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Capítulo 3

POV ZAHIRA

He pasado casi una semana encerrada en la habitación que me designó mi hermana durante mi estadía, mi depresión va en aumento después del día que me enteré que Edward se casaría, dos lágrimas traicioneras abandonan mis ojos y ruedan por mis mejillas mientras lloro con amargura, no entiendo como aún puedo querer tanto a un hombre tan hijo de puta como lo es él. No entiendo como mi corazón aún sigue latiendo por el desgraciado que me hizo tanto daño.

Suspiro tratando de calmar mi llanto y tomo el último pañuelo de la caja, lanzó la caja al rincón en donde hay seis más vacías y sacudo mi nariz que ya me arde de tanto llorar, arrugo el pañuelo y lo coloco junto a los otros que yacen esparcidos en la cama.

—Zayi. ¿Cómo te encuentras hoy? —pregunta mi hermana del otro lado de la puerta mientras le da pequeños toquecitos.

—Ya déjame en paz Cassy. ¿Acaso no entiendes que quiero estar sola? —escupo deprimida, de verdad no quiero que nadie me moleste, pero ella parece no entenderlo.

—Zahira, pero nuestro padre está al teléfono y está es la tercera vez que llama hoy, eso sín contar las que no has querido hablar con el.

—¡Dile que no me joda...! No soy una niña a la que tenga que estar monitoreando —grito cabreada entre berridos.

—¡Se acabó! ¡Ya basta! —grita mi hermana irritada y escucho como se alejan sus pasos.

Me acurruco aún más entre las sabanas y cuando pienso que me a dejado en paz, Cassy abre la puerta de par en par sosteniendo unas llaves en sus manos, tiene el rostro enrojecido y la vena frontal sobresalta a la vista, sus respiración es agitada y los orificios de su nariz se amplían con cada exhalación.

MIERDA...ESTÁ CABREADA...¿PERO QUE CREES? YO LO ESTOY MÁS.

Verla asi tan enojada me hace recordar a mi madre cuando se enoja, ella es su vivo retrato.

—Ten —me tiende su teléfono móvil y yo niego—. No te comportes como una maldita niña malcriada y tómalo ya —grita haciéndo que se me erice cada vello de mi piel.

Carajo...sin dudar su temperamento es igual o peor al de mi madre, pero que no se le olvide que yo también soy la hija de la misma mujer que la parió y sin duda mi carácter es más fuerte por la combinación explosiva que hay en mi sangre.

—Ya dije que no me da la puta gana de hablar con nadie —grito de igual forma.

—Zahira Marie Moftafard Monroe —escucho a mi padre regañarme al otro lado de la línea y yo cierro mis ojos con fuerza por mi imprudencia.

¿ACASO LA VIDA NO ME PUEDE DAR TREGUA?

—Esas no son formas de expresarse señorita y menos cuando se trata de alguien  como tú —agrega molesto.

—Papá yo...

—Pero nada —replica con dureza—. Ahora dime. ¿Por qué te comportas de esa forma? Tengo varios días tratando de comunicarme contigo para saber cómo estás y lo único que recibo es rechazo por parte de mi niña —lo último lo dice en tono lastimero y eso me afecta.

Lo menos que quiero es decepcionarlo y menos cuando el ha sido el padre que es conmigo.

—No me pasa nada papá...estoy bien —aseguro pero las lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas otra vez y trato de controlar el tono en mi voz para no escucharme afectada.

Doy gracias de que mi padre no esté aquí vienendo lo destrozada que estoy, no dudaría en mover cielo y tierra con tal de verme feliz, pero en estos momentos no me apetece que cumpla cualquier capricho que se me ocurra y en caso de tal que quisiera de igual manera el no podría darme lo que quiero.

Mi hermana se mantiene en silencio sentada a un lado de la cama junto a mi apretando mi mano para darme fortaleza.

—¿Nada? —I quiere con duda—. ¡Por Allah Zahira! Llevas una semana encerrada en una habitación. ¿Y me dices que no te sucede nada? —recalca.

Miro a mi hermana de forma asesina y ella levanta sus manos en señal de rendición.

—Hasta pensé en irlas a ver, creo que eso será lo mejor; que vaya y me asegure que todo este bien.

—No papá —suelto casi en un grito colocando a raya todo temblor en mi voz, es lo que menos quiero en este momento—. No es necesario, ya te dije que estoy bien, solo fué un poco de melancolía porque los extrañaba mucho —miento y mi hermana es ahora la que me mira con mala cara—, pero con tu llamada ya quedo más tranquila.

Mi padre se queda en silencio por un momento y sé de sobra que no se a tragado mi historia. Ruego mentalmente en que ya no insista en venir y para mi sorpresa así lo hace.

—Está bien Zahira, pero si llegas a necesitar algo sabes que puedes llamarme a mi o a tu madre a cualquier hora.

—Si papá está bien, adiós —le digo y cualgo sin darle la oportunidad de que diga algo más.

Elevo mi mirada hasta mi hermana y la miro con ganas de torcerle el cuello.

—No puedo creer que le hayas ido con el chisme a papá —le reclamo a Cassy.

—No Zahira. Él llamó y no le pude ocultar la verdad. ¿Sabes lo astuto que es? Pareciera como si intuyera que algo te esta sucediendo.

—Ya...como sea, ahora salte y déjame sola.

—Zayi no puedes seguir aquí echandote a morir por un hijo de puta que ni se acordará de tu existencia.

AUSH...UNA DAGA EN LO MAS PROFUNDO DE MI CORAZÓN.

La miro con ganas de matarla pero aún así no se detiene.

—Tienes que avanzar, él no lo vale y lo peor es que tu lo sabes, pero eres tan terca que no te resignas a perderlo y te empeñas en aferrarte a un recuerdo de algo que solo fue una mentira —es verdad lo que dice y es eso lo que precisamente me molesta más.

Mi hermana me abraza, pero yo no le correspondo el abrazo, se levanta de la cama y camina hacia la puerta para salir.

—No te puedes quedar encerrada todo el mes aquí —me dice antes de salir—. Daniel te dejó el pase VIP que te prometió —agrega colocando una pequeña tarjeta dorada sobre el mueble que hay recostado a la pared, me acuesto en la cama de nuevo dándole la espalda y solo siento la puerta cerrándose.

Cassy tiene toda la razón y odio que la tenga, no puedo seguir aquí muriendome por alguien que se casará con otra persona, quito las sabanas de un tirón y camino hacia el mueble en donde está la invitación, la tomo entre mis manos y la detallo, paso mis dedos por el relieve de las letras negras y me decido a ir a la exposición que habrá hoy  a las ocho de la noche.

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