*CAPÍTULO 5; ¿SE APROVECHÓ DE TÍ?*
Adeline terminó sus clases después de una larga jornada, debía preparar dos diseños para el día siguiente, lo bueno era que ya su mente estaba trabajando en lo que quería, sin duda diseñaría dos vestidos, uno rojo escarlata, con bordes dorados, y otro verde jade, con diseños en plateado, serían maravillosos. Hablaría con Henrry, el dueño de la cafetería para pedirle salir dos horas antes, con la promesa de reponerselas el día sábado, lo cual sería muy agotador, pero considerando que el domingo era su día de descanso, hacía que valiera la pena el esfuerzo.
Salió de la universidad y subió a su bicicleta, manejó tranquilamente hasta llegar al café, en donde de forma rápida se cambió su ropa por el uniforme; una linda falda tubo negra, zapatillas negra, una camisa manga tres cuartas color fucsia con el logo del café, y debía llevar su cabello atado en una cola alta. Lista para trabajar, salió a la barra.
—Adeline, debes prometer que me contarás todo sobre el chico de ayer, no puedo creer lo guapo que es y esos hermosos ojos, Adeline, que bello— le dijo Mary, tomándola de ambas manos y sonriendo.
—No hay mucho que contar, pero podemos hablar luego, me ocuparé de las mesas— se fue a hacer una ronda, recogiendo las mesas, limpiando y organizando todo, dejándolo dispuesto para los nuevos clientes. En cuanto tuvo el lugar dispuesto, atendió a dos clientes que acababa de llegar, tomó sus órdenes y fue a la barra, en dónde se encontró con Henrry.
—Querida Adeline, tan organizada y buena trabajadora como siempre— le sonrió.
—Hola Henrry, gracias. . . que bueno verte porque, necesitaba pedirte un favor.
—¿Qué sucede?— el hombre regordete la miró con cariño— ¿ Necesitas un día libre?, recuerdo que te debo uno, el de hace quince días.
—Ehhh, no, lo que necesito es poder irme hoy dos horas más temprano. Sucede que mañana necesito entregar dos bocetos a mi profesor de diseño, y como sabes. . .
—No es necesario que digas nada más, cariño, bien sabes que apoyo la educación de mi personal.
—Muchas gracias, Henrry— le sonrió con ternura— pagaré las dos horas el sábado.
—De acuerdo, de acuerdo— le palmeó una mano— esfuérzate, sé que tienes un brillante futuro por delante.
—Gracias, valoro mucho tus palabras.
La tarde avanzó con mucha rapidez, los clientes no dejaban de llegar y salir. En cuánto Adam entró a su turno unas tres horas después de ella, quiso acercarse para hablarle, pero ella se mantuvo amigablemente distante, preguntándole cómo estuvo su mañana en clases, y contándole de su día escolar, en cuanto tenía oportunidad se alejaba, era obvio que él no se sentía feliz de la manera en la que evitaba hablar sobre ellos, y como se comportaba como si nada hubiese sucedido entre ellos la noche anterior.
Ya caía la noche y se acercaba la hora de marcharse, cuándo al sonar la campanilla anunciando un nuevo cliente, se encontró con los ojos azules de Lucas, por un momento se quedó sin respiración, qué extraña sensación la que él provocaba en ella. Lucas, se sentó en una mesa junto al ámplio cristal que daba a la calle, ella se acercó con paso firme.
—Hola Lucas, bienvenido— le tendió la carta.
—Adeline, qué gusto verte nuevamente, vine rogando que no fuese hoy tu día de descanso.
—No lo es— le sonrió— por lo general descanso los domingos, aunque en ocasiones hay cambios y tomó un sábado.
—¿Nunca descansas entre semana?— le preguntó con curiosidad.
—No, a menos que lo pida con tiempo de anticipación— respondió sonriendo.
—Bien. . . ¿Tomarás un café conmigo hoy?— preguntó con una enorme sonrisa y sus ojos fijos en aquella tierna boca.
—Me encantaría pero no es posible para mí, al menos no hoy, de hecho me iré más temprano porque mañana tengo actividades importantes que entregar.
—Bien. . . creo que no es mi día de suerte, pero lo seguiré intentando— ella solo sonrió.
—¿Qué tomarás hoy?— le preguntó con amabilidad.
—Solo un moccachino. Muchas gracias, dulce Adeline.
—En seguida vuelvo— le dijo con una sonrisa.
La hora restante paso rápido, Lucas se mantenía en el lugar, había debido dos cafés más mientras tecleaba frenéticamente su laptop, con el rostro muy serio. Adeline terminó su turno y se despidió de Adam, quién quedó sorprendido de que ella se marchase antes, Mary le besó la mejilla asegurándole que se verían en la universidad al día siguiente. Ya se marchaba cuando Lucas la llamó.
—¿Lista para irte?
—Si, he acabado por hoy— le sonrió.
—Me gustaría acompañarte a casa, para asegurarme de que llegues bien— sus azules ojos fijos en ella, la llenaron de calor, ¿ por qué no?
—Bien— aceptó inclinando si cabeza— pero iré en mi bicicleta.
—De acuerdo— Lucas cerró la laptop, sacó un par de billetes que dejó sobre la mesa y salió tras ella, no sin antes percatarse de la fija mirada del hombre llamado Adam.
