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Amor como de novela

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Flagranti Amore
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Sinopsis

Una joven escritora, Wendy Marzú, la cual después de algunos desengaños amorosos, se ve envuelta en una serie de rumores que la desprestigian, ella quiere acabar con esos chismes, sólo que no encuentra la manera. Al quedar huérfana, sin empleo y con lo suficiente para sobrevivir unos meses, ella comienza a escribir artículos para algunas revistas, lo que le permite sobrevivir. Escribe su primera novela y busca a un viejo amigo, Javier Castellanos, del que alguna vez esperó que se le declarara, él es editor en una importante empresa editorial, así que la apoya y el libro se convierte en todo un éxito. Con la imaginación desbordada y creativa, Wendy, tiene constantes fantasías sexuales con un hombre al que no le ve el rostro, eso la motiva y la excita, sólo que no la gratifica ya que anhela poder vivir alguna de sus fantasías. Eso la pauta para que siga escribiendo, hasta que su tercera novela es rechazada por falta de veracidad, Wendy, se molesta mucho y decide demostrarles que están equivocados, es en ese momento que comienzan una serie de episodios que la van a marcar para siempre. Conoce a un hombre, del que se dice pertenece al crimen organizado, siendo virgen e inocente en el aspecto sexual, ella accede a entregarse a él motivada por una pasión que no se conocía, no sólo termina enamorada de él, sino que sabe que es imposible que puedan tener una relación debido a la oscura vida que Fabián Juárez, lleva. En ese lapso, se cruza de frente con un asesino serial, que ha victimado a varias mujeres ahorcándolas con unas pantimedias, Honorio Sandoval, es el asesino y ella lo identifica en la policía, sólo que no hay pruebas en su contra y lo dejan libre, por lo que ahora ella es acosada por el asesino que busca matarla. ¿Qué sucederá con la prolífica escritora? ¿Podrá el asesino eliminarla? ¿La convencerá el hombre al que cree delincuente de su amor? ¿Se refugiará en los brazos de su editor, Javier? ¿Logrará demostrar que su tercera novela tiene mucha veracidad?

Una noche de pasiónAventuraDramaChica BuenaAmor-OdioRománticoSEXO

Primer Capítulo

Radiando de felicidad por todos los poros de su piel, Wendy Marzú, conducía su automóvil con gran habilidad por las calles de la Ciudad, el sol comenzaba a ocultarse y ella disfrutaba con plenitud, del clima cálido que imperaba en esos momentos, aunque el tráfico era intenso, ella no tenía ninguna prisa por llegar a su destino, ya que tenía tiempo suficiente para estar puntual a su cita.

A sus 25 años de edad, todo le sonreía en la vida. Era joven, bonita y con un cuerpo lleno de armonía y formado de manera escultural, que le procuraba halagos y piropos masculinos, ella se daba cuenta de las miradas, llenas de deseo, que la mayoría de los hombres lanzaban sobre sus formas, que resaltaban de una manera maravillosa, con las modernas ropas que utilizaba, las que le daban un toque sensual y coqueto.

Daniel, su padre, viudo desde que ella naciera, ya que no se había vuelto a casar para no imponerle una madrastra, así que la adoraba por sobre todas las cosas y Wendy, correspondía con total devoción a su amor filial, y se llevaban como si fueran amigos, hablando claramente de todos los problemas que podían presentárseles.

Como hombre de negocios, el señor Marzú, poseía una excelente reputación, siendo admirado y respetado por propios y extraños, su fortuna era incalculable y eso les proporcionaba poder llevar un ritmo de vida con lujos y comodidades.

Wendy, estaba por terminar sus estudios universitarios, y en sus ratos libres iba al exclusivo club al que pertenecía y donde se rodeada de muchachas de su edad y de su misma posición social, con las que convivía y llevaba una íntima amistad, aunque no con todas simpatizaba.

En cuanto a sus compañeros del club y del ambiente en el que se desenvolvía, no le faltaban pretendientes, ni mucho menos invitaciones para asistir a tal o cual evento, sólo que, a ella aún lo la había inquietado de verdad, ninguno de ellos.

Trataba a todos con la misma amabilidad y cordialidad, sin concederles privilegios especiales y mucho menos aceptando intimidades que pudieran comprometerla de alguna manera, eran sus amigos y se los dejaba muy claro cuando alguno de ellos intentaba tomarse libertades que no le gustaban a la muchacha.

Incluso ni a Javier Castellanos, que estaba por terminar la misma carrera de Letras que ella había elegido y estudiaba en la misma facultad, le permitía que se tomara ciertas confianzas con ella, lo que la hacía más atractiva para todos.

