que también lo haré de ti.
—Eres exasperante —resoplo y me besa el cuello, serio.
—Y posesivo. No te separes de mi lado en la finca, que hay familiares míos que no respetan nada. No queremos que pierda los papeles.
El resto del viaje lo pasa cabizbajo. Creo que a ratos él siente que le azota el dolor y se evade jugando conmigo y tanteando hasta donde le dejo ir. Y por Dios que se lo pongo fácil...me gusta demasiado y que sea tan canalla no ayuda. Me puede cada cosa que hace y justo eso, le convierte en peligroso y potencialmente dañino para mi.
Cuando finalmente llegamos el sitio está empotrado en un valle precioso, no consigo encontrar en mi memoria una vista más linda que esta en toda mi existencia, es increíble y también gustaría descansar aquí si pudiera, cuando me muera.
—¿Lindo, eh?
—Es increíblemente hermoso —estoy asombrada mirando a nuestro alrededor.
La siguiente hora me sorprendo de ver como la familia me recibe con cariño, a nadie le llama la atención que Eric se haya casado a escondidas tampoco me cuestionan por ser parte del personal medico del hospital de ellos ni mucho menos por la muerte de Emer. Es increíble y me hacen sentir muy bien. Lucen menos afectados de lo que esperaba. Supongo que es una familia que sabe gestionar muy bien el dolor de una pérdida.
Mientras Eric elige una habitación apartada frente al valle para nosotros, Jenha se acerca a mi y charlamos bebiendo una limonada.
—Te agradezco mucho que estés con él, Kaia. Ya daba todo por perdido, si no fuera por ustedes la familia habría perdido a Emer por nada.
—No entiendo... —arrugo mi frente y ella me toma una mano para susurrar...
—Él sabia de su aneurisma hacía dos meses pero operarse no era opción y quedar vivo...entonces decidió esperar para que no le quitaran la empresa porque su hermano se iba a casar y sacrificarse —me cuenta todo de golpe y oigo atentamente —. El día de la boda tenía mucho dolor de cabeza y pasó todo.
—¿Estás diciendo que tu marido, mi jefe...el hombre que tanto apreciaba y murió luego de que le operara sabía que podía morirse y no hizo nada más que esperar que reventara el aneurisma?
—No digas nada, Kaia —luce aterrada —. Yo le amaba y haría cualquier cosa por él. Era su voluntad. Promete que nunca dirás nada porque nuestros hijos entenderán que maté a su padre pero en el fondo él se hizo estudios y me dijo que no había posibilidad. Por eso salimos de viaje juntos, para despedirnos y él me amaba tanto que hacía cualquier cosa por mi y yo por él, no pude negarle un buen final.
—Pero...¿te das cuenta de lo que me estás pidiendo? —la enfrento —. Soy la mujer de su hermano, uno de sus principales cirujanas en la operación y en su hospital y tengo absoluta responsabilidad legal con mis pacientes, ¿cómo puedes pedirme algo así?
—¿Pedir qué? —reconzoco su voz detrás de mi en cuanto lo oigo y se nos pone delante con su habitual elegancia mi flamante esposo —...¿Qué le pediste a mi mujer, Jenha?
...