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1

ANABELLA

Inhala y exhala.

Tranquilízate.

Todo estará bien.

Me veo al espejo por enésima vez, abro la llave del grifo y me echo agua en la cara. Estoy muy nerviosa y no puedo estarlo. Tengo que estar calmada, soy una mujer fuerte y podré con lo que venga. Tomo una toalla pequeña y me seco la cara. Estábamos en el aeropuerto de España, tendríamos que volver a California y yo no podía con los nervios. Henry me ha engañado y no sé que haré ahora que lo veré de nuevo. ¿Qué habrá hecho de su vida? ¿Habrá vuelto con Millena? ¿Vivirán de nuevo juntos? Tengo un nudo en la garganta cada vez que pienso en él y en su futura familia. Me siento triste porque Henry me mintió, su esposa estaba embarazada y lo ocultó por meses. Solo se burló de mi. ¿Como puede mentirme con algo tan grave? Jamás se lo perdonaré.

Terminé de secarme la cara y salí de los baños en busca de Noel, quien ha estado conmigo todo este tiempo. He llamado a mis padres obviamente para decirles que estoy bien y que decidí tomarme unas vacaciones con mi novio. Sí, he vuelto con Noel, quizá él y yo nunca debimos de cortar. Estamos hechos el uno para el otro.

Noel estaba en unos asientos, en cuánto anunciaron el número de nuestro vuelo se puso de pie y tomó las maletas.

—Déjame ayudarte —me acerqué y tomé dos. Habíamos venido con poco pero aquí hemos comprado ciertas cosas. Lo único que quería ese día que me di cuenta de la traición de Henry era desaparecer y no volver a verlo jamás. Pero ahora las vacaciones terminaron y teníamos que volver a la universidad. Cambié de celular para no recibir malos recuerdos. Extraño a Mayra, a Gilberto y también lo extraño a él. Pero tengo que tragarme esto que siento porque no puede ser.

—¿Estas bien? —me pregunta Noel mientras subimos por las escaleras eléctricas.

—Lo estoy —le sonreí. Le había contado a Noel semanas después, cuando me dijo que jamás debí dejarlo, que él nunca me lastimaría y que siempre estaría para mi. Le creí porque llevamos años de novios y jamás me había engañado con nadie. Es la única persona en la que puedo confiar.

—Tranquila, ese tipo no se te volverá a acercar.

Le sonreí mientras abordábamos el avión, si pudiera quedarme aquí para siempre lo haría. No sé cómo pero Noel gastó parte de sus ahorros mientras estábamos aquí, fuimos a Italia como dos semanas. Todo ese tiempo me olvidé de lo malo y solo me dediqué a disfrutar de mi libertad. En el fondo me sentía libre porque no estaría con Henry, con un hombre que miente y que a pesar de todo tendrá un bebé con su ex mujer. No podría con esa incomodidad, y no digo que el bebé sea una incomodidad porque es alguien inocente y no se merece el error que cometen sus padres. Es solo que no podría con mis celos respecto a Millena, con las visitas que Henry le haría. No quiero. Pero lo que no podría hacer es perdonar.

Nos sentamos y nos acomodamos en el avión, era de tarde, tardaríamos muchas horas en llegar.

—Tenemos que hacer muchas cosas al llegar a la universidad —comenta Noel— Dejé algunos trabajos pendientes, en una semana hay exámenes.

—Lo sé. No he tomado nada de mis cuadernos en semanas. No sé si salga bien. No quiero perder mi media beca. —además de que mi carrera estaba pagada por un año. Todo por Henry. Trabajaré y le devolveré hasta el último peso. Mientras volábamos tomé mi tablet y busqué algunas opciones de trabajo cerca de la universidad o cerca del mar. Necesitaré algún ingreso extra. Noel también tomó su tablet y buscó trabajo, pero también buscó departamento.

—¿Qué haces? ¿No dormirás en los dormitorios? —le miré.

—Un día te dije que si venía a la universidad era por ti, que buscaríamos un lugar para vivir juntos. ¿Acaso no te parece?

Dudé un poco. Noel había sido bastante comprensivo conmigo, las primeras semanas no quería tener relaciones sexuales con el pero luego lo pensé mejor y volví a hacerlo. En primera porque con Noel fue mi primera vez y duramos años haciéndolo y segunda porque estaba dolida con Henry. Pero no quería tocar a otro hombre que no fuera Henry, siempre me recordaba a él. La diferencia era muy obvia.

—Claro que me parece bien —me acerqué y le di un tierno beso en los labios.

Lo peor había pasado, o eso es lo que quería creer.

Al día siguiente...

