"CAPÍTULO 4"
Marcus despertó con los primeros rayos del amanecer, en sus brazos descansaba Linda, no se había equivocado al buscarla, ella lo comprendía, lo amaba, se dedicaba a él con cariño, Linda era lo mejor que había pasado por su vida, le besó la frente y ella abrió los ojos con pereza.
-Buenos días, mi amor.
-Marcus. . . – le abrazó con fuerza – hacía mucho que no despertaba a tu lado.
-Amanecer contigo es lo mejor que me ha sucedido.- Marcus comenzó a besarla con infinita pasión y luego con una ternura arrolladora, Linda sabía que la unión física era la manera de demostrarle plenamente cuánto le quería, entregarse a él y brindarle su ser, era la forma de permitir que su cuerpo gritará lo que muchas veces su boca no se atrevía a pronunciar.
Margaret le esperaba sentada en un sillón cuando llego a casa.
-Marcus, mi amor. . . ¿dónde has estado?
-Necesitaba estar solo Margaret – dijo sin detenerse, encaminado hacia su habitación
-Lo comprendo mi amor, pero soy tu esposa, al menos pudiste haberme llamado. . . me he pasado la noche en vela.
-Lo siento.
-¿Solo eso dices?
-¿Qué más quieres que te diga mujer?, déjame la vida en paz. . . he perdido a mi madre y lo único que piensas es en controlarme el tiempo, ni siquiera te interesa mi dolor, ¡ me cambiaré para el funeral, saldremos en treinta minutos.- qué diferencia existía entre Margaret y Linda; la primera solo quería saber dónde estaba todo el tiempo, le reprochaba su ausencia, la segunda se dedicaba a calmarlo y a brindarle paz, un refugio para sus heridas.
Margaret quedó atónita, ¿a qué se debía todo aquello?, aquel cambio la tenía estupefacta, además ¿eran ideas suyas o Marcus olía a fragancia y a limpio?, era como si acabara de salir de la ducha.
El funeral fue doloroso y muy triste, su hermana menor, la pequeña Marian no paraba de llorar desconsolada, sus hermanos estaban muy afligido y su padre destrozado, así que como hermano mayor, guardo la compostura y fue el pilar para todos.
Si no hubiese sido por Linda que lo había llenado de fuerza, estaría contra el piso y desmoralizado totalmente como para brindar apoyo a otros, permaneció junto a sus hermanos y su padre, Margaret nunca se apartó de él y mantuvo a Marcus muy cerca de su padre, para que este se sintiera apoyado.
-No te apartes de papá cariño, nos necesita más que nunca.
En el cementerio, todos se retiraron luego de la sepultura, Marcus tomó unos minutos más junto a la tumba de su madre.
-Gracias por todo lo que me enseñaste mamá, gracias por tu apoyo, por tu amor incondicional y sobre todo gracias por ser mi madre, estarás presente en mí siempre.
-¿Nos marchamos, padre?
-Si, Marcus- dijo con profunda tristeza.
-Padre, sé que estas muy mal por la muerte de la abue y te sientes terrible, pero quisiera irme unas semanas a casa de mi tío Roberth, claro sino te molesta, estoy de vacaciones, no habrá inconveniente con las clases, mamá y tú siempre están ocupados, estar con mis primos me hará bien.
-No hay problema hijo, ve todo el tiempo que necesites
-¿Seguro?
-Por supuesto- aseguró
-¿Pero mamá y tú. . .
-No te preocupes hijo, estaremos bien.
Había transcurrido cuatro días desde la muerte de su madre, no había podido ver a Linda, así que durante estos cuatro días mantuvo conversación telefónica con ella.
Aquella noche llegó a casa muy tarde, ya Margaret dormía, se ducho en silencio y se introdujo en la cama, al sentirlo ella abrió los ojos.
-Me dormí esperándote, cariño.
-He trabajado hasta tarde, Margaret.
-Así parece – se giró, y lo observó directamente a los ojos acariciándole la mejilla – me has hecho tanta falta últimamente Marcus.
-Lo sé y te pido disculpas cariño, he estado ocupado, la muerte de mi madre, el estrés del trabajo- enumeró angustiosamente, y ella le besó la mejilla.
-Te necesito. . .
-Margaret. . . – empezó dispuesto a excusarse.
