* CAPÍTULO 2*
Llegó al instituto y fue directamente al aula de clases.
-¡Lucía!- le gritó su amiga cuando ella entró al aula.
-¡Becca!- la abrazó con fuerza- ¿Cómo estás?
-Muy bien. Pasaré la tarde y la noche con mi padre.- le dice con una gran sonrisa, cómo si aquella fuese la mejor noticia de su vida.
-Eso debe tenerte feliz- le toca la pinta de la nariz en gesto juguetón.
-Claro que sí. La noticia casi logra quitarme por completo la migraña que me atormentaba.
-¿No dormiste anoche tampoco?- le pregunta preocupada, mientras frunce el ceño. Era normal que Lucía durmiera poco o nada. De hecho, era casi un milagro cuándo lograba dormir bien.
-No- suspira pesadamente Lucía.
-¿Y cuándo hablarás con alguien de lo que está sucediendo? - realmente le preocupaba que descansara tan poco, sabía que tarde o temprano su cerebro le pasaría factura por su ausencia de horas de sueño.
-No le diré nada a nadie- dice firme- es algo vergonzoso.
-Pero es algo que está ocurriendo, no sé cómo pueden suceder cosas así Lucía, tu madre debería tener más cuidado, debes hablarlo con alguien.
-No lo haré, Becca. No lo haré- su amiga suspira agotada.
-¡Mira Miriam, a quienes tenemos aquí!- la chillona voz de Bárbara, la hace girarse hacia ella con cara de fastidio.
-¡Son las raritas del instituto!- dice Miriam con una sonrisa burlona.
-Lucía, ¿no te cansas de ser tan sosa?
-¿Y tú?, ¿ no te cansas de ser tan zorra?- le preguntó en el mismo tono que ella había usado. Entonces la cara de Bárbara se desencajó con una mueca.
-¡Eres una estúpida!
-Al menos soy una estúpida con cerebro, tú ni eso tienes- le dice Lucía, cruzándose de brazos.
-¡Te arrancaré la piel de la cara!- la amenaza.
-¡Ni te atrevas a tocarla!- el dice Becca.
-¿Por qué la defiendes tanto?, ¿es tu novia? Becca, la babieca.
-Te romperé el lindo rostro de perra- le dice Becca, abalanzándose hacia ella, pero Lucía la detiene.
-¿Qué sucede aquí?- las chicas se giran para enfrentarse con la dura mirada de la profesora de Inglés.
-Nada- se adelanta a decir Lucía.
-Más les vale que no sea nada, o las reportaré en la dirección. Ahora tomen asientos que comenzaremos con la clase.
Todo el día pasa normalmente, incluyendo las miradas de desprecio de Bárbara y Miriam, realmente nunca entendió en qué momento esas chicas llegaron a detestarlas tanto a ella y a Becca, lo cierto es que siempre solía gastarle bromas pesadas, comentarios mordaces, insultos, palabras hirientes.
Antes lo toleraba en silencio pero de un tiempo para acá, solía contestar todo lo que ella decía y le devolvía los insultos. Era una manera de relajar su frustración, todo aquello que se acumulaba en su pecho. Solo de estar en la casa de Rafael.
La verdad era que no las odiaba, pero tampoco le agradaban esas chicas. Sobre todo Bárbara, ella era la peor, la cabecilla. Miriam, solo era una marioneta.
A la hora de la salida se despidió de Becca y esperó en la entrada, pacientemente el auto de su padre. Cuando él llegó, se estacionó y salió del auto, ella corrió para abrazarlo.
-¡PA!- le gritó riendo mientras él la abrazaba con fuerzas.
-¿Lista para divertirnos juntos?- le preguntó tocándole la punta de la nariz.
-¡Completamente lista!- le dedicó una enorme sonrisa.
Lucía y Neithan, subieron al auto y se encaminaron a un Welly's un famoso restaurante que Lucía adoraba y al que su padre le encantaba llevarla, solo por el gusto de complacerla.
-¿Qué tal tu día?
-Pues más de lo normal, Pa. Tuve una mala noche así que desperté con migrañas, discutí con mamá y con "ese"- dijo refiriéndose a Rafael- luego en el instituto más de lo normal. Una vida aburrida e infeliz.
-Nada de eso, mi amor. La vida es hermosa. . .
-No la mía. Vivo en esa casa rodeada de personas que detesto- dijo con ojos añejados en lágrimas.
-Mi amor. . . - comenzó su padre en tono amable- no debes detestarlos, ellos son parte de tu familia.
-No quiero que ellos sean mi familia- dijo con voz quebrada- lo único que deseo en mi vida, es salir de esa casa y vivir contigo. . . odio estar allí.
-No llores preciosa, te lo suplico. Sabes que eres mi adoración y no soporto saber que estás mal. . . me harás llorar- dijo con un puchero ridículo.
-¡El comandante llorando!, procure que no lo vean los agentes a su cargo- bromeó ella sonriendo.
-Tu no se lo dirás a nadie- la miró con ojos muy abiertos.
-Eso se paga con un helado.
-Eso es chantaje señorita, ¿está intentando sobornar a un policía? - preguntó con voz indignada.
-¡Jamás haría tal cosa!- le respondió riendo- solo quiero sobornar a mi papi.
-En ese caso. . . debemos comer un helado- le regaló una enorme sonrisa.
