Librería
Español
Capítulos
Ajuste

2

Madison se encuentra en el baño del avión, la mayor parte del vuelo lo ha pasado allí y no para de vomitar debido a que le teme a las alturas y su estómago se ha revuelto por los nervios, provocándole las tan molestas nauseas.

Gruesas lágrimas se resbalan por sus mejillas y lamenta que su abuelo haya decidido casarla con un hombre que no la voltea a ver con amor o siquiera lástima. Ella prefiere haberse quedado sola y trabajar fuerte para sobrevivir sin la compañía de ningún familiar.

Al percatarse de la situación que la chica está experimentando, una de las azafatas del avión le consultó si se encuentra bien y Madison le respondió que no, que necesita medicamento para calmar las náuseas. Entonces, la azafata buscó a Arnaldo y le comentó el caso.

—Gracias por informarme, he estado dormido y no me había fijado en que ella la está pasando mal. —Mintió y tampoco quiso moverse de su asiento, más bien se acomodó mucho mejor en él, a los minutos observó que un caballero también se dirigió al baño y tardó un poco más de lo que debía hacerlo.

Sospechando algo malo, Arnaldo se levantó para ir a espiar y sacarse de la cabeza aquella corazonada que le dice que su esposa corre peligro en el lugar donde se encuentra.

Al acercarse escuchó como si alguien se está quejando, revisó en los únicos tres cubículos y dos de ellos estaban vacíos. Empuñó sus manos con fuerza y dispuesto a darle su merecido al hombre que está adentro con su esposa, decidió tirar la puerta con una sola patada.

Su corazón se hizo añicos al ver a la chica indefensa tratando de alejar al hombre que la está sometiendo por la fuerza, a la vez su sangre hirvió de rabia y tomó por el cuello al atrevido hombre y lo lanzó contra la pared en donde lo comenzó a golpear en el estómago hasta dejarlo sin respiración.

—Ven, ya estás a salvo. ―Le dijo a su esposa y por primera vez la abrazó para calmar sus nervios, secó sus lágrimas y sin pensarlo dos veces le dio un cálido beso en la frente.

—Lo lamento, te has metido en problemas por mi culpa, no debiste defenderme, tú me odias y en el futuro te arrepentirás de haberme rescatado de las garras de este abusador.

—Nada importa más que tú estés bien. ―Le aseguró Arnaldo, quien se siente idiota por ser tan amable con ella.

Madison le confesó que el hombre malvado no logró consumar su acto y le agradeció por ir a buscarla y llegar a tiempo.

Juntos se dirigieron para su respectivo asiento, quizá nadie sospecha de lo que ha pasado, unos pasajeros duermen y otros leen, nadie está al pendiente de lo que el otro hace.

—¡Ah, mi esposo ya está cambiando! —Exclamó Madison en su mente con alevosía.

Sin embargo, hasta allí llegó la amabilidad de Arnaldo, ya que cuando llegaron al hotel en donde se hospedarán durante toda la semana, volvió a ser el mismo prepotente y odioso esposo que conoció hace unas horas.

El hombre envió a su esposa a dormir en una habitación separada y le dijo que al día siguiente no lo buscara porque no quería pasar el día con una mujer tan fea y mal arreglada como ella, en pocas palabras le ha dicho que para él, ella es una vergüenza.

—Ni creas que por ser mi esposa tienes el derecho de dormir en la misma habitación donde yo lo haga, te irás a una distinta.

Estoy tan deseoso de que mi abuelo se vaya al extranjero para poder divorciarme de ti.

Tú no eres nadie en mi vida, ni siquiera como a una amiga te considero. No te acerques a mí, nunca más en tu vida, ¡Espero que lo entiendas de una sola vez! —Exclamó con desprecio el hombre, logrando que una lágrima ruede por la mejilla de la chica que se siente sola y lejos de casa.

Recostado en su cama, Arnaldo recuerda el día en que toda su vida se vino abajo, jamás se imaginó que su abuelo tomaría tan drástica decisión en su contra.

Flashback

—Señor, Arnaldo, su abuelo, le manda a decir que esta noche vaya a la mansión Ferreira, habrá una reunión familiar y espera que no falte. —Anunció su asistente.

—Oh, espero que esta misma noche el abuelo me nombre como su representante en todas las empresas. —Dijo, Arnaldo en su mente.

En la mansión…

—Es injusto lo que usted está haciendo, abuelo, yo no merezco arruinar mi vida al lado de esa niña que estoy seguro de que ni siquiera sabe leer o escribir. —Se queja Arnaldo ante su abuelo que no le hace ni caso a sus palabras, pues, él ya ha tomado su decisión firme y no piensa dar el brazo a torcer.

—Si deseas ser el heredero de mi imperio, deberás casarte con ella, claro que si no lo quieres hacer no lo hagas, pero yo ya di mi última palabra y tú decides si lo tomas o lo dejas. —Le respondió el abuelo con firmeza, pues está seguro de que aceptará por su ambición a ser el CEO de su imperio y no cederle el espacio a su tío político que anda como buitre esperando el momento adecuado para caerle a la herencia y nombrar a su propio hijo como presidente.

Fue así como a regañadientes, Arnaldo aceptó ser el esposo de una chica de pueblo y analfabeta, como él la considera.

Mientras que en otro punto de la ciudad, un anciano convence a su nieta de casarse con el hijo de su amigo, ella se rehúsa a hacerlo, sin embargo, para cumplir el único deseo de su abuelo, acepta ser la esposa de un millonario aunque eso sería estar casados sin amor.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.