Cuarta Semana — Omega Sumiso y Sexi Alfa
LEV
—¿Acaso Alek no te deja salir, bebito? — lo observo atentamente, él acomoda las almohadas tras su espalda.
—Sí, pero hoy soy yo quien no quiere — pasa una mano por su rubio cabello, ya se le están notando las raíces. Tendré que tolerar como mi trabajo se arruina, ya que por obvias razones no podré volverlo a teñir —. Mi estómago se está comportando extraño de nuevo, tengo miedo de moverme y vomitar un hígado.
—¿Y si vamos con la señora Ewa? — Fred sugiere, colocando la cabeza en el regazo de Xander —. Tal vez nos pueda preparar algo que nos haga sentir mejor.
—Esta es la primera vez que te veo tan mal, Fred — le digo preocupado, acariciando su cabello —. La doctora no te hizo tomar nada raro, ¿o sí?
—Para nada, solo creo que algo que comí me cayó muy mal — coloca las manos en su vientre y hace una mueca —. Eso, o mis bebés están jugando una muy animada partida de ping pong.
—No es algo muy bonito de imaginar — Adrik arruga la nariz y todos nos reímos.
Me sorprende que esta vez haya venido por voluntad propia. Adrik siempre mantiene su distancia, aunque no creo que lo haga a propósito. Normalmente está o muy ocupado o muy cansado para preocuparse por socializar, pero es agradable tenerlo cerca, me causa mucha risa como refunfuña a cada momento o rueda los ojos cuando se fastidia.
—Pero que aburridos son. Yo quería ir al centro hoy — hago un puchero.
—Bien puedes ir tu mismo, nada ni nadie te detiene — Adrik gruñe.
—No es divertido hacer compras solo, me gusta que me vean probarme cosas.
—Y usarnos como tus conejillos de indias. Siempre nos haces probarnos cosas en contra de nuestra voluntad — Fred se sienta e imitando el gesto de Xander, apila unas cuantas almohadas y se apoya encima —. La última vez me hiciste usar una camisa rosada con un pantalón amarillo. No fue una combinación muy apropiada que digamos.
—O algo que podrías usar para un cóctel — Xander se burla con una pequeña risita.
—O siquiera usar en absoluto. ¿En serio, Lev? — Adrik vuelve a arrugar la nariz —. ¿Rosado y amarillo?
—¿Y qué tiene de malo? — les chillo molesto, disparando cuchillas en llamas imaginarias con mis ojos —. A Fred se le veía muy bien, contrastaba perfectamente con su bronceada piel.
—Pero es algo que jamás usaría. O por lo menos no en esa combinación — Fred rueda los ojos —. Te quiero lejos de la ropa de mis bebés, de eso me encargaré yo exclusivamente.
Coloco una mano sobre mi corazón y suelto un dramático grito ahogado. Adrik rueda los ojos fastidiado, murmurando un: "Aquí vamos", que pude escuchar perfectamente, Fred y Xander se muerden los labios, en lo que creo es un gesto para retener las risas que amenazan por salir.
—¡¿Pero cómo te atreves?! — grito escandalizado y lo apunto acusadoramente —. De una vez te advierto, Fredek Magnus, que no hay fuerza en este mundo que me prohíba consentir a esos bebés. Incluidos los tuyos, Xander King — dirijo mi acusador dedo hacia él y alza las manos al aire.
—Yo no he dicho nada, Lev — sus ojos grandes con una fingida inocencia —. Jamás te prohibiría regalarle a mis bebés unos conjuntos verdes fluorescentes junto con unos zapatos rojos navidad — suelta una pequeña risita y susurra —. Aunque no quiere decir que se los pondré.
—¿Ya ves? — los apunto de nuevo pero dirigiéndome hacia Adrik —. Son un par de mal agradecidos, no aprecian el amor que les doy.
—Cuando tengas tu propio bebé, podrás vestirlo con todos los colores del arcoiris al mismo tiempo — Adrik ironiza y ahora son flechas con la punta rellena de ácido las que le lanza mi vívida imaginación —. Pero Fred y Xander pueden escoger qué o qué no ponerle a sus hijos.
