Capítulo 5
Marlena sintió que las puntas de sus orejas comenzaban a arder. No tenía ningún deseo de discutir la situación financiera de su familia. Especialmente no frente a Jesús.
"No fuimos nosotros", murmuró con los dientes apretados.
Gamal no se inmutó. Agarró el control remoto de la mesa entre ellos, luego lo apuntó al televisor en la esquina de la habitación. Eso se iluminó, mostrando imágenes en blanco y negro. Grabaciones de cámara. El estudio de Virginia en medio de la noche.
Y Marlena, en pijama, con las manos en el escritorio.
Podía sentir a Jesús a su lado girar para mirarla.
Vale, sí, Marlena podía admitirlo: las cosas no iban exactamente como ella quería. Era el vídeo de la noche en que ella, Jo y Daw se habían infiltrado en el estudio para recuperar el acertijo de Euclid, escondido en un cajón secreto del escritorio de Virginia. Y tal vez Marlena se había olvidado de pensar en las cámaras de seguridad.
Por suerte sus amigos se habían mantenido alejados del centro de la habitación, cerca de la ventana, fuera del alcance de las cámaras.
Suerte por así decirlo.
-Puedo explicarlo--
-No siente nada- La interrumpió Jesús, quedándose impasible. -No tienes suficientes elementos para detenernos.-
Gamal vaciló durante unos segundos, tal vez esperando que Marlena se derrumbara. Pero ella logró resistir. Y finalmente, el agente suspiró.
- No estás bajo arresto. Eres libre de irte en cualquier momento. Pero--
-Bien- Jesús se levantó sin dudarlo. -Que tengas un buen día entonces.-
Caminó alrededor de la mesa, listo para salir de la habitación, pero luego se dio cuenta de que Marlena no lo estaba siguiendo, demasiado ocupada estando todavía en estado de shock. Regresó, la agarró del brazo y la arrastró fuera de la habitación.
-Puedo explicar--
-Callarse la boca. Hablemos de eso afuera.-
Pero, una vez afuera, Jesús la soltó, sacó su celular del bolsillo del pantalón y marcó un número de teléfono, alejándose. Marlena se congeló, incapaz de formar un pensamiento coherente.
Entonces, su teléfono comenzó a sonar,
-¿Hola?- Respondió vacilante, acercándoselo al oído.
- ¿ Hiciste qué? - el grito ensordeció su tímpano. -Esto es demasiado. Voy a buscarte.-
Marlena respiró hondo.
-Papá, es solo un malentendido...-
- ¿ Malinterpretado? - volvió a gritar el hombre, como si estuviera a punto de llorar. - Me llaman para decirme que han detenido a mi hijita, ¿y tú dices que es un malentendido? Esto es demasiado. Sabía que enviarte a estudiar fuera de casa era una mala idea. Está... lleno de criminales, como dije. ¿Y luego te acusan ? ¡Lo demandaré! ¡Demandaré a todos!-
Marlena se apretó el puente de la nariz, tratando de mantener la calma.
-No me arrestaron, solo querían asegurarse de que no tuviera información relevante para la investigación. -No te preocupes, lo tengo todo bajo control.-
-Sylvia...- ese nombre, susurrado así por su padre, sabía que le dolía tanto como a ella. -De vuelta a casa. Sólo un par de días. Te lo ruego.-
Y Marlena estuvo a punto de decir que sí, pero luego frunció los labios. Él no quería ser esa persona. El que corre a casa con papá tan pronto como algo sale mal. Necesitaba demostrarse a sí misma, ya él, que podía valerse por sí misma. Porque lo fue. Ella estaba segura de eso.
-Volveré para las vacaciones de Navidad, como acordamos- trató de usar la voz más tranquilizadora de su repertorio.
Frente a ella, a unos metros de distancia, Jesús parecía estar discutiendo con alguien por teléfono. Lo vio pasarse nerviosamente una mano por el cabello, resoplar y luego terminar la llamada.
-Papá, te llamo esta noche, ¿de acuerdo?-
Podía sentir el impulso de replicar en el aliento de su padre. Pero entonces el hombre suspiró.
-Bueno. Ten cuidado, cariño. Por favor.-
Y dicho esto, terminó la llamada.
-Estamos en problemas- murmuró Jesús, acercándose con una extraña mirada culpable pintada en su rostro.
-Me habia dado cuenta.-
-No- negó con la cabeza -Hablé con mi madre. Acaba de salir de una reunión de emergencia con la junta directiva de Venor.-
-Y...?-
Jesús suspiró.
-Nos suspendieron de la pasantía de la Galería Aurora.-
- ¿ Qué? - La garganta de Marlena se apretó tanto que dolió.
-De cualquier actividad extraescolar, para ser precisos. Excluyendo los deportivos.-
-Hasta... ¿hasta cuando?-
-Hasta que vuelvan a encontrar el trabajo.-
En un segundo, todos los ruidos a su alrededor se apagaron.
Marlena estaba a punto de vomitar. O llorar. O ambos. La falta de actividades extracurriculares significaba que no había posibilidad de ganar el concurso MentorMe. Significaba no tener acceso a pasantías o proyectos de voluntariado. Significaba no tener contacto, no tener acceso directo al mundo del trabajo. Significaba que todo lo que Marlena había hecho en los últimos años, todos los esfuerzos, todos los sacrificios, todo el dinero que había invertido...
Todo había sido en vano.
Empezó a sentir un apretón sofocante en su pecho. Su respiración comenzó a fallarle. Su corazón latía tan fuerte que podía oírlo en sus tímpanos. Se llevó una mano al pecho. Buscó una solución, dejó que su cerebro explorara cada plan B de todos sus planes B.
Pero no encontró nada. Sin solución.
-Marlena...- La voz de Jesús la alcanzó como un eco lejano.
Respira, Marlena, respira.
Sintió el contacto contra su codo y se dio cuenta demasiado tarde de que eran los dedos de Jesús, tratando de consolarla. Y se odiaba a sí mismo. Se odiaba a sí mismo porque no podía respirar. Y los dedos de Jesús contra su piel le recordaron la noche anterior. De sus labios. De sus besos. De su toque delicado. Y la distrajo. Y ya no pensaba en su propia respiración irregular. Y funcionó. Jesús Winslow-Haven la consoló y ella odió cada segundo.
-No me toques- espetó, retrocediendo dos pasos.
-Creo que estás teniendo un ataque de pánico...-
-¿Pero en serio? Diez puntos, Sherlock.-
-Marlena...-
-¡Deja de repetir eso!- gritó ella, a punto de romper en llanto.
-¿Qué?-
-Marlena.- _ _
Jesús parecía sinceramente confundido.
-Pensé que así querías que te llamaran.-
-Sí. Pero la forma en que lo dices…” Marlena estaba oficialmente llorando. Se sentía como una completa idiota. Perder el control así, frente a Jesús Winslow-Haven, fue lo peor que le pudo haber pasado.