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Capítulo 4. Mate

Abro los ojos, qué hora debe de ser miró el reloj, son las doce. Cierro los ojos de nuevo y me doy la vuelta. Espera he dicho las doce.

Me levanto de un salto...

Me aseo, me visto y salgo disparada a la cocina.

- donde vas tan deprisa? Pregunta mamá.

-Llegó tarde muy tarde mamá.

-A donde hoy es domingo.

Que desastre, he corrido tanto para nada. Sin saber porque comienzo a reír.

Las chicas me han escrito varios mensajes, estaban preocupadas por reacción de ayer. Me pidieron hasta perdón.

Pobres si ellas no me hicieron nada. Les dije que no había nada que perdonar que nos veíamos en clases. Claro esto antes de darme cuenta de hoy era domingo y no lunes.

Hemos comido un guiso nuevo de mamá, hemos estado arreglando el jardín y nos hemos visto una peli super empalagosa.

-Estoy aburrida voy a salir- digo cogiendo mi gran libro.

- muy bien, no llegues tarde dice mamá.

Estoy en mi nuevo lugar favorito, tengo mi libro entre las piernas. Todo es tan bonito se respira tanta paz.

Me dispongo a abrir mi libro cuando notó que hay una persona parada delante de mí.

- Amalia, que lees? Dice Robert intrigado.

- yo, yo... Le muestro la portada del libro.

Me dispongo a salir corriendo. El lo nota, se interpone en mi caminos.

- por favor, no salgas corriendo, no te quería asustar. No te vayas por favor. Déjame contarte y no te molestare más. Dice con una mirada cargada de pena.

-Esta bien digo casi en un susurro.

-Podemos hablar mientras damos un paseo no creo que sea correcto que nos puedan ver a solas.

Me levanto del banco y me situó a su lado. No sé porque extraña razón me siento segura a su lado.

Avanzamos sin decir palabra. Hay un silencio incómodo entre nosotros. Creo que no sabe cómo hablar conmigo por una extraña razón parece que le pongo nervioso.

A mi mente llega cuando escuché decirle a Ingrid mate y si no era a ella a quien se refería.

No seas tonta e imagines cosas. Digo para mi.

- ehh.. eh siento haber salido corriendo ayer, tu no tuviste la culpa. Me sentí avergonzada y mi autoestima se desplomo.

Digo avergonzada sintiendo como mis mejillas adquieren un color carmesí.

Él me mira fijamente, veo como sus ojos cambian un par de veces de color. Ahora están verdes de nuevo, esos ojos verdes me hacen perder la razón.

Pero que me pasa con este hombre, porque me siento así. Esto nunca me había pasado.

- Amalia dice mientras mira mi libro para después preguntarme. - sabes lo que soy? Dice con la voz más sexy que oído en mi vida.

- si, creo que eres un hombre lobo? Digo algo nerviosa.

- No me tienes miedo?

- No, acaso debería. Pregunto confundida.

No, claro que no, yo nunca podría hacerte daño. Dice suspirando.

- soy tu mate? Digo sin pensar.

Él me mira sorprendido, creo que lo he dejado noqueado. No se esperaba que yo fuera a decir esto y para ser sinceros yo tampoco.

- como sabes tú eso? Pregunta curioso.

- bueno... Yo.. te escuché decir esa palabra cuando hablabas con Ingrid, y luego vi lo de tus ojos. Pensé que eras diferente como ellos y busque en el libro que mi madre me dio.

-Además de preciosa también eres muy curiosa.

Yo solo sonrió.

- que sabes de los mates? Me pregunta.

Le explicó todo lo que leí, y cuando llegó a la parte del rechazo veo que su cara palidece.

-Ya veo que lo sabes casi todo, dice mirando al cielo.

- bueno más o menos todavía no termine de leer el capítulo.

Hemos caminado tanto que no se dónde estamos, solo veo una casita de madera se ve pequeña pero es bonita como mi casa.

- te importaría pasar? Estamos en la puerta de mi casa.