—Y a todas estas, ¿cuándo planeas tener uno propio, Lev? — Fred pregunta y puedo percibir su honesta curiosidad.
—No lo sé — me encojo de hombros y aparto un mechón de cabello de mi frente —. Yaak y yo nunca lo hemos discutido.
—Pero, ¿te gustaría? — Xander curiosea.
—Por supuesto, bebito — le sonrío y él me devuelve el gesto —. Adoro a los niños, me gusta consentirlos y llenar sus pancitas de deliciosa comida.
—¿Y qué hay de Yaakov? — Adrik interviene, con un poco de cautela —. ¿Él quiere?
—Honestamente, no sé. Como dije, nunca hemos hablado de ello.
—Tal vez deberías, si es que quieres — Fred dice.
—Puede que sea una buena idea — Xander asiente en acuerdo —. Los años pasan Lev, tal vez si dejan esperar mucho, se vuelva más complicado.
—¿Y ustedes cómo se sienten ahora? — Adrik cuestiona, dirigiéndose a Fred y Xander.
—Al principio debo admitir que me dio mucho miedo — la mirada de Fred se desvía a sus manos —. Pensé que Derek y Angelo iban a terminar discutiendo o algo por el estilo — sonríe con nostalgia —. Pero los dos han sido maravillosos conmigo, me siguen amando cada uno a su manera y dicen que no pueden esperar para saber las razas y los sexos de nuestros bebés.
—¿En serio? — coloco una mano en mi pecho, aunque esta vez por ternura y no indignación —. Eso es tan lindo, Fred.
—¿Y tú, Xander? — Adrik pide y Xander se queda en silencio por unos instantes. Puedo darme cuenta que está luchando por no llorar. Sus ojos se han puesto un poco rojos y cristalinos y muerde en varias ocasiones su labio inferior.
Una increíble ternura y un profundo amor nace en mi interior por este pequeño hombrecito. No puedo ni imaginarme por todo lo que tuvo que pasar, pero siempre supe, aunque sus palabras nunca me lo confirmasen, que ser padre era uno de sus más añorados sueños.
—Yo... — coloca las manos en su ligeramente abultado vientre y su llorosa mirada se posa sobre ellas —. No tengo palabras para describir cómo me siento... Es... — hace una pausa y cuando alza su rostro, unas cuantas lágrimas se deslizan por sus mejillas —. Todo lo que siempre deseé. Y que sea Magnus el hombre con el que formaré la familia que quise por tanto tiempo es... Perfecto.
Los cuatro nos quedamos en un cómodo silencio sin tener más nada que decir. No podría ser más feliz por ellos. Desde el primer día que llegué a esta mansión, supe que aquí formaría mi hogar.
Conocí al hombre perfecto para mí, trabajo en lo que quiero, soy bueno (aunque no ignoro los riesgos) y estoy rodeado de personas maravillosas como estas. No podría desear nada más. De pronto mi teléfono vibra y cuando lo saco de mi bolsillo para confirmar de quién se trata, una sonrisa se dibuja en mi rostro.
De: Yaak.
—«¿En dónde estás, sexi?».
—«En la habitación de Xander. ¿Ya llegaste?».
—«Sí, aunque estoy desilusionado al no encontrarte aquí. Estoy muy caliente. ¿Te demorarás?».
—«¿Y perderme semejante oferta? Voy corriendo como sí me hubiese robado algo, Alfa».
—«Ese es mi chico».
Bloqueo la pantalla y vuelvo a guardar el teléfono en mi bolsillo.
—Era Yaak, ¿verdad? — Fred pregunta, una sonrisa en su rostro.
—¿Cómo lo has sabido? — con un poco de asombro.
—Por la sonrisa de idiota que tenías en la cara — Adrik se burla, logrando que los otros dos comiencen a reír. Le enseño el dedo del medio y le saco la lengua.
