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Capítulo 3

-¿Qué debo preguntarte? ¿Por qué hiciste eso?-

-Veo que en realidad no estás de acuerdo con mi elección...- La vi dejar su orgullo a un lado y hablarme con sinceridad. -Blake y yo enfrentamos un momento difícil al principio porque para él la manada siempre era lo primero, pero luego me dejó unirme a su familia, me presentó sus deberes y poco a poco aprendí a apreciar su devoción y me involucré en el asuntos internos de la manada...-

-No entiendo, sin embargo, la necesidad de un tatuaje… en fin, no podías seguir así sin necesariamente tener que atarte inextricablemente a algo… nunca sabes cómo podrían ir las cosas… -

-Si no me hubiera hecho este tatuaje – me mostró el símbolo en su muñeca – para los demás siempre hubiera sido uno -sin rebaño- y no hubiera podido contar con la protección de los Verdes.. .-

-Pero también hay gente dentro de la manada que no tiene el símbolo de pertenencia...- Esperaba que no captaras la referencia a Caleb o no hubiera podido explicarte el motivo de mi interés.

-¡Riley, gente que no tiene un tatuaje, o no es parte de la manada, como tú, o simplemente ya pertenece a otra manada!-

Y si...

-Sin embargo, ese no es el punto, Blake y yo tenemos una relación basada en la lealtad, la confianza, no hay secretos entre nosotros y por eso también le dije el motivo de tu viaje y sé que no te gustó mucho. cosa...-

Aquí está la respuesta a la pregunta que me ha estado torturando durante el último año: Kora no podría haberle mentido a Blake, ni siquiera por mí. Estaba enamorada de ese chico y no podía condenarla a mentir y arruinar su relación, no ahora que era feliz. Por otro lado, sin embargo, tampoco podía poner en peligro la misión y dejar que le contara todo a Alfa, así que la única opción era mantener la MENTIRA.

-Oye Tini esta bien, no tienes que justificarte... al final es tu vida y tus elecciones son tuyas...-

-Gracias – se detuvo para abrazarme, para envolverme en uno de sus cálidos abrazos – ¡Me alegro de que hayas vuelto!-

-Yo también estoy feliz...- mis palabras se detuvieron cuando vi al hombre de delante detrás de ella, el que seguía siguiéndonos aunque fuera de lejos.

-¿Puedo preguntarte algo?-

Me miró frunciendo el ceño: -Claro.-

-Recuerdas la tarde en el parque...-

-¿Esa noche de la que nadie recuerda nada?-

Asenti. -Los Black nos habían atraído hasta allí para recuperar unas cartas...-

-¿Qué tiene que ver este hecho ahora?-

-Yo... - no supe que inventar - ...anoche soñé con esa velada y recordé este detalle.-

Ella no estaba convencida, pero respondió de todos modos: -Robaron unas cartas, una correspondencia entre Amos y un hechicero... un tal Le Grant. Eran cartas en las que el Alfa, entristecido por la pérdida de su esposa, le pedía al hechicero la manera de devolverla a la vida...-

Extraño.

-Blake dice que era una obsesión de padre, tras la desaparición de su mujer, había intentado por todos los medios no rendirse a la muerte. Que triste...-

Al parecer, la historia de las cartas no me fue de mucha utilidad en este momento, pero quizás en un futuro ...

Me volví discretamente una vez más. El tipo siempre estuvo a unos metros de nosotros.

Ahora solo quedaba entender si me seguía a mí oa Kora y la única forma de hacerlo era separarnos.

-Kora lo siento pero me tengo que ir, tengo que ir a saludar a Garreth ya los chicos del bar!-

-No te preocupes, yo también estoy ocupado... ¡hasta luego!-

Habiendo dicho eso, se alejó y siguió caminando entre la multitud, mientras yo me dirigía a la otra acera. Doblé a la derecha, caminé más o menos metros y discretamente volteé para ver si el tipo me seguía a mí oa Kora.

No tuve que esperar mucho antes de notarlo entre la multitud con la intención de seguirme. Eché un vistazo rápido a su figura, tratando de memorizar la mayor cantidad de detalles posible para luego continuar mi camino.

El tipo no era de los negros y de eso estaba seguro; Había descubierto que todos los miembros de esa manada iban siempre armados, pero él no. Podría haber estado en las filas de los Verdes, pero no tenía las características que los hacía aburridamente iguales; ella no tenía el rostro angelical ni el aire de superioridad que los distinguía.

Entonces, esto inevitablemente llevó a otra pregunta: ¿quién era ese tipo?

Solo había una forma de averiguarlo, que era ir a ver a un viejo amigo, con la esperanza de que quisiera hablar conmigo.

Llamé al timbre y al escuchar el sonido, que se extendió por toda la casa, me recordó la primera vez que había estado frente a esa puerta. En ese momento, todavía no sabía todo lo que sucedería, las personas nuevas que conocería, las verdades que descubriría o incluso el destino que me esperaba. Simplemente era una chica ansiosa por saber qué estaba pasando en su vida sin estar tan dispuesta a soportar la peor parte de sus descubrimientos.

El chico que vino a abrir la puerta era totalmente diferente a lo que recordaba y si no hubiera sido por su cabello castaño rojizo, habría pensado que tenía la dirección equivocada. No quedaba nada de él que me recordara al chico asustado pero demasiado atento que me había abierto la puerta hacía más de un año.

Tan pronto como me vio, un destello apareció en ella y su boca se curvó en una sonrisa; sin decir una palabra, abrió la puerta de par en par en una invitación tácita a entrar.

La casa siempre había permanecido igual, ni siquiera había un letrero que recordara la destrucción que las dos manadas habían traído allí. Las paredes eran siempre de un verde apagado y un ramo de flores silvestres, colocado sobre la mesa, perfumaba toda la habitación.

Me senté en el mismo sofá que me había hospedado la primera vez que estuve allí y él tomó asiento en el sillón de enfrente.

-¿Puedo ofrecerte algo, Riley?-

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