Capítulo 4
—¡Al diablo las reglas! Después de tantos intentos, por fin pudimos tener una bebé y ahora la quieren muerta, no lo permitiré, lucharemos por ella y por esta manada, ella es una de nosotros y pelearemos por ella —exige mi madre y se debilita, papá con suerte la sostiene con rapidez.
—Recuerda que estas enferma Nina —él se sentía mal.
—Mami… —interrumpo y ambos me miran.
—Star —dicen al unisono sorprendidos.
—¿Cuánto tiempo llevas ahí? —me pregunta papá y siento temor.
—No mucho —respondí con timidez.
—¿Escuchaste algo de lo que… —mamá lo interrumpe.
—Mack, déjala, es una niña —No se que haría sin mamá.
No es que papá me trate mal, solo que es muy estricto, él jugaba mucho conmigo hasta que mamá volvió a presentar los síntomas de su enfermedad.
Ellos no me lo han querido contar, pero son los jefes de la manada, mi padre es el alfa y mamá es la beta, tienen historias juntos y la cuentan en la escuela nocturna, en el día voy a clases de los humanos y de noche a la escuela de lobos.
Mis son una leyenda, cuentan que mis padres son unos excelentes guerreros y se aliaron con dioses y humanos cuando los demonios vinieron a reclamar la tierra, era obvio que nosotros ganaríamos, pero desde que terminó la guerra, mi madre no se ha sentido bien estos años.
Según cuentan porque un demonio la embrujo antes de morir o porque al morderlo le contrajo un veneno, eso no está muy claro, muchas personas dicen de todo, pero mis padres no me dicen nada, tal vez porque es muy duro para ellos decirle esto a su hija de siete años, lo que tuvieron que pasar, recordarlo sería muy doloroso y sé que ellos me quieren traer felicidad, no angustia.
En fin, el punto es que gracias a eso, mamá y papá intentaron hacer su vida, tener hijos como todos tenían en la mamada, pero después de varios intentos, no lograron nada.
Así que se decidieron aventurarse al castillo de los dioses para buscar una especie de bendición o sanación. Los dioses por agradecimiento de haberlos ayudado en la guerra, le concedieron su deseo, mi madre sano, pero no del todo, era como si su cuerpo estuviera lleno de oscuridad y los dioses le quitaron un noventa y nueve por ciento de esa oscuridad.
No podían quitarla toda porque el parásito se había desarrollado tan bien, que ahora parte de mi madre y ella tendría que lidiar con eso o ella misma sacarlo de su cuerpo, pero eso ya sería algo más complicado, como si luchará consigo misma para quedarse en su cuerpo, podría causarle la muerte, así que solo se llevaban en paz.
Cómo mamá quedó sana gracias a los dioses, lograron tenerme ella y mi padre, pero los dioses no sabían que dar vida era mucho consumo, por lo que le quite toda la sanación a mi madre durante el embarazo y estuve a punto de quitarle la oscuridad también, pero ellos se dieron cuenta a tiempo a medida que mamá se sentía débil, fue revisada por un dios y le explicó la situación.
Mamá preocupada porque también me consumiera la oscuridad, pidió una solución rápido y dijeron que la única solución era la flor de fuego, que está me iba a proteger de cualquier mal. Así que mamá se quedó en cama mientras que un dios la daba energía para que la oscuridad no se acercará a mí.
Mi padre y otros hombres más, emprendieron un viaje a Japón, en el mundo humano la flor era mejor conocida como lirio rojo, representando el amor y la seducción, aunque el que buscaba mi padre no era cualquier lirio rojo.
El dios le dijo que él sabría cómo conseguirlo, ya que este era tan resplandeciente y único, destacado por los demás y si tenía suerte, podía encontrar más de uno, ya que estos crecen cada diez años, por eso no es muy común.
Según crece cada diez años por toda la energía que consume si tierra durante todo ese tiempo, es como si se le acaba la batería y durará diez años en cargarse.
Prosigo, mi padre llegó al bosque sagrado de Japón dónde podía encontrar este especie, cuenta la flor se encontraba en una pequeña isla en el bosque y que cuando papá intento tomarla, un humano lo enfrentó, al parecer era su guardia.
Mi padre le suplico que por favor le permitiera tomar la flor, ya que la vida de su esposa y de su bebé que venía en camino dependía de ello.
El guardián se negó y mi padre le ofreció de todo hasta protegerlo, no quería lastimar a nadie, sin embargo, el guardia no acepto y como último recurso, mi padre se transformó y lo enfrentó.