Abrí los ojos por el ruido de los altavoces, al parecer estábamos aterrizando. Mis nalgas dolían de tanto estar sentada, literal he pasado casi un día aquí. Bostecé mientras veía por la ventana. Estábamos en el aéreo puerto. Los nervios querían volver pero esta vez no los dejaría. Yo soy una chica muy fuerte y puedo con quien sea. Además tenía la ventaja de ser muy buena actuando, podía aparentar que todo estaba bien. Podía parecer sin ningún sentimiento a veces.

—¿Has dormido bien? —me pregunta Noel.

—Sí. Bueno, un poco incómoda. ¿Tu? —volví a bostezar. Guardé mis cosas a mi bolso y me aflojé el cinturón.

—También.

Tiempo después bajamos del avión, buscamos las maletas y salimos fuera en busca de un taxi. Detuvimos uno justo a tiempo porque empezó a llover.

—A la universidad de Stanford por favor —le dijo Noel al taxista.

—Claro.

Noel entrelazó su mano con la mía mientras yo veía por la ventana. Me hacía un poco de falta este lugar, en su momento me había encariñado con él. Estaba muy nublado, llovía muy fuerte. Cuando llegamos a la universidad nos aparcamos cerca de un techo. El taxista nos dio las maletas mientras bajamos y nos cubríamos de la lluvia.

Elevé la vista y me fijé en la universidad. Había vuelto. Habían estudiantes a los alrededores que también volvían de las vacaciones pero no veía a conocidos hasta ahora.

—La persona que me alquilará el departamento me contestará hasta esta noche. Tenía que hacer unos ajustes más al lugar. Esta cerca de aquí, entre la universidad y el mar.

Le sonreí.

—Gracias.

—Tendremos que dormir aquí por esta noche.

—Por mi no hay problema. —tomé mis maletas.

—Vamos, te llevaré a tu habitación.

Mientras caminábamos dentro cada rincón me traía recuerdos de Henry, como cuando me metió al baño y me hizo el amor de manera intensa. Como cuando tuvimos un pequeño percance en las escaleras. Como cuando lo conocí por primera vez saliendo de las duchas. Todo. Todo este lugar me recordaba a él. Al llegar a mi dormitorio abrí la puerta. Agradecí que Patricia aún no haya vuelto. Dejé las maletas en una esquina y me dejé caer en la cama.

—Estoy cansada —le dije.

—Descansa, amor —Noel se acostó a la par mía—Esperemos que no hayan más problemas esta vez. Que nadie se interponga entre nosotros.

Sé que se refería a Henry.

—No te preocupes, Noel, eso no pasará.

—Tienes razón —dice— Henry ahora estará velando por su bebé.

Tragué grueso cuando dijo eso y sentí un pequeño dolor en el pecho. El solo hecho de imaginar a Henry con Millena me llena de rabia. Y me da miedo esto que estoy sintiendo. Son más que celos, es como si no quisiera que Henry estuviera con ella a pesar de que fue su esposa y de que será la madre de su bebé. Pero es que no podía ignorar lo que siento. Creo que me volveré una celosa psicótica si sigo así.

—Así es, él ya no tiene nada que ver conmigo.

—No puedo creer que ese chico sea padre tan temprano. Aunque lo entiendo, si es con la mujer que amas no habría problema. —sentí que me miró. Si eso era una indirecta estaba muy equivocado.

—Supongo.

—¿Por qué estás tan seria? —pregunta después— Desde que volvimos no hablas mucho, solo estas pensativa e inexpresiva.

—No lo estoy —me volteé a él— Es solo que estar aquí me trajo muchos recuerdos. Quisiera saber qué pasó con Mayra o Gilberto. Nada más.

—Bueeno, si tú lo dices —acarició mi pierna. Sabía que esa caricia no venía sola. Él estaba buscando algo más y la verdad es que no estaba de humor.

—Noel, tengo hambre —me senté en la cama.

—Vamos a comer algo entonces —se puso de pie. Me tendió la mano así que se la tomé. Mientras salíamos del dormitorio no dejaba de pensar en que en cualquier esquina Henry aparecería.

—Conozco un buen restaurante—añadió— Mañana alquilaré un coche. No podemos estar en taxis todo el tiempo.

Le miré extraño, parecía que Noel ahora quería parecerse a alguien más... pero era imposible.

Cuando llegamos al restaurante, un poco lujoso la verdad, nos sentamos en una mesa cerca de una enorme ventana que daba a la carretera.

—¿Por qué quisiste venir aquí? —le pregunté con el entrecejo fruncido.

—¿No te gusta?

—Claro que sí, es solo que no pensé que fuera tu estilo.

—Es bueno cambiar un poco.

El mesero llega poco después y nos da la carta. Estaba anocheciendo, podía ver a lo lejos en el cielo ponerse anaranjado, en el mar ha de haber una hermosa puesta de sol. Quizás Mayra la esté viendo desde la casa de... Vamos, Anabella, no pienses en ese tipo más. Hace una semana no pensabas en él y ahora que vuelves no paras de hacerlo. No me entiendo.

