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Capítulo 5 Te veré morir.

Aysel:

Baje a toda prisa, pero la cabaña estaba vacía, al llegar a la puerta los vi, no podía creer la cantidad de hombres que habían, algunos como lobos otros como humanos, Xylon y mamá tenía a un grupo de hombres enredado entre las hierbas que crecían tan rápido como ellos las rompía, Abu Minerva alejaba a cuanto lobo venía hacia la cabaña, supongo que por mí, mis abuelos y papá peleaban cuerpo a cuerpo con otros tres lobos, Vidal con el delta, papá con el beta, y Fenrir con el Alpha, era fácil saber quién era quien por su tamaño.

Esto terminará mal, los mataran y luego a mí.

Tome mi decisión, se los debía, de todas formas, tarde o temprano moriría, mejor yo que ellos, corrí y me interpuse entre ellos, sabía que mi abuelo se detendría, pero no estaba segura del Alpha.

— ¡Aysel! — Mis abuelas y mi madre gritaron al mismo tiempo.

— ¡Basta! — grite a todo pulmón, mientras extendía mis manos a los lados.

Vi como el Alpha que ahora sé que se llama Anuk, avanzó hasta donde estaba, me di cuenta de que no se detendría, y no me importó yo moriría por mi familia mil veces de ser necesario.

No cerré los ojos, pensaba mirar a la muerte cara a cara.

“Eres valiente, o muy estúpida.”

— ¡No soy estúpida maldito perro! — El lobo gris con blanco se detuvo en seco, y cuando él lo hizo todos lo hicieron.

— ¿Lo ves Fenrir? Ella es la mate del Alpha, es la Luna de esta manada. — Dijo un hombre que supongo es Jacob.

Mi madre corrió a mi lado al igual que mis abuelas, me rodearon, estaban a la defensiva, mientras Vidar estaba con la guardia en alto, y los cinco lobos iban en direcciones opuestas, a cambiarse supongo.

— ¡Anuk! ¡¿Qué fue lo que pasó?!— exigió saber Fenrir.

— Pensé que era valiente o estúpida y ella respondió. — dijo mirándome con… ¿asombro?

— Aysel, ¿fue eso lo que hiciste?

— Sí, ¿qué tiene? — no veo la importancia en eso.

— Que solo mi mate puede escuchar mis pensamientos cuando soy lobo. Solo mi compañera puede meterse en mi cabeza sin permiso.

“Mierda, mierda. Tendría que a ver cerrado mi boca.”

— Y yo puedo escuchar tus pensamientos si lo deseo, cuando soy humano. — Lo dijo con una sonrisa en ese rostro estúpido, dejándome entender que me estaba escuchando en este momento.

“Bien espero que escuches y que sepas que eres un perro pulgoso…”

— Solo si quiero, no te preocupes, no creo que en tú mente haya algo interesante, humana. — destilaba desprecio en cada palabra.

— No dejaré a mi hija en manos de alguien que la trata así. — se quejó y con razón mi padre.

— No depende de ninguno de ustedes, y lo saben, solo ella y el Alpha pueden tomar esa decisión, después de todo, si alguno rechaza al otro solo morirán de pena, sintiendo como su corazón se rompe día a día un poco más. — Maldito Jacob, como que me dejara mucha opción, aunque sí puedo vivir con el dolor de perder a Kasumi...

— ¿Qué decides Aysel? — si me quedo estoy segura de que mataran a mi familia.

— Me... voy con él. — No voy a llorar, no delante de tanta gente, no soy débil. No llores Aysel, no lo hagas, por la Diosa NO LLORES.

— Aysel, es mi mate y la reclamo como tal, vendrá conmigo ahora, ustedes permanecerán como invitados estos días y luego se marcharán, no podrán entrar en mis tierras sin mi permiso, no importa el motivo.

Todo cuanto temía se estaba cumpliendo, y mi corazón dolía como nunca, miraba a mi familia, la pequeña manada, aquelarre o clan, dependiendo de qué lado se la mirara, los extrañaría y sabía que sufriría, pero ellos por fin tendrían lo que quieren, mi inmortalidad.