Adeline emprendió el camino, seguida del hermoso auto, al llegar a casa rápidamente subió las escaleras de la entrada cargando la bicicleta, escuchó como el auto se estacionó, como se abría y se cerraba la puerta del mismo, ella sacó sus llaves y abrió la puerta principal de su hogar, en el momento en el que él llegaba hasta ella.
—Sana y salva— le dijo sonriendo.
—Te agradezco mucho, Lucas, siempre es bueno saber que tengo compañía de regreso, en ocasiones las calles están solas y oscuras, aunque afortunadamente hoy aún es temprano.
—Es bueno escoltarte y saber que llegas bien, por cierto, pude haberte ayudado con la bicicleta.
—No es problema, siempre lo hago sola. . . eh, ¿Quieres pasar? — con aquello ponía en riesgo sus diseños pero, no podía evitar la tentación de tenerlo en su casa.
—No sé si sea correcto— se acarició la cabellera, en un gesto de duda— debes preparar tus actividades de mañana.
—Lo sé, aún así podemos tener una rápida conversación— le ofreció sonriendo, Lucas entró siguiéndola, maravillado del exquisito gusto en la decoración, no era nada extravagante, ni muy costoso pero en cada detalle se podía apreciar su buen gusto.
—Es un apartamento precioso.
—Muchas gracias— respondió ella sacándose los zapatos y quedandose descalza— lo siento— movió los dedos de sus pies— me agrada poder hacerlo, puedo descansar de los zapatos de uniforme.
—No debes disculparte— sonrió— estás en tu casa.
—Toma asiento— le indicó el sofá— ¿Quieres café, un chocolate caliente, té, una gaseosa, un jugo natural. . . ?
—Creo que un chocolate vendría genial para el frío— asintió con un gesto de su cabeza.
—Estoy completamente de acuerdo— ella caminó hacia la cocina y él la siguió sentándose en el taburete frente a la pequeña isla que separaba el lugar.
—Adeline. . .
—¿Si?— preguntó distraída.
—Quisiera hacerte una pregunta, pero no quiero pecar de indiscreción.
—¿Qué sucede?— se giró hacia él— puedes preguntar lo que sea— le aseguró.
—Adam. . . el mesero, ¿.es realmente solo un amigo?— ella frunció el ceño— no me malinterpretes, es solo que es muy evidente su molestia al verme cerca, no puede discimular su mal humor cuando llego a la cafetería, y por si fuese poco, cuando nos ha visto salir. . . él ha puesto muy mal gesto. Quiero saber qué terreno estoy pisando— se miraron fijamente a los ojos.
—No miento cuando digo que somos amigos. . .
—Él tiene un enorme interés en ti— le dijo serio.
—Lo sé, Lucas, digamos que. . . es algo difícil— parpadeó un par de veces con mucha rapidez— Adam es mi amigo desde hace un par de años, pero también es mi ex pareja.
—Eso lo explica todo— sonrió irónico.
—Fue un error, nunca debimos mezclar sentimientos.
—En algunas oportunidades funciona— aseguró.
—No en nuestro caso— suspiró— durante el tiempo de amistad, Adam era muy cercano pero nunca dejó entrever sus sentimientos, yo no soy muy tolerante a la bebida, y durante una fiesta ambos bebimos mucho— presionó los labios con fuerza— me quedé en su apartamento por cuestión de distancias, ninguno quería manejar de madrugada estando ebrios.
—Es la decisión más inteligente que puede tomarse en esos casos.
—No lo sé. . . en cuanto estuvimos solos comenzó a confesarme todo lo que sentía por mí, a besarme. . .
—¿Se aprovechó de ti?— Lucas frunció el ceño con enojo.
—No, claro que no, yo. . . terminé deseándolo, supongo que el alcohol ayudo un poco. . .
—Eso suena a qué se aprovechó de ti— repitió.
—No me obligó a nada— aseguró— También fue mi decisión. Lo difícil llegó después. . . cómo amigos, somos los mejores, cómo pareja. . . somos un desastre, así que decidí cortar por lo sano aunque él no estuviese de acuerdo.
—Creo que seguirá insistiendo— sonrió— y lo sé, porque si yo estuviese en su lugar, no dejaría de insistir jamás— la miró con intensidad, su mirada fija en sus hermosos ojos verdes, que luego se deslizó hasta su sensual boca. . . llena, carnosa, de apariencia suave.
—De nada vale insistir, nosotros. . . no podría funcionar.
—¿Por qué?, me intriga saberlo.
—Seré sincera contigo. . . Adam y yo, nos llevamos muy bien en. . . en la cama, fuera de ella, solo volvemos a ser buenos amigos, no puedo quererlo como él lo merece.
—¿Alguna vez has estado enamorada?— le preguntó él con curiosidad.
— No, a la fecha sólo he tenido una relación y nada tuvo que ver el amor en ello.
—Y dime, ¿te gustaría enamorarte?
—Me encantaría— sonrió— no es que sea una romántica empedernida ni nada por el estilo, pero si creo que enamorarse debe ser. . . fantástico. ¿ Y tú?, ¿ Haz amado alguna vez?
—Nunca, lamentablemente, aunque también soy de los que cree que el amor es la fuerza más poderosa del mundo, yo si soy un romántico nato— sonrió encogiéndose de hombros.
—Eso es agradable, no he conocido hombres realmente románticos.
—Me encantaría ser romántico contigo— dijo mirándola con intensidad y Adeline sintió como repentinamente se quedaba sin respiración.