Capitulo 2: La Desilusión de Sarah
- Felicidades Sarah, estas embarazada
- ¿Qué? ¿Qué? Embara… ¿Qué? ¿Pero… cómo… pasó?
- Creo que tú sabes muy bien como paso
- Sí, no, quiero decir que si pero es algo que no me esperaba –Me levanto de la camilla y me quedo sentada perturbada por la noticia-
- El padre del bebé –Dice enarcando las cejas-
- Es complicado doctor -Ladeo los labios-
- Ok, bueno tienes seis semanas, estas son las vitaminas que comenzaras a usar ¿Estas bien? –Me mira fijamente-
- Sí, estaré bien no se preocupe, nos vemos el próximo mes -Entro al baño a ponerme mi ropa me despido del doctor y salgo del consultorio aún sorprendida por la noticia-
- ¿Cómo te fue? El doctor supo que te aqueja –Pregunta mi amiga Jen-
- Sí…
- ¿Y? ¿Qué es?
- Esto… esto… estoy embarazada –La miro y su boca se abre formando una O, pestañea rápidamente-
- Ok, ok, oook ¿es de Stan? –La fulmino con la mirada- Está bien perdón por preguntar ¿Y cómo crees que vaya a tomar la noticia?
- No lo sé, espero que bien, yo… ni sé que quiero, esto obviamente no estaba en los planes pero sabíamos que podía pasar
- Bueno te voy a llevar a tu casa para que descanses y consultes con la almohada
Llegué a casa y tomé un baño, me serví una taza de té y me senté en mi sofá, para pensar
- ¿Qué voy a hacer ahora? –Tomo mi celular y marco el número de Stan-
- Hola baby
- Hola, oye ¿mañana podemos vernos temprano? –Me muerdo el labio por los nervios- En la cafetería cerca del parque principal
- Sí está bien, ¿a qué hora? ¿7:00?
- Si a esa hora está bien
- Cariño ¿Estás bien? Te escucho extraña
- Sí, todo está bien, solo estoy un poco cansada, nos vemos mañana… un beso –Cuelgo antes de comenzar a llorar como desesperada, decido irme a dormir para no pensar más-
A la mañana siguiente.-
Llegue a la cafetería, estoy levantada desde las cinco de la mañana, muero por una taza de café pero siempre he sabido que el café es malo en el embarazo así que me tocó pedir un té y desayuno con pan tostado huevos rancheros y salchichas que aún no he tocado por los nervios, tengo la costumbre que cuando estoy nerviosa me muerdo la parte interna de mis mejillas
- Buen día baby –Doy un medio brinco en mi asiento y le sonrío- ¿Te asuste? –Me da un beso-
- Estaba concentrada pensando
- Bien aquí me tienes ¿De qué querías hablar?, si es del divorcio, cariño no te preocupes ya Alisa aceptó y se están tramitando los papeles
- No, no es de eso aunque me alegra, por fin tu y yo podremos estar juntos sin la atadura de tu esposa, eso me hace más fácil decirte la razón por la que te llame… estoy embarazada –Le solté- y voy a tenerlo –Se quedó mudo y no se movió ni un poco-
- Uhm… ¿estas segura? –asentí-
- Mira sé que tienes dos hijas y no estaba en nuestros planes –Niega y me interrumpe-
- Estoy feliz cariño –Abrí los ojos sorprendida-
- ¿De verdad? Yo no pretendo obligarte a nada…
- Cariño claro que vamos a tenerlo, estoy contento –Se acercó y me abrazó, sentí un gran alivio- Solo hay que esperar a que salga el divorcio por completo para hacer las cosas bien ya sabes -Sonreí como tonta-
- Está bien no hay problema, mientras sea antes de que nazca el bebe
- No te preocupes todo estará bien
Sentí que se me quitó un gran peso de encima al ver la reacción de Stan, soy administradora de tributos e impuestos y la empresa para la que trabajo es la encargada de realizar la contabilidad y los impuestos de la empresa de la que es dueña Stan.
