Capítulo 10
Mi amiga suelta un chillido de alegría, me toma del brazo con fuerza para luego sacudirme con algo de brusquedad, la miro de reojo y puedo ver como sus ojos brillan con intensidad, una sonrisa tonta se dibuja en sus labios, tiene la expresión de una niña que está dentro de su tienda favorita. Su apretón es bastante fuerte al punto que me la ha entumido.
—¡Seguro, si! — Grita cerca de mi oído, su voz se volvió chillona. —Es difícil encontrar el laboratorio ya que no está en este edificio, está en el de enfrente… el de la izquierda…
Me voltea a ver al darse cuenta de que no se acuerda exactamente donde está el edificio donde se encuentra el laboratorio y me sorprende bastante que no lo recuerda, lo peor es que yo llevo un año y medio ausente de la escuela y todavía recuerdo como llegar al laboratorio. Me reí un poco del despiste de mi amiga.
—¿O era el de la derecha? — Susurra suavemente.
—Está saliendo de este edificio a mano izquierda, cerca del campo de futbol americano— Le contesto entre risas.
—¡Eso!
Me río por su reacción, parece una niña viendo a su amor platónico; Karla suele ser una chica bastante extrovertida, pero cuando se acerca un chico que le gusta, se desploma y se vuelve tímida en un parpadeo... es... extraña, pero eso es parte de su encanto, de eso no hay duda alguna.
—Por cierto… es extraño referirse a ustedes como… los chicos nuevos.
—Mil disculpas, me llamo Reese.
El chico de los ojos dorados se presenta de una forma amable, muy diferente a como se comportaba antes, espero que se haya dado cuenta de que no represento una amenaza para nadie. Miro de reojo a todos y veo que visten de una forma bastante casual, les sienta bien.
Reese presenta a sus amigos, no voy a negar que ellos son bastantes guapos y sus ojos son de unos colores preciosos, pero Reese... él definitivamente está a otro nivel y el tono de su piel morena le da un toque exótico a ese hombre, cualquier chica estaría encantada de derretirse en su pecho, sin duda alguna.
—Un gusto— Decimos al unísono.
—Bueno, vamos… que, si la maestra Letta llega antes que nosotros, no nos dejará entrar
Mientras avanzamos por el pasillo, rebusco con desesperación y no encuentro mis pastillas, esto me pone algo nerviosa, ya que sé que siempre debo cargarlas conmigo, pero por la prisa que tenía por llegar a clases se me ha olvidado guardarlas en la mochila. Al no encontrarlas a simple vista, me suelto del agarre de mi amiga y me agacho, hago como que sigo buscando dentro de mi bulto, de él saco un pedazo de gis rojo y dibujo un pequeño círculo con un diagrama en el suelo, luego un pequeño brillo emana de él y en un abrir y cerrar de ojos aparece mi frasco de medicamentos, lo tomo entre mis dedos y el circulo desaparece.
Me levanto de un salto de mi lugar y cierro mi mochila, le enseño a Karla el frasco y ella suelta un suspiro de alivio igual que yo; lo único que me gusta de mi linaje, es que puedo hacer magia y esto me ha ayudado en innumerables veces, como ahora, ya que, de lo contrario, tendría que ir hasta mi habitación y seguramente perdería mi clase.
Retomando nuestro andar, pero me dan ganas de tenerme cuando siento como Reese se acerca más a mí, al punto que puedo sentir el calor que emana su cuerpo... se siente tan bien que me dan ganas de acurrucarme sobre su pecho, pero esa sensación de confort se aleja rápido y es reemplazado por una de miedo y terror.
—¿A quién le robaste eso? ¿Crees que no me daría cuenta de tu pequeño hechizo? — Me susurra al oído de una forma amenazadora y ronca.
El tono de su voz me intimida bastante, pero a pesar del miedo que siento… no puedo evitar sentirme atraída por esa forma de hablar ya que es la primera vez en mi vida que escucho una voz así de varonil y ronca, presiento que Reese me va a traer problemas en el futuro, pero no puedo evitar sentirme atraída por el aura de poder y peligrosa que emana.
—Son mías, no se las robé a nadie— Refunfuño un poco enojada. —Si no me crees, mira.
De la forma más disimulada posible, le paso mi frasco de medicamentos con nerviosismo; desde que apareció Reese, no puedo dejar de estar nerviosa y eso me molesta bastante, me recuerda mucho a cuando conocí a Rowan.
—¿Medicamento para la depresión? ¿Ustedes se deprimen? Interesante.
—No te lo di para que vieras de que medicamento se trata, te lo di para que vieras que está prescrito para mí, que no se lo robe a nadie.
Le miro por el rabillo de mi ojo de forma breve y trato de tomar el frasco de pastillas, pero él juguetea un poco conmigo, haciendo que mi mano termine por tocar su entrepierna; debo admitir que es bastante... grande y eso que no está erecto. Asustada aparto la mano enseguida, puedo sentir como mis mejillas se ponen calientes, seguramente debo tener la cara completamente roja de la vergüenza.
—Tranquila… que estamos frente a medio campus, pero si quieres… podemos vernos a solas en otro lugar— Dice entre pequeñas risas.
Nuestro pequeño alboroto llama la atención de mi amiga, que al ver mi rostro rojo me pregunta si estoy bien, yo de forma nerviosa le contesto que sí y por alguna extraña razón asiento con la cabeza de forma enérgica, una vez que su curiosidad se ha calmado, volteo a ver a Reese con un pequeño puchero dibujado sobre mi rostro, él me dedica una sonrisa triunfadora y galante para luego entregarme mis pastillas; en estos momentos me pregunto si valió la pena pasar por esta bochornosa situación para recuperarlas.
Salimos del edificio y mi amiga me pregunta por mi hermano, Darren. Le cuento de forma breve lo que hablé con él y en medio de nuestra conversación, ella suelta un fuerte chillido ya que se ha acordado de algo, me toma del brazo y se cuelga de mí, haciendo que mi cuerpo se vaya para la izquierda.