—Jódete, perra — me levanto de un salto de la cama y me dirijo a la salida —. Ahora, si me disculpan, tengo una cita caliente con mi Alfa que no puede esperar — tomo la perilla de la puerta y antes de irme, me giro y apunto a Fred —. Aunque no creas que se me ha olvidado la conversación que tenemos pendiente. Aún quiero saber como funciona todo eso de la doble penetración.
Veo su rostro cambiar a varias tonalidades y con una sonrisa triunfante me voy. Pude escuchar un fuerte grito que decía: "¡Vete a la mierda, Lev!", por parte de Fred a través de la puerta, pero no me detuve ni me regresé. Ya tenía programado mi destino y nada ni nadie me impediría encontrarme con ese sexi y caliente hombre.
Cuando estoy cerca de mi habitación puedo percibir su delicioso y rico aroma y ya mis hormonas están reaccionando a su llamado. Ni siquiera lo tengo en frente y mi polla se está llenando.
Abro finalmente la puerta y él está ahí, sentado en el borde de la cama usando solo un pantalón negro mientras se apoya sobre sus brazos, dejando su delicioso y tonificado torso desnudo a la vista. Trago grueso y ahora estoy seguro de que estoy completamente duro.
—Fuiste lo suficientemente rápido — me premia, con una sexi sonrisa de medio lado, logrando que su hoyuelo se resalte —. Ahora ven aquí — palmea sus piernas y no hay necesidad de que me lo pida dos veces.
Cierro la puerta y paso el seguro. Me quito la camisa por mi cabeza antes de llegar a la cama y sentarme a horcajadas sobre él. Sus manos inmediatamente caen en mi culo y aprieta, con la suficiente fuerza para crear un poco de dolor... Me encanta.
—Como extrañé este dulce culo — susurra en mis labios y su sonrisa se ensancha, sus hoyuelos ahora en todo su esplendor. Me dan ganas de lamerlos.
—¿Ah, sí? — sonrío maliciosamente, llevando una de mis manos al bulto bastante sobresaliente en su pantalón y aprieto, en un firme agarre —. Yo extrañé esto — él gruñe y sus caderas se mueven hacia arriba para encontrarse con mi mano —. Jodidamente demasiado.
—Aquí estoy ahora, sexi — me toma por la cintura y con un fluido movimiento se pone encima de mí y entre mis piernas —. Puedes aprovechar todo lo que quieras — me besa.
Profundo, intenso y completamente adictivo, como siempre ha sido cuando estoy con él. Mi cuerpo tiembla en necesidad y sus manos aún no han tocado mi piel descubierta. Solo unos cuantos roces sutiles de su pecho sobre el mío y ya estoy deseando tenerlo en mi interior.
Sus gruesos y rellenos labios se mueven con rapidez y devoción, su lengua barre mi cavidad bucal, probándome y permitiéndome probarlo al mismo tiempo. Me restriego descaradamente en su entrepierna, extasiado por la dureza que me recibe y el gruñido que inunda mi boca. Sus labios se separan de los míos, solo para inmediatamente atacar el área sensible de mi cuello.
Muerde, chupa y lame tanta piel como encuentra en su camino, tomándose su tiempo. Siempre he sido particularmente sensible con mi cuello, Yaakov lo sabe y se aprovecha de ello. Sus dedos caen en el borde de mi pantalón y ya estoy anticipando poder dejar libre mi asfixiada excitación. Abre el botón y tomando mi ropa interior de una vez, desliza ambas prendas por mis piernas hasta dejarme completamente desnudo.
Su hambrienta mirada recorre mi cuerpo y mi piel reacciona como si estuviera haciéndolo con sus manos. Me estremezco y me agito sin poder evitarlo y una socarrona sonrisa aparece en su rostro. Abro las piernas para recibir de nuevo su cuerpo cubriendo el mío, disfrutando del nuevo asalto de su boca en mi piel febril, esta vez en uno de mis necesitados pezones. Mi espalda se arquea, en un ruego silencioso por más y él no se molesta en negarme mi placer.
