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• Capítulo 3 •

Sebastián

Luego de dejar a Jess en su trabajó y decirle que por cualquier cosa puede llamarme, me |monto al coche donde me colocó las gafas Ray-Ban y emprendo mi viaje a la empresa.

Luego de graduarme conseguí un trabajo en la empresa textil, manejaba las finanzas junto a un contador, luego me subieron de puesto ganando un mejor sueldo por el gran trabajo que desarrollaba.

Yuselth Brown, mi jefa y dueña de la empresa textil es quién ha decidido cambiarme de edificio. Antes trabajaba en las oficinas, pero hace dos semanas inauguró otra empresa donde tendrá las oficinas de finanza, salas de confección y diseño, además un estudió de fotografía.

Hace un tiempo vienen haciéndole propuestas para hacer un desfile de moda con sus vestuarios, pero ninguno la había convencido hasta hace un par de semanas.

Ahora se encuentran haciendo las fotografías para la publicidad del desfile por lo tanto está lleno de modistas, camarógrafos, modelos y más.

— Buenas tardes, señor Sebastián. — dice la recepcionista cuando me ve entrar y la noto sonrojarse cuando me quito los lentes.

— Buenas tardes. — respondo con tono neutro.

— La señora Yuselth, dijo que cuando regresará la buscará. — comunica la recepcionista y asiento.

— ¿Sabes dónde está? — le pregunto.

— En el estudio. — responde rápido y asiento.

Voy directo al estudió.

No es de mi agrado estar recorriendo este edificio, está repleto de personas, el bullicio me da jaqueca y el mirar de las mujeres no es de mi agrado.

Desde que llegué está mañana he recibido comentarios poco profesionales de algunas mujeres y el que sean tan descarada me asquea.

Por eso me enamoré de Jessy, es idiota, pero ella era difícil de conquistar y me eso me ponía mucho.

Fue todo un reto, mi mujer.

Llegó con Yuselth y me sonríe, es algo mayor, pero se conserva bien, lleva un traje negro de dos piezas, el cabello rubio levemente tomado y la cara con una cantidad excesiva de maquillaje, es refinada y elegante.

¿Qué más se puede esperar de una diseñadora y dueña de una empresa textil?

— ¡Sebastián! ¡Querido! — llega a mi lado y me saluda con dos besos en la mejilla y trato con todo mi ser de no rodar mis ojos. — ¿Cómo te fue con tu hija?

— Hola Yuselth. —la saludo— muy bien y gracias por el permiso.

— No es nada. —hace un gesto sin importancia con su mano— Te llame porque necesitamos de una opinión varonil y sé que tienes muy buen gusto.

Arqueo una ceja.

— Gracias, supongo, pero no veo en que puedo ayudar yo, a mí se me dan más los números. — contesto serio, pero al parecer a ella le causa gracia.

— ¡No, que va! —tira de mi brazo llegando al lugar donde se encuentran las modelos.

Se hace un silencio cuando Yuselth entra sonando sus tacones y las mujeres me miran con descaro, recorriéndome con la mirada.

Se el tipo de reacción que causó en las mujeres y acepto que antes me gustaban esas miradas calientes que me dedicaban, pero desde que empecé a salir con Jessy no sé si me hizo un tipo de brujería o que mierda, pero solo me gusta recibir miradas de parte de ella.

— Sebastián. —Yuselth llama mi atención— Necesitamos tu opinión sobre algunas fotos y conjuntos que te mostrarán las modelos.

Voy a oponerme a esta mierda porque no tiene sentido, yo soy contador no juez de belleza y moda, hago el intento de hablar, pero Yuselth me detiene.

— No recibiré un no como respuesta. — aclara cruzándose de brazos.

No voy a discutir con ella, uno porque es mi jefa, segundo de cualquier modo ganaría y tercero le agradezco que me diera permiso para poder ir a dejar a mi hija a su primer día de clases, aunque llegue un poco tarde.

— Bien. — mascullo por lo bajo.

— Así me gusta. — me da unas palmadas en la espalda y nos dirigimos al estudió de fotografía dónde me muestran un álbum de fotografías donde veo mujeres con trajes elegantes, ropa vintage, de invierno hasta en lencería aparecen, soy sincero a la hora de elegir, descarto los vestuarios que no me gustan y me quedo con los mejores.

Luego siguen las pruebas reales, vamos a la sala donde está la pasarela y tomo asiento junto a Yuselth y su asistenta.

La primera en aparecer es una mujer alta, curvilínea con melena rizada que usa una falda con brillante de color negro, en la parte superior un top con tiras cruzadas en la espalda del mismo color y sus pies usa unos tacones en punta.

Me gusta, pero es muy básico.

La siguiente es una rubia que porta un vestido ceñido de color blanco, tiene una caída interesante en los pechos, mangas aglobadas y le doy mi visto bueno.

Así pasamos hasta que alrededor de unas veinte mujeres desfilan por la pasarela, algunas se hacen las interesantes mientras que otras mueven el culo con descaro.

Al fin llega la última que es una morena de cabello azabache liso, modela un conjunto de lencería rojo que resalta su piel, tiene algunas ligas sobre el abdomen y me imagino a Jessy en él.

Podría comprarlo para ella.

La morena me sonríe moviendo su cabello y se da media vuelta.

— Ese también me gusta. — comento sin muchas ganas, la asistente de Yuselth lo anota.

Perdí toda la puta tarde en esta porquería, tendré que dejar mis pendientes para mañana porque mi hija estará esperando su pizza y no me quedaré horas extras.

Quiero llegar a casa para saber cómo le fue a Luz en el jardín y a mi esposa en su nuevo trabajo, le mande unos mensajes pero no a respondido.