Todos se fueron, no pude tomar mis cosas, dijeron que luego iría alguien por ellas, a mi lado caminaban el beta, y el delta de la manada uno era un lobo color café y el otro era blanco con manchas chocolates, mientras el Alpha iba delante nuestro, en su forma humana.

“Quizás con el paso de los años pueda convencer a este perro y volver a verlos”

— Ustedes dos, adelántense. — Los hombres o mejor dicho lobos se fueron sin decir nada, dejándonos solos.

— Sueñas si crees que los volverás a ver.

— ¿Qué dices? ¿Estabas en mi mente?

— Te lo advertí, así que cuida tus pensamientos.

— Tú no puedes separarme de ellos. — dije con toda seguridad.

En dos pasos estaba frente a mí sosteniendo mi brazo con demasiada fuerza, tanta que lastimaba.

— Yo puedo hacer lo que quiera contigo, te lo dije eres mía.

— Soy la Luna de tú manada, no tienes derecho y ———

— ¡TÚ! Jamás serás la Luna de esta manada, no pienso morderte.

— ¡Pero soy tú mate!

— Nuestra conexión no será completa si no te muerdo, jamás te regalaría la inmortalidad, menos sabiendo que es lo que Fenrir desea. — podía ver como disfrutaba saber que sus palabras me dolían.

— En ese caso me iré con mi familia.

— Si lo haces los mataré, están en mi territorio los acusare de querer huir con mi mate.

— ¡Pero tú no me quieres a tú lado! — no comprendo que es lo que quiere.

— Te equivocas, yo deseo que estés a mi lado... quiero ver como mueres a través de los años.

Podía ver como disfrutaba con cada palabra, él gozaba el dolor en mis ojos. ¿Por qué me odia? Nunca lo vi, ¿qué le hice? No importa, yo no soy débil.

“Soy la nieta de Xylon ninfa de los bosques desde su creación, Minerva una de las brujas más antiguas, Vidar el vampiro más despiadado que ha existido y Fenrir el verdadero Alpha de esta manada, Nunca dejes de estar en mi mente, no sabes en qué momento te mataré.”

Lo pensé deseando que me escuchara y funcionó, me tomo del cuello con una mano y me lanzó contra un árbol.

Sentía como mi espalda ardía, estoy segura de que el tronco lastimó mi piel.

— No me provoques, mientras que nuestra conexión esté incompleta puede que sea yo quien te maté, ¿todavía no entiendes cómo funciona verdad? Puede que seas mi mate, pero si no te muerdo, puedo seguir viviendo sin ti, tu muerte no será más que una pequeña pena para mí, pero el mayor dolor para tú familia.

— ¡¿Por qué me odias?! ¡¿Que te hice?!

Él solo dio la vuelta y siguió caminando como si no hubiera dicho nada, esto es frustrante, me levanté y lo seguí, cuando llegamos a la que supongo es su casa, no lo podía creer, era enorme, totalmente de madera, es una cabaña gigantesca, pero aun así se ve demasiada solitaria, como si estuviera vacía, una cabaña eso era, no era un hogar, por eso se sentía tan fría y extraña.

— La última habitación de la derecha, báñate hueles horrible a vampiro, bruja y ninfa.

— Es mi sangre la que huele así idiota. — En menos de un parpadeo lo tenía en frente mío.

— Deja de provocarme o lo lamentaras, no creo que te guste ser azotada enfrente de todos por desafiar al Alpha. — Un escalofrío recorrió mi espalda, estoy segura de que eso era lo que quería hacer.

— No tengo ropa.

— Sí, si la tienes, la bruja Minerva la trasladó a la habitación, es lo único que se le permitió hacer, si vuelve a usar su magia en mis tierras le arrancare la cabeza. — dijo mientras sonreía.

— Jamás podrías. — dije llena de orgullo.

