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4

—Jeje...Gracias—sonrió con vergüenza—Ya no quiero nada y ya te di muchos problemas. Bueno, no tantos... —de pronto el efecto sedante comenzó a llegarle.

El hombreo sonrió encantador de nuevo—¿Segura?

Zoe aspiró profundamente, debía relajarse un poco.

—Si, y no me acabé tu bebida —le respondió igual de risueña.

—No, aún queda algo —asintió él y le dió un sorbo.

—Por cierto, ¿de dónde eres? Tu acento no es americano.

Lo miró sonreír.

—Tu acento tampoco es muy típico.

Zoe se apoyó de espaldas en el barandal.

—Si, aún me queda algo de éso. Mi acento de provinciana.

El sonrió y se paró ante ella.

—Ohio —contestó y lo miro hacer un ademán de vaquero —No te burles, ya tuve suficiente bullying en la escuela.

Su sonrisa era hermosa, pensó el hombre fascinado por esa belleza tan simple y natural.

—¿Usted? —le preguntó volteando hacia el barandal, la comezón llamaba su atención y se rascó bajo el brazo.

—Soy relativamente nuevo en la empresa —declaró tratando de no hacer evidente que sus ojos no perdían detalle de lo que las manos de ella hacían sobre su piel y provocaban en la de él.

Esta noche sería aterrador después de un largo vuelo. Estaba tan cansado de viajar que cuando llegó a su habitación, no tuvo más remedio que dormir solo en su cama.

Pero saliendo de la fiesta y corriendo a la terraza, fue muy acogedor. En cambio, es una ilusión muy encantadora. Entró al dormitorio por un momento, luego regresó, se subió a la cama y se encontró con un ángel rubio que parecía lo suficientemente mayor para admirarlo.

Lucía era joven y probablemente de unos veinte años. Está en la edad más ignorante e inexperta, y quiere saber si es un verdadero experto o no. Él no la escuchará para decirle algunas cosas.

A los treinta, era guapo y fuerte. Además, conoce su presupuesto. Se pregunta si no sabe quién es, pero si quiere fingir que no sabe, hágalo.

—Con razón no te había visto —dijo Zoe, sabiendo que no era un hombre de muchas palabras —. Pero no me has respondido lo que te pregunté.

Se apartó del barandal cuando él terminaba de beber y caminó un poco hacia la puerta corrediza, en donde para su desgracia, y como si el imbécil de Ryan tuviera radar, la localizó finalmente.

—¡Diablos! —exclamó apretando los puños.

Miró a todos lados y lo único que acertó hacer fué ir al lado más oscuro de la terraza.

—¿Qué ocurre? —preguntó su acompañante con curiosidad al verla tan inquieta.

Zoe se rascó la sien con la mano completa, alborotando su melena y luego el brazo. Era una mezcla de ansiedad y comezón.

—¡Hay un tipo que no deja de molestarme desde que llegué y ya me encontró!

—¿En serio? —inquirió haciéndole ver lo terriblemente sexy que una leve sonrisa podía ser. Zoe lo miró sacar de nuevo su teléfono — ¿Me disculpas un segundo? —le dijo repentinamente cuando se activó la pantalla del móvil.

Zoe sintió que la abandonaba a su suerte, en manos del asqueroso de Ryan.

Él desapareció ¡y ni siquiera sabía cómo se llamaba!

Escuchó la puerta corrediza ser abierta a sus espaldas y se quedó tiesa.

—¡Hey,hermosa! —se escuchó la horrible y distorsionada voz ya alcoholizada del bobo —¿Qué haces aquí tan solita? —giró lentamente hacia él. Sintió escalofríos al enfrentarlo —Me esperabas, ¿eh?1

Zoe miró ansiosa sobre su hombro, al que pudo salvarla, pero había desaparecido.

Tragó saliva con dificultad. Se aclaró la garganta y lo enfrentó.

—¡Empieza a molestarme, Ryan y te vas a arrepentir!

Lo amenazó, odiando su mirada libidinosa recorriéndola. El desgraciado se rió mucho. Zoe se aferró a su puño y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para preservar su dignidad y su tan cuidada virginidad.

—Vaya,vaya.Claro que no, mi princesita. Sería lo último que haría —dijo irónicamente, mientras avanzaba en su dirección.

Zoe se agachó y se quitó uno de los tacones.

Al verla, Ryan se empezó a reír escandalosamente.

—¡Mas vale que no te me acerques, maldito! ¡No soy una chica fácil y puedo hacerte mucho daño! —lo amenazó con el zapato —¡No me conoces!¡Apártate de mi o voy a gritar tan fuerte que te dejaré sordo! —le advirtió molesta, pero sólo consiguió que se burlara más.

—¿Sordo ? ¿sordo a mi? —se burló haciéndola sentir humillada por lo despectivo de sus palabras.

Zoe podía ser una chica alta, pero él también era tan alto como ella y sin duda, su fortaleza física, iba a ser mayor y más en esas condiciones, sin un tacón. Se quitó el otro sin dudar.

—¡Eres un... pendejo! —recordó las palabras favoritas de Ester para insultar.

Eso no le agradó.

—Todos están adentro —le hizo notar —con la música a todo volumen —dió unos pasos hasta ella para tirarle el zapato que tenía en la mano como arma de defensa y agarrarla por los brazos para atraerla contra su cuerpo —. Créeme que nadie se acuerda de ti —. Zoe chilló asqueada y trató inútilmente de separarse. ¿Donde carajos estaba el mastodonte de músculos cuando lo necesitaba? ¿Por qué se fué dejándola sola a merced de este rufián? —Si no se dieron cuenta de que Chris desapareció, mucho menos se fijarán en ti, pero yo sí, porque en verdad me importas.

Zoe apretó los labios cuando vió clara su intención de querer besarla.

—¡Eres un cerdo asqueroso!

—¡No me insultes eh! ni te hagas las interesante —le advirtió mirándola con falsa calma, lo cual le indicaba que podía ser aún más peligroso de lo que pensó, pero no estaba para ser sometida por un imbécil y haría lo que fuera para salvar su dignidad, con ayuda o sin ayuda.

—¡No me vas a tocar sólo porque se te da la gana!—lo miró con unos ojos de tigre—¡Conmigo te equivocaste!

Ryan la apretó aún más y jaló el cabello de su nuca. Zoe gritó y trastabilló debido a la falta de equilibrio. Comenzó a sentir miedo.

—Si vas a ponerte ruda, yo también puedo —susurró con su detestable aliento alcohólico —¿o es que así es como te gusta? —inquirió tomándola de la muñeca con fuerza.

—¡Tú no me gustas, entiende!—Gruñó enfadada y nerviosa.

—¿Qué? ¿Cómo puedes decir eso? —la hizo gemir de dolor cuando intentó una vez más acercarse —¡Me has estado coqueteando toda la noche princesita, y ahora me sales con que no quieres nada conmigo!

—¡Eso no es verdad!

—¡Entonces ¿por qué no has dejado de tocarte cuando crees que no te veo? ¡No eres tan ingenua como pretendes!

Zoe se quedó paralizada. ¿De qué rayos hablaba ese pedazo de mierda? Pensó y sintió comezón en la parte posterior del muslo. En la espalda, en el muslo, en el trasero. ¡Caray! ¡Tenía que ocurrir un milagro para liberarse de ambas situaciones!

¡Maldita sea! pensó, ¡ni en estos momentos dejo de sentir picazón!

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