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CAPITULO 5

La mañana se cernía sobre la oficina de Mar, envolviéndose en una neblina de incertidumbre.

Mar salió del ascensor, vio a su amiga Gaby en su escritorio y a su fiel asistente. Entró como todos los días con una sonrisa, saludando a todos los que se encontraban a su paso. Gaby estaba muy nerviosa y saludó con timidez a Mar.

Mar apenas pudo murmurar un saludo, la tensión ya la embargaba desde el primer momento del día."¿Por qué estás tan nerviosa, Gaby?", inquirió Mar, notando la ansiedad palpable en la voz de su asistente. Gaby, con gestos inquietos, apenas podía articular palabras, sus manos temblaban con la intensidad de sus emociones."En la oficina te están esperando", continuó Gaby tratando de calmar los nervios que arremeten contra ella misma.

Pero algo en el aire presagiaba lo peor, una sombra se cernía sobre la rutina diaria, anunciando un encuentro no deseado. Al adentrarse en su oficina, Mar se encontró con la última persona que esperaba ver, Mauricio García. Su presencia bastaba para encender la furia en el corazón de Mar, una furia que había sido avivada por el pasado doloroso que compartían."¿Qué haces aquí, Mauricio García?", espetó Mar, su voz cargada de desdén y disgusto.

Sus brazos se cruzaron sobre su pecho, una barrera invisible entre ella y el hombre que había sido parte de su historia."Nena, te estaba esperando para darte calorcito", respondió Mauricio con una sonrisa pícara, tratando de desarmar la frialdad que emanaba de Mar. Pero sus palabras cayeron en oídos sordos, incapaces de disipar el resentimiento que se había acumulado con el tiempo.

"No necesito a nadie para que me dé calor", replicó Mar, su tono cortante como una hoja afilada. La presencia de Mauricio solo avivaba el fuego de su indignación, recordándole las heridas que aún no habían sanado del todo."Vístete y lárgate de mi oficina", ordenó Mar, su paciencia agotada ante la insolencia de Mauricio. No había lugar para él en su vida, menos aún en su espacio de trabajo, donde buscaba refugio de los fantasmas del pasado.

"Pero Mar, yo quiero estar contigo, hermosa", insistió Mauricio, acercándose con descaro. Su voz suave y melosa intentaba seducir a Mar, como si pudiera borrar años de desencuentros con simples palabras."Sentirte, tocarte, hacerte gritar de placer en la cama", continuó Mauricio, su mirada cargada de deseo. Pero Mar no cedió ante sus artimañas, su determinación era tan firme como una roca frente a las embestidas del mar.

"Mauricio, tu pequeña salchicha ni cosquillas le dio a mi pinochita", espetó Mar, su tono sarcástico cortando el aire con precisión. No había espacio para la vanidad masculina en su mundo, menos aún para aquellos que subestimaban su poder y su autonomía."Para que entiendas, no quedé satisfecha con tu miniminisalchicita, lo tienes pequeño", agregó Mar, su voz resonando con una mezcla de desprecio y burla.

No había lugar para la timidez o la cortesía en su rechazo, sólo la verdad cruda y sin adornos."Te doy cinco minutos para que te vistas y te largues de mi oficina", sentenció Mar, su paciencia agotada ante el espectáculo bochornoso que Mauricio había montado. Con un gesto de desdén, se dio la vuelta y se dirigió hacia su escritorio, dejando a Mauricio con el peso de su propia vergüenza.

Mauricio se vistió a medias, se subió los pantalones, pero no los abrochó ni subió la cremallera. Dejó la camisa desabotonada y colocó su saco encima.

Mar miró de reojo a Mauricio, sintiendo el pulso acelerado, la ira bullendo en su pecho. Sabía que él le estaba ganando tiempo.

— ¡Maldita sea, Mauricio! ¿Qué crees que estás haciendo?—grito Mar.

Mauricio se encogió ligeramente, sintiendo el tono amenazante en la voz de Mar.

Antes de que pudiera reaccionar, Mar se levantó de su silla, con una sonrisa encantadora dibujada en su rostro.— ¿Te parece divertido jugar conmigo?, Mauricio.

Mar agarró a Mauricio por su salchicha, su agarre firme, implacable. Mauricio sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal mientras intentaba zafarse.

¡Suéltame, por favor!—Susurro Mauricio . No quise...Antes de que pudiera terminar, Mar apretó con fuerza, su mano aferrándose a la salchicha de Mauricio. Un grito de dolor escapó de los labios de el, resonando en la oficina.Todos los presentes se asomaron, sorprendidos por los gritos de Mauricio.

Andre y Tay entraron a la oficina al ver, la ira destellando de los ojos de Mar.

Andre al ver al ¡Maldito bastardo!, le propinó una patada a Mauricio, mientras Tay tiraba de su cabello con ferocidad.

¡Te lo advertí, Mauricio! —hablo Tay. Mientras tanto, Mar seguía aferrándose a la salchicha de Mauricio, su expresión impasible, determinada.

Itha salió de su oficina, sus ojos amplios al presenciar la escena caótica que se desarrollaba frente a ella. Sin dudarlo, agarró unas tijeras y se abalanzó sobre Mauricio.

Itha ¡Ya es suficiente!—gritaba, pero al mismo tiempo luchaba Mauricio por liberarse, sus gritos llenaban la oficina mientras sentía el frío metal de las tijeras acercarse a su cabeza.

Gaby observaba la escena con horror, sintiendo la adrenalina correr por sus venas. Corrió hacia la sala de juntas, buscando ayuda desesperadamente.

— ¡Angie, por favor, necesitamos tu ayuda! Angie levantó la mirada, su rostro pálido al escuchar la angustia en la voz de Gaby.

— ¿Qué está pasando?Gaby—pregunto ella parándose de la silla ¡Lo van a matar, Angie! ¡Debes hacer algo! ¿A quién van a matar?—pregunto ansiosa y preocupada.

Gaby, a Mauricio García, lo tienen acorralado en la oficina y todas están enloquecidas. ¡Debes detenerlas!

Angie se levantó de inmediato y corrió hacia la oficina, sin saber qué esperar. Al entrar, se encontró con la escena caótica y violenta que se desarrollaba frente a ella. Sin pensarlo dos veces, se interpuso entre las chicas y Mauricio, deteniendo el ataque.

—¡Basta! ¡Suéltenlo todos! —gritó Angie con autoridad, logrando que todos se detuvieran sorprendidos por su intervención. Luego se dirigió a Mauricio, dejando caer su mano en su mejilla y que una cachetada sonara. Se quedó mirándolo; el pobre hombre era un desastre completo. Angie habló: "¡El pajarito y el cabello le quedaron elegantes como el pegante!"...

Continuara...

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