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—Aún no puedo sostener eso con el trabajo en la academia de danza. Solo tengo el grupo de niñas pequeñas.
—Te ayudaré... —Zoe negó con la cabeza —. Entonces, cuando estés lista... —la rubia resopló —ten paciencia, eres una fotografa excelente.
—Dentro de poco dejaré de serlo, mi cámara está a punto de perecer. Necesitaré un verdadero trabajo, aunque sea limpiando pisos.
—Yo te puedo dar dinero.—Sería un adelanto por lo que vayas a hacer —insistió Aaron yendo a su escritorio para sentarse y hacerle un cheque.
—No, quiero ganármelo —dijo cuando Chris volvió a entrar.
—Aaron eres mi padrino y has hecho más de lo que cualquiera podría hacer —respondió recordando que incluso los apoyó económicamente durante la enfermedad de su madre —, pero no quiero que me des dinero.
Aaron rodeó el escritorio y se le acercó una vez más.
—Entonces deja que te compre la cámara y harás esos trabajos libres que te llegan.
Zoe se cruzó de brazos en evidente negación. Chris pasó por detrás de la chica, admirando su belleza, lo cual no fué desapercibido por Aaron.
—No lo voy a aceptar.
—Perdón que los interrumpos —dijo Chris sentándose al lado de su amigo —¿de qué hablan?
—De mi herramienta de trabajo —dijo Zoe.
—Su cámara fotográfica —aclaró Aaron
—¿Puedo ayudar en algo?
—No lo creo —dijo Zoe sabiendo que no conseguiría de Aaron una misión que considerara peligrosa para ella, como la fiesta de algún político donde algún degenerado podría mirarla con malicia — Gracias de todos modos.
Zoe les dió la espalda y la mirada de Chris no pudo evitar recorrer su redondo y marcado trasero, a lo cual Aaron le respondió con un puñetazo en el hombro que lo hizo quejarse.
Zoe volteó a verlos. Chris ocultó el dolor y ambos le sonrieron como si nada. Abrió la puerta para marcharse.
—Nos vemos después.
Aaron tenía razón, debía terminar el bachillerato. Debía hacer algo para conseguir lo que deseaba.
—¡Zoe, espera! —dijo Aaron de repente, levantándose de la silla contigua a la de Chris
La sonrisa de Chris desapareció. Aaron sabía que detestaba esas cosas aunque era presa favorita de la prensa y las aprovechaba cuando era necesario.
—Creo que el país ya sabe que Chris Downey está aquí.
Chris notó el toque de sarcasmo en su voz. Levantó ambas cejas. ¿Celosa mi pequeña? pensó sintiendose motivado a seguir, aun cuando tenía otro conocido en común.
—¿Viste el vídeo?
—Tristemente sí.
—¿De qué hablan? —preguntó Aaron sintiéndose fuera de lugar.
—Solo cotilleo en la red, amigo. Nada real.
Zoe no se vió muy convencida.
—Ahh.. ya imagino. Entonces no sé cómo ayudarte si no es con dinero Zoe.
—Si lo que quieres es trabajar, yo sí puedo ayudarte —ofreció Chris viendo el brillo discreto en los ojos verdes de Zoe, sin confiar del todo —. Suelo ir a fiestas y reuniones de gente de la farándula. Tal vez podría servir para promocionarte en tus redes. Recuerda que así es como se mueve el mundo en estos días.
Aaron tuvo que reconocer que era cierto. Él mismo, como director había empezado a incursionar en el ambiente cibernético.
—Chris podría ponerte en contacto con los artistas de Philip records.
Zoe comenzó a ver con agrado la idea.
—¿Y para cuándo sería? —inquirió.
—Dame tiempo, yo te hablo. Apenas llegué anoche y hoy me tomé el día.
—Claro, estaré pendiente — sonrió con desánimo —Gracias... —susurró y salió de la oficina.
—Perfecto para mi —murmuró Chris
—Mi querido amigo,cuidado con mi niña, no te atrevas a pensar hacer con ella esas cosas que tú y yo sabemos.
—Aaron, sabes que no soy un hombre que juegue con las mujeres.
—A otro bobo con ese cuento. Lo que sí me parece raro es verte tan interesado en una chica como ella.
—Despreocúpate viejito solo es una hermosa criatura para admirar, para mi gusto es muy inmadura.
—Ha pasado por situaciones difíciles desde la muerte de su padre. Tiene veinte años y ha crecido muy mimada por los hombres que la hemos rodeado. Además, Para mi es como una hija. No puedo verla distinto de como lo hacen su madre y su hermano. Quisiera hacer por ella más de lo que me permite, y una de esas cosas es evitar que sufra.
Chris opinaba muy diferente de su amigo. Veía en Zoe una chica deseosa de libertad y ganas de experimentar. Veía a una mujer en potencia y él sabía cómo la haría florecer y salir al mundo en el que deseaba estar, solo que tenía un pequeño detalle.
Días atrás vió el video en Instagram donde Diana Mothilliz, la modelo, contaba entre lágrimas la manera en que el ejecutivo millonario la echó de su departamento. Tristemente y de manera inmediata confesó que lo había acusado de infiel, y al ver su pasividad para darle una explicación los mensajes que ocultaba en su celular, estalló en rabia y empezó a destrozar el departamento mientras él se encerraba tranquilamente en la recámara y luego le mandaba a los de seguridad para que la echaran a la calle, prohibiéndole entrar de nuevo. ¡Qué mujer tan estúpida!, pensó Ryan. ¿A quién se le ocurría pensar que ese tipo que lo tenía absolutamente todo iba a serle fiel a una sola mujer? A menos que lo embrujara podría suceder y aún así tenía sus dudas.
Ryan Ostos entró a la oficina de Chris Downey al segundo día de su llegada a Los Angeles. Después de aquel desencuentro en su departamento era la segunda vez que se veían.
—Señor Ostos —Chris descubrió al pensativo y blanquecino Ryan, en el momento en que levantó el rostro de la laptop en su escritorio —pase, siéntese.
Downey era un hombre fuerte físicamente. Sabía del aparente carácter amigable del hombre que además era accionista de la compañía de su tío, sabía que detrás de su sonrisa había peligro.
—Buen día señor Downey —saludó con voz tensa—. Gracias.
Y allí estaba ésa sonrisa de Chris, que le daba escalofríos.
—¿Le ocurre algo? —inquirió el corpulento hombre —. Se puso pálido —se alejó del escritorio para ir a servir un vaso con agua. Luego se le acercó para ofrecérselo.
—Nada señor —tomó el vaso.
Sabía que los antepasados de Chris Downey amasaron su fortuna de mala manera y ésos modos aparentemente amables le recordaban a los capos de la mafia, como lo fueron alguna vez su abuelo y su padre. No dudaba que tuviera nexos aún con ésa gente.
El hombre lo miró hacia arriba. Chris se sentó a su lado. Le quitó el vaso y lo puso en el escritorio.
—Usted sabe por qué lo llamé ¿verdad?
—N... no señor...
—Es algo muy simple, señor Ostos, no vamos a perder mucho tiempo hablando de este asunto —lo miró fijamente —. No se si, ¿recuerdas a la hermosa chica que estaba conmigo en la terraza?
Ryan abrió la boca tembloroso.
—Claro señor. Es Zoe Lorente.
—La misma, la hermanita de Joshuah —señaló suavizando su semblante.
—Si, señor. La conozco.
—Mi querida princesa Zoe —suspiró y sonrió.
—Señor... no sabía... —señaló nervioso con sus manos apretadas.
—No se preocupe, nadie sabe —declaró borrando despacio la sonrisa—Solo usted, ella y yo — levantándose para mirarlo fijamente desde su altura.