-Bueno, respondo la verdad es que estoy cansada. Y no creo que me vaya hacer nada si quisiera hacerme daño ya lo habría hecho. Trato de convencerme a mi misma.

Me indica que me siente en el sofá y yo obedezco. Pero desde cuando fui tan sumisa. Digo para mi.

- esto no me lo esperaba, nunca pensé que sucedería así. Dice mientras tapa sus ojos con una mano.

Yo solo me mantengo en silencio.

- El día que llegaste a clase, antes de que entraras comencé a sentir un aroma, un aroma tan delicioso que me estaba volviendo loco. Cuando entraste a clase a penas me pude contener, solo quería hacerte mía!! Perdóname por la expresión. Mi lobo tomo el control por esos mis ojos se vuelven dorados. Sin tan solo fueras como yo, todo sería más fácil. Suspira cuando dice esto último.

- porque no es fácil? Pero porque pregunto eso, de verdad estoy interesada en el?

- las mujeres lobo, cuando cumplen dieciséis alcanzan la mayoría de edad en cambio tu todavía no has obtenido la tuya. Además si obviamos el hecho de que soy tu profesor. Su mirada está triste

- ahora que lo sabes todo, me vas a rechazar?

No he pensado en eso, pero creo que no. No me gustaría que murieras por mi culpa. Digo tímidamente.

Veo como sonríe

- puedo preguntar? Me gustaría saber unas cosas sobre ti. El asiente

- está bien, primero a que huelo? Por dios que no diga algo malo digo para mi. Y segundo cuantos años tienes?

- hueles campo, a lluvia!! Tengo 25 años. Veo como se acerca a mí, se pone de rodillas, coge mis manos entre las suyas. Siento como mi corazón quiere salir de mi pecho.

- Amalia, aceptas ser mi mate, mi compañera, mi pareja eterna destinada por la luna mi otra mitad?

- si, digo casi en un susurro.

Sonríe, su cara está tan cerca de la mía. Me va a besar...

En un instante está a dos metros de mi, pero porque no me ha besado. Creía que le gustaba que he podido hacer mal.

El se da cuenta de la cara que tengo, se acerca un poco a mi , pero no demasiado.

- Amelia, quiero hacer las cosas bien, no te puedes imaginar lo que me está costando controlarme no sabes cómo te deseo.. dice con los ojos encendidos

Me arden las mejillas, lo ha dicho me desea.

- vamos es tarde, te acompaño a casa. Dice mientras me coge de la mano.

Hace un rato vimos a una pareja y soltó mi mano, cuando se cercioro de que no había nadie la volvió a coger.

El camino se hizo tan corto. Me siento tan bien a su lado. Estamos en la puerta de mi casa.

- es hora de que marchar. Mañana te veo en clase.

Me acerco a él, y le susurró al oído. En dos meses cumplo 18 y en tres termino las clases. Antes de apartarme de él. Dejo un beso rápido en su mejilla. Y salgo corriendo a casa.

- Y  esa cara? Tu estás enamorada dice mamá sonriendo.

- yo..., Yo...

- no hace falta que digas nada, no me diré nada a tu papá. Dice con una sonrisa aún mayor.

Ya he cenado, y me encuentro en la cama curioseando en el móvil.

Bip, bip

Suena un mensaje

Desconocido: ya te hecho de menos!!

Agregó su número y le pongo señor X

Contesto:

Amalia:  solo hace unas horas que nos vimos.

Señor X: tus palabras y tu beso, me hicieron entrar en calor.

Ya estoy colorada otra vez.

Amalia: solo fue un beso casto y por cierto me gusta tu olor. Hueles muy bien.

Señor X: Amalia no sigas por ahí, no soy de piedra.

Amalia: el lobito me quiere comer!!

Señor X: el lobito te quiere desnudar, lamer tus pechos, emborracharse de tu aroma, saborear tu sexo. Adrentarse dentro de ti. Hacerte suplicar por recibir más placer...

Amalia: le dejo señor lobito con la mente caliente, todavía soy pequeña para estas cosas.

