Capítulo 6
Donna.
Apenas terminé de empacar mis cosas con la ayuda de mi amiga, nos fuimos corriendo hacia el auditorio, ya que se nos estaba haciendo tarde; había olvidado que nuestro cuarto estaba en el tercer piso, no me quiero imaginar cómo están los del cuarto piso. Mientras corríamos, podía sentir como mi mochila rebotaba contra mi espalda y las cosas que tengo adentro se sacudían con violencia, como extrañaba eso.
Mientras avanzaba, más nerviosa me ponía, al punto que las palmas de mis manos no me dejaban de sudar y me las tenía que secar en mi pantalón, un nudo horrible se formó tanto en mi garganta como en mi estómago, hasta ahora me doy cuenta de lo realmente nerviosa que estaba, incluso tengo ganas de llorar. Mis malditos nervios me engañan, haciendo que mi mente se ponga en blanco, mis labios tampoco paran de temblar, estoy hecha un desastre en estos momentos.
Estando parada frente a la puerta del auditorio, me mordí el labio inferior con fuerza y me puse a temblar como una gelatina en mi lugar, trabada de dar un paso al frente, pero no podía... estoy aterrada y no quiero entrar, al parecer, mi mamá tenía razón, todavía no estoy lista para enfrentar este desafío, Karla al ver mi estado, me toma de la mano y la aprieta con suavidad, volteo a verla asustada y ella me dedica una enorme sonrisa.
—Tranquila cari, todo va a estar bien… vamos.
Una pequeña sonrisa se ha dibujado en mis labios al escuchar sus palabras; cari es el apodo que me puso desde que éramos niñas, en una abreviación de “cariño”. Asiento con la cabeza y entramos, tengo la vista puesta en el suelo, no me atrevo a levantarla; después de lo sucedido con Rowan, Bianca me empezó a hacer la vida miserable, diciéndome que era una puta cualquiera, una ramera que no significaba nada para mi ex y que lo mejor era que me muriera, no entiendo porque se ensaño tanto conmigo, no era mi culpa que Rowan se me haya declarado y si tanto le gustaba, podía terminar con su novio e ir con Rowan cuando él todavía estaba soltero, porque lo último que supe de él es que tenía novia, aunque eso no le impedirá tener una aventura con Bianca, la verdad.
Con la guia de mi amiga, encontramos unos lugares para luego sentarnos y poner las mochilas debajo de nuestros asientos, atisbo la mirada hacia el frente y veo que el profesor no ha llegado, tomo una gran bocanada de aire y miro por encima de mi hombro, puedo notar que hay pocos compañeros, la mayoría de ellos están viendo unas cosas en sus teléfonos.
Un barullo hace que regrese la vista a la entrada del auditorio y veo como entran varios alumnos con la chaqueta del equipo de futbol americano, el que va enfrente es Adrián, el típico chico popular con la sonrisa encantadora que podría hacer que cualquiera caiga a sus pies, a su lado está su novia Bianca, su cabellera rubia hace resaltar su belleza y ni se diga de sus ojos verdes, detrás de ellos viene el resto del equipo, todos o al menos la mayoría de ellos son atractivos y vienen acompañados del equipo de porristas, nada fuera de lo normal.
Miro de reojo a mi acompañante, que tiene una expresión de fastidio y aburrimiento al verlos entrar en la sala, no pude evitar reírme por la expresión de su rostro, parece que no era lo que esperaba.
—Pfff… yo esperaba que fueran los chicos nuevos— Murmura entre dientes.
El equipo de guapos huecos y sin cerebro se sientan en la parte de en medio ocupando casi todos los asientos. Adrián se sienta a lado de mí, afortunadamente un amplio pasillo nos separa además de dos asientos vacíos, pese a que está algo lejos de mí, su perfume golpea mi nariz, es bastante fresco y masculino, pero eso no evita que piense que usa demasiado. Un pequeño estornudo se me escapa.
No pasa mucho tiempo cuando el resto de compañeros entran al auditorio y van tomando asiento y pese que han entrado varios alumnos, aún quedan muchos lugares vacíos, pero casi no se nota. Al poco rato entra el profesor, pone su maletín sobre el escritorio y saca varias hojas, nos mira de reojo y al verme me hace una señal con la mano para que me acerque; si antes estaba nerviosa, ahora estoy peor, siento que el mundo me da vueltas y me dieron unas ganas terribles de vomitar.
Al ver que el profesor ha llamado a alguien en específico, mis compañeros me voltean a ver, algunos me miran con cierto asombro y otros curvan los labios y regresan a sus asuntos, trago saliva con dificultad, no puedo dejar de jugar con mis manos mientras me levanto de mi lugar y camino hacia el profesor.
—Donna, es bueno verte de regreso y de que te encuentres bien.
—Gracias profesor, también me alegro volver.
Me entrega un examen de cuatro hojas, tiene ejercicios en ambas partes de la cara de la hoja, abro los ojos de par en par mientras reviso el examen; ¡Por Gaia! Es demasiado, espero poder terminarlo a tiempo, menos mal que tenemos tres clases seguidas de algebra. Un pequeño suspiro se me escapa de forma inconsciente.
—Ve a los asientos de atrás y cuando termines puedes volver a tu lugar.
Hago un ligero movimiento de cabeza dándome media vuelta, regresando a mi lugar sólo para buscar mi lapicera e irme a los asientos de atrás. Antes de alejarme, Karla me aprieta levemente del brazo y me da palabras de aliento, le dedico una enorme sonrisa para después asentir con la cabeza con mucho entusiasmo, de verdad, sin ella aquí, no sabría cómo afrontar todo este problema. Con los ánimos subidos me voy a hacer mi examen.
Durante mi prueba, el profesor da su clase con total normalidad, de momentos atisbo la mirada al frente para ver a mis compañeros o para ver la pizarra y entretener por unos instantes mi cerebro, que de los nervios no puedo concentrarme del todo.