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5 Lista.

Eleonor:

El paseo que había planeado para relajarme por el rosal no fue tal, ya que luego de lo que el duque dijo, tuve que soportar el llanto y arrepentimiento de Iris, aunque para mí, la idea de padre no era mala, mucho menos atroz como insinuaba Iris.

— Deja de lamentarte por algo que no es malo, al menos para mí. — le advertí con severidad ya cansada de oírla.

— Pero, señorita…

— Es lo mejor Iris, aquí, nadie me quiere, solo soy un remplazo para alguien que estoy segura pronto regresara y cuando eso ocurra ¿Qué piensas que harán conmigo? — la mujer frente a mi quedo en silencio, pues ella lo suponía muy bien, me lanzarían fuera de la familia, y yo regresaría a ser una mendiga más en las calles de la ciudad, salvo que ahora no sería una niña que despierte así sea empatía entre los ciudadanos, ahora sería mucho más peligroso al ser una joven en edad de conocer los placeres de la vida y el amor, al menos así me verían esos hombres que tantas veces acosaron a mi difunta madre.

— El duque no sería capaz… — no puedo negar que Iris es leal a la familia White, pero yo sabía que ella se equivocaba, ya lo había visto.

— No soy su hija. — le recordé conteniendo las lágrimas. — Jamás podrá quererme como tal, así como los jóvenes White nunca me aceptaran, y aunque eso llegara a suceder, yo solo sería un estorbó en sus vidas, el constante recordatorio de que buscaron una suplente para la señorita Felicia White, lo más prudente que puedo hacer… es conseguir esposo y dejar de usurpar un lugar que no es mío. — y solo cuando lo dije, fue que me convencí de aquello, tal vez, con suerte consiguiera alguien que me quisiera y alguien a quien querer.

— Señorita usted… ¿está enamorada? — no pude evitar soltar una pequeña carcajada a la pregunta de mi dama, así como a su rostro asombrado.

— No, ¿Cómo podria hacer tal cosa? Aun no me he presentado en sociedad y los pocos nobles que me conocen me detestan… creo que el no ser querida es algo propio de mí. — cuán difícil es encajar en el reino de los lobos, pero tampoco quedaba lugar donde escapar, el rey había conquistado cada reino.

— Tal vez… si les mostrara a todos lo bueno que es su corazón, como ha hecho conmigo, si los demás supieran que no es una persona arrogante y frívola…

— ¿Por qué? Dime ¿Por qué debería mostrar mi pena y buscar su lastima? — no pude evitar el ponerme en pie, siempre sucedía lo mismo, mi cuerpo expresaba por sí solo cuando algo me desagradaba, no podía evitarlo, como no podía evitar mis manos hechas puño en este momento. — ¿Debería yo mostrarme sumisa y comprensiva tratando de ganar la gracia de todos? Cuando nadie me a mostrado siquiera una sonrisa… ni cuando era una niña. — mi voz tembló, pero mis lagrimas ya no salieron, creo que tanto que llore, quede seca, pero esa era la verdad, ese era el motivo por el que me comportaba de esa forma con todos, era mi escudo, para que el hecho de ser rechazada no me afectara. — Queria dar un paseo por el rosal. — recordé tratando de finalizar esta conversación y así poder calmar mi alma y corazón.

— No creo que sea posible mi señorita, estos días que usted ha estado inconsciente, no ha dejado de llover, algo raro, pero gracias a la diosa luna sucedió…

Mientras Iris se desarmaba en explicaciones de como fuera todo estaba cubierto de lodo, que estropearía mi vestido, yo reparaba en otra cosa, el reino Joako pasaba por años de sequía, como jamás se había visto, muchos culpaban el rey lobo por ello, ya que decían que al matar a los reyes brujos, estos lo habían maldecido con privarles de lluvias a su reino, pero yo sabía que mis padres jamás maldecirían a nadie, era algo prohibido, ya que eso solo condenaba al brujo que lanzaba el conjuro a no renacer jamás, no, ningún brujo se arriesgaría a ello, ni mis padres, que estoy segura renacerán en otra vida, en otro lugar y tiempo, pero se que estarán juntos, pues su amor era verdadero.

— Señorita, ¿en qué piensa?