Lobito: en dos meses no!! Descansa bebé y espero que sueñes conmigo

Pero que estoy haciendo!! Yo nunca había hablado así, y las cosas que me dijo sentí corrientes por mi cuerpo y mi centro se contrajo.

Esta noche como voy a poder dormir, esos ojos verdes me atormentan ese cuerpo musculado, esos labios carnosos que tanto deseo que me besen mientras pienso en él, me quedo dormida.

Suena el despertador, enserio ya!! No puede ser parece que me acabará de quedar dormida.

Me arreglo y desayuno hoy voy sola a la escuela papá tuvo que salir antes al trabajo. Hubo algún tipo de problema en la central.

Entró a clase, saludo él me sonríe y me indica que tome asiento. Aquí somos alumna y profesor.

Son las tres las horas pasaron volando.

Voy de camino a casa y recibo un mensaje.

Bip, bip

Lobito: en el parque a las cinco tú ya sabes donde

Amalia: ok

Estoy nerviosa no lo puedo evitar.

Estás dos horas han tardado en pasar.

Llegó al banco que hay enfrente del lago pero no está aquí, hay un papel en su lugar.

Es un mapa, pues nada que comience la búsqueda. Digo mientras comienzo a reír.

Ya he llegado, no me ha costado mucho gracias a que papá me enseñó un poco de cartografía.

Estoy en la puerta de su casa. Lobo malo digo para mí.

Entró a la casa, él me espera de pie en la puerta, tiene una gran sonrisa y una rosa en la mano.

- bienvenida bebé!!

Me acerco y dejó un beso sobre su mejilla, mientras me dirijo al sofá.

Soy girada de golpe, sus labios están sobre los mios, no se muy bien que debo hacer sigo sus pasos y abro mi boca nuestras lenguas chocan, pelean.

Corrientes vuelven a atravesar mi cuerpo y se concentran en un punto, noto presión y siento como se contrae mi centro. Nos separamos cuando ya nos falta el aire. Estoy acalorada.

Mi primer beso!! Digo para mí

Me siento encantada.

- que fue de la regla de no besarse. Digo mirándole a los ojos.

- Las reglas han cambiado, ahora se permiten los besos. Además tú empezaste. Dice sonriendo.

- yo solo te di un beso casto. Digo entre risas.

Me empiezo a enroscar un poco de cabello entre los dedos y muerdo mi labio inferior, siempre lo hago cuando estoy nerviosa.

- Amalia para!!

- pero porque? Pregunto mientras sigo haciendo lo mismo.

- no hagas eso, no tientes tu suerte el lobo te quiere comer. No sabes el esfuerzo que estoy haciendo por controlarme. Dice mientras sus ojos cambian de verde a dorado.

Pasamos la tarde abrazados, llenándonos de besos. Puedo notar como está excitado. Llevo rato notando un bulto duró en su pantalon está justo sobre mi sexo. Eso me tiene nerviosa, noto demasiada presión sobre mi sexo. Y estoy bastante mojada. Nunca me había pasado esto.

Se levanta de golpe, y sale hacia el baño sin decirme nada. Escucho el agua correr. Habré hecho algo mal? Me pregunto, igual no le gustan mis besos porque soy inexperta me pregunto.

Lo veo salir goteando del baño, solo lleva puesta una toalla anudada en la cintura.

Mis ojos se van a salir de mis órbitas. Que cuerpo que músculos que abdominales. Noto mis mejillas arder.

- Hice algo mal, puedo no besar bien, pero puedo aprender. Digo avergonzada.

- hay bebé, que inocente eres mi amor, lo has echo perfecto no podría estár más feliz.

- entonces porque parastes y te fuistes. Pregunto confundida.

- soy un hombre, no soy de piedra!! Me ha costado mucho parar eso no lo dudes. Si no paraba en ese momento te habría echo el amor por horas. Me fui porque necesitaba enfriarme.

Mi cara debe de estar roja. No sabía que me podía sentir así. Me queda mucho por aprender.

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