Castellanos, era una buena persona, dos años mayor que ella, y con mucha sensibilidad y detalles hermosos que le agradaban y la halagaban cuando los recibía a la vista de todos y de todas sus compañeras de estudios.

Él la trataba con cierta deferencia, provocando que sus compañeras insinuaran que entre ellos existía algo más que una bella amistad, Wendy, no se preocupaba por desmentir aquellos rumores y se concretaba a defender a Castellanos, ya que él no se merecía nada de aquellos comentarios.

Sobre todo, porque nunca le había hablado de su amor, ni siquiera llegó a insinuarle algo al respecto, aunque su actitud y la forma en que se comportaba con ella, lo delataba, mostraba que si sentía algo especial por Wendy.

Ella estaba convencida que, si él se le declaraba, lo aceptaría ya que no sólo era atractivo y con personalidad, sino que además sabia escucharla y le daba importantes consejos sobre la carrera, además que con frecuencia la alentaba para que comenzara a escribir ya que estaba desperdiciando todo ese gran talento que tenía.

Marzú, le había dado a leer algunas cosas que había escrito en sus momentos de nostalgia, de soledad, de alegría o de análisis filosófico, en los que hacía mucha referencia a la falta que su madre le hacía, ahora que se convertía en mujer.

No obstante, todos los elogios y alabanzas que él ponderaba para su trabajo y sobre todo su insistencia para que comenzara a escribir, Wendy, lo tomaba como una forma de conquistarla, de acercarse a ella y eso era lo que la hacía titubear sobre su imparcialidad al leer y comentar sus escritos.

Javier, terminaba ese año sus estudios y por lo que comentaba le esperaba un futuro brillante y prometedor, lo que lo convertía en un buen partido para todas aquellas muchachas casaderas que lo rodeaban, incluso muchas de ellas le coqueteaban de manera abierta y descarada.

Wendy, pensaba que él se le declararía en cualquier momento, sólo que, el destino le tenía deparada otra sorpresa, ya que ahora la vida le daba una nueva alegría, pues Porfirio Vélez, el muchacho más guapo, atlético, popular y distinguido del club social al que asistían, ella y la mayoría de sus amigas.

Y por el que muchas estaban dispuestas a todo lo que él quisiera, le había pedido que se hicieran novios, y eso la llenaba de alegría y satisfacía su vanidad de mujer, puesto que la gran mayoría de sus amigas deseaban que él se fijara en ellas.

Muchas eran las que le coqueteaban de forma descarada y otras habían llegado a todo exceso, con tal de vivir una aventura romántica con él, sólo que, Porfirio, se había fijado en ella y eso era algo que nadie podía negarle.

Y no obstante que también a la muchacha le gustaba mucho, Wendy, le había pedido que le diera unos días para pensarlo bien, ya que su petición la tomaba por sorpresa.

No quería ser como todas y sucumbir fácilmente, su mente analítica y de desbordada imaginación, la llevaba a concebir un romance novelesco en el que sus pretendientes hacían esfuerzos supremos para conseguir sus favores, y ella no sabían bien por cuál de ellos decidirse ya que todos le ofrecían tenerla como una reina.

Al final, se decidió por Porfirio, y lo hizo más por vanidad que por sentimientos, ya que comparando a Vélez, con Castellanos, reconocía que el primero era más guapo y varonil, con una simpatía a flor de piel, mientras que Javier, era tierno y romántico, soñador y sobre todo con mayor sensibilidad e inteligencia, sólo que nunca le había exteriorizado sus sentimientos y nada podía hacer al respecto.

Y fue de esa manera como inició su romance con el soltero más cotizado de su entorno social, y todo comenzó de la forma en que ella lo deseaba, con salidas a cenar, a bailar, a tomar una copa, a divertirse en algún antro, sin grandes escenas de exagerada demostración amorosa, como besos y manoseos en público.

Ya tenían tres semanas de novios y durante ese tiempo la felicidad irradiaba por su rostro, denotando que su corazón estaba lleno de amor y al sentirse correspondida con plenitud, trataba de que todos fueran tan dichosos como lo era ella.

Disminuyó la velocidad de su carro, y se estacionó con destreza a la orilla de la banquea, bajó del auto y se dirigió al café donde la esperaba Porfirio, lo vio sentado en una de las mesas, estaba tan guapo y varonil, que no pudo evitar el suspiro de satisfacción que brotó de manera espontánea desde el fondo de su pecho.