— Y ¿qué piensas que me detendría?

— Somos una manada, jamás dejaríamos que tocaran a Minerva. — Le hablé en su idioma, para los lobos somos nuestra propia manada, y mi abuela es nuestra Luna.

— Tú, perteneces a esta manada desde ahora, no lo olvides. — sus ojos cambiaron a un color ámbar mientras hablo, estoy segura de que son los ojos de su lobo.

Doy por terminada esta estúpida conversación y voy a la habitación que me dijo.

Definitivamente me lastimó la espalda, si Minerva estuviera aquí me haría algún ungüento para que sane, una vez que termino mi baño entro al vestidor y maldigo nuevamente.

“Esto no puede ser ¡¿acaso compartiré habitación con ese idiota?!”

En la mitad esta mi ropa, y en frente la de él.

Me colocó un vestido largo, blanco, toda mi ropa lo es. Me miró al espejo y Sonrió al recordar el motivo.

“Kasumi, mira todo lo que hice para que me mirarás, necesito tanto tus abrazos, te extraño demasiado, mi Kasumi”

— ¿Quién mierda es Kasimi? — La voz a mi espalda suena fría, Diosa ¿este hombre vive enojado?

— ¡Kasumi! ¡Es Kasumi! — Lo corrijo de inmediato.

— Y me importa una mierda como se pronuncia ¡¿quién es?!

— Mi mejor amigo. — Digo levantando los hombros, restándole importancia.

— Si claro, tu mejor amigo y por eso te vistes siempre de blanco, todo porque una vez te dijo que era su color favorito.

— ¡Deja de meterte en mi cabeza! — Este hombre se volvió loco, entró en el vestidor y comenzó a tirar toda mi ropa.

— ¡¿Qué haces?!— por la Diosa está rompiendo toda mi ropa.

— ¡Todo es blanco! ¡Maldita puta!

“¡Como se atreve a llamarme de ese modo, cuando ni siquiera sé lo que es besar!”

Estaba tan furiosa que quería matar a este Lobo.

Y así como es de volátil el temperamento de estos seres, el hombre que en un segundo estaba tirando y rompiendo mi ropa, en el siguiente lo tenía encima de mí sujetando mi cintura con una mano y con la otra mi rostro.

— ¿Así que nunca te han besado? — El brillo en sus ojos me asustó, no lo voy a negar, nada me preparo para lo que pasaría, o solo era yo que me rehusaba a besar otros labios que no fueran los de Kasumi.

Anuk me besaba, con un claro conflicto, sentía como una parte de él, una muy pequeña quería hacerlo, y el resto de él odiaba lo que estaba haciendo, trataba de abrirse paso en mi boca, mientras yo me resistía.

“Kasumi, si solo fueras tú.”

Algo me empujó, haciéndome volar y cayendo sobre la cama, mientras un lobo de pelaje gris, con manchas blancas y negras aparecía frente a mí, a los pies de la cama. Sus ojos rojos me dejaban ver lo furioso que estaba.

“¡Cómo te atreves a pensar en otro hombre! ¡Tú ERES MIA!”

El gritaba dentro de mi mente, mientras el gruñido del animal retumbó en la habitación, de tal manera que mis oídos dolían.

No quería, pero fue así, mis ojos se llenaron de lágrimas, y estas comenzaron a caer, ¿acaso me mataría?

— ¿Qué quieres que haga? ¡No te conozco! solo sé que me odias, rechazas y no entiendo ¡¿por qué?! Desde que te vi, me has golpeado y humillado ¡¿qué pretendes?!

A pesar de la situación no le tenía miedo al enorme lobo que ahora me miraba enojado, sabía que podía matarme de un solo movimiento, pero aun así no aparte mi vista de sus ojos, que cambiaban de color de rojo a marrón y luego a ámbar.

“Pediré que te traigan ropa, a partir de hoy no usarás nada blanco. Ahora sal de aquí.”

No espere a que me lo repitiese, y salí de esa habitación.

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