Librería
Español
Capítulos
Ajuste

4

ANABELLA

Tomé el primer taxi que se me apareció, no sé por qué me encontraba un poco ansiosa, quizás porque hace mucho tiempo no salía de esta forma, sola. No es que no me guste estar con Noel, pero hay momentos en los que me gusta estar un poco sola, contemplar los atardeceres, escribir un poco y esas cosas, quizás para una chica de mi edad puede parecer un poco ridículo pero para mí es muy importante aprovechar cada fragmento de la naturaleza que nos brinda la vida.

—¿Conoces el lugar café y letra?— le pregunté al taxista subiendo al asiento del copiloto.

—¡Por supuesto que sí, señorita! estaremos alrededor de unos quince minutos, pero antes me gustaría pasar dejando una cosa, no sé si lleva mucha prAna o ¿me podría dar un tiempito?

—Si, claro—asentí, era cierto que necesitaba estar ahí, pero tampoco que me desesperaría. Luego de tantos giros y giros en la ciudad, el taxista por fin se había encarrilado en dirección al café.

—¿Se dedica a escribir o algo por el estilo?—preguntó viendo el libro que llevaba en mis manos.

—De vez en cuando escribo algunos pensamientos sólo para mi—revisé dentro de mi bolso, por lo general siempre cargaba algunas revistas o algunos libros de bolsillos, tomé uno que había leído desde hace muchos meses y se lo di al taxista— tome quizás le guste un poco— puse mis labios en una sola línea.

—¡Es genial!— lo dijo con mucho ánimo— tengo una hija que le encanta la lectura y creo que será un regalo perfecto para ella, por cierto estamos llegando— él se estacionó al frente del establecimiento, volví a ver y era un lugar bastante pequeño, pero tenía un letrero bastante llamativo en luces de neón, tenía ladrillos rústicos hasta la mitad y una bicicleta bastante vieja en una esquina, quizás era parte de la decoración del lugar, además tenía dos grandes ventanas de vidrios por medio de las cuales se podía observar todo el interior de local.

—¿Cuánto es?—le pregunté buscando mi cartera con muchos stickers.

—No es nada —negó con sus manos—deje eso así, me basta con el libro que me ha regalado, el dinero va y viene pero las cosas que uno aprende en los libros creo que perdura por mucho tiempo.

—¡Pero por supuesto que no!—sentí vergüenza con él—tome— le di un billete de veinte dólares, creo que valía un poco menos pero a mí me gustaba ayudar a las personas que más lo necesitaba, fue algo que aprendí de mamá y papá cuando estaba pequeña.

—Ya que insiste...—tomó el dinero— le deseo un buen día— el señor arrancó y se fue. Me cayó muy bien y creo que hoy en día encontrarse con personas con grandes valores como los que él me había mostrado eran muy pocos.

Acomodé mi bolso enganchándolo de una mejor forma en mi hombro, di unos cuantos pasos hacia adelante y a la vez volví a ver a mi alrededor, siempre tenía ese pequeño trauma de los acosos y esas cosas. Al abrir la puerta hizo un sonido a la campanilla que se situaba en una esquina de la misma, Enseguida empecé a buscar a Mayra dentro de local y de inmediato la pude localizar, ella llevaba un delantal de color negro, una charola y encima de ella iban dos tazas de café y dos trozos de pastel.

—¡Anabella!— lo dijo con tono chillante— que bien que ya viniste, ven acá— señaló una mesa esquinera— espérame acá, solo dejo esta entrega y te atiendo, ¿vale?—guiñó un ojo.

Me senté, saqué mi celular y afortunadamente todavía no tenía mensajes ni llamadas perdidas de Noel, tampoco me gustaba estarle mintiendo a menudo a él pues tarde o temprano me podría descubrir y creo que estaría en graves problemas, Noel era muy celoso y sabía las cosas que él haría por celos. En el poco tiempo que estuve sentada en esta mesa me pude dar cuenta que el lugar era realmente tranquilo y era justo lo que necesitaba conseguir un trabajo, pero que tampoco me llenara de estrés, pude observar que habían varias parejas y estaban romanceando, inmediatamente me acordé de las escenas que yo tuve con Henry, aunque yo quisiera alejar esos malos pensamientos no podía simplemente mi corazón lo había entregado a un hombre que tenía dos rostros, pero eso no eliminaría los buenos momentos que llegué a vivir con el.

—¿Y bien?—Mayra había llegado y se sentó frente a mí—al parecer no te costó dar con la dirección.

—Pues no, le dije al Taxista que me trajera a este lugar y creo que conocía muy bien, y dime, ¿cómo te está yendo en este lugar?

—Como verás, el ambiente no es tan malo, lo único que no te van a pagar mucho que digamos, pero los ingresos que tengas ya te sirven para tus gastos personales y creo que para tu universidad, además pienso que tu novio también buscará un trabajo, ¿ no es así?— frunció el ceño.

