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• Capítulo 4 •

La semana paso rápido.

La familia notó un cambio en su rutina, pero nada alarmante, trataban de sobrellevarlo. El cambio que más temían era que su hija no se adaptará al jardín, pero eso fue erróneo.

El trabajo de Jessy era agotador, en su primera semana de trabajo tuvo los tres cargos, atender caja, reponer y ser encargada de bodega donde debía recibir los pedidos y ordenarlos.

Se le hizo fácil aprender con la ayuda a de sus compañeros.

Tracy de veinte años, era una morena de estatura baja, ojos marrones y menudita. Se habían vuelto cercanas junto a Jessy, se ayudaban mutuamente y solían compartir en la hora de colación junto a su compañero Fabricio, el cual era un poco más reservado, pero se adaptaba a sus compañeras.

Jessy les contó que era madre de una pequeña niña de cuatro años y estaba casada, ellos ya sabían de la existencia de Sebastián ya que en algunas ocasiones iba a buscar a Jessy al trabajo.

Sebastián sabía de la existencia de ambos y no niega que le dio celos ver al tal Fabricio, no sé fiaba de ningún hombre que estuviera cera de su mujer, pero él no le diría nada a Jessy, confiaba en su esposa, se tenían mucha confianza y no tendrían una discusión por alguien sin importancia en su vida.

Por otra parte, el trabajo de Sebastián fue un poco exigente el martes, había quedado con todos los pendientes del día anterior debido a que su jefa había se le había ocurrido la gran idea de darle como trabajo ser jurado de modelos, como si a él le importara. Los siguientes días tuvo todo bajo control, revisó los contratos, pagarés y manejos de la empresa.

La tal Vanessa insistió nuevamente, pero está vez en privado, no volvería a quedar en vergüenza frente a sus compañeras, pero tampoco se daría por vencida, Sebastián se le había metido entre ceja y ceja, y ella no era buena perdedora.

Había logrado salir con hombres millonarios, guapos y Sebastián no sería una excepción, pero su dignidad volvió a ser pisoteada cuando el joven de mirada azul intensa volvió a rechazarla, iba tarde para buscar a su mujer y Vanessa lo sabía, sabía que la iría a buscar, pero de todos modos siguió insistiendo, pero no lo logro detenerlo.

Que fuera casado, divorciado o padre no le importaba en lo más mínimo, ella quería a ese hombre en su cama.

La pequeña Luz iba de maravilla en sus clases, si bien a ratos extrañaba a su madre, pero al estar rodeada de niños de su misma edad olvidaba todo, le gustaba compartir la comida que su madre le enviaba, jugar con sus compañeritos y hacer las tareas dónde tenía que colorear o recortar.

Para una semana se había adaptado rápido, cuando su madre se retrasaba un poco en ir a buscarla se quedaba junto a una compañera jugando.

Ama llegar a su casa luego de clase y jugar con sus padres, la atención que ambos le dedicaban a Luz la hacían muy mimada y a ella le encantaba, adora a sus padres.

Jessy recibió un llamado de atención por parte de la profesora, Luz hablaba sin parar en clases e interrumpía mucho. Su madre hablo con Luz, pero la niña no la tomó mucho en cuenta porque amaba hablar con otros niños y que le pusieran atención, siempre fue sola y su muñeca era la única que la escuchaba.

La próxima semana Jessy debía comenzar a trabajar tiempo completo, hasta el jueves no sabían con quién dejar a Luz ya que sus padres vivían un poco lejos y era mucho tiempo para ir a dejarla allá, por suerte hablaron con su vecina, necesitaban que cuidaran a la niña por la mañana y un rato por la tarde, en lo que llagaba Jessy del trabajo.

La anciana de sesenta años aceptó, en varias ocasiones la niña había ido a su casa para comer galletas, regar las flores de su patio trasero y le alegraba su triste tarde solitaria, era viuda y su único hijo vivía en otro país.