Inmediatamente ataca al otro y gimo. Un sonido largo y tentador que sé que lo vuelve loco cada vez que lo hago.
—Jodidamente sexi — gruñe y muerde mi cuello, con la suficiente fuerza para dejar una marca —. Malditamente mío — con su lengua barre mis clavículas, subiendo por mi barbilla hasta meterla de nuevo en mi boca.
Mis manos se aferran a la piel de su espalda, dibujando delgadas líneas rojas con mis uñas en su bronceada y brillante piel. Él ruge de deseo y rápidamente se despoja él mismo de su pantalón, logrando que su erección salte erguida hacia su vientre. Mi boca se vuelve agua con la vista.
Muele su pene contra el mío y por un momento se me olvida como respirar. Mis labios permanecen entreabiertos, pesados jadeando se deslizan a través. Yaakov ahora muerde y chupa el lóbulo de mi oreja. Delgadas venas se resaltan en su cuello y sus bíceps se flexionan y contraen con cada movimiento.
Luego, su gran mano envuelve juntas nuestras pollas y comienza a bombear, aprovechándose de el líquido preseminal para lubricar su camino.
—Sí — siseo entre dientes y su mano ejerce más presión —. Dame más, Yaak — sostengo su rostro y muerdo ligeramente su labio inferior, sin despegar mi mirada de la suya.
Su mano ahora sube y baja con mayor rapidez y el calor que se forma en mi bajo vientre es un anuncio del inminente clímax que está a punto de explotar en mi interior. Pero justo en el borde de mi placer, él se detiene.
Se separa y se sienta, apoyando la espalda al respaldo de la cama. Sus piernas ligeramente abiertas y flexionadas son una jugosa invitación que no planeo rechazar.
—Ven aquí, sexi — me hace una seña con su dedo, llamándome —. Cabálgame — rápidamente me giro sobre mi estómago y gateo hacia su posición, colándome entre sus piernas abiertas hasta lograr quedar sentado a horcajadas al nivel de su vientre.
La humedad entre mis nalgas es tanta que chorrea por mis muslos, gotas cayendo en la piel de sus muslos hasta perderse entre las sábanas. Una de sus manos sujeta mi cadera, la otra se va a su dura y caliente polla, alineándola a mi chorreante y necesitada entrada.
—¿Listo para esto? — sus ojos brillan en desafío y sus colmillos quedan ligeramente expuestos a través de sus labios entreabiertos.
—Oh, sí — entierro mis dedos en su corto cabello y tiro, él gruñe y empieza a empujar —. Vamos, Alfa — me inclino más cerca y lamo el hoyuelo de su mejilla derecha —. Jódeme, ahora — un intenso grito generado desde lo profundo de mi garganta se abre paso por mi boca cuando se entierra hasta la empuñadura en mi interior.
Su calidez me golpea y mis paredes se expanden al máximo, para lograr acogerlo dentro de mí. El dolor ligado al placer es completamente arrollador y mi cordura pende de un delgado y frágil hilo. Sin tiempo que perder, salto y me balanceo, empalando su polla tan profundo como puedo en cada estocada.
—Eso es, sexi — puedo sentir sus garras crecer a través del fuerte agarre en mis caderas —. Salta para mí — un azote cae en una de mis nalgas, un ligero picor de dolor y ardor creándose en mi piel. En vez de apagar mi excitación, solo la aumenta con creces, reflejándose en el incremento de mis movimientos y ritmo.
—Más profundo, Yaak — mis manos aprietan sus hombros, tratando de impulsar mejor mis saltos —. Más rápido...
—Todo lo que me pidas — mi mundo da vueltas cuando de repente soy girado y puesto de nuevo sobre mi espalda encima de las sábanas, con la polla de Yaakov aún enterrada profundamente dentro de mí.
Otro grito, pero de mayor intensidad, hace que sienta como si mi garganta se desgarrara cuando impacta con un fuerte empuje su dura y palpitante erección justo en mi punto dulce.