—Así es—asentí, aunque realmente no sé de dónde ha estado sacando dinero para pagar el alquiler del auto y todavía del apartamento, esa era una de las cosas que no me había puesto pensar hasta el momento.

—Por cierto, entonces ahora que estamos hablando del empleo ¿te gustaría trabajar en este lugar? porque tengo muy buenas relaciones con mi jefa— se miraba tan animada— sería como cuando trabajábamos en la casa del señor Henry— tan sólo la pronunciación de su nombre me había dejado muda y creo que eso lo había notado ella— lo siento mucho—palmeó mi hombro.

—No te preocupes— le sonreí—y si, me gustaría trabajar en este lugar, se ve muy bonito no te lo puedo negar—había algo que me llamaba mucho la atención y eran los estantes donde estaban muchos libros, mis ojos habían brillado de felicidad y no me podía contener así que me levanté y me dirigí hacia los estantes. Estando frente al sin número de libros que habían acá me sentía en el paraíso, sólo la cabeza de una escritora sabía lo que significaba sentir la textura de cada libro en las manos, había de romance, de ficción, de suspenso, muchos de los escritores que yo admiraba estaban acá.

—Veo que te gusta mucho la lectura—me dijo un sujeto que se había parado a mi lado tomando un libro.

—Así es— lo miré de reojo desde los pies a la cabeza y creo que nunca lo había visto antes.

—Te recomiendo este— tomó un libro, su portada era totalmente negro, luego se giró sobre sus talones y salió del café, fue raro lo que había experimentado en ese momento, pero Mayra había llegado con otra mujer quizás y unos cinco años mayor.

—Ella es la chica de quién le había hablado—dijo Mayra acercándose— Anabella, ella es Julieta,—me presentó.

—Mucho gusto—le extendí mi mano— Anabella Scott.

—El gusto es mío—sonrió. ella era de tez blanca, rubia, llevaba su cabello suelto, su vestimenta era semejante a una persona hippie y se miraba bastante jovial— así que, ¿estás interesada por cubrir la vacante que estoy ofertando?

—Así es, me gustaría trabajar en este lugar— sonreí, nuestras miradas chocaban mutuamente

—Bien, Mayra me estuvo comentando de ti anteriormente, de que eres una muchacha muy bien portada y eso es lo que necesitamos en este lugar, desde ya te quiero aclarar que la paga de acá no es mucho, pero creo que puede cubrir con todos tus gastos, además que los horarios son bastante flexibles, supongo que tú estudias o algo por el estilo, ¿no?

—Así es—asentí.

—Entonces lo que tenemos que hacer es ver tus horarios de universidad y los horarios de trabajo para que ninguno de los dos te choquen, pero vayamos a una mesa a conversar un poco más formal— las tres nos dirigimos hacia una mesa que estaba cerca de la barra— cómo te estaba diciendo anteriormente tenemos que distribuirte bien el horario quizás algunos días tengas que salir de noche, ¿tienes problema con eso?— estuve pensando en las dificultades que podría tener al salir noche de acá, en primer lugar el auto que tenía Noel no era un auto propio y tomar taxis o cualquier medio de transporte, no sé, creo que me llenaría un poco de miedo, pero a estas alturas creo que el dinero y los gastos eran más importantes.

Negué con la cabeza.

—De ser así, mañana empiezas a trabajar, te dejo con Mayra, ella te explicará mejor sobre las cosas que tienes que hacer—se levantó dejándonos a solas.

—Pues Julieta se ve una mujer bastante tranquila— le comenté—Creo que ella y yo nos llevaremos muy bien.

—Te lo dije, ella es muy flexible y lo único que tienes que hacer es que en cuanto vengas tienes que limpiar todas las mesas, cerciorarte de que no hacen falta servilletas, los utensilios que se utilizan, tomar adecuadamente las órdenes, acomodar los libros cada vez que las personas que vengan acá los tomen y también limpiarlos ya que hay momentos en que los clientes están comiendo y están tocando los libros y así, no es un trabajo del otro mundo no es nada comparado a las cosas que nos hacía Millena— mi rostro se había puesto sin expresiones.

—Mejor no hablemos de esas personas, ¿te parece?—pues la verdad mi día había sido bastante bien hasta el momento y no quería terminar de amargarlo por ciertas personas.

—Tranquila—tomó mis manos—lo dije por decir, no creí que te afectaría o algo por el estilo, pero bueno, creo que mañana tienes que venir a mediodía, así que nos vemos, tengo que seguir atendiendo el negocio— ambas nos dimos un pequeño abrazo y salí del café.

