Capítulo 5
— Buenas tardes, John.
— Buenas tardes, chicos — les digo.
— Buenas tardes, Luci — dice John el chef, un buen y gran amigo. Los chicos repiten lo mismo — ¡Hey! ¿Qué tal estuvo el Risotto? — pregunta.
— Más tarde te digo, regreso en un rato, adiós — le digo y él asiente. Salgo de la cocina.
Paso por los pasillos y veo a otros compañeros meseros ir y venir, los saludo, unos me responden el saludo, otros no. Algunas de esas personas son meseras y no les caigo bien, ¿por qué? Ni yo lo sé. Yo no me meto con nadie, pero yo como quiera las saludo. Llego al mostrador donde esta la caja y agarro mis cosas: mi bloc de notas, un marcador, un bolígrafo y la charolita donde coloco el ticket al entregar a los clientes. Saludo a la cajera, ella no responde mi saludo, sólo hace un mal gesto. Sí, ella es una de esas personas a las que no les caigo bien. Y como dice Lex, es la líder del clan, pero yo no les hago caso.
Guardo las cosas en mis bolsillos del mandil y me dirijo a mi área, donde me toca atender; son como 10 mesas las que nos toca a cada uno. El restaurante es grandísimo y somos varios meseros, más los reemplazos que te cubren cuando vas al baño o cuando se llena el restaurante. Y cuando te toca un reemplazo, compartes algunas de tus propinas. Normalmente los reemplazos son meseros que doblan turno o hacen horas extras. Llego a mi área, saludo a mi reemplazo, pero ella ya va de salida.
Veo a Lex a lo lejos, tiene mucho trabajo y aún no me ha visto. Aprovecho para ponerme a trabajar porque esa chica siempre me entretiene contándome chismes de los demás compañeros. Ya le he dicho que no me interesa.
Atiendo mis mesas, son como seis las que están ocupadas, no es mucho el trabajo hoy. Estoy limpiando una mesa que acaban de desocupar unos clientes, cuando llega un compañero y me dice que me manda a llamar Flor.
Florencia es la gerente del restaurante, ella es una Sra., como de unos 50 años más o menos. Lleva casi toda su vida trabajando para los Howard, así se apellida mi jefa y dueña de este y muchos otros restaurantes. Leticia Howard es la dueña, pero su hija Lindsay es la que lo administra y se encarga de la mayor parte de este y de otro restaurante, pero el otro es un poco más chico. Son muy buenas jefas, conmigo siempre se han portado bien.
Me dirijo hacia el mostrador de la cajera, ahí esta Flor hablando con Daisy, la cajera. Llego y saludo con un buenas tardes y Flor voltea y me ve.
— Buen día, Luci — me dice sonriendo mientras Daisy hace un gesto de asco como siempre.
— ¿Me llamaste? — le pregunto.
— Si, ven conmigo a la oficina, Lindsay quiere hablar contigo de algo importante — no dice nada más y yo me quedo sorprendida y alarmada, (¿me irá a correr?) me pregunto internamente.
Antes de darme vuelta, veo a Daisy sonreír de oreja a oreja, ella ha de saber algo.
No le tomo más importancia y sigo a Flor que camina hacia la oficina de Lindsay. Cuando llegamos toca la puerta y escuchamos un " adelante" y pasamos. Saludo con un " buenas tardes" y ella me responde igual, después me invita a sentar y comienza a hablar.
— Luci, te he mandado a llamar porque necesito tu ayuda urgentemente — me dice mientras acomoda una torre de documentos, después se voltea a verme.
— ¿Mi… ayuda? — le pregunto confundida. — No entiendo.
— Sí, mira, te explico, lo que pasa es que últimamente las cuentas no me dan bien, por más que reviso estos documentos y las cifras, no dan con lo acordado, siento que falta dinero, o yo estoy haciendo mal los cálculos, o no sé. Y como mi madre me dijo que tú estás estudiando economía y empresas, me imagino que haz de saber administración y sacar cálculos altos, ya que mi madre y yo no confiamos en nadie más, y creo que nuestro contador nos está robando, pero necesito tener pruebas. Para eso requiero que me salgan bien los cálculos, ¿estarías dispuesta a ayudarme? — me pregunta mientras me ve.
