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Capítulo 5

Pasé por Garreth, se alegró de verme y me ofreció volver al trabajo dada la situación desastrosa en la que estaban sus finanzas. Mi objetivo era trabajar y encontrar un apartamento para recuperar mi preciada independencia.

No es que me sintiera mal en la casa de los Green, pero quería tener mi propio espacio, quería tener mi propia casa donde poder refugiarme cuando quisiera estar solo. En la casa grande de Blake me era imposible estar solo, siempre me sentí controlado y bajo escrutinio.

Fue en ese momento que recordé a Oliver y el café que se suponía que debía tomar con él. Miré el reloj y no era tan tarde; Cogí el teléfono y lo llamé.

-Perdón Ol si no te llamé antes, pero he estado ocupado... ¿Estás libre ahora, para tomar un café?-

Realmente no estaba seguro de cómo tomar el extraño interés de Oliver en mí. Oliver siempre había sido una persona inteligente, lo disimulaba con maestría, pero era más inteligente de lo que mostraba. Quién sabe si realmente estaba interesado en mí o si había otras razones detrás de su acercamiento.

-Riley, me gustaría, pero ahora sería un poco difícil...-

-Vale... no te preocupes...-

-Los Black están aquí y en realidad no vinieron para una fiesta...- bromeó.

-¿Dónde estás?-

-En casa alguien robó el libro de los Black –continuó- y están convencidos de que nosotros los robamos...-

-¿Te ves bien?-

-Sí, todo está bien, pero están frente a la casa y no augura nada bueno...-

-Está bien, ¡ya voy!- Detuve un taxi y rápidamente di la dirección de mi casa con la esperanza de que no pasara nada irreversible.

Al bajarme del taxi, los gritos provenientes del jardín de la casa de los Green me alarmaron.

-¡Blake, no me provoques o la situación podría ponerse muy seria!- gruñó Byron.

-Tú eres el que apareció aquí sin ninguna invitación...-

La situación era bastante peligrosa: los Black habían entrado en la Avenida de los Verdes en un respetable Lamborghini negro. Byron estaba a un centímetro del rostro de Blake, las dos brujas -Alysia y Barbara- estaban dispuestas a su lado listas para enfrentar a Med y Kora. Finalmente estaba Caleb descansando cómodamente sobre el capó del auto con los brazos cruzados, decidido a disfrutar del espectáculo.

Pasé a los Black y me coloqué al lado de Oliver, tratando de averiguar qué estaba pasando.

-¿Veo que han llegado los refuerzos?- balbuceó Alysia. Esa chica era odiosa, siempre parecía estar respirando sobre mi nuca, observando cada uno de mis movimientos.

-Ella vive aquí. ¡Él puede hacer lo que quiera!- Aquí está la pronta respuesta de Oliver.

-Perfecto Blake... le diste la bienvenida a otra oveja perdida en tu rebaño... -continuó Byron- ¿Por qué te llevaste a esta contigo? No es tan guapa como Kora, pero... - con cara de asombro - ¿No me digas que también te la estás follando?-

Vi los ojos de Blake iluminarse y Oliver a mi lado sacó sus garras.

Byron continuó impertérrito: -¡No, espera! - comenzó - la llevaste contigo porque es inteligente y le vas a dejar la organización de tus planes a ella... ¡ya que los que planeas están en bancarrota!- Se rió de tal manera que se me puso la piel de gallina.

Este no era el Byron que había conocido el año anterior: era más despiadado, sus provocaciones no tenían límites y sobre todo no tenía respeto por nadie. Tal vez debería haberme ofendido por las insinuaciones sobre mí, pero todo lo que mi mente podía pensar era en qué había pasado para que este chico fuera tan malo.

Levanté la mirada del suelo y me encontré con la de Caleb, que en ese momento estaba menos sereno que de costumbre; de hecho, aunque su cuerpo parecía relajado, sabía que al menor movimiento de los Verdes, saldría en defensa de sus amigos.

Todos en ese momento estaban listos para pelear. No importaba el motivo, cualquier excusa hubiera sido buena para una pelea.

La situación era definitivamente más grave de lo que pensaba.

-No me digas, querida Riley – el rubio me habló directamente esta vez – ¿que fuiste tú quien montó este plan que se está filtrando por todos lados?-

La única forma de evitar que se pelearan por tontas insinuaciones sobre mí era devolverle el favor a ese idiota de Byron. Todavía no había conocido al verdadero Riley, tal vez me hubiera expuesto más de lo necesario, pero tenía que ponerlo en su lugar, sin causar un alboroto.

Di un paso adelante, pasé a Blake y me coloqué a una pulgada de la cara del Alfa: -Te veo un poco nervioso hoy Byron, ¿qué pasa, estás de humor para una pelea?... ah no, espera, tocaron tu debilidad ... el libro. Estás tan cabreado porque te volaron tu preciado tesoro delante de las narices que te precipitas hacia aquí haciendo insinuaciones infantiles.

Lo miré a los ojos; lo que vi me sorprendió.

-Entonces que sepas que si tienes la manía de follarte a tus amigos brujos, ¡no se dice que los demás también lo hagan!-

Alysia estaba a punto de lanzar un extraño hechizo, pero rápidamente apelé a las enseñanzas de Sato y dejé que mi magia, silenciosa como un asesino, saliera de mis manos, apretadas en puños, la envolviera y la bloqueara, dejándola inmóvil como una estatua de hielo. Nadie había notado mi movimiento, nadie sabía de mis poderes y estaba decidido a evitar que lo supieran.

Giré, dejé a Byron ahí y estaba por entrar a la casa, pero me detuve en el umbral y volví a girar en su dirección y... : -Si yo hubiera planeado el robo de tu libro, ten por seguro que no lo habrías hecho. ¡Ni siquiera noté que alguien se lo había llevado!- Dicho esto, observé por última vez al Sabueso descansando sobre el auto y lo vi sonreír complacido. Satisfecho, entré en la casa.

Esperaba que esas palabras distrajeran a Byron de esa rabia ciega que parecía invadirlo. Esperaba que se olvidara de la cuestión del libro por unos segundos y se fuera sin llevar a cabo ninguna masacre. Sus ojos me parecían los de una persona cansada y su ira la de una asustada por el giro que estaba tomando la situación.

-¡Estuvo muy lista hoy, Riley!- Arthur se había acercado en silencio y me había sorprendido con sus palabras.

-No lo se Arthur, no se si mis palabras sirvieron de algo...-

-Serías un excelente miembro de los Verdes, tus habilidades serían útiles...-

-No lo creo, no soy apto para esta manada... o mejor dicho para ninguna manada...-

Sonrió: -Todo el mundo necesita un hombro en el que apoyarse, una familia en la que apoyarse...-

No respondí a su afirmación, no quería pensar en la razón que tenía, en las ganas que tenía de abandonarme en los brazos de alguien para liberarme del peso que oprimía mi pecho. Pensar en todo esto significaba desearlo, desearlo me hizo tomar conciencia de que nunca podría haber sucedido y eso me destruyó.

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