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Capítulo 11: Vino él

Un segundo más tarde, desde el lado de la ventana del conductor del taxi sonaron dos golpes, y luego Denis escuchó una voz fría y formal desde fuera de la ventana, -Señor, por favor, abra la puerta del taxi del lado de copiloto-.

Con un tono muy formal sin un rastro de emoción, con la palabra “por favor”, pero con una actitud muy dura... Los subordinados de Joaquín aprendieron todo de Joaquín.

Denis gritó exaltada al conductor -¡No abra la puerta!- Ella dijo -Te daré dinero...-

De repente...

¡Blam!

Con un sonido, el cristal de la ventanilla del lado del conductor se rompió en pedazos.

Esta repentina escena no sólo asustó a Denis, sino que también asustó al conductor.

-¡Voy a llamar a la policía! ¿Acaso ya no existen las leyes?-

Una pila de billetes nuevas fueron arrojados al cuerpo del conductor, calculando visualmente serían más de diez mil aproximadamente, fuera de la ventana del coche el guardaespaldas vestido de negro sin expresión en su cara preguntó -¿Ahora sí puedes abrir la puerta?-

-¡Sí, sí, sí puedo! No hay problema- El conductor vio el dinero y se apresuró a responder, mientras abría la puerta del asiento del copiloto -Oye, bájate-.

El conductor ya estaba convencido de que esta mujer loca debe haber ofendido a alguien muy poderoso, no hay necesidad de ser tan cortés con Denis, desconsideradamente fue echada del taxi, su tono es aún más grosero, Denis se negó a salir del taxi y se agarró del asiento, al ver la situación, el conductor incluso jaló el brazo de Denis de forma muy ruda y grosera.

-¡Sal del taxi! ¡Ya no te voy a llevar! Bájate -.

Denis se abrazó al respaldo del asiento, moviendo desesperadamente la cabeza... ¡No! ¡No lo hagas! ¡No me eches del taxi!

-Bájate-. Detrás de Denis, sonó débilmente una voz fría. La voz familiar hizo que la columna vertebral de Denis se endureciera al instante.

Había un toque de calor y sequedad en esta noche que incluso fue suavizado por esta repentina voz.

No, no regreses a ver... Si no lo miras no pasa nada...

-No me hagas decirlo una segunda vez. Denis, sabes lo mal que acabarás si me haces enfadar- La voz detrás de ella era aún más inhumana.

La cara de Denis instantáneamente se volvió pálida... ¡Sabe! ¡Obviamente lo sabía! ¡Cómo no iba a saberlo!

Así que, conteniendo su miedo, se dio la vuelta lentamente.

El hombre estaba de pie a dos o tres metros fuera del taxi, bajo el farol de la calle, tenía un cigarrillo encendido entre sus dedos, dando una calada, el humo blanco se enroscaba cubriendo a medias el rostro perfectamente tallado de aquel hombre.

Bajo la tenue luz, Denis no pudo ver la expresión de Joaquín, pero él parado bajo el farol extendió su mano hacia ella y le hizo una seña -Ven aquí-.

La voz grave era tan hermosa y atractiva que cualquier mujer al escucharla quedaría hechizada y enloquecida.

Pero, esta voz en los oídos de Denis, ¡era como si se tratara de un demonio infernal!

No quería acercarse, en absoluto, pero no se atrevió a desobedecer, como si sus pies tuvieran conciencia de sí mismos para salir del taxi, Denis se movió con lentitud hacia el hombre bajo la farola.

El hombre frunció sus hermosas cejas, sus ojos recorrieron las piernas de Denis, y luego se posaron de nuevo en el rostro de Denis, con una risa ligeramente sarcástica -¿Esto tiene sentido? La astuta, calmada y capaz Señorita Denis Alonso, ahora sólo sabe actuar con lentitud intencionalmente para ganar tiempo?-

La respiración de Denis se detuvo, y sus dedos pellizcaron ferozmente la carne de sus muslos ... Sabía que Joaquín estaba convencido de que ella era lenta para reaccionar porque quería ganar tiempo deliberadamente.

A ella le gustaría que realmente fuera como lo que él dijo, que ella sólo estaba ganando tiempo.