No quería hacerlo, pero lo hirió y lo lamentó, dijo que no tenía más opción, el guardián muy herido en el suelo le advirtió a mi padre que eso no solo sería su salvación, si no también la destrucción y perdición, y es por eso que no debía caer en manos equivocadas, papá le prometió que sería por un bien mayor y que si este causaba daño, él estaba dispuesta a recibir el castigo, el guardián no quedo satisfecho ya que las cosas no funcionaban así, pero igual permitió que se lo llevará.
Cuando papá regreso con la flor, quién fue arrancada por él mismo, no podía hacerlo nadie más, la flor solo iba a funcionar con personas vinculadas, así que si era arrancada por otra persona, no hubiera hecho efecto en mi y todo sería en vano.
Mamá se comió la flor, ella no mejoró, pero al menos la oscuridad no llegaría a mí. Todos creían que mamá moriría en cualquier momento y debían estar preparado para cuando yo naciera, pero ella luchó contra la oscuridad y se salvó, sin embargo, aún sigue en ella y de vez en cuando molesta a mi mamá haciendo que ella vuelva a pelear en su interior para que siga con nosotros.
—¿Estás bien? —me pregunta mi padre haciéndome reaccionar de aquella historia.
—Si.
—¿Puedes ir a casa de Meghan? Tu madre y yo tenemos asuntos que resolver y no quisiera que te quedarás sola —pide mi padre y yo asiento.
—Iré por el bosque. —Me emocioné, me encantaba ir a jugar con mi mejor amiga.
—No Mack, no permitas que se vaya por el bosque, es muy peligroso para ella, acompáñala —dice mi madre algo débil.
—Debo quedarme contigo Nina —se aferra a ella.
—¿Y si no estoy? ¿Quién estará para ella? Eres su padre, te pido por favor que lo seas más que un simple alfa.
—Yo podría llevarla si quieres —un señor no tan viejo entra por la cocina dándonos un gran susto.
—Gendu, ¿cómo es que no te presentí? —se cuestiona mi padre.
—Así cuando no presentiste que estaba cuidando la flor de fuego, como no has presentido tampoco que los he estado vigilando y cuidando todos estos años desde que te llevaste la flor —explica él.
—¿Pero como… —el señor interrumpe a mi padre.
—Donde viva la flor, mi deber es protegerla y la flor vive dentro de tu hija.
—¿Por qué no simplemente esperas a que crezca otra flor para cuidarla? Yo puedo hacerme cargo de mi hija. —Mi padre se sentía desafiado.
Nunca le gustó que las personas lo hicieran sentir como si no pudiera con todo.
—Tranquilo viejo, solo vine ayudar. —Se defiende Gendu—. Regresaría a esperar que otra flor creciera, pero creo que no va a ver más flores de fuego por un largo tiempo.
—¿Cómo lo sabes? Aún no han pasado los diez años para que crezca otra.
—Desde que arrancaste la flor Mack, su pequeña isla se marchito, aún no sabemos que pudo haber sido, tal vez la arrancaste mal o tal vez era la última, eso no lo sabemos ya que desde la guerra con los demonios envenenaron nuestras tierras, ella se salvó gracias a la isla en la que estaba, ya que extrañamente su tierra no conectaba con la nuestra, posiblemente sea gracias al río que la rodeaba que esté también estaba lleno de poder bendecido por los dioses, pero este ahora se encuentra seco.
—Lo lamento, no lo sabía, el dios Sam dijo que habían muchas y que no les iba a importar si me llevaba una, creí que ustedes también tuvieron que pelear con los demonios.
—No fue fácil, pero lo logramos, sin embargo, tuvimos muchas pérdidas.
—Lo siento tanto… creí que la flor era tan fuerte como para vencer al mal.
—Solo cuando es consumida, cuando es una planta, es débil y sencilla de matar, de igual forma, no podían contra ellas, solo que cada demonio puso de su parte para que están murieran.
—¿Por qué no la consumieron para poder enfrentarlos? Todos tendrían poderes y no estarían en esta situación.
—Somos unos simples mortales, recuerda que la flor también puede causar la destrucción, pero creo que tu hija lo ha manejado bien.
—¿A qué te refieres? —mi madre está confundida.
—¿Aún no ha presentado sus poderes?
—¿Tendrá poderes? —Mi padre estaba sin poder creerlo.
—Tal vez falte desarrollarse un poco más —supone él examinándome.
—Gendu, explícame —exige mi padre.
—Ya pronto lo verás, no sé que tipo de poder te haya podido otorgar esa flor, cada una ofrece algo en sorpresa.
—Si es así, te pido cuidarla —pide mi padre.
—La flor habita dentro de ella, es mi deber.
—Mas allá de tu deber, hazlo como un favor y también cuida a mi hija —pidió mi madre—, sé que no eres una niñera y que a veces los pequeños suelen traer problemas, pero te pido por favor que la cuides con tu vida.
Gendu se queda callado, pensativo creo yo.
