Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo 9.

Trevor.

Maxine me está provocando, no sé si lo hace sin intención porque es muy estúpida, o si de verdad lo está haciendo a voluntad, no sé si se trata de mi imaginación, pero no puedo dejar de verla desnuda sobre la cama y tengo que alejar esa imagen de mi cabeza, no solo porque es la novia de mi hermano, que es lo que menos me importa en realidad, sino porque somos vecinos, nuestras familias son amigas y nunca me ha gustado todo ese rollo de mezclar placer con cercanía.

-¿Compraste un nuevo colchón? – le pregunto y ella me mira confundida.

-¿Se suponía que tenía que hacerlo?

Yo suelto un bufido, me llevo un par de dedos al puente de la nariz – ¿Tu acaso crees que vas a para un hotel cinco estrellas? – le pregunto de manera retorica.

-No…

-Tienes que llevar un colchón, nos estamos mudando, Prior, utiliza el cerebro – digo, más alto de lo que me habría gustado.

Pero es que ella es exasperante, casi siento que se comporta de manera estúpida para hacerme enojar.

-Podemos llevar el mío – señala a su cama.

-¿Y cuándo regreses a casa?

-¿Lo traemos de vuelta? – responde, y al ver sus ojos me doy cuenta de que ella de verdad cree que esa es una buena idea.

.-Traemos me suena a muchos, yo no voy a acompañarte siempre que se te dé la gana de venir – le recuerdo – ¿O es que creíste que sería tu niñera personal?

-No – ella se toca las manos de manera nerviosa.

Yo respiro profundo, tratando de no perder los nervios, y sin pedirle permiso tomo las llaves de su auto.

-¿Para dónde vas?

-¿Tu a donde crees? A comprarte un colchón – ruedo los ojos, la dejo sola y casi pudo escuchar una sonrisa que se está escapando de sus labios.

Salgo de la casa y me subo en el auto aniñado de Maxine, conduzco hasta el almacén más cercano y compro el primer colchón que se me atraviesa en el camino, no me detengo demasiado a pensar en sus características porque yo no debería estar haciendo eso, nunca me ha gustado hacer cosa por otras personas, es que ni siquiera me he animado a tener un perro porque sé que tengo que sacarlo al parque, recogerle las necesidades y darle afecto, y yo no soy esa clase de persona, no soy el tipo que se compromete.

Aunque mientras salgo del almacén y el encargado me ayuda a llevar el colchón hasta el auto, me siento como si después de todo si hubiera adoptado a un perro. He adoptado a Maxine.

La sola idea me pone los pelos de punta.

Cuando llego de regreso a casa de las Prior ya ha terminado de anochecer, ella es demasiado lenta, se suponía que hacía dos horas debíamos habernos ido.

-Cariño, ¿ya llegaste? – ella baja las escaleras y me saluda de manera socarrona, pero yo no estoy de humor para sus bromas.

-Muévete, Maxine – a ella se le borra la sonrisa del rostro y me sigue a su habitación.

Una vez allí terminamos de empacar todas sus pertenencias, la mitad de ellas las subimos en el auto y la otra mitad, las más grandes, en el camioncito que hemos alquilado para que nos haga la mudanza.

La mamá de Maxine llega antes de que nos hayamos ido.

-Corrí para poder despedirlos, aunque, ¿No les parece que ya se hizo demasiado tarde? – nos pregunta.

-No, estamos a tiempo – contesto rápidamente, no quiero alargar más el asunto.

-Si mamá, estaremos bien – veo como Rachel y Maxine se miran y como no quiero ser testigo de una escena cursi y romántica salgo de la casa y les doy su espacio.

Llego al patio trasero e intento normalizar mi respiración, trato de calmar la agitación en mi pecho, pero no puedo, asi que saco una bolsa trasparente pequeña y me armo un porro.

Lo pongo entre mis labios y me lo fumo, sintiéndome inmediatamente más descansado, la marihuana siempre tiene ese efecto en mí, me relaja, me calma, tal y como yo veo las cosas me vuelve alguien un poco más sensato.

Vuelvo al frente de la casa, Maxine y su madre ya han salido, y me están esperando.

-¿Lista para irnos? – le pregunto, ella me mira con el ceño fruncido, pero asiente de inmediato.

-Te llamare en cuanto lleguemos – le dice Maxine a su madre.

Yo evito acercarme mucho a ellas, asi que me despido con la mano de Rachel y espero a Maxine en el asiento del piloto.

Maxine entra en el auto después de un par de minutos y hace un gesto gracioso con la nariz.

-¿A que huele aquí? – pregunta.

-A nada – enseguida enciendo el auto y piso el acelerador.

El carro de la mudanza no nos sigue porque se ha hecho muy tarde para ellos, así que Rachel les pidió que nos llevaran la mudanza al día siguiente.

Conducimos en silencio por la carretera, hasta que Maxine pone música muy bajita, tan bajita que siento que me arrulla, creo que haberme fumado un porro antes de un viaje de tres horas por carretera y en la noche no fue la mejor de las ideas.

Siento que mis ojos se cierran, pero me esfuerzo por mantenerme despierto, Maxine no se da cuenta de nada de esto porque está concentrada en la vista de su ventana. Y yo tampoco quiero que ella se dé cuenta porque es una completa loca y lo que menos quiero es que me arme un espectáculo a mitad del viaje.

-¡Trevor! – escucho que me gritan a lo lejos – ¡Trevor! – Maxine me zarandea con fuerza y yo veo la luz blanquecina que se acerca a toda velocidad hacia nosotros.

Reacciono, mi corazón comienza a palpitar con fuerza contra mi pecho y muevo el volante en la dirección opuesta a la luz, oigo que Maxine suelta un grito y nosotros nos salimos de la carretera hacia un lado.

El auto se detiene y miro a Maxine, no sé si está enojada o tiene miedo, pero me mira con cara de pocos amigos.

-Estas drogado – sisea, y entonces entiendo que esta cabreada.

Muy cabreada.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.