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Capítulo III. Un escoces de ideas fijas.

Finlay.

- "No sé por qué siempre me tienes que llevar el contrario hijo, Elise Reid, es un muy buen partido para ti, hija del ex socio de tu padre, volverían a unirse las dos empresas de nuevo. ¿no ves las ventajas?, y todo eso lo llevarías tú, tu serías el presidente, y el mayor accionista de las dos empresas, Elise no le gustan los negocios le gusta más ser una mujer de sociedad, y..."- la mire serio interrumpiendo a mi madre con una mirada que no admitía un comentario más, mi mirada era muy parecida a la que tenía mi padre, y con la señora Alacintye, siempre había funcionado.

- "Mamá ¿Crees que voy a casarme con la hija del hombre que traicionó a nuestra familia, dejándonos prácticamente en la banca rota? ¿Con el responsable de que mi padre muriera de agotamiento por evitar que su empresa naufragara? Llevó casi cinco años, desde que me gradué en la universidad, luchando para que el último esfuerzo de papá no haya sido en vano, para proteger la empresa familiar y de paso vengarme del malnacido de Malcon Reid, y ahora que hemos superado a Reid internacional y se encuentra en dificultades gracias a mí, después de que nos hemos convertido en un referente en el transporte aéreo y marítimo, ¿quieres que me case con la hija del cerdo que traicionó a mi padre? Dime la verdad ¿De quién fue la idea? ¿De Malcon Reid o de la elitista Susan Reid?"- le dije harto que su madre fuera tan influenciable por la esposa de su enemigo, pese a todo lo que nos había hecho esa familia, mi madre continuaba considerando a Susan Reid como su mejor amiga.

- "Sólo fue un comentario vago..."- no puede evitar interrumpirla para hacerle ver que con Malcon Reid y su mujer nada era accidental, esa manipuladora familia, vivían para ser parásitos de cualquier ser al que pudieran sacarle benéficos.

- "¿No que es extraño que ahora después de años ignorándote, mamá, de repente se interesen por casarme con la inútil de Elise?"- ante mis preguntas mi madre no pudo objetar, de todas formas, Seelie Alacintye, es el ser más bueno, y falto de toda maldad que haya conocido, nunca ve las malas intenciones.

Mi padre solía decir que él tenía toda la maldad y las intenciones más oscuras, que a mi madre el faltaba, ya que su esposa era un ángel, un maldito ser de luz que llego a su vida, dotándola de belleza, para evita que él no terminara en los infiernos, pagando por sus pecados.

Pero esta falta de maldad de su personalidad hacía que mi madre fuera la perfecta víