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*CAPÍTULO 3*

Escogieron una película cómica, y reían felices mientras comían helado. Tanto rieron que a Lucía se le salieron las lágrimas. Luego de eso, se despidieron con un gran abrazo y un enorme beso. Lucía fue a aquella habitación que le daba tanta paz, se duchó, se aseó los dientes, luego se cepilló el largo cabello y se metió bajo las sábanas.

La sensación era tan maravillosa, nada como aquello. . . nada como sentirse en casa. No supo cuando se quedó dormida, para tener la mejor noche de sueño en al menos quince días.

-¡Arriba, princesa dormilona!- le decía su padre mientras besaba sus mejillas- ¡es hora de levantarse!

-¡Oh, no!- se estiró con pereza- dormí tan bien- bostezó- buen día, Neithan.

-Buen día, preciosa- tiró de su cabello bromeando- a levantarse, terminaré de preparar el desayuno para mi consentida, así que date prisa que te llevaré al instituto.

-Las chicas se morirán de envidia- le sonríe con malicia.

-¿A sí?- le preguntó sonriendo.

-Por supuesto, tengo el padre más guapo de todos, tiene un lindo coche y me llevará al instituto. Quizás hoy pueda conseguirte una novia- Neithan, rió de buena gana.

-Espero sea una profesora, no quiero problemas con la ley por una chiquilla, eso sería irónico.

-Pues así será- el dice Lucía, sonriendo- Operación "novia para el Policía", comienza hoy. Aunque pensándolo mejor, me conviene tenerte solo- le dijo mirándolo con intensidad- no creo que pueda compartirte.

-¡Consentida y caprichosa!

-¡Qué horror!- bromeó ella.

El trayecto hasta el instituto lo hicieron en una amena conversación y como siempre, también entre bromas. Neithan, estacionó en auto frente al instituto.

-Bien, aquí estamos, mi amor.

-Gracias, pa. . . la he pasado genial- le sonríe- espero pronto encontremos la manera de vivir juntos, acoplar nuestras vidas para estar a tu lado siempre.

-Lo prometo preciosa, comenzaré con algunos trámites, no creo que el jefe se ponga nada contento, pero por ti haré cualquier cosa.

-¿Piensas dejar la policía?- le pregunta con ceño fruncido.

-Solo si no encuentro otra solución- la miró con intensidad. Necesitaba que su pequeña tuviese paz y si para eso tenía que renunciar a la profesión que amaba. . . lo haría.

-¡Pero siempre has sido policía!- gime Lucía.

-Puedo hacer otras cosas nena. Buscar otro trabajo. . .

-No quiero que hagas eso. Intentemos solucionar de otro modo, por favor, pa. - le suplicó con la mirada- no quiero estar en casa de Rafael, pero tampoco quiero que dejes de hacer lo que te gusta.

-Por ti, haré lo que sea necesario. Pero no nos apresuremos a los hechos. Estudiaré mis posibilidades- Lucía, suspiró con pesar. Neithan, sacó su cartera y le tendió un fajo de billetes- Para tu semana.

-Esto es más de lo que necesito. Además ya sabes que casi no gasto.

-No importa. Tenlo, es tuyo. Te haré una transferencia a tu cuenta, cariño. No quiero que carezcas de nada.

-Pa, tengo más dinero del que normalmente gasto. No debes preocuparte tanto.

-Nunca es "preocuparse tanto" cuando lo hago por mi princesa. Vamos, ahora a la escuela.

-Bien- le sonrió, guardó el dinero y lo abrazó con fuerza- te amo, pa.

-Yo también te amo, princesa. Que tengas buen día- y dicho aquello bajó del auto y se despidió con un gesto en la mano, mientras entraba al instituto.

Después de pasar al cafetín, se dirigió al aula.

-Buenos días, Lucía- reconoció la voz al instante y se ruborizó un poco, cuando la levantó se consiguió con el chico que a escondidas le arrancaba los suspiros.

-Hola, Gabbe, buenos días.

