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Capítulo 3

Para evitar encontrarme con Jorge , me quedo encerrada en mi habitación toda la tarde, y en cuanto escucho el rugido del helicóptero, tomo mi maleta y me dirijo hacia el parque en la parte trasera de la villa.

Justo cuando estoy a punto de salir por la ventana francesa, mi peor pesadilla me llama y salto ante el sonido de su voz.

- ¿Por qué tienes una maleta, pequeña Aurora ? - dice en tono burlón.

No le respondo y, de espaldas a él, sigo caminando.

-Aurora . ¡Hola, Aurora ! Espera, ¿a dónde vas? - Me vuelve a preguntar Jorge , esta vez a mi lado, pero ni siquiera lo miro y sigo impávida.

Jorge toma mi carrito con brusquedad y me hace girar hacia él.

- Lloras - observa mirándome a la cara.

Lo veo tensarse y la confusión aparece en sus ojos.

Lo miro con indiferencia y, para no volver a llorar, empiezo a correr hacia el helicóptero, dejándole la maleta.

Jorge me persigue y de inmediato está encima de mí por segunda vez. Da un paso delante de mí, bloqueando mi camino.

- Permanecer. - me dice con decisión, intuyendo que el helicóptero me llevará fuera por el resto del verano.

En esos ojos fríos como el hielo, pasan tantas emociones rápidamente que no capto ni una sola de ellas, pero sé por qué quiere que me quede y esto me duele tremendamente.

Entonces, paso junto a él sin siquiera mirarlo. Como si fuera transparente.

Subo al helicóptero y, por el rabillo del ojo, veo que me grita algo, pero no puedo oírlo por el rugido muy fuerte de las hélices.

Inmediatamente después, apretando los puños y temblando de ira, se marcha furioso.

Me encuentro sola y con el corazón lleno de dolor y lágrimas, porque incluso después de todas las burlas que le hicimos, él era importante para mí. Supo demostrarme que tenía un corazón sensible y atento a mi fragilidad, comprendiéndome como tal vez nadie lo había logrado realmente.

Especialmente en algunos momentos... él estaba ahí. Siempre.

Nunca le conté a nadie lo que había pasado y por qué desde ese verano, cuando tenía quince años, nunca volví a esa casa.

que surgía el tema de " Jorge " , lo interrumpía y desviaba la conversación. Mi padre y toda la familia Keller empezaron a sospechar. Él no entendía el por qué de todo esto, así que en cierto momento solo dije que Jorge había exagerado y yo quería dejar todo atrás.

Todos sabían de las discusiones entre nosotros. Por eso nadie se sorprendió demasiado y, al final, respetaron mi decisión.

Ya no quería tener nada que ver con él.

Me despierto de los recuerdos gracias a Julián que me saluda.

- ¡Hola Aurora ! ¡Escuché de Marcus que hoy era tu primer día en UCLA! Estoy tan feliz por ti, de verdad. Estudia, pero también diviértete, por favor. -

- ¡ Oye Julián, por favor! ¡No metas ideas raras en la cabeza de mi hija! - Responde inmediatamente papá molesto.

Julián y yo nos reímos cómplices, pero poco después somos interrumpidos por la entrada de una secretaria que les avisa de una reunión que está por comenzar y son los únicos que esperan. Me despido con un abrazo virtual y finalizo la llamada.

Me deslizo bajo las sábanas que huelen a limpio.

Mañana es un día especial y nadie en el mundo podrá arruinármelo. Feliz, cierro los ojos y me desplomo.

- ¡Alas! ¡Date prisa o llegaremos tarde a nuestro primer día de universidad! ¡¡¡También tengo clase al otro lado del campus!!! -

Miro a Alice que se levantó de la cama hace dos minutos y se está preparando en poco tiempo.

-Aurora , lo siento mucho. Ve tú, yo termino y te veo a almorzar frente a la cantina. ¿Bueno? -

- Está bien, nos vemos luego. Recuerda que tienes que contarme todo sobre anoche. ¿Promesa? -

- ¡ Por supuesto que sí! ¡Ahora vete! -

Me despido con la mano y salgo corriendo del dormitorio.

Gracias al recorrido de orientación que hice ayer, puedo vislumbrar el aula desde lejos.

Sigo corriendo hasta que la habitación está a sólo unos metros de distancia. Escucho el timbre justo cuando abro la puerta. Justo a tiempo.

Al entrar noto que el profesor aún no ha llegado y, aliviado, voy y me siento en uno de los bancos aún libres de la primera fila.

Un minuto después entra el profesor.

Es un hombre guapo de unos cincuenta años. Cabello canoso y un mechón de barba, pero bien arreglado. Vestido elegante, pero no demasiado.

- Buenos días a todos. Soy el profesor Grimson y este semestre analizaremos todo lo que concierne al control de gestión de las empresas. Te adelanto que se trabajará por parejas para... -

No tiene tiempo de terminar la frase cuando la puerta se abre de golpe. Me vuelvo para ver quién interrumpió la clase y me congelo.

Un niño del tamaño casi de un armario, de casi dos metros de altura, entra al aula.

Tiene hombros anchos, un físico musculoso y unos abdominales espectaculares que se pueden ver debajo de su camiseta negra muy ajustada. Lleva unos pantalones deportivos holgados del equipo de fútbol que le quedan perfectos.

Los labios carnosos, pero duros al mismo tiempo, se ensanchan en una sonrisa arrogante, que no llega a los ojos color hielo, cubiertos por unos mechones de pelo ondulado, negro como el carbón.

Incluso si ha cambiado, lo reconozco al instante.

Es Jorge Keller. Mi peor pesadilla.

Esos ojos que representan frialdad y te atraviesan como cuchillas afiladas que nunca podría olvidar. Nunca.

No puedo negar que es impresionantemente hermoso y, por este pensamiento, inmediatamente me llamo estúpido.

Como un mar embravecido, las emociones del pasado me abruman y pienso en todo el dolor que me causó.

Me giro y empiezo a mirar el escritorio, porque siento que las lágrimas empujan a salir, pero las contengo.

Me duele muchísimo todo, porque hubo momentos, aunque sean pocos, en los que Jorge me hizo sentir especial... Pero ahora todo es diferente.

No le daré más satisfacción. No dejaré que me vea débil. Yo también he cambiado en estos cinco años.

   

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