Yo me quedo sorprendida por su petición, no creí que para algo así me llamaran, ya hasta me había asustado. Entiendo su desconfianza por algunos problemitas que ha habido aquí mismo, y sé que a mí me tienen mucha confianza. Porque incluso llevo trabajando aquí tres años y nunca han tenido quejas mías. Además, la Sra. Lety sabe que estudio en una buena Universidad. Sabe de mis buenas calificaciones ya que una vez nos escuchó platicando de eso a Lex y a mí, aparte de que Flor le contó otras cosas positivas.
— Claro que sí, yo te ayudo, sólo que… — hago pausa, ¿cómo le digo que no puedo quedarme muy tarde por mis hermanos?
Ella me interrumpe antes de que diga otra cosa.
— Sí, no te preocupes. Se te pagará un poco más aparte de tu sueldo, y claro, no te esclavizaré, te lo prometo — se pone la mano en el pecho en forma de promesa.
— No me refería a eso, yo lo que quería decir es que si puedo salir a la misma hora, ya que no puedo llegar muy tarde a mi casa.
— No te preocupes por eso. Sólo será un momento, unas 2 o 3 horas y las usaremos en el horario de trabajo mientras alguien te reemplaza — me dice.
— Está bien, ¿cuándo quieres que comencemos? — pregunto.
— Si quieres y puedes, ahora mismo, entre más rápido lo hagamos, pronto acabaremos con esto. Si no acabamos hoy, podemos seguirle mañana y pasado mañana hasta que terminemos con todo esto — señala la torre de documentos.
Nos ponemos a trabajar y el tiempo se va volando. Llega la hora de mi descanso y Lindsay me dice que vaya y lo tome, que ahí me estará esperando. Ya que acabé mis 20 minutos sagrados voy a la cocina y me acerco a John, el chef. John es un hombre como de entre 38 o 40 años, se me ha olvidado preguntarle su edad; es alto, no mucho, ya que le llego como a la barbilla, su cabello es entre castaño y canoso, y sus ojos son castaño claro, su piel es algo bronceada, es un buen tipo, un buen amigo. Él y Flor son de mis amistades adultas. A veces mis compañeros me preguntan cómo es que puedo tener amigos muy grandes si son aburridos, y yo les respondo que en la amistad y en el amor no importa la edad, mientras te sientas cómodo con esas personas. Siempre he pensado de esa forma. Además, me gusta más platicar y convivir con personas mas adultas que con jóvenes de mi edad, que sólo hablan de fiestas, borracheras, chicos o chicas y de todas esas cosas. Con John platico de comidas, de vinos, recetas que él me comparte, y todo lo relacionado a eso.
— ¿Ahora sí me vas a decir qué tal estuvo el Risotto? — me pregunta cuando me acerco a él.
— De maravilla, como todo lo que haces, eres el mejor — le digo sonriendo.
— Mmm, de tanto que me lo dices me lo voy a creer, ¿y a tus hermanitos les gustó la tarta de chocolate que les mandé?
— Sabes que todo lo que haces a ellos también les gusta, chefcito — le digo en burla, así le dice mi Amy. No lo conocen en persona, pero yo les platico a ellos de él. Gracias a John, mis hermanos tienen postres casi seguido y cenas deliciosas.
— Bueno, te creo, hoy te guardé spaghetti a la boloñesa para que les lleves. Para ahorita te guardé medallones, para Lexi y para ti — él siempre hace eso, gracias a John ya he probado de casi todo, podría decir.
— Gracias, John — me acerca el platillo, huele muy rico y ha de estar delicioso como siempre.
Veo a Lex entrar, se acerca y me abraza.
— Hola, hola — dice y se sienta a mi lado. — Mmm eso tiene buena pinta, ¿y el mío?, John, sé que Luci es tu mesera favorita, por eso le sirves primero, pero yo también muero de hambre — hace movimientos exagerados de drama.
— Ella llegó primero que tú, y recuerda que sólo tienen 20 minutos, no pueden estar esperando — dice John.
— Ni me lo digas, el tiempo se va volando mientras descanso, y mientras trabajo, se va lento como tortuga — contesta Lex mientras come de su plato que John le entregó. — ¡Hey! ¿Por qué hasta ahorita te voy viendo?, ¿dónde te habías metido? — me pregunta Lex.
— Yo... estaba ocupada trabajando con Lindsay — le respondo mientras sigo comiendo.
— ¿Qué?, ¿enserio con Lindsay?, ¿qué hacían? — dice casi atragantándose con su comida, John se voltea y me ve.