— En el amor verdadero. — solté sin más y me arrepentí, por el rostro de mi dama, estaba segura de que pensaba que estaba enamorada de algún noble.

— Usted esta…

— No, ya dije que no, pero… ¿me ayudarías a ver mis opciones?

El tiempo no se detendría, mirar a otro lado incluso si son los rosales no calmaría mi malestar, no cuando sé que el tiempo corre en mi contra, ¿Cuál sería mi mejor opción para establecerme como una simple noble? Formar una familia, un lugar seguro, un buen compañero.

— Veamos, el ducado Booz, posee dos hijos, Osiel el mayor y Kuno el menor, se dice que son diestros con la espada, pero claro que ninguno es tan bueno como el duque White. — mientras Iris hablaba, tomé pluma y papel y comencé a enlistar posibles opciones.

— ¿Qué se dice de la duquesa? No me gustaría enfrentar a una mujer celosa del querer de sus hijos, ni nada problemático. — definitivamente queria una vida fácil y tranquila, más luego de todo lo que he padecido.

— Ella si será un problema, no es por feo que el joven Osiel esta soltero, la duquesa es realmente… insoportable, con las jóvenes que su hijo a intentado cortejar.

— Ya me parecía que por algo aún estaban solteros. — los tache de mi lista sin demora.

— El marques Moreau tiene un hijo ya en edad de casarse, dicen que es muy guapo, creo que su nombre es Edur.

Iris era buena con la información, ya tendría que ser yo, la que luego ideara algún encuentro casual para ver sus rostros y tratar de saber quién era el mejor para mí, antes que padre interfiriera, en el fondo temía que su visión de lo que sería bueno para mí, no sea lo que yo tengo en mente, ya que los lobos pocas veces encuentran a su verdadera pareja y la marcan, más bien se conforman con una buena compañera que pueda darles hijos, el amor en estos lados no era algo de ver comúnmente, hasta ahora sabía que solo el rey y el duque White fueron los únicos dos afortunados de encontrar a sus compañeras verdaderas y sin perder tiempo las marcaron, el duque incluso lo hizo siendo la duquesa una humana convertida en esclava, no le importo enfrentara a todo el reino por ella y yo, deseo un amor como el de mis padres, no una simple productora de crías.

— ¿Está cansada mi lady? — Iris confundió mi suspiro de romance con uno de cansancio, pero no pensaba sacarla de su confusión.

— Un poco, no sabía que había tantos duques, marqueses, condes y vizcondes…

—Y el príncipe.

— ¿Disculpa?

— Nos faltó el príncipe heredero en su lista, el príncipe Marko Goldeblack, heredero al trono de Joako. — para cuando Iris finalizo su presentación, a la cual solo le hacía falta hacer una reverencia al aire de lo exaltada que estaba, yo aún estaba muda.

— No puedes hablar en serio, creí que habíamos llegado a un acuerdo Iris, no nos sabotearíamos de ninguna manera. — espeté cuando al fin pude hablar.

— Pero ¿a qué se refiere señorita?

— ¡El príncipe está loco! — solté un grito de pura frustración, en verdad, pensé que las cosas entre nosotras estaban mejorando, pero ella al parecer me quiere muerta.

— Señorita, la pueden matar por solo pensar eso. — susurro con apuro y yo solo la vi con seriedad. — El príncipe solo esta… un poco alterado por todo lo que vio en la guerra, además la presión social sobre él cada día es mayor, ya que el rey no está bien de salud y pronto deberá ascender al trono, solo necesita una esposa a su lado para poder hacerlo, podrían colaborar mutuamente, quizás si le propone al príncipe Marko apoyarlo cuando asuma como rey, el amor surja entre ustedes…

Iris comenzó a desvariar como si mi vida fuera una novela para jóvenes señoritas, enamoradas de la idea del amor, mientras yo… veía la posibilidad de vengar a mi pueblo, que mejor que provocar la caída del reino que casi nos extermino, después de todo, es imposible que yo siendo una bruja, encuentre el verdadero amor en tierra de lobos, donde solo he recibido desprecio y eso que me creen humana, ¿Qué me harán si se llega a saber que soy bruja?

Y fue así, como el nombre de Marko Goldeblack, príncipe del reino de Joako, llego a mi lista, paso de estar en último lugar a encabezarla, esta vez seria la bruja quien salga a cazar al lobo.

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