— Eso es todo ¿Cierto? — me pongo de pie alisando mi chaqueta.

— Si querido, muchas gracias por tu aporte. — comenta Yuselth.

— Bien, ya terminó mi horario de trabajo, me marcho. — siseo.

— Claro, yo seguiré revisando algunas fotografías. — dice y me da igual.

— Adiós, nos vemos mañana. — digo y ella me abraza.

— Adiós, salúdame a tu esposa. — dice separándonos del abrazo y asiento.

Salgo de la jodida oficina avanzo por el pasillo en busca de la salida mientras busco las llaves de mi coche, pero una chica se me atraviesa en el camino.

Es una de las modelos, la última para ser exacto y ya no está en lencería si no que trae puesto un albornoz de ceda negro.

— Hola. — dice con una sonrisa mirándome a través de su largas pestañas.

No contestó.

— Soy Vanessa Rodríguez. — estira su mano y la observó con seriedad.

No entiendo a qué se debe esto, supongo que sus compañeras no le han hablado de como las mando a la mierda a todas porque no me interesa tener nada con ellas.

— Nos vimos recién en la pasarela. — vuelve a hablar y quita su mano cuando ve que no le responderé.

Creo que no entiende que no me interesa entablar una conversación con ella.

— ¿En qué puedo ayudarte? — entono con voz dura y es en ese momento dónde me doy cuenta de que varias personas nos están observando.

Un grupo de modelos susurran en una esquina y supongo que son sus amigas.

— Voy a ser directa, hombres como tú no se ven todos los días, guapo, galán y ardiente. ¿Quieres salir a tomar una copa? — propone sin ningún tipo de vergüenza.

Suelto una carcajada ronca.

Ella me mira ansiosa y ni siquiera voy a gastar una sola palabra en su estupidez.

Pasó de largo, pero no llego muy lejos porque ella me toma del brazo deteniéndome y los murmullos se expande en la sala.

Está dando un puto espectáculo.

— Eres muy guapo, pero bastante maleducado. — alega.

Me suelto de su agarre y volteó.

— Sabes una cosa guapa. —se ruboriza— No me interesa tomar una copa contigo, ni con nadie de aquí. — aclaro en voz alta para que todas escuchen y lo tengan claro.

— ¿A caso eres gay? — cuestiona.

— ¿Lo parezco?

— Claro que no.

Estoy por responder cuando mi móvil suena, lo tomo entre mis dedos, es Jessy.

Tomo la llamada con los ojos de la morena encima.

— Hola amor — digo.

— ¡Papi! — la voz de mi pequeña llena mis oídos.

— Hola princesa. — la mirada de la chica se oscurece.

— ¿Papi ya vienes con mi pizza? — rio internamente, supongo que Luz a pensado todo el día en la pizza.

— Ya casi salgo del trabajo, mi amor, pero créeme que lo tengo muy presente y no se me olvidara. — contesto.

— ¡Yupi! Mami y yo te extrañamos, apresúrate papi. — dice Luz con voz dulce y me llena de una manera inexplicable el pecho.

— Ya voy, princesa.

Me despido de ella y me corta la llamada.

— ¿Tu novia? — la tal Vanessa alza las cejas incrédulas.

No le respondo, no le debo explicaciones a nadie, vuelvo a dar la vuelta, pero su voz me detiene.

— ¿Aceptas la copa o no?

Está chica no entiende y creo que tendré que ser más directo.

— No, no me interesa beber una copa contigo. —aclaro— Ni tampoco llevarte a cenar y ninguna otra mierda. Mi hija y mi esposa me esperan en casa, así que entenderás que no me interesa tu invitación.

La chica abre los ojos indignada y de pronto se le tiembla la barbilla, los demás están atentos a nuestra conversación y logro oír cómo se burlan de la tal Vanessa y me importa una mierda.

Sigo mi camino y escucho las voces de las demás chicas.

"Te advertimos que solo perderías tu tiempo"

"Es un imbécil"

" Se cree la gran cosa"

Y muchas cosas más que me valen una hectárea.

Pasó por la pizza para mí hija y mi esposa, al llegar a casa me reciben con un abrazo y siento como todo mi carácter de mierda se desvanece y da paso al hombre dulce y amoroso que tengo dentro.

Insisto no sé qué me hizo Jessy, pero me siento hechizado con ella presente.

— Hola, mi amor. — envuelvo su cintura mientras Luz corre con la pizza en la mano feliz.

— ¡Los estoy viendo! — refunfuña.

Sonrío sobre los labios de mi mujer y Jessy me vuelve a dar un beso rápido.

— Vamos a cenar, tengo hambre. — susurra.

— Está noche te alimentare. — hablo bajito en su oído y ella se estremece.

— No seas sucio, mi hija está presente. — me da un leve empujón que ni siquiera me mueve y camina a la mesa que ya se encuentra con platos y copas servidas de refresco.

Les pregunto como fue su día y me responden felices que todo fue excelente, ambas hicieron amigos y compañeros, seguimos hablando de lo que hizo Luz en el jardín. Lavo sus manos, compartió su colación con una compañerita que no había llevado comida y la miramos fascinados junto con Jess, es una parlanchina, su forma de mover la boca y las muecas que hace es algo que la caracteriza y nos hace felices y orgullosos de la niña que hemos criado.

Terminamos de cenar y ayudo a Jessy con los platos, mi madre siempre me inculco el ayudar en casa y se lo agradezco porque a pesar de que yo trabaje siempre trato de ayudar a Jess, el trabajo en casa no es fácil y lo sé muy bien.

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