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Capítulo 2

Dejé una carta escrita para tu futura esposa, te pido que nunca la leas, si un día ella confía en ti al punto de contarte lo que está escrito, entonces todo estará bien.

- Tu querido padre. "

Simplemente quedé asombrado con lo que acabo de leer, me sentí como en una película, esa fue la carta más extraña que había leído en toda mi vida.

La carta fue escrita por un tal Leblanc, probablemente Nathaniel para su primer hijo, me pregunto si Evelyn sabía de la existencia de tal acuerdo.

Me sobresalto cuando escucho la puerta abrirse detrás de mí. - ¿Estás perdido? - me pregunta una voz ronca y masculina, su tono era sospechoso

- Estaba buscando el baño. - Intento tener confianza, aunque sabía que no había hecho nada malo, estaba nervioso.

Me giro lentamente y me enfrento a un hombre con hermosos ojos azules, más que los míos. Su apariencia física era tan buena como su rostro, nos miramos fijamente por un rato cuando frunció el ceño.

- ¿Qué es eso que tienes en las manos? - Me quita el sobre de las manos, siento que mi cuerpo se siente frío.

- ¿Quién eres y por qué te sentiste con derecho a tocar algo que no era tuyo? - Estaba siendo grosero, estoy seguro de que la gente en el pasillo podía escuchar fácilmente su voz ya que estaba gritando.

- Yo...- Pensé en una respuesta pero solo tartamudeé y me sentí presionada con ese hombre mirándome... - Lo siento.

- ¿Leíste? - El extraño se pasa las manos por la cara y comienza a caminar como loco de un lado a otro.

- Sí.

- ¿Qué debo hacer? - Siento que la pregunta no iba dirigida a mí, se susurraba a sí mismo.

- ¿La carta es tuya? - Me atrevo a preguntar.

- No te interesa. - Tu respuesta fue suficiente para mí. Fue para él.

- Necesitas casarte en cuatro meses, ¿qué carajo, eh? - Intento relajarme pero recibo una mirada de reprimenda.

- mes en realidad, esta carta fue escrita hace un tiempo. - Dice y mis ojos se abren como platos.

- ¿Y tu prometida sabe que no se casarán por amor? -Me arriesgo a una pregunta más.

- ¿Entras en mi oficina sin mi maldito permiso y todavía te sientes con derecho a una entrevista? - Un punto para él. Trago fuerte.

- ¿Por qué sigo aquí? Permiso. - Intento pasar por la puerta pero me agarra del brazo.

- ¿Cómo sé que no le dirás a nadie? - Intenté soltar mis brazos de su agarre pero nada ayudó.

- ¡¿Por qué no me interesa tu pequeña vida de mierda?! - Respondo como si fuera obvio pero él sigue en la misma posición. - Tienes mi palabra.

- Lo siento, extraño, pero no creo en tu palabra. - Responde con una sonrisa burlona.

- No me llames raro.

- No sé tu nombre.

- Y él no merece saberlo.

- No dije que quisiera.

Pongo los ojos en blanco con tanta fuerza ante tu respuesta.

- ¿Cómo sabré que esta carta realmente es tuya? - pregunto y él se ríe por la nariz.

- Porque estás en mi puta casa y pisando con esos ridículos tacones la alfombra de mi oficina. - Responde el desconocido sin una pizca de paciencia.

- Necesito un minuto. - Antes de sacar su celular del bolsillo, saca la llave de la puerta para simplemente encerrarme antes de irse.

Resoplé, me siento en su cómoda silla y puse mis pies sobre la hermosa mesa.

Un hijo fue lo que más me llamó la atención de la carta. Mi sueño era ser madre, de hecho lo iba a ser... Pero simplemente soy la persona más desafortunada del mundo.

Mi segundo novio estuvo en la universidad durante los primeros tres años. Estábamos enamorados, planeábamos vivir juntos y quedé embarazada, fue la mejor noticia de la década, amaba a ese hombre más que a mí misma.

Pero luego murió, en un accidente de moto.

Mi aborto espontáneo llegó un poco más tarde, el feto aún era pequeño pero todavía lo sentía ahí conmigo.

Me dolió tanto que siento que nunca volveré a amar a nadie.

Aún después de todo, mi deseo de tener hijos se intensificó, pensé en adoptar o hacerme una inseminación artificial antes de graduarme pero obviamente eso interferiría con mis estudios.

Pero haría cualquier cosa por un bebé y duele ver que el futuro hijo de un desconocido no será fruto del amor o de un gran deseo de tenerlo.

Cuando la puerta se abre de nuevo, revelando al hombre de ojos azules acompañado por una chica más joven, ella me sonríe y yo frunzo el ceño.

- ¿Es este el problema que necesito ayudarte a resolver? - El adolescente me señala con desdén.

- Sí. - Responde. - Leyó la puta carta. - Los ojos de la menor se abren ante su discurso y le doy una pequeña sonrisa, no sabía qué hacer.

- Mierda Felix, ¿esa maldita carta que sólo tres personas conocen y una de ellas está muerta? - El hombre ignorante se llamaba Felix. Pude ver la desesperación escrita en el rostro del otro extraño.

- Que yo sepa, no hay otra carta. - Este Felix responde.

-Olivia Leblanc. Primo de ese estúpido idiota. - Ella extiende su mano y se la estrecho.

-Elena. - Respondo de todos modos, estaba preocupada por Sabrina y Jade quienes no tenían idea de dónde estaba.

- Se suponía que debías ser más inteligente y no dejar que pasaran este tipo de cosas, cariño. - Me río del apodo que usa Olivia para su prima.

- Deja de actuar como si le hubiera entregado la carta en las manos, Elena o como te llames, entró a la puta oficina y la leyó, sola. Básicamente la pillé en el acto. - Pude ver tus ojos a punto de incendiarse con tu arrebato.

- Lo siento de nuevo. Ser curioso es mi mayor defecto. - Miento, en realidad lo más grande fue pensar que mi intuición vale algo, ambas aplican a esta situación.

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