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CAPITULO 1

CUATRO AÑOS DESPUES.

El sol se ocultaba tras los altos edificios de la ciudad, pintando el cielo de tonos oscuros mientras Tay salía del departamento de su novio con el corazón roto en mil pedacitos. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas mientras recorría el pasillo, sintiendo como si cada paso fuera una tortura.

No podía creer lo que había descubierto, a su hombre, macho, en la cama con otra mujer, una escena que había destrozado su ser por completo y toda su confianza en un instante. El eco de su dolor resonaba en cada paso que daba, como si el mundo entero pudiera sentir el profundo dolor que sentía. Al llegar a la salida, se detuvo. Al no ver dónde había dejado el auto estacionado, una risa amarga y triste se escapó de sus labios mientras se regañaba mentalmente por su distracción.

"¡Eres una boba, tonta, idiota!", se reprendió a sí misma, atrayendo miradas curiosas de los transeúntes cercanos. Con manos temblorosas, sacó su teléfono del bolso y se preparó para llamar a una de sus amigas, a Mar, en busca de consuelo.

Mientras en una lujosa habitación de hotel, Mar se entregaba al éxtasis del momento con un apuesto desconocido. Los gemidos de placer llenaban la habitación mientras se dejaban llevar por la pasión desbordada en ese momento, sin preocupaciones ni compromisos. —¡Más fuerte, cariño, más rápido! —exclamó entre jadeos, completamente absorta en su propio placer. El hombre sonrió, complacido por las palabras de Mar, y aumentó el ritmo de los movimientos con entusiasmo.

De repente, el sonido persistente de su teléfono la sacó de su trance de placer. "¿Quién puede ser, a esta hora?" —murmuró con molestia, alcanzando finalmente su teléfono y viendo la llamada entrante de Tay. —"Te voy a matar, Tay, siempre me interrumpes en las noches de comer un delicioso banano." Mar decidió contestarle. Del otro lado de la línea, escuchó sollozos ahogados, "Mar... soy yo, Tay" —murmuró con la voz entrecortada por las lágrimas. "Necesito hablar contigo urgentemente. ¿Dónde estás?" —preguntó Mar mientras se vestía.

Espérame ahí, ya voy por ti. —¿Te vas a ir, preciosa? —escuchó la voz ronca del desconocido que esa noche la había hecho sentir tantas cosas con sus caricias y besos. —Si me tengo que ir, me necesitan urgentemente.

Ahí te dejo cien dólares, gracias por quitarme las ganas. El desconocido se levantó y la alcanzó para abrazarla antes de que abriera la puerta, quería amanecer contigo y tenerte en mis brazos —susurró en el oído, haciendo que por todo el cuerpo de Mar pasara una electricidad.

Dame tu número, princesa, yo te llamo para que nos volvamos a ver. Mar soltó una sonrisa de burla. —No dejo que me pise el mismo gallo dos veces, para que entiendas, papacito, rico, sabroso, no me como el mismo banano dos veces —habló levantando una ceja.

Gracias por todo, me tengo que ir. El desconocido volvió y la abrazó, susurrando otra vez en el oído de Mar. —Cuando te vuelva a ver, serás mía para toda la vida, eres única, princesa. Mar lo volvió a mirar a los ojos, nunca había visto brillar los ojos de un hombre cuando la miraban como él.

Mar pasó saliva, nunca su corazón había latido tan fuerte por un hombre.

Dio otra sonrisa y se preparó para hablar, —¡jajaja! Si me encuentras, te prometo casarme contigo.

—Es una promesa, princesa. Y cuando llegue su momento, espero que cumplas con tu promesa.

—Yo cumplo mis promesas, mi bananón. Delicioso y sabroso, él la agarró y la besó con tanta pasión. Esto no es un adiós, es un hasta pronto, mi amor, mi futura esposa.

Mar quedó sin palabras, sintiendo una mezcla de emociones en su interior. Se separó lentamente de su apasionado beso y se alejó, con una sonrisa en el rostro y el corazón latiendo con fuerza. No podía creer lo que acababa de vivir, una historia de amor y despedida con un desconocido que había despertado algo en ella.

Mientras caminaba por la calle, Mar se detuvo un momento para reflexionar sobre lo sucedido. Quizás había sido solo un encuentro pasajero, un momento de locura y pasión en medio de la rutina de la vida diaria. O tal vez, como había dicho el desconocido, era el comienzo de algo más grande, algo que cambiaría su vida para siempre.

Decidió guardar los cien dólares en su bolso y sonrió para sí misma. No sabía si volvería a ver al misterioso hombre que la había cautivado de esa manera, pero una cosa era segura: aquel encuentro había despertado algo en su interior, una chispa de emoción y deseo que la hacía sentir viva.

Con paso decidido, Mar siguió su camino sabiendo que, de una forma u otra, aquel encuentro con el desconocido había marcado un antes y un después en su vida. Y quién sabe, tal vez algún día cumpliría su promesa de casarse con él, aquel hombre que la había llamado princesa y futuro esposa en medio de un apasionado beso bajo la luz de la luna.

Subió a su auto, arrancó para ir a buscar a su amiga Taylecita. Sonrió al recordar todo lo que vivió esa noche con ese bombón de hombre.

Mientras tanto, en casa estaba Andre y Angie sentadas en la sala hablando, hasta que se dieron cuenta de que Itha no estaba con ellas. Se levantaron y subieron las escaleras calladitas y la vieron en la habitación de Mar. —¿Qué haces Itha? —preguntó Angie acercándose a ella, —"¡No, Itha! Vas a matar a Mar —gritó Andre quitándole de las manos los condones de Neon y la aguja con la que los estaba pinchando.

Angie se sentó en la cama y soltó una carcajada, con voz entrecortada por la risa, hablo— y los dejaste como un colador jajaja, dime qué son los primeros que le haces eso.

—No —contestó Itha con una pequeña risita de niña traviesa, los que usé esta noche ya son como un colador. "¡Mierda!" —susurró Andre, así que Mar esta noche puede salir panzona, jajaja, con lo mucho que le gustan los niños a esa loca...

Continuara...

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