Capítulo 2
— Eso no es cierto. – dice Sina rápidamente. Creo que lo negará hasta la muerte si es necesario.
— Está bien, no insistamos en lo obvio. – dice Krystian dejando su vaso sobre la mesa. — Vayamos al grano.
—Démelo.
— ¿Hace cuánto que no besas a Diana ? – pregunta Krystian cruzando los brazos sobre la mesa.
— Quería entender tu línea de razonamiento, Krystian. – Lo solté, tratando de evitar la pregunta, porque sé que algo viene.
— No tardes, responde.
En realidad ni siquiera lo sé, parece que todos los chicos que me interesan huyen de mí. Incluso cuando pienso que algo va a pasar de un momento a otro, se dan por vencidos, ya sabes, tal vez el problema soy yo... claramente soy yo.
— No tengo idea Krystian, te estoy siendo honesto en eso.
- ¿Qué hubo? – Nour parece interesado en conocer la historia.
— Si lo supiera te lo diría pero realmente no lo sé. – Dejé escapar un largo suspiro. – Los chicos incluso se acercan a mí, hay un ambiente agradable pero en el momento justo parecen recordar algo y algunos incluso se van sin decir nada, como si tuvieran miedo.
— Dios mío, yo lo haría en tu lugar. – dice Nour asustada, haciéndome reír.
— No quería ser tu amigo. – dice Sina simplemente, haciéndome reír.
- Yo tampoco. – Dejé escapar un suspiro, volviendo a beber mi jugo.
Diana Valentina
Durante todo el descanso, Krystian siguió lanzándome indirectas, como insinuando algo, obviamente no le presté atención, Krystian piensa en mil teorías por minuto, tiene teorías para todo.
- Sabes... - Empieza a decir lo mismo detrás de mí y sé que está agitando su bolígrafo, lo conozco desde pequeña, sé de sus peculiaridades, y esta es una de ellas. - Creo que hay una cosa más ahí.
- Krystian, presta atención en clase, o tu futuro como diseñador de moda se irá por el desagüe. - digo sin mirarlo, todavía escribiendo notas en mi libreta.
- Conozco esta clase al derecho y al revés... - Comienza dejando su bolígrafo sobre la mesa, hace un pequeño ruido al colocarlo en la superficie y sé que ahí viene con sus teorías bizarras. - Quizás Segio quiera vengarse de ti. - Dice de repente y dejo de escribir en mi cuaderno.
- ¿Vengarse de qué?
- De todas las veces peleabas como perros y gatos, y competía quién salía ganando.
- Eso fue algo de la infancia Krystian, ya pasó, quedó en el pasado.
-Todo tiene su propósito Diana .
La puerta de la habitación se abre, revelando a la directora, que no parece feliz.
- Buenos días estudiantes. Vine a informarles sobre el show de talentos que se realizará el próximo mes. Como saben, el festival de talentos se lleva a cabo todos los años en el auditorio de la universidad y para eso necesito que dos estudiantes me ayuden.
Varios estudiantes levantan la mano pero ella parece escanear la sala, buscando a alguien en específico.
-¡Diana !
Tenía que serlo.
- Bueno, necesito que lideres los preparativos para el evento de primavera, confío en ti y sé que harás un gran trabajo con tu amigo.
- ¿Qué amigo?
Segio aparece en la puerta de la sala y escucho la risa baja de Krystian.
- Podéis solucionarlo después de clase y decidir cuándo es mejor para ambos. - Dice alegremente.
- Hola vecino. - Dice cínicamente cruzándose de brazos y apoyándose en el marco de la puerta.
Es sólo un imán de mala suerte , Diana , pasará.
- Habla vecino, hasta cuando. - digo cínicamente jugando con el bolígrafo entre mis dedos.
- Olvidé que son vecinos, mejor aún. - Dice alegremente el director y lucho por no poner los ojos en blanco. - Bueno, eso fue todo, perdón por la profesora molesta.
Cuando sale de la habitación, comienzan los murmullos del suceso.
- Lo siento por ti. - Dice simplemente Krystian, para luego soltar una carcajada.
- Sí, yo también.
- Sabes que te va a molestar hasta el límite, ¿no?
- Lo sé, y estoy considerando cometer un delito o enviarlo a México y luego decir que fue un accidente.
- Buena suerte. - Krystian como siempre positivo.
- Gracias. - Pongo los ojos en blanco, volviendo a prestar atención en clase.
[...]
Dejo mis libros en el casillero y apenas lo cierro, Segio me mira. Aparto la mirada y recojo mis cosas, me coloco la mochila sobre los hombros y me dirijo a mi casa.
La mayoría de los adolescentes ya tienen su propio coche pero lamentablemente yo no formo parte de esa mayoría.
Voy caminando a casa para poder poner mis pensamientos en orden. Después de que mis padres firmaron el divorcio, mi hermana y yo decidimos vivir con nuestro padre ya que nuestra madre viaja todo el tiempo como asistente de vuelo.
Mi padre trabaja en una sociedad anónima, gana bien y yo logré mantenernos, él también paga mis estudios universitarios aunque yo quiero trabajar y pagar.
Dice que necesito concentrarme en mis estudios y un trabajo podría perjudicar eso.
Como sé que si mi padre está en casa será un milagro así que no me apresuro a llegar, al fin y al cabo estaré solo todo el día... o sea, con nuestra perrita Pipoca.
Estaba caminando por la acera hasta que escuché un auto acercándose, por la música ya sabía quién era.
- Hola Gaby, ¿quieres que te lleve?
- No Segio , gracias.
- Vamos, no muerdo.
- Pero es tan insoportable y snob, preferiría que mordiera, sería mejor, para eso tenemos vacunas contra la rabia. No gracias, prefiero caminar.
- Pero el cielo se está cerrando y si mi madre se entera que no te llevé, me matará.
- No te preocupes, te digo que hoy no te vi.
- Deja de ser duro, Soares, pasa. - Dice en cuanto empiezo a caminar, y él también con su coche.
- Ya dije que no lo necesitas, gracias. Ve a entrenar tu deporte favorito y déjame en paz.
- Mi deporte favorito es quitarte la paciencia.
- Vaya, qué original. No tienes ninguna putita para satisfacerte y quitarme de encima, ¿verdad?
- Mira la boca de los ojos de chocolate.
- Segio ... vete a la mierda.
- Me encanta verte enojado.
- Y me encanta cuando te olvidas de mí.
- Imposible, eres mi vecino.
Pongo los ojos en blanco, pensando en cómo sacar este guijarro de mi zapato llamado Segio Martinez.
- Segio , ya que estás aquí, ¿puedes ayudarme?
- ¿Qué necesitas?
- Sal del coche. - Pregunto y lo mismo para el auto, saco la llave del contacto, como quería.
- Ven aquí.
Cuando Segio se acerca, le quito la llave de las manos y la tiro al arbusto más alejado de mí.
- ¿Por qué hiciste eso?
- Poder llegar a casa y no tenerte cerca. - Corro todo lo que puedo, por supuesto, asegurándome de que no se me suba la falda. - ¡Buena suerte Martinez!