-¿Vas al aula?

-Así es- le sonrió.

-Entonces vamos, yo también voy para allá.

-Gracias- volvió a sonreírle.

-Nada que agradecer, hermosa- ella se ruborizó sin poder evitarlo. Aquel chico le gustaba, le gustaba realmente. Caminaron en silencio. Al llegar el salón estaba vacío. -Pues bien, somos los primeros.

-Así es- ella se sentó y se sorprendió realmente cuando él tomó asiento en la silla de al lado.

-¿Lucía?- reclamó su atención- he tenido una duda, me gustaría aclararla.

-Por supuesto Gabbe, si es algo de química yo. . .

-No. No es nada de clases, es sobre tí- ella volvió a ruborizarse.

-Bien- dijo nerviosa- tu dirás.

-¿Tienes novio?- ella lo miró con sus hermosos ojos azules enormes, la boca un poco abierta y el rostro arrebolado de la vergüenza.

-Yo. . . no, no tengo- terminó apenada.

-Bien- le sonrió- solo quería saber si pisaba terreno peligroso.

-¿A qué te refieres?- ella frunció el ceño.

-Me gustas, Lucía, me gustas mucho y me encantaría que me permitieras acercarme a ti. Quizás si me conoces un poco, puedas decidir darme una oportunidad.

-Yo. . .

-No tienes que decir nada ahora, me conformaré con estar a tu lado y que de a poco me vayas conociendo mejor- no apartó su mirada de ella ni por un instante- desde hace mucho me gustas, pero siempre he temido acercarme a ti- le confesó- sé que eres un poco reservada, espero ganarme tu confianza. . . y tu cariño. Nada me haría más feliz que ser tu novio- le sonrió, mostrándole una hermosa hilera de dientes blancos y Lucía casi lloró de alegría.

Le gustaba.

¿Era eso posible?, ¡le gustaba! Oh, Santo Dios. Es tan maravilloso, no pensó que tendría una oportunidad con él, para ella era suficiente con observarlo en silencio y a la distancia, siempre pensó que él era más de lo que ella podría aspirar, pero que él dijera que le gustaba era su sueño hecho realidad.

En ese momento comenzaron a entrar los compañeros de clases y la magia del momento se perdió, pero sus palabras se quedaron en su cabeza por el resto del día.

Neithan. . .

Algo le ocurre a Lucía, no logro descifrar qué es, pero sé que algo le ocurre. Parece enfadada con el mundo, cansada, agotada con algo y no sé exactamente lo que es. Pero me preocupa, me preocupa mi pequeña, es lo único que tengo.

Sé que su incomodidad es con su madre porque la rechaza por el comportamiento que tuvo, a pesar de que Lucía, era muy pequeña, veía cosas que la marcaban; su madre besando a otro, sus padres discutiendo, yo yéndome de la casa, su madre mudándose con un nuevo hombre. Fueron cosas difíciles de procesar para una niña tan pequeña y por si fuese poco tener que lidiar con la presencia de un hermano y luego otra hermana.

Sé que es mucho para ella, de hecho el desprecio que siente por sus hermanos, es inmenso y siento pena por esos niños porque no tienen la culpa de los errores de sus padres.

Tengo entendidos que ellos la adoran, pero no reciben de Lucía, el mismo cariño y amor que ellos le brindan. Sin embargo sé que su mayor incomodidad es con Rafael y me pregunto porqué. Mi mente trabaja con rapidez y no quiero pensar mal, pero si ese hombre le toca un solo cabello a mi chiquita, lo lamentará por los cinco minutos que le queden de vida, después de que yo me entere.

Así que ha llegado la hora de tener una conversación con ese idiota, aunque odie ver su cara, tendré que hacerlo.

Llego a su oficina y la secretaria me hace esperar unos minutos mientras que me anuncia, luego me informa que puedo pasar y así lo hago.

Lo encuentro sentado en un cómodo sillón, me mira muy serio como intentando descubrir el motivo de mi visita.

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