Se acerco hasta él, quien al verla se levantó como todo un caballero, y se dieron un tierno y dulce beso de saludo, bebieron un par de tazas de café mientras platicaban de sus cosas, de manera animada, nada les preocupaba, cualquiera que los veía se daba cuenta de que eran una joven pareja de enamorados.

Cuando se despidieron con un beso más intenso, acompañado de un fuerte abrazo en el que sus cuerpos se estrecharon con plenitud, la noche ya había caído y cada uno montó en su auto para marcharse a sus respectivas casas, después de haberse puesto de acuerdo sobre la hora en la que se verían al día siguiente y el lugar.

Wendy, llegó a su casa como de costumbre y al cruzar por la sala, mucho le extraño ver a su padre sentado en su sillón favorito, se encontraba en una actitud pensativa y ausente, como si un gran problema lo absorbiera por completo.

A tal grado era la concentración de Daniel, que no la sintió acercarse a él, sólo cuando los hermosos labios de la muchacha se posaron contra su mejilla, fue que se dio cuenta de que había llegado, le correspondió al saludo, su movimiento fue mecánico, simple, sencillo, sólo por cumplir con el formulismo, lo que no pasó desapercibido para ella.

—¿Qué te sucede papá...? Estas como en otro mundo… ¿Pasa algo? ¿Algún problema de negocios? —le preguntó Wendy, de manera directa, y con su acostumbrada sinceridad sentándose en la sala a un lado de él.

—¿Eh...? N-no... no es nada… no te preocupes, ya sabes… cosas que se presentan de pronto, sólo que, ya irán agarrando su curso normal, y antes de lo que te imaginas, todo está como siempre, sin complicaciones ni problemas por los que preocuparse, así que tú tranquila. —respondió el hombre tratando de restarle interés al asunto.

--Bueno entonces si no es tan importante, vamos a cenar, como dicen por ahí, ¡Las penas con pan, son menos! —agregó la muchacha sonriente y levantándose de su lugar para tomarlo de la mano y obligarlo a que la siguiera hacia el comedor.

—Inés, puedes decirle a Chole que por favor nos sirva la cena, traigo tanta hambre me comería un burro enterito —solicitó Wendy, al momento de instalarse a la mesa.

—Ah, que mi niña tan bromista… —dijo la buena mujer acostumbrada al buen humor de la muchacha—ahora mismo veo que te sirvan… aunque no creo que haya burro.

Sin que nada se alterara, de manera rápida, transcurrió una semana y durante esos días, Daniel Marzú, mantenía la misma actitud reservada y pensativa, lo cual extraño a Wendy, que no estaba acostumbrada a ver en ese estado a su padre.

—“Algo muy grave debe estar ocurriendo con los negocios de mi padre… no me lo dice, sólo que yo lo siento… ya tiene varios días que no duerme bien, ni come, sólo está pensando y pensando… cómo tratando de encontrar una solución a algo”.

“Además está fumando en exceso, como nervioso, lo malo es que no me dice nada, siempre me responde con lo mismo, que todo está bajo control y que no me preocupe, eso es lo que está ocasionando son su proceder, que yo me inquiete” —pensaba Wendy en la quietud de su alcoba una noche después de haber dejado a su padre en la biblioteca de la casa, ya que él no quiso cenar en su compañía.

Por varias horas permaneció despierta tratando de encontrar una forma de ayudar a su padre, su vívida imaginación la llevaba a concebir las ideas más disparatadas que se le ocurrían, aunque, poco a poco iba desechando, hasta que finalmente se quedó profundamente dormida, sin encontrar una solución.

Al día siguiente se encontró con Porfirio, su novio, él había quedado de pasar por ella a la Universidad y así lo hizo, abordo del elegante Mercedes, convertible y deportivo, que su padre le había regalado en su cumpleaños, ella subió y se pusieron en marcha.

—Llévame a comer al barrio chino y luego vamos al cine a ver una buena película, quiero pasar la tarde contigo. —dijo de pronto ella al ver que el auto avanzaba por las calles con rapidez y habilidad.

—No, mi amor, hoy no se va a poder. Yo ya había hecho otros planes para nosotros y estoy seguro que te gustaran —dijo Porfirio, con ternura al tiempo que la abrazaba por los hombros— déjame que te de la sorpresa y ya verás que no te arrepientes. ¿Sí?

—De acuerdo, si vamos a pasar la tarde juntos, será como tú quieras, sorpréndeme…

El muchacho detuvo el carro frente a un elegante edificio de condominios en las Lomas de Chapultepec, una de las zonas más elegantes de la ciudad de México, con un control remoto que llevaba instalado en el carro accionó la puerta del estacionamiento y este se abrió casi instantáneamente cediéndole el paso.