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Fiesta sexual en un piso de estudiantes

Traducción realizada por Masso, contacta massoilustrador@gmail.com si te interesa traducir tu libro de forma cómoda.

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Mi relación con Pasha empezó a volverse demasiado extraña.

Estábamos en una de esas fiestas de estudiantes en un piso con Natasha y Nastya, donde decidimos celebrar el final de nuestro segundo año de duro trabajo académico.

Al principio sólo bebíamos cerveza, bailábamos, contábamos diferentes historias, recordábamos incidentes divertidos ocurridos durante todo el año.

Al principio bailé con Kolka, que me parecía muy atractivo desde el primer año, pero la mayor parte del tiempo estaba con Natasha. Y entonces, de alguna manera, no me di cuenta de que Pasha estaba sentado a mi lado.

Natasha intentó contar cuántos éramos en el piso, pero teniendo en cuenta que la mitad nos habíamos desperdigado por las habitaciones y los recovecos, parecía que habían venido casi la mitad de los tres grupos del curso, es decir, unas 40 personas.

- ¿Quieres ir a un sitio privado? - me susurró Pasha al oído.

Me volví hacia él sorprendida, frunciendo el ceño. ¿Qué es lo que quieres? ¿Estás en tus cabales?

- Sólo estaba hablando, no quería decir nada. - El chico empezó inmediatamente a justificarse.

Por su cara de susto me di cuenta de que todavía era virgen y que apenas había tenido novia.

Yo ya había conocido a un chico de quinto curso y me había acostado con él un par de veces, me gustaba mucho, pero luego descubrí que salía con otras dos chicas además de conmigo y yo misma rompí.

Fue hace tres meses, todavía no le saludo, supongo que quería algo más de esta relación que sólo sexo.

Pavel me parecía muy experimentado, comparado con él, nuestros chicos son sólo de parvulario, aunque todos somos adultos.

Y ahora, cuando Pasha con tanta sinceridad e ingenuidad en los ojos me invita a estar a solas con él, estoy más que segura de que espera, como mucho, un beso.

- ¿Así que dices que no es nada, sólo un poco de intimidad y una charla? - Sonreí con picardía. - Vale, vámonos.

- Eh, ¿adónde vas? - Natasha frunció el ceño: ¡Esta va a ser la mejor parte! ¡Vamos a jugar a la botella!

- Hace tiempo que crecí para este juego infantil. - Resoplé y, cogiendo a Pasha de la mano, lo arrastré a la habitación.

En la oscuridad era difícil distinguir quién estaba ya dentro. Podía oír a alguien susurrando desde el lado de la cama, y alguien más estaba en el alféizar de la ventana.

Sonaba música, alguien debía de haberla encendido en su teléfono para hacer cosas más íntimas. Probablemente para que nadie oyera nada.

- ¿Empezamos a hablar? - Sonreí, tirando de Pasha y sentándolo en la silla junto a la puerta.

No se sentó en la silla, sino que se dejó caer, y hasta me pareció ver en la penumbra cómo le brillaban los ojos asustados.

- ¿Por qué tienes tanto miedo? ¿Tienes miedo de que te toque aquí? - Le toqué la bragueta y el tipo casi se desploma.

- No -dijo inseguro-. Si te gusta, tócamela.

- Me gusta, pero tienes un dormilón ahí dentro. - Sonreí y empecé a acariciarle suavemente el bulto. - No pasa nada, ya le despertaremos.

Me llegaron gemidos desde un lado de la cama y sentí que se me hacía un nudo en el estómago. Tal vez fuera la gran cantidad de alcohol, pero por alguna razón quería hacer algo que no podría permitirme en un estado de sobriedad normal.

- Pash, ¿te gusto? - pregunté y me senté en su regazo, abrazándolo por el cuello.

- Mucho. - Contestó avergonzado el chico. - Me gustas desde hace mucho tiempo.

Sonreí con satisfacción; debía de pensar que yo era mucho más recatada. Soy más pudorosa, pero en realidad, cuando bebo mucho, estoy fuera de control.

- ¿Qué estás haciendo? - susurró Pasha cuando empecé a bajarle la bragueta.

- Cálmate, quiero hacerte sentir bien, ¿por qué estás tan tenso?

Seguí desabrochándole la bragueta hasta que mis dedos tocaron su carne caliente, la tenía doblada.

- Ayudaré a tu compañero a enderezarse, no es muy cómodo sentarse así. - me reí.

- Qué bien. - susurró Pasha lánguidamente, y entonces sentí sus labios deslizarse por mi cuello.

Mierda, porque ni siquiera nos habíamos besado, y no era nada romántico.

Decidí remediar la situación inclinándome hacia él y besándole. Después de eso fue como si Pasha se volviera mucho más valiente, me ayudó a liberar aún más su polla para que pudiera acariciarla con seguridad.

- Qué caliente y grande está, me gusta mucho. - Le susurré al oído, sintiendo como un escalofrío recorría su cuerpo al oír mis palabras.

Nos besamos un rato, me senté junto a Pasha en sus brazos y me limité a pajearle la polla lentamente.

- ¿Puedo tocarte yo también? - Preguntó el chico con voz insegura.

Supongo que desde fuera todo parecía demasiado gracioso e incluso vulgar. Adolescentes sentados en una silla tocándose con las manos y besándose cuando sus compañeros más afortunados ya estaban haciendo el amor en la misma habitación.

La idea de hacer el amor con Pashka ya rondaba por mi cabeza, aunque me parecía bastante delirante y temeraria, pero... El alcohol me daba fuerzas. Quería hacer una locura.

Me moví inquieta, sentada a su lado, acariciando su cuerpo y saboreando sus caricias. Él se sorprendió gratamente, y también avergonzado, me abrazó, y entonces ocurrió algo que me dejó sin sentido. Natashka entró en la habitación y encendió la luz. No era brillante, pero estropeó toda la atmósfera de misterio y romanticismo. ¿Qué hace ella aquí?

- Oh, aquí las cosas son mucho más interesantes... - susurró. - Sabía que estabas tramando algo divertido. ¿Puedo acompañarte?

Natasha apretó sus grandes tetas contra el pecho de Pasha, e incluso le besó rápidamente en los labios un par de veces, como en un arrebato de emoción. Mi mano estaba en su polla en ese momento, y pude ver claramente cómo su compañero empezaba a responder activamente.

- Bueno, queríamos estar solos, pero si quieres... Puedes acompañarnos... - le invité un poco decepcionada, más por educación.

- Por la expresión de tu cara, pensabas disfrutar tú sola de este guaperas. ¡Todavía es virgen! - Natasha sonrió. - Puedo irme si quieres, pero créeme, te encantará que hagamos un trío.

- No te importa, ¿verdad? - le preguntó a Pasha.

- Claro que no... ¿A quién le importaría algo así? - murmuró el asustado y sobreexcitado Pashka.

- Tómate una cerveza, pareces nervioso... - rió Natashka, tendiéndole la botella al muchacho.

- Gracias, ya he tenido bastante -se negó rotundamente el chico.

- Bueno, al menos una más -empezó a persuadirle Natashka-.

- Eh, amiga, ¿por qué te metes con el chico? - me indigné. - Si no quiere beber, que no beba. Aquí estamos de romance, por si no te has dado cuenta.

- ¡Sí, así es como lo llaman ahora! - Natashka se fue, aunque su mirada era de fastidio. Sólo más tarde, mucho más tarde, me di cuenta de por qué.

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