—¡Mierda, sí! — mi cabeza cae hacia atrás y mis ojos se cierran por el éxtasis del momento —. Justo ahí — aferro las manos a sus fuertes brazos, en un intento por mantener la consciencia y el equilibrio para enfrentar sus poderosas estocadas.
—Vamos, Lev — gruñe y ya estoy a poco de perderme en la locura de un potente orgasmo —. Siente como te lleno... Gime para mí — deseoso por complacerlo, mis labios caen nuevamente entreabiertos, dejando escapar extensos y deseosos gemidos llenos de placer y necesidad.
Él sonríe e impacta con más fuerza. Solo un poco más... Un poco más… Llevo mi mano y rodeo con rudeza mi polla, todo bajo la atenta mirada de mi sexi e imponente Alfa y bombeo... Rápido y duro.
—Ya casi... — le anuncio al momento en que siento mis bolas tensarse.
—Eso, sexi — gruñe y si es posible, aumenta aún más en velocidad y fuerza —. Dámelo. Vamos, acaba para mí — Y ese era el detonante que mi cuerpo estaba esperando para fundir en erupción.
Mi polla palpita y llora su liberación, al momento en que largas y espesas gotas de semen caen encima de mi tenso estómago. Inclinando hacia atrás la cabeza, dejo mi cuello expuesto para él.
Es ahí en donde Yaakov aprovecha y entierra los colmillos en mi sensible carne, chupando y bebiendo de mi con un rugido enloquecedor. Siento como mi interior es calentado, él alcanzando el clímax y su semilla sale disparada. Su cuerpo pierde resistencia y cae desplomado sobre mí, llevando mis piernas hacia mi pecho y siguiendo sus penetraciones, aunque ahora más lentas y suaves, navegando hasta el final su orgasmo.
—Eso fue... Increíble — murmura con los ojos cerrados y una tenue sonrisa estirando sus labios.
Yo simplemente asiento, centrado en tratar de llevar aire a mis pulmones. Una delgada capa de sudor se expande por nuestros cuerpos, nuestro cabello húmedo al igual que las sábanas por debajo. Nos quedamos así por un ratito, hasta que con lentitud y cuidado se libera del firme agarre de mis paredes. Chorros de esencia mojando mi piel en su camino.
—No me puedo mover, Yaak — hago un puchero que lo hace reír.
—¿Deberé tomar el ejemplo de Magnus y llevarte de aquí a allá en mis brazos? — ironiza, alzando una de sus perfiladas cejas y sonriendo con burla.
—No me molestaría — lo miro, batiendo mis pestañas —. Eres un Alfa fuerte, puedes manejarlo.
—Lo malo es que cuando esté viejo, sufriré de fuertes dolores de espalda.
—¡Oye! — golpeo su brazo y él se ríe —. ¡Que no peso tanto!
—No, sexi — niega divertido — Eres tan ligero como una de tus plumas — me besa y ya se me olvidó todo el transcurso de la conversación. Para cuando sus labios se separan de los míos, estoy jadeando de nuevo. Él se sostiene en uno de sus codos, apoyando la cabeza en su mano y sonríe.
—Esos benditos hoyuelos que me vuelven loco — de nuevo otro puchero logrando que su sonrisa se ensanche —. Me dan ganas de chuparlos.
—Mmm, eso es sexi — ronronea, riéndose después —. Me gusta, hazlo si quieres — los dos nos reímos y entre bromas y conversaciones triviales esperamos a que caiga la noche.
Estoy muy cansado para comer y Yaak parece estar en el mismo estado. Así que después de una rápida ducha, ambos nos refugiamos de nuevo bajo las sábanas en cucharita, yo apoyando mi espalda en su pecho.
—Te amo, Lev — un dulce beso en mi cuello acompañando sus palabras.
—Y yo a ti, Yaak — susurro complacido.
Cierro los ojos y la oscuridad me envuelve, arrastrado lentamente hacia el mundo de los sueños.