-No me rechaces Marcus, no podría soportarlo una vez más, últimamente me has rechazado muchas veces, llegas tarde, te vas temprano, ¡no me tocas! Marcus, te necesito. . .no sé qué sucede, ni que te mantiene alejado de mí, pero sea lo que sea podemos resolverlo juntos. . . no te alejes de mi, Marcus.
-Margaret. . .
-¿Acaso me engañas Marcus, tienes a otra?, ¿ya no me amas?
-Por Dios, claro que te amo Margaret. . .
Al pronunciar esas palabras, Marcus supo que ella no se conformaría solo con lo que le decía, la tomó entre sus brazos y mirándola fijamente durante largo rato, intentando escudriñar sus pensamientos volvió a decir.
-Claro que te amo Margaret. . .
Aquella noche Margaret sintió que Marcus, le entregaba lo mejor de sí, lo sintió tierno, apasionado, fuerte, sensual y cariñoso, así que cuando hubo culminado de acto de amor, ella se sintió inmensamente dichosa, y durmió toda la noche abrazada al pecho de su marido.
Los días y semanas, pasaban lentamente, mientras Marcus seguía viviendo a pesar del dolor por la perdida de su madre.
Margaret no lo podía creer ¿Qué hacía una mujer contestando el celular de Marcus a las dos de la mañana, y con voz soñolienta? ¡Marcus la estaba engañando! ¿Cómo era Marcus capaz de hacerle eso? Se sentía herida, destrozada, le había dado los mejores años de su vida, su amor incondicional, y . . . Marcus la engañaba.
Sentía frustración, rabia, ira, odio, estaba totalmente descorazonada.
¡No la conocía, pero odiaba a esa mujer que le robaba el tiempo que su marido le debía únicamente a ella!, aquella mujer le estaba destrozando la vida, pero que ni pensará que le dejaría todo fácil, en aquel momento Margaret quería matar a esa intrusa que se interponía en su feliz matrimonio.
Pasó el resto de la noche pensando en lo que debía hacer, y maquinando cuales serían sus planes.
Marcus llegó al día siguiente alrededor de las seis de la mañana, llegaba fresco y duchado; Margaret sintió que la furia bullía en su sangre. Había decidió prepararle un gran desayuno, cuando entró en la sala Margaret lo recibió alegremente.
-Mi amor al fin llegas- le sonrió ampliamente.
-Buen día Margaret – le besó ligeramente los labios que ella le ofrecía.
-Vienes fresco y recién duchado.
-Me quedé en un hotel cerca de la oficina.
-Me imagino lo cansado que debes estar mi amor, te preparé un excelente desayuno.
-Margie, ya he comido.
-Mi amor pero. . . es para celebrar una excelente noticia.
-¿A qué te refieres? – preguntó frunciendo el ceño.
-¡Estoy embarazada!, ¡vamos a tener otro hijo! – gritó abrazándolo, él estaba atónito ¡un hijo con Margaret, otro hijo!, se había negado un hijo con Linda, y ahora lo iba a tener con Margaret- es maravilloso mi amor, el médico dice que tengo cuatro semanas.
¡Cuatro semanas! Margaret debió haber quedado embarazada aquella noche en la que le había rogado no la rechazase de nuevo, y él le había hecho el amor.
-Margaret. . . otro hijo. . .
-Si mi amor, es maravilloso. . .
¡Linda se enfadaría!. . . no, Linda se pondría histérica. . . peor. . .Linda lo mataría.
No pudo soportar durar todo el día sin ver a Linda, necesitaba saber cuál sería su reacción, cuando supiera lo del bebé, al llegar Linda se arrojó a sus brazos
-¡Querido!, haz venido muy temprano. . . - sabía que se enojaría muchísimo así que la tomó entre sus brazos y la besó apasionadamente- admiró tu pasión, tu deseo permanente y tus ganas de amar- en esta ocasión fue ella quien lo besó, pero sintió que él no estaba relajado, sino más bien tenso, distraído.
-¿Sucede algo?
-¿Por qué?
-Te conozco Marcus, algo ocurre, y al parecer es algo muy serio.
-Vas a odiarme Linda- aquel tono le hizo volver ocho años atrás cuando le dijo que estaba casado. No quería otra noticia como esa.
-¿Voy a odiarte?, no tengo motivos para hacerlo querido.
-Pero lo tendrás.
-¿A qué te refieres?
-Linda. . . Margaret está embarazada. . .