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*CAPÍTULO 4; NO SE REPETIRÁ*

Tiempo después cuándo ya estuvo un poco más recuperada de los espasmos que recorrían su cuerpo, Adeline se alejó de él, en cuanto se movió y Adam salió de ella, no pudo evitar un pequeño gemido, la sensación de llenura se había ido, dejándole un pequeño vacío. Él seguía con los ojos cerrados, transportado a su mundo de éxtasis, disfrutando de la sensaciones agradables que recorrían su cuerpo. Ella tomó su ropa y se vistió rápidamente, cuando él abrió los ojos, ella lo miraba fijamente, con mucha seriedad.

—¿Estás bien, Adeline?— le preguntó cariño.

—Lo estoy— se pasó las manos nerviosas por el largo cabello.

—¿Qué ocurre?— preguntó con el ceño fruncido.

—Debes irte, Adam.— dijo firme.

—Pero. . . Adeline. . . — la miró con los ojos llenos de una infinita confusión, no comprendía aquella repentina frialdad.

—No lo hemos entendido.— se tomó la cabeza con frustración— la pasamos bien, pero cuando el placer acaba, la culpa me consume.

—No debes sentirte culpable, por favor. . . Adeline, yo te quiero.

—Lo sé, y es precisamente ese el problema. . . yo no te quiero de la misma forma— el rostro de Adam se puso muy rojo, se levantó, acomodando rápidamente sus ropas, pronto estuvo cubierto de ropa, de vergüenza y de frustración— No sé repetirá Adam, aquí termina este juego de cama.

—¡Qué no es un juego para mí, Adeline!, ¿Es que no puedes entenderlo?— preguntó enojado.

—¿Y tú no puedes entender que no tengo sentimientos románticos hacia ti?, esto ha sido solamente sexual, me produces deseo pero eso no es suficiente, yo quiero muchísimo más, necesito mucho más que sexo, y. . . no lo encuentro en ti, Adam. Te quiero— lo miró con dolor— eres un ser maravilloso, un amigo increíble, pero. . . por favor, no lo arruinemos más.

—Buenas noches— dijo con labios apretados y ojos llenos de lágrimas, se giró y se marchó. Adeline suspiró, cuánta culpa sentía, nunca había tenido intensión de dañar a Adam, le dolía la forma tan loca en la que había sido todo entre ellos. Recordó aquella fiesta a la que habían asistido juntos, habían bebido mucho, estaban al otro lado de la ciudad por lo cual él le ofreció quedarse en su apartamento, así no manejarían ebrios en la oscuridad de la madrugada, ella había aceptado pero aquello había sido un error fatal, dos años de bonita amistad y ella nunca había sospechado de los sentimientos de él, en cuanto estuvieron solos él comenzó a besarla y decirle cuánto la quería, ella intentó explicarle que no debían hacer eso, pero los besos continuaron y el calor se encendió en su cuerpo, nunca antes había estado con nadie y le ponía algo nerviosa intimar y no saber qué hacer o, hacerlo mal, pero aquella vez el alcohol en su sistema la habían inhibido, llevándola a la cama con su amigo. A la mañana siguiente había sentido remordimiento, reconocía que le había gustado la forma en la que él la habían tratado, pero no sentía nada parecido al amor.

Por todo un mes, él había insistido en intentar mantener una relación, asegurandole cuánto la quería y lo maravilloso que había sido tenerla entre sus brazos.

—Tendré el sonido de tus gemidos en mi cabeza por siempre Adeline, la forma en la que fuimos uno, yo fui tu primer hombre, tu primera vez y eso es importante. Dame una oportunidad Adeline— la había tomado de ambas manos— te juro que podemos ser felices.

Decirle que si, había sido su segundo terrible error, Adam se había vuelto extremadamente cariñoso, celoso de todo el que se acercaba, no le dejaba espacio personal, lo único maravilloso habían sido sus encuentros íntimos, Adam le mostró cuán bueno y agradable es el sexo, la manera de sentir, de recibir y dar placer, pero cuando los encuentros llegaban a su fin, no había ese sentimiento lindo hacía él, no habían esas ganas de quedarse junto a él abrazados en la cama, de conversar de lo mucho que se querían, no, no había nada de eso, por algún tiempo fue así, hasta que ella decidió poner punto final a aquella relación que nunca debió iniciar, Él no había estado nada Feliz, había llorado, rogado y suplicado, pero ella se mantuvo firme.

Mantenerse firme fue lo mejor, volver a caer en la tentación del placer con Adam. . . otro terrible error que no dejaba de repetirse, si tan solo pudiese amarlo, desarrollar sentimientos hacia él, pero no, ya lo había intentado y no había funcionado.

En cuánto Adam se marchó, Adeline aseguró la puerta, y luego recogio todo, tomó una larga ducha y se metió a la cama para descansar, había sido un día largo y al día siguiente debía despertar temprano para asistir a sus clases.

************

Lucas, llegó a su apartamento, resignado a tener que responder a las llamadas de su padre, decidió no darle más vueltas al asunto y enfrentarlo de una vez.

Sacó su celular y lo encendió, dejándose caer en el cómodo sofá marcó el número de su padre y esperó.

—Hijo mío, orgullo de mi corazón— la ronca voz de su padre lo saludó.

—Padre, que bueno escucharte de tan bien humor.

—No debería ser así, he intentado localizarte toda la tarde y al parecer haz estado huyendo de mí.

—No estoy huyendo, son ideas tuyas, padre— dijo cansado— ¿Necesitabas algo urgente?

—No, nada de gran importancia, pero me gustaría saber si vendrás éste fin de semana— se escuchaba una alegre esperanza en su voz.

—Me encantaría, padre, pero la verdad es que no podré.

—¡Lo prometiste Lucas!— dijo su padre frustrado.

—Lo sé, pero han anunciado que la semana próxima empiezan mis finales, necesito estudiar y estar enfocado.

—Si subes a ese avión y vienes a mi, Robert podrá ayudarte a repasar.

—Eso es genial padre, pero tú y yo sabemos que al estar allá no podría dedicarme a estudiar, las.interminavles tareas de la empresa me absorberán, no podremos pasar tiempo juntos y no podré estudiar, lo mejor será que lo suspenda, te prometo que haré el viaje en cuanto pueda, en cuanto presente todos mis finales, iré a ti.

—Bien, bien, bien, no estoy anda feliz, pero considerándo que todo es por tus clases, me tranquilizaré, pero es una promesa Lucas, debes venir pronto.

—Asi lo haré, padre. Y dime, ¿Cómo está tu salud?, suenas bastante ronco— le dijo preocupado.

—Es este clima que no me ayuda— dijo el hombre.

—Yo diría que es el cigarrillo, deberías hacer un esfuerzo por dejarlo, terminará matándote— le dijo en tono muy serio.

—Estoy muy viejo para tus regalos, no necesito un sermón, así que me despediré ahora mismo, querido hijo, que tengas buenas noches— y sin más cortó la comunicación.

Lucas, lleno de frustración arrojó el celular al sofá.

—Viejo terco— dijo enojado, cerrando los ojos se permitió recordar a Adeline y sus encantadores ojos verdes, su hermosa cabellera y su linda boca. Había logrado impresionarlo, no sólo era bonita, sino que además era alegre e inteligente, una maravillosa combinación— Adeline, Adeline. . . mañana iré a verte.

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