Pero... ¡La verdad!

Apretando los dientes, Denis aceleró el paso y sintió un dolor familiar, Denis se pellizcó a sí misma con fuerza.

El hombre bajo la farola de enfrente al ver su paso acelerado, las comisuras de su boca se levantaron ligeramente... Así es, así es como los juguetes deben de comportarse.

Extendiendo una mano para rodear a la mujer que está frente a él, Joaquín exhaló la última bocanada de humo, sin mirarlo extendió su mano con la colilla de cigarrillo tras él, alcanzando su espalda, inmediatamente un subordinado tomó la colilla terminada de la mano.

En el siguiente segundo una gran palma agarró su barbilla provocándole a Denis un gran dolor en el mentón.

Joaquín agarró la barbilla de Denis y la hizo oscilar de un lado a otro varias veces, con su aguda mirada apreciando detalladamente la vergüenza de ella.

-¿Desde cuándo la altísima Señorita Denis se ha vuelto ya tan tímida y cobarde como para ser humillada por un pequeño taxista como para seguir admitiendo sus errores uno tras otro sin ninguna dignidad?-

El cuerpo de Denis se estremeció y dijo -¿Enviaste a alguien a seguirme?-.

-Ah, no has sido tan tonta-.

La expresión de Denis era extremadamente infeliz, y de repente con una risa silenciosa y trágica... Dijo, ¿cómo pudo Joaquín dejarle ir tan fácilmente?

De repente, giró la cabeza, miró hacia el taxista y dijo lentamente -Señor, ¿No que me preguntaste que es lo que he robado como para que me persigan hasta no tener lugar donde ir?-. Lentamente cruzó la mirada con el taxista.

-La vida, robé la vida de una mujer, yo maté a la mujer que él más amaba-, Denis señaló lentamente a Joaquín, y luego se señaló lentamente a sí misma, -Mi mejor amiga-.

Su discurso era tan lento y pausado que hizo que todos los presentes sintieran que no estaban frente a una joven veinteañera, sino más bien frente a una anciana, una “anciana en su ocaso”.

A Joaquín le disgustó tanto esta sensación que se enfadó, agarró la mano de Denis y la empujó hacia su coche.

Denis gritó de repente -¡Espera, mi dinero!- Cuando ella tuvo la oportunidad de escapar “corrió” hacia el taxista, supuestamente “corriendo”, pero en realidad a los ojos de todos caminaba sólo un poco más rápido que una persona normal.

Estaba a punto de acercarse al taxi cuando un largo brazo le rodeó la cintura -¡Mi dinero! Sin dinero, ¿cómo puedo...?-

-Sin dinero, ¿cómo puedes escapar?- En su oído, una voz fría interrumpió las palabras de Denis y la interrogó fríamente -¿Es así cierto?-

Denis se congeló... ¡No! ¡Claro que no! ¡Quería dinero, mucho, mucho dinero, iba a pagar sus deudas, a cumplir una promesa... Su dinero! ¡Su sueño en Mar Fresco! ¡Su promesa!

-¡Suéltame! ¡Dinero!-. Denis forcejeó, gritando hacia el taxista hasta quedar ronco -¡Devuélvame mi dinero!-.

-Oye, tú me diste el dinero, ¿Cómo puedes recuperar lo que le diste a alguien?- Por supuesto, el taxista no quería perder lo que ya había conseguido, de todos modos, esta loca había matado a la mujer de ese poderoso hombre y no acabaría bien. No tendría por qué preocuparse de ella.

-¡Devuélveme mi dinero!- Los ojos de Denis se enrojecieron. -¡Te lo suplico! Por favor, devuélveme mi dinero. ¡Sin dinero! ¡Sin dinero! Cómo voy a llegar hasta allí-. Denis suplicó con tristeza e inferioridad.

¡Joaquín se enfureció!

¡No podía creer que esta persona frente a él, era todavía Denis!

En sus memorias, la mujer que le había declarado audazmente su amor, tras ser rechazada por su fría actitud, levantó su delicada barbilla en alto y le dijo -Jimena es ciertamente buena, pero no es adecuada para ti, una mujer digna de Joaquín García debe ser más segura y poderosa, como yo-.

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