Sebastián y Jessy quedaron más tranquilos, ya que conocían hace años a la señora Pilar y era de confianza. Ya tenía todo listo para la próxima semana, a pesar de que el jardín quedaba cerca de casa, los padres de Luz decidieron contratar el bus escolar, no le darían el trabajo a su vecina de llevar a la niña al jardín.

***

Era sábado por la mañana, Jessy estaba acurrucada en el pecho de Sebastián mientras hablaban de la sorpresa que le tenían a su hija

Cada fin de semana escogían sábado o domingo para el "family day"

El día que escogían se la pasaban todo haciendo cosas juntos, desde el desayuno, almuerzo, por la tarde hacían algún paseo y en la noche cenaban alguna comida poco saludable.

El objetivo de todo era darle prioridad a la familia, pasar tiempo juntos y divertirse. Dejar de lado las responsabilidades una vez a la semana y centrarse mayormente en su pequeña hija.

Para este día decidieron llevar a luz a un parque donde podría estrenar el nuevo regaló que su padre le había comprado.

Una bicicleta.

Si bien el regalo soñado de Luz era un pony, pero no podrían regalarle un animal como ese, no tenían dónde dejarlo y una bicicleta sería más práctica para cuando fuera grande.

Sebastián y Jessy escuchan los pequeños pasitos provenir del pasillo sabían que en cualquier momento Luz entraría al cuarto.

— ¡Family Day! ¡Family Day! — exclama Luz, la puerta del cuarto se abre y entra su pequeña hija con el cabello trenzado y en pijama.

Se sube a la cama con un poco de dificultad por la altura de esta, pero lo logra y se dispone a saltar.

— ¿Qué haremos hoy? — pregunta con dificultad debido a sus brincos, sus ojitos brillaban.

—Hoy harás tus tareas. — bromea Jessy y eso es suficiente para que Luz deje de saltar y la mire con horror.

— ¡Pero mamá! — protesta Luz y comienza a hacer pucheros.

— Es broma. —ríe Jessy— ¡Hoy iremos al parque!

—¡Yupi! ¡Yupi! ¡Yupi! —repite— ¿Y me compraran un helado de fresa?

— Claro, todos los que quiera mi princesa. — dice Sebastián tomándola y dejándole en medio de ambos para llenarla de besos.

— ¡Me encantan los family Day! — dice Luz haciendo que sus padres se miren y sonrían.

La idea de Jessy había funcionado, sus padres eran increíbles no iba a negarlo, pero junto a su hermano les faltó un poco de atención y el cariño de familia. Ella no quería que su hija sintiera eso, ella era lo mejor que lo había podido pasar en el mundo quería brindarle todo el amor y atención posible.

Desayunaron waffles con syrup de chocolate, por la tarde hicieron un almuerzo en conjunto donde la pequeña Luz ayudaba con los vasos y cubiertos en la mesa y sus padres hacían la comida.

A las tres de la tarde salen de casa, suelen ir caminando, pero la bicicleta de Luz yacía en la maleta del auto y la sorpresa se la darían en el parque, porque se pondría demasiado inquieta si sabía la existencia de la bicicleta antes de tiempo.

Primero pasan por una heladería y compran helados para los tres, al momento de llegar al parque Luz baja corriendo directo a los juegos, su madre la sigue de cerca mientras tanto Sebastián sacaba la bicicleta, está era de color morado y venía con un casco y rodilleras.

Sería la primera vez de Luz andando en bicicleta y no querían que se accidentara.

— ¡Aahhhhh! — grita Luz cuando ve a sus padres llegar con una bicicleta en las manos.

— ¿Te gusta? — le pregunta Jessy con una sonrisa y su hija no tarda en saltar del columpio.

Ella asiente eufórica y se monta en la bicicleta sin ningún cuidado.

— Espera Luz, debes colocarte el casco y las rodilleras. — advierte Jessy y le colocan junto a su marido las protecciones a Luz.