—Me gusta —le sonreí a Noel.

Después de decirle nuestra orden al mesero Noel se sienta en un lugar cerca de mi y me abrazó.

—Pensé que ya no volveríamos a estar así nunca jamás —murmuró— Agradezco que hayas vuelto conmigo. Yo te perdoné el que me hayas cambiado por alguien más. Es la confusión, lo sé. Pero sé que me amas a mi.

Elevé las cejas un poco sorprendida por el egocentrismo de Noel.

—Sí, no te preocupes—le palmeé la espalda.

Luego de cenar íbamos saliendo del restaurante cuando miré pasar una silueta muy familiar.

—Ah... ¿no es Mayra? —le pregunté a Noel, señalando a la chica.

—¿Quién? No creo.

—Sí, lo es —le dije— ¡Mayra! —exclamé lo suficientemente alto para que ella volteara a ver. Iba con una falda corta color azul, una camAna adherida al cuerpo color mostaza y de tirantes, y unas sandalias cafés. Su pelo estaba más largo y lo llevaba suelto. En cuando Mayra me vio se desconcertó un poco pero luego cayó en cuenta de que en verdad era yo y casi corrió a abrazarme.

—¡Ana! —chilló—Tenía tanto tiempo de no verte.

—Te extrañé —me dio mucha nostalgia y casi me echo a llorar en esa misma acera.

—Yo también pero ¿en donde estuviste todo este tiempo? No contestabas el teléfono ni tus redes sociales. Nada. Es como si hubieras desaparecido del mapa —me dijo. Era verdad, ni siquiera quería entrar a mis redes sociales. No sabía cuántos mensajes había ahí.

—Mayra, Noel esta aquí —le hice seña.

—Oh, hola, Noel, perdón por no saludar pero es que me emocioné un poco.

—No te preocupes. Platiquen a gusto. Yo daré una vuelta por aquí cerca. —se fue con su teléfono celular.

—Mayra, me da mucho gusto verte —se lo dije de corazón. La verdad es que la había extrañado mucho.

—También me da gusto verte.

—¿Vas al trabajo? —le pregunto, aunque en el fondo quería saber lo que había pasado con Henry. No era por interés en el o algo sino porque tenía curiosidad de si lo que había pensado se había vuelto realidad.

—No... es decir, tengo un nuevo trabajo por aquí cerca pero... —dudó en decirme—... ya no trabajo con Henry, Ana.

Me sorprendió que lo dijera, sí.

—¿Por qué no? Millena te corrió me imagino.

—¿Millena? No —frunció el ceño— Lo qué pasa es que... —seguía dudando.

—¿Qué pasa, Mayra? ¿Por qué no quieres contarme?

—Bueno, no se si te sientas cómoda hablando de Henry después de lo que te hizo.

—No importa, esa herida ya sanó—fingí— Ahora estoy con Noel.

—¿En serio? Te conozco y sé que no lo has olvidado. Ven, sentémonos un poco.

Nos sentamos en unas bancas fuera del restaurante.

—Lo que pasa es que cuando te fuiste el señor Meal estaba muy afectado, no sabía dónde estabas o con quien estabas. Te buscaba en la universidad, en la playa, en cada hotel del departamento. El señor Meal te buscaba con desesperación—contó. Eso me dio un poco de tristeza, pero cuando recordé su traición se me quitó— Como nadie sabía en donde estabas se volvió frío y distante, ya no trabajaba, ya no hablaba. Salía pero era para buscarte. Hasta que se dio por vencido. Si piensas que volvió con Millena por lo del bebé pues no lo hizo. Además, Millena salió de viaje casi después de ti, se supone que visitaría a su familia en Londres, no lo sé. Pero el señor Meal... nos despidió a todos. Su casa quedó en el abandono y él se fue no sé para donde. Solo lo vemos a veces por el supermercado y luego vuelve a desaparecer. El señor Meal ya no es el mismo que conocemos.

Me quedé sorprendida por todo lo que me había contado Mayra, es que no podía ser que Henry haya actuado de esa forma por mi. No podía creerlo. Además de que dejó su trabajo, su casa, su vida... no lo entendía. Todo estaba mal. Pero eso no significaba que iría a buscarlo. No. Tenía mi dignidad. Además él me lastimó muy feo.

—No puedo creer lo que me dices —murmuré.

—Es la verdad, tengo casi dos meses de no verlo.

Suspiré profundo. ¿En donde estará Henry? ¿Por qué se fue? ¿Con quien está? ¿Cómo estará? Tenía tantas preguntas que solo el mismo Henry me podía responder, quizás en aquel tiempo no quería escucharlo ni enfrentarlo pero ahora... quizás esté preparada.

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