Después de ir al restaurante, fueron a casa, pero antes se destuvieron a comprar un enorme pote de helado de chocolate.
Luego al llegar a casa Lucía, se dedicó a los deberes pendientes para el día siguiente.
-¿Nada que terminas?- le preguntó su padre entrando a la habitación de ella. Era una habitación que adoraba, con el hermoso lila en las paredes, su enorme cama, llena de sus objetos personales. Era tan suya, tan cálida, tan a su gusto- podría ayudarte si así lo deseas.
-Ya casi termino, pa. No es nada difícil dame un minuto y estaré contigo.
-¿Veremos una película?- le pregunta sonriendo.
-Así es señorita, pero nos iremos a la cama temprano- le sonríe- no quiero que por mi culpa llegues mañana a estudiar como zombi.
-¡No sería nada nuevo!- se encogió de hombros- solo que esta vez al menos lo habré disfrutado.
-No me dirás que es lo que ocurre, ¿cierto?- le preguntó con ceño fruncido y la preocupación brillando en sus ojos.
-No ocurre nada- le aseguró.
-No olvides que soy policía, cariño- le revolvió el cabello- sé que algo ocurre aunque te niegues a decírmelo y sé que es algo que te duele y te lastimas. No quiero presionarte Lucía, pero. . .
-No hay nada que decir- desvió la vista- nada.
-Hay mucho que decir- tomó asiento a su lado-Lu, sabes que te adoro, que no dudaría ni por un instante dar mi vida por ti, que eres mi todo, lo único que tengo. No me gusta saber que estás mal. Soy tu padre, debes confiar en mí, necesito saber qué es lo que ocurre para poder ayudarte.
-Yo confío en ti. No te pongas sentimental, Neithan Carter, te lo pido- trató de sonar juguetona, pero su voz indicaba claramente que quería llorar.
-Si alguien te lastimara- le acarició la mejilla con ternura- no dudaría en matarle. Eres mi tesoro, Lucía.
-Te amo, pa. Te amo mucho.
-Y yo a ti, consentida.
-¿Por qué las cosas tuvieron que ser así?- le preguntó mirándolo a los ojos- eres un buen hombre y Allison. . . ella. . .
-Ella es tu madre cariño, no la juzgues.- le pidió.
-Si lo hago. Te lastimó, te humilló, se comportó como si tú no fueses un buen hombre, un buen padre.
-Lucía, hay cosas que tú no entiendes. Yo paso muchas noches fuera de casa. . .
-Porque así te lo demanda tu trabajo. Un trabajo que desempeñas con honor y amor, pero sobretodo con el que nos dabas una vida tan digna y agradable como lo merecíamos. ¡Ella fue la que falló!, ¡No es justo!
-Sé que no es justo y te confieso que me dolió muchísimo, Lucía. Tu madre y yo nos casamos muy jóvenes, yo la adoraba, era mi amor, desde que la conocí estuve seguro que quería que fuese la madre de mis hijos, mi esposa, mi todo. Conquistar su corazón fue una dicha, casarme con ella una alegría que creí no se podía superar, pero si fue posible porque me enamoré por segunda vez y eso fue cuando te vi por primera vez, Lu. A pesar de lo joven que era, te adoré desde el primer instante y adoré más a tu madre, porque me había dado ese hermoso regalo, eras tan chiquita, dulce y bella. No seas tan dura con tu madre, saber que me engañaba, que traicionaba fue un golpe muy duro para mi, pero quizás al verse tan sola, ella. . .
-No- negó con vehemencia- no quieras justificarla, pa. Lo adecuado hubiese sido ir con la verdad por delante, haberte dicho que ya no te amaba, comportarse como una mujer casada, no como una mujerzuela.
-¡Lucía!- la reprendió con la mirada- ¡Es tu madre!
-Es una traidora. Mientras tú trabajabas para traer el pan a la casa, ella se acostaba con otro, pa. ¡Eso es horrible!
-Cariño. . .
-Salió embarazada de otro en tu cama. ¡Es una. . .
-¡NO!, no lo digas- le pidió y ella contrajo los labios.
-Quizás, Rafael le de algo que en mí no encontraba.
-¿Qué puede ser?- lo retó- eres un hombre maravilloso y él. . .él es. . .¡lo detesto!
-Lu, debes intentar llevar la fiesta en paz- le dijo con un suspiro.
-Quiero vivir contigo, te lo suplico.
-Nada me haría más feliz- le acarició la mejilla- tenerte a mi lado todos los días, princesa. Pero sabes que no puedo, no puedo trabajar, concentrarme en atrapar criminales mientras sé que tu estás sola en casa, y que muchas cosas pudiesen salir mal. . .que podría entrar un ladrón. . .que podría haber un asqueroso violador. . .que. . .
-¡Pa!, tu eres policía. Podemos instalar un sistema de seguridad. . . solo quiero estar aquí, en mi verdadera casa.
-¿No entiendes el valor que tienes para mi?- le preguntó frustrado- por nada del mundo arriesgarías tu seguridad o tu vida, por ahora lo mejor es que estés con tu madre. Dame algo de tiempo para solucionar mi situación, entonces te prometo que vendrás a vivir conmigo.
-¿En serio?- le pregunta con ojos llenos de lágrimas.
-Nada más cierto, mi amor. Sólo necesito un poco de tiempo.