El día todavía estaba largo así que aproveché un poco para caminar a la orilla del mar. Las personas jugaban al voleibol, otras se ejercitaban un poco y una señora llevaba alrededor de cinco perros amarrados por una misma correa compartida. El viento pegaba en mi cara y el mar me mojaba los pies, llevaba las sandalias en una mano, no podía negar que en ese momento quería entrar pero era la única ropa que andaba. Caminé un poco más y habían algunas piedras bajo la sombra de un gran árbol así que sería buena idea hacer una pequeña estación. Saqué mi diario y empecé a escribir pensamientos de la nada, era una forma para desahogarme y expresar todo lo que estaba sintiendo últimamente, fruncí el ceño del reflejo que estaba dando el sol en el mar y justamente en ese momento miré la silueta de un hombre corriendo a la orilla de la costa, ese cabello... ese cuerpo... se me hacía muy parecido a alguien. ¿será posible? Me sentía totalmente confundida, pero lo único que se me ocurrió fue correr tras el, quizás él llevaba alrededor de veinte metros de ventaja sin embargo yo seguí corriendo.

—¡Henry, Henry!—grité creyendo que era el— por favor detente un momento necesito hablar contigo—pero no se detenía—no huyas mas, se hombre al menos una vez en tu vida y mírame a la cara—mi respiración cada vez era más agitada, no tenía una gran resistencia que digamos—¿no te hizo falta con mentirme que ahora hasta me ignoras?—por último le lancé una de mis sandalias, hasta ese momento se detuvo, pero todo se había ido al carajo cuando en realidad no era Henry.

—¿Te pasa algo?—el sujeto se había quitado sus audífonos.

—lo siento mucho—me sentí derretida de la pena—solo creí que era alguien más—se colocó de cuclillas para regresarme la sandalia.

—No te preocupes—se colocó los audífonos y siguió corriendo.

¡Lo que me haces, Henry Meal! Zapateé en la arena, estaba llena de cólera conmigo misma porque no era posible de que aún en su ausencia tuviera influencia sobre mi, esto tenía que parar y en realidad creí que había olvidado por completo a Henry cuando estuve por Europa, pero ahora que ya estoy acá, cada rincón de esta maldita ciudad me recuerda su nombre, su aroma y su piel. Recibí una llamada de Noel.

—¿Qué tal te fue, cariño?—escuché un ambiente un poco festivo al fondo.

—Yo me encuentro bien, pero, tú ¿Cómo estás? ¿Dónde andas?—no me gustaba para nada ese sonido.

—Estoy cerca de un lugar que tiene música y esas cosas, pero no creas que soy yo quien está en un lugar de esos—incluso pude escuchar algunas voces de mujeres al fondo.

—Cuidado, Noel, sabes perfectamente cómo soy con mi instinto—era la verdad, casi siempre mi intuición no me fallaba—yo mañana empiezo a trabajar en el café donde trabaja Mayra, ya hablé con la dueña del lugar y me dijo que serían bastante flexible.

—Está bien—por su tono de voz creo que a Noel no le gustaba que yo trabajara—te llamo luego, te amo y cuídate—colgó.

Aún no se me quitaban los pensamientos, ese ruido del fondo no me gustó para nada, pero también confío en Noel, no creo que él ande por ahí, se supone que también tendría que buscar trabajo. Así que caminé hacia la carretera, necesitaba comprar algunas cosas personales, mañana entraba a trabajar y necesitaba estar lista.

—¡Taxi!—hice señal con la mano para que se detuviera—necesito que me lleve al centro comercial.

—Claro que si, señorita, por cierto, me parece conocida—me miró bajo sus lentes oscuros.

NOEL

—¿Entonces dices que necesitas el dinero a como de lugar?

—Por supuesto que si—asentí, estaba con mucho nervio, pero ya estaba hasta acá no debía de retroceder.

—Me parece bien, pero no veo la frialdad en tus manos, chico—me observó de pies a cabeza haciendo un gesto extraño con su cara—pero quizás poco a poco te vayas adaptando, así que primeramente te pondré a prueba, dependiendo de tu desempeño veré qué podemos hacer, ¿te parece?—arqueó una de sus cejas.

—Estoy dispuesto a hacer lo que sea, de eso no tengas dudas—tragué grueso, me sentía frente a la misma muerte.

—Te daré un pequeño adelanto, para que veas que nosotros pagamos muy bien, siempre y cuando termines los trabajos a como se deben y en el tiempo establecido. ¡Lucas!—llamó a uno de sus hombres—dale al chico el bolso negro que está en la bodega—el sujeto salió de prAna—vamos, síguelo.

Caminé de prAna tras Lucas, hasta que finalmente habíamos llegado a la bodega. Era un lugar bastante solitario, la puerta había hecho un chillido, como si al tal tenía mucho tiempo de no abrirse.

—Toma—Lucas lanzó el bolso frente a mi, se miraba bastante robusto, sin dudas lo tomé—vete de acá y no vuelvas a ver hacia atrás, quedamos en que yo te contactaría—salí corriendo como alma que lleva el diablo, por ningún momento volví a ver hacia atrás, hasta que llegué al coche rentado, el bolso era mi mayor curiosidad, cuando lo abrí fue mi mayor sorpresa, fajos de billetes de cien dólares era lo que abundaba en ese bolso, jamás me había sentido de esta manera: una mezcla de emoción y miedo a la vez.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.