Introducción
Conoce a Aria Sevillante Gorki, la princesa de la mafia. Aria no es alguien que dependa de la riqueza del imperio de su padre. Es decidida, fuerte y sabe cómo manejar todo lo que la vida le pone en el camino. Pero todo cambia cuando acepta un trabajo después de graduarse. Al principio, parece la oportunidad perfecta, pero pronto las cosas empiezan a ir mal. Aria se ve arrojada a un mundo nuevo, uno en el que el mismísimo diablo, Calvin Morally Costa... la ve como un premio que debe reclamar.
Conoce a Calvin Costa Morally. Es un hombre que no muestra compasión y, cuando quiere algo, hará lo que sea para conseguirlo. Para Calvin , Aria se convierte en una obsesión... una conquista que no dejará escapar. Pero la negativa de Aria a reconocer sus avances solo alimenta su determinación, y está dispuesto a derribar cualquier cosa que se interponga entre él y la mujer que desea. La pregunta es, ¿a qué precio? ¿Será suficiente la fuerza de Aria para resistir la incesante persecución de un hombre como Calvin , o el diablo acabará por reclamarla como su posesión?
Dicen que una hija hereda el destino de su padre, y yo soy la prueba viviente de esa verdad. Mi madre una vez enfrentó horrores debido a las decisiones pasadas de mi padre, y ahora, aquí estoy, mirando mi propia pesadilla. Calvin Morally Costa, el nombre por sí solo trae el infierno a la vida de cualquiera, un nombre que la gente teme. Y ahora, soy yo la atrapada en su oscura mira. Me arrodillo ante él, con las muñecas y los tobillos atados, enfrentándome al hombre despiadado con una sonrisa que revela que está disfrutando cada momento de mi impotencia. - Ahora, ¿qué debo hacer contigo, mi dulce Aria? -pregunta, su sonrisa se hace más amplia mientras se sienta frente a mí. A pesar de la situación, reúno mi coraje y respondo bruscamente. - ¡ Suéltame, maldito bastardo! -grito, pero mi desafío solo lo divierte. Poniéndose de pie, se acerca, agarra mi barbilla con fuerza brutal y me obliga a mirarlo a los ojos fríos e insensibles. -Parece que Mi Corazón necesita aprender qué pasa cuando intentas escapar del diablo.
En respuesta, le escupo en la cara, respondiendo a su sonrisa con una propia. - Abre mis manos y te mostraré lo que puedo hacerte -le digo, desafiándolo. Su diversión se desvanece, reemplazada por una seriedad mortal mientras aprieta su agarre en mi cabello, acercándome más. - Te arrepentirás de intentar correr, y te arrepentirás muchísimo de faltarme el respeto. - Saca una pistola de su cintura y apunta a mis piernas. - El rojo te queda bien, Mi corazón. Veamos qué tan lejos corres ahora -se burla, apretando el gatillo y disparándome en la pierna.