La primera vez que lo conocí me gustó de inmediato, no es muy alto cabello negro largo atado con una coleta, ojos negros, pestañas enormes lo que hace que su mirada te atraiga rápidamente pero al ver la alianza en su dedo me desanime, mas sin embargo logró conquistarme con su encanto y galantería, atributos que en la actualidad no ves en muchos hombres. Stan y yo comenzamos a tener un romance a escondidas no solo de su esposa sino a escondidas de mi jefe también, la única que lo sabe es mi amiga Jen y por supuesto que la asistente de Stan, no es normal estar encerrados por horas en su oficina, aparte que mis gemidos a la hora de tener sexo con él confirmaban lo que ella pudiera sospechar.
Comenzamos a tener una relación extramarital, él siempre me contaba que su matrimonio era un fracaso y que solo estaba con su esposa por sus hijas, gemelas muy hermosas igual que su padre, así decidí seguir adelante con él y me enamoré.
Tengo treinta años y creo que las cosas se han dado para bien y con la llegada de este bebé todo pinta como que tendré el final feliz que toda mujer desea en su vida con el hombre perfecto, el amor de su vida.
Cuatro meses después.-
- Puedes dejar de comer Sarah, estas enorme –La miro con enojo, mientras meto en mi boca un bocado de chessecake-
- Gracias por bajarme el autoestima –Pongo mis ojos en blanco-
-¡Ay! Te ves hermosa, pero estas comiendo mucho, después que nazca el bebé se te hará difícil volver a tu figura
- No puedo evitarlo, tengo muchísima hambre, este niño creo será un barril sin fondo cuando nazca –Ambas nos reímos-
- Bueno, bueno ya por favor acompáñame a comprar un vestido para mi cita de esta noche
- ¿Otra cita? –Alzo las cejas- Esta semana llevas ¿Qué? ¿Tres? -Rueda los ojos-
- Quiero conseguir al amor de mi vida… así que no me regañes y ¡vamos!
Mientras Jen se encuentra en el probador colocándose los mil vestidos que escogió, yo camino por la tienda observando la ropa, hago un puchero porque mi vientre está enorme y aquí no encontraré nada para mí en estos momentos, sigo mirando hasta que llego a la vitrina y alzo la vista al otro lado del pasillo veo a Stan con una mujer con un cuerpazo, lleva puesto un vestido negro ceñido a su cuerpo.
Él iba a su lado muy risueño, llevaban bolsas de compras, me giro y veo a mis espaldas y Jen aún no sale del probador, vuelvo a mirar al frente y observo que el par entra a una tienda de lencería femenina y de inmediato puedo sentir mi rostro arder, salí de la tienda y camine lo más rápido que mi abultado abdomen me permitió… mire por la puerta de cristal y a primera vista no los vi -Fruncí el ceño-
- Pero yo los vi entrar ¿En dónde están?
Elijo entrar a la tienda con cautela, ocultándome un poco una de las vendedoras me da la bienvenida y le hago una seña, si hablo Stan me oirá, en el fondo sé que hacen aquí, él siempre ha sido un don juan pero una parte de mí se niega a aceptarlo.
No los veo por los pasillos de la tienda, pero mi mirada se fija en el pasillo donde se encuentran los probadores… mi corazón empieza a latir con desenfreno al ver que una de las cortinas se mueven, camino lentamente hasta el probador.
A medida que me voy acercando alcanzo a escuchar las risas de ambos y mi ansiedad aumenta
- ¡Stan basta! Nos sacaran a patadas de la tienda ¡Ja ja ja ja!
- ¡Uy! Pero es que ese conjunto se te ve… ¡Rrrr! Quiero devorarte
Mis ojos se cristalizaron y las lágrimas no tardaron en salir, coloqué mis manos sobre mis orejas para no oír mas lo que evidentemente estaba pasando allí, me di media vuelta para irme de allí, pero decidí desenmascararlo de una buena vez, me acerqué al probador y abrí con furia la cortina