—Lo prometo —contesta con una sonrisa.
Fin del flashback.
Me despierto, ¿por qué soñé con ese recuerdo? Ya esas personas no existen más, solo papá y estoy segura de que él no quiere que lo recuerde.
No quiero recordar el pasado, necesito salir para no pensar en ello. Me siento en la camilla y saco mi celular para escribirle a Meghan.
[17:47] Star: Ven al taller de Ross, trae una de tus pelucas y sangre de gato.
[17:48] Meghan: ¿Sangre de gato? ¿Estás loca?
[17:49] Star: Tengo una idea, confía en mí, por favor no lo vayas a matar, sacarle un poco de sangre está bien.
[17:50] Meghan: Intentaré no matarlo, pero si se pone agresivo no prometo nada.
Treinta minutos después mi amiga llega tocando la puerta, pero supe que era ella por su olor. Traía una mochila consigo y un frasco con sangre en la mano.
—Fue difícil atrapar un gato y cuando lo logré, tu voz suplicando que no lo matará no me permitió hacerlo, así que fui a un veterinario y robe un poco de la prueba de sangre de un gato. —Me muestra el frasco—. Y no lo metí en mi bolso por si derramaba, lo último que quiero es darles explicaciones a mis padres del porque huelo a sangre de gato, también porque no quería manchar las pelucas, no supe cuál querías y traje todas.
Meghan es fan de los disfraces, por eso tiene tantas pelucas.
—¿Jugaremos con ellas como cuando éramos pequeñas? —bromea ella.
—¿Qué es la fiesta de la facultad? —indague.
—¿A la que va Ross? —me pregunta y asentí—. Casi todas las noches la hacen, esos lobos no se casan de hacer fiestas en el bosque.
—¿Tu no asistes a ellas?
—Muy poco la verdad, son muy de lo mismo siempre y eso me aburre, ¿por? ¿Quieres ir?
—No sé, pero lo que sea para no estar encerrada durante mi estadía Meghan.
—Claro, te haré un recorrido por la ciudad nuevamente y si quieres de último vamos a la fiesta.
—Gracias.
—Por cierto, Ross me había dejado un mensaje para traerte algo de cenar, pero se me olvidó, así que ya que quieres salir, podemos comer juntas como lo hacíamos con nuestros padres.
—¿Huevos y tocino? —Inhalo con placer imaginando el sabor.
—Y pan tostado —recuerda.
Busque mi maleta y la abrí, sacando mis lentes de contacto, no creí que lo usaría por un tiempo, pero los traje por si acaso, algunas veces no me siento tan segura de ser yo misma.
—Es extraño que Ross haya ofrecido esconderte en su taller, es lo más sagrado que tiene, ni yo había entrado aquí, es primera vez que entro. —Se pasea por el lugar—. Pasa mucho tiempo aquí, es muy talentoso.
Mi amiga detalla cada escultura y se detiene a mirar la que está cubierta con una manta.
—Le prometí a Ross que esa no iba a descubrirla hasta que estuviera terminada —fue una advertencia que sugerencia.
—Lo siento —respeta ella.
Busco una especie de hilo o nylon para amarra el frasco y usarlo como collar ocultándolo dentro de mi ropa. Luego me puse una peluca, está es de color negro en la raíz y luego azul, es mi favorito, además era la peluca que se veía más natural.
—A ver. —Meghan me inspecciona con su olfato—. Definitivamente te ha quitado el olor a lobo, pero hueles horrible. —Se tapa la nariz asqueada.
—¿Cuál será nuestra historia?
—Creerán que eres una raza en peligro de extinción de los felinos —supone Meghan.
—Si, pero ¿cómo nos conocimos?
Se pone pensativa por unos momentos.
—Bueno, yo fui a un plan vacacional donde conocí a muchas especies, había felinos, pero nunca me lleve con ellos.
—Pero dijiste que estaban en extinción.
—Por aquí lo están, pero en otros países existen.
—Entendido, entonces raramente hiciste amistad con un felino en un plan vacacional y nos llevamos tan bien que decidimos que te visitará.
—Perfecto, y que te hospedas en un hotel para no molestar a nadie.
Estornude, no puede ser, creí que iba a funcionar.
—¡Star! —Me regaña Meghan—. Quítate eso, no va a funcionar.
Se acerca a mi para arrebatarme el collar, pero yo me alejo.
—Es esto o que me regrese a Escocia.
—Pues regrésate, no voy a arriesgar tu vida. —Se molesta y me sorprende.
—No me voy a ir, ¿qué te sucede? Todos estos años los extrañé como nunca. —Yo también me enoje.
—Sacrificamos mucho como para que te vengas a morir por semejante estupidez.
—¿A qué te refieres? —Logra confundirme.