— Sí, me pidió un favor y la estoy ayudando — contestó.
— Con razón cuando fui a caja Daisy estaba hablando con algunas de las otras de su nido de víboras, sobre que te habían mandado a llamar a la oficina de Lindsay para despedirte. Lo decían mientras se reían. Yo no le tomé importancia ya que son sólo chismes que hacen ellas — hace un gesto de estar molesta. — ¡Pero me van a oír esas víboras!
— Olvídalo, no te metas en problemas por favor. Déjalas que hablen todo lo que quieran, como sea, no se desharán muy fácil de mí como ellas pensaban.
— Sí es cierto, tienes razón, eso les dará mas coraje y yo me reiré en sus caras — dice Lex contenta.
Seguimos platicando mientras comíamos. Terminé mi comida, fui a lavar el plato y los cubiertos que utilicé, le agradecí la comida y felicité a John por su excelente platillo, después me despedí de él. Antes de que me fuera, me dijo que regresara a la hora de salida para entregarme la cena que les envía a mis hermanos.
Regreso a la oficina de Lindsay y seguimos con lo que estábamos antes, pasan las horas y terminamos. Aún me quedan un par de horas y le digo que regresaré a mi trabajo, pero me detiene para preguntarme algo.
— Luci, ¿crees que puedas venir el sábado también?, sería sólo trabajar en esto, ya que nos va a llevar varios días en resolverlo — señala los documentos.
— Lo siento, no puedo, este sábado es mi último día de mi otro trabajo, sólo puedo después de las seis y a esa hora ya no estás aquí — respondo.
— No sabía que tenías otro trabajo, qué trabajadora eres Luci — me dice. — Te puedo esperar e irme más tarde, pero no te quiero presionar. Quizás tengas más cosas que hacer después de salir de tu otro trabajo.
— No, no hay problema, en cuanto termine mi trabajo con los Cooks me echo a correr para acá.
— ¿Los Cooks? — me pregunta. — ¿De qué trabajas con ellos?
— Sí, los Cooks, cuido de su abuelita, soy su enfermera. Dejaré de serlo después del sábado — le digo.
— Qué bien, no me refiero a que te quedes sin tu otro trabajo, sino porque me estoy enterando que eres enfermera, no sabía — dice sorprendida. — ¿No te gustaría seguir trabajando de eso, pero cuidando a otra persona? — me pregunta.
— ¿Cómo dices? — yo también me sorprendí, ¿me está ofreciendo otro trabajo?
— Sí, mira, conozco a una persona que está buscando a alguien de confianza y con experiencia para que cuide de su hijo, ¿no te gustaría? — suena bien, y aunque quería descansar por un tiempo, sé que no debo. Necesito más el dinero que descansar. — No te apures, aún no me respondas, deja le comento esto a mi primo, él es el que está buscando, y cuando me tenga alguna respuesta, te lo hago saber — asiento con la cabeza.
Nos ponemos de acuerdo para que yo venga el sábado a seguir ayudándole, regreso a mi trabajo.
Llega la noche y checo mi salida. Antes de irme me dirijo con John y me entrega la comida en un recipiente. Lex está esperando en la salida. Llego hacia ella y nos en caminamos hacia su auto, así me lleva todas las noches de regreso a mi casa.
Llegamos y me despido de ella con un beso en la mejilla. Subo a casa y me dirijo a la habitación de Ray. Veo a Mateo acostado hacia los pies de Ray y Amy esta acostada abrazando a Ray, por un lado. Mis niños, siempre que llego me los encuentro así; siempre unidos, cuidándose entre ellos. Los acomodo en la cama siguiente, les gusta dormir en la misma habitación.
Voy a mi habitación y me doy un baño rápido, ya que tengo que estudiar un poco porque aún seguirán los exámenes toda esta semana que viene. Salgo de bañarme. Como de costumbre, le pongo seguro a mi puerta como a la de mis hermanos al salir, traigo llaves de todo.
Saco los libros de mi vieja mochila y cae una hoja doblada, la abro y veo que es el formulario para la inscripción de la beca que me comentó Jennifer, ¿qué hago?, ¿la lleno o no?, ¿tomo esa beca o no?
No sé qué hacer, no me gusta abusar, aunque sé que necesito el dinero.
Bueno la llenaré, ya mañana decido si se la llevo a Jennifer o no.
La lleno y la guardo en mi mochila, después me pongo a estudiar hasta donde mis ojos aguanten.