— Listo, princesa. — dice Sebastián.

—¡Yupi! — Luz cuando pedalea por primera vez, si bien la bicicleta tiene dos ruedas en la parte trasera pero la niña se maneja muy bien para ser su primera vez.

— Con cuidado, mi amor. —exhala Jessy al ver que aumente la velocidad.

Sebastián va siguiéndola a pasos rápidos.

Luz se ríe cuando ve a su padre correr tras ella y por un momento casi choca con un árbol.

— ¡Luz, no dejes de mirar al frente! — la regaña Jessy de lejos.

Así pasan la tarde persiguiendo a luz por alrededor del parque, terminaron agotados pero lo importante era que su hija estuviera feliz con su nuevo regaló y eso era suficiente para sus padres.

De eso trataba, verle una sonrisa a Luz toda la tarde. Su hija era la luz de sus vidas, si bien llegó en un momento no esperado, pero la amaron desde que supieron de su existencia.

Cuando se marcharon Jessy logro ver un carrito de hot dog, ella los amaba y su marido le encantaba complacerla, así que pasaron a comprar y comérselos en las mismas mesas que disponía el lugar.

Para Sebastián el "Family Day" era hacer felices a sus dos mujeres porque si ellas lo eran no cabía duda de que el también estaría feliz.

Mientras cenaban se la pasaron riendo como su hija se manchaba la cara con kétchup.

Al llegar a casa Luz se había quedó profundamente dormida, Sebastián la llevo a su cuarto mientras Jessy guardaba la bicicleta.

— Ya la acosté. — murmuró Sebastián llegando al lado de Jessy, que se encontraba en la cocina preparándose un té.

—Está muy feliz con su bicicleta. — comenta Jessy feliz.

— Si, estaba como una loca pedaleando. — dijo entre risas Sebastián recordando a su hija.

Jessy rodeo el cuello de Sebastián y murmuró cerca de sus labios.

— Gracias, mi amor. No sabes lo feliz me haces tú y nuestra hija. — murmuró Jessy.

— Mi bebe. — dijo con voz ronca Sebastián, para luego cargar a Jessy de los muslos.

Comenzó a besarla.

— Te amo Jess.

— Yo también. —enredo sus dedos en el cabello sedoso de su esposo— vamos al cuarto. — jadeo ella y Sebastián siguió la orden de su esposa.

Jessy olvidó su té, las luces y subieron a su cuarto a pasos lentos.

Cuando llegaron a la habitación cerraron la puerta y Sebastián tumbó en la cama a Jessy subiéndose encima de ella.

Desnudo a Jessy lento, adorando su piel, besando cada rincón como si fuese la primera vez, había recorrido ese cuerpo millones de veces, sabia donde tenía cada lunar, marca, cada cicatriz…Ella era su completa adoración, no sabía lo que podía llegar a sentir hasta que la conoció, debilito su duro corazón y se le adentro hasta lo más profundo de su alma.

—Levanta, mi amor. — le quito las bragas besando suavemente su vientre, el cual había cargado a su niña, su bebe.

Cada marca que había dejado Luz era besada por Sebastián, el cuerpo de su mujer era una maravilla y le encanta hacérselo saber. Jessy suspiraba, la forma de Sebastián al momento de tomarla siempre la terminaba sorprendiendo, en ocasiones era rudo, duro y le gustaba, pero otras la trataban como la joya más preciada.

Ambos desnudos Sebastián comenzó a embestirla lento, quería hacerle el amor a su mujer, sentirla por completo, besar sus dulces labios mientras ella gemía, Jessy le arañaba su gran espalda, lo tomaba del cabello haciéndola gemir sin parar.

Se dedicaron a besarse toda la noche y entregarse una vez más, su intimidad era activa, la pasión a pesar de los años seguía en llamas y deseaban mantener eso por largos años más.

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