Capítulo 3
- ¡Tenemos que ir con tu tía! - exclamo.
- Sí, pero vístete primero. Vamos allí para una entrevista y luego desayunamos. - dice relajado, como si nos conociéramos desde siempre.
- ¿Cómo es que no lo hacemos aquí? - pregunto tomando el vestido y las sandalias doradas, es bueno para enero. De donde vengo hace bastante frío.
- Vamos allí con mis amigos, Nick y Hayley -
- Oh, está bien -
Bajo las escaleras y corro al baño, cierro la puerta y pongo todo en el borde de la tina, el baño es bastante grande con paredes alicatadas.
Me doy una ducha muy rápida, recogiéndome el pelo, me parece estar en el cielo bajo el agua. Después de vestirme y ajustar las tiras azules me pongo las sandalias, me miro en el espejo.
Trato de no pensar en el hecho de que conoceré gente nueva, lo que siempre me ha preocupado.
Mi esperanza Los ojos verdes son lo único que realmente amo de mí, se notan mucho y con mi cabello castaño aún más.
No hay rastro de tristeza en el interior, esto también es nuevo para mí.
Me maquillo, rímel y lápiz negro, me lavo los dientes, me pregunto si ponerme el labial carne, no quiero exagerar pero al final me lo puse de todos modos.
Recojo mi cabello como Dyler me aconsejó y luego, antes de pensar demasiado en ello, salgo.
- Tal vez eres demasiado hermosa para trabajar para mi tía - murmura Dyler con el teléfono en la mano, vestido con una camisa blanca y jeans verde militar.
- Gracias - sonrío, me entrega mi bolso beige y luego me encojo de hombros.
- ¿Estás realmente feliz de vivir aquí? -
- Si - respondo - Mucho -
Vamos a la puerta principal y salimos, en las escaleras hace fresco y lo único en lo que puedo pensar es en la vergüenza que me rodea. ¿Y si tu tía me viera como una niña con sueños demasiado grandes? No es que todavía haya dicho lo que quiero hacer en la vida, pero es porque estoy acostumbrado a escuchar a la gente reírse de mis aspiraciones, todos siempre esperan que fracase.
Una vez que me bajo, Dyler se sube al deportivo azul, me mira y me hace señas para que entre, no tengo que repetirlo dos veces, me doy la vuelta y lo miro fijamente.
- ¿Qué es? - pregunta mientras envía un mensaje de texto - Siento que me miras fijamente -
- Solo me sorprende, no esperaba que tuvieras un auto así -
- Es un Nissan Skyline GTR -
- ¿Te gustan los coches de carreras? -
- Sí, pero contigo me lo tomaré con calma, no tengas miedo. -
- No le tengo miedo a la velocidad - comenta, levanta una ceja divertido.
Arranca el motor, el motor gruñe y luego comienza a mirarse en el espejo, va rápido y en un momento veo gente debajo de las palmeras mirándonos. Dyler deja escapar un grito de vaquero y los dos nos echamos a reír.
Saca la mano por la ventana y enciende la radio, lo observo cambiar de estación hasta que se detiene. Sube el volumen más y más y empieza a cantar como un loco, está terriblemente desafinado y no puedo evitar unirme a él, una vez nunca lo haría pero ahora siento que podría ser quien yo quiera.
La canción combinada con nuestras voces atrajo la atención de todos, no esperaba estar tan cómoda en esta situación pero las miradas de los demás no me molestan, absurdo.
Detengo el auto y estaciono en una avenida, salimos, me ajusto el vestido y miro el letrero "LA OPORTUNIDAD DE SER FELIZ". Y bajo el nombre del dueño, Meredith Henares.
Si esa señal no es un mensaje divino, no sabría qué otra cosa es.
Dyler está a mi lado con las manos en los bolsillos, mueve la cabeza hacia la derecha y me hace un gesto para que me vaya, lo cual tengo miedo de hacer, ¿he venido desde Florencia para rendirme? No señor.
Pasamos la puerta blanca y una camioneta grabada con el nombre de la empresa, luego una puerta de vidrio abierta revela el lugar de trabajo, es una cocina, enorme con equipos que solo había visto de lejos. Dos hombres agarran comida y la cargan mientras una mujer llena un papel y habla sobre cómo arreglar las cosas una vez que lleguen a una villa para una boda.
Los dos saludan a Dyler y luego se van tomando la identificación de la señora, ella resopla y luego trata de sonreír, para ser las diez de la mañana parece muy cansada. Se da la vuelta, sola en la habitación y nos mira.
- Hola, tía -
- ¿Qué haces aquí? Hoy tienes el día libre – comenta lavándose las manos.
- En realidad quería venir a ver si la entrega salió bien pero ahora por una mejor razón -
Dyler se mueve y coloca una mano en mi espalda llevándome hacia adelante, miro a la mujer que tendrá 45 años, cabello castaño ondulado que llega ligeramente debajo de los hombros hacia atrás, labios largos curvados en una sonrisa curiosa, ojos marrones maquillados, una nariz largo y angosto, es hermoso.
Viste una camisa de franela roja, jeans de tiro alto y botines abiertos, junto con un delantal manchado de chocolate con su nombre.
- Ella es mi tía Meredith, en cambio esta chica es mi nueva compañera de cuarto Rachel Sabalfino - continúa Dyler.
- Es un placer - digo mordiéndome el labio.
- Oh, el placer es todo mío. -
- Tía, Rachel necesitaría un trabajo -
- Interesante, nos falta alguien -
- Es italiana - murmura Dyler como para presumir, no entiendo qué tiene de asombroso.
- Vengo de Florencia -
- Tienes un sueño, ¿no? Tienes una luz en los ojos - dice sentándose en un taburete. ¿Es como los que leen las manos y lo saben todo? - Esa luz que solo tiene un soñador -
- Si.. -
- Yo también tengo esa luz - me interrumpe.
- Pero tal vez, tengo un sobrino que solo sabe cocinar primeros platos. Eres un holgazán el resto del tiempo -
- ¡Eso no es cierto, tía! -
- ¡Pasas todo el tiempo divirtiéndote, si no fueras mi sobrino no trabajarías aquí! - se ríe pero también parece un poco seria.
- Me odia - comenta Dyler mirándome.
- No, te amo pero tienes 24, no puedes pensar solo en divertirte. Busca algo para la vida -
- ¿Podemos centrarnos en Rachel? -
- Bien, bien - sonríe - Dime, Rachel. ¿Qué puedes cocinar con los ojos cerrados? -
- La pizza, es la reina de los platos típicos italianos.
Cassoeula y polenta pero generalmente para los países nórdicos. Espaguetis con salsa de marisco o carne, pizzoccheri, helado casero, tiramisú, risotto de azafrán, pasticciotto, es un postre. La milanesa, ¿quieres que siga? -
- ¡Me temo que serás tú quien me enseñe! - sonrisas
- Podrías enseñarme mucho sobre la cocina americana en su lugar. ¡He estado tratando de hacer un soufflé de chocolate decente durante años! -
- Soy muy bueno en eso. Los primeros platos son de Dyler, los postres y el pescado son míos, la carne y las nuevas recetas las podrías encargar tú! recetas italianas -
- ¿Y los cursos? Podría estar a mi lado - comenta Dyler con entusiasmo.
- ¿Me estás dando un trabajo? - pregunto, haciéndome pequeño. - Tengo visa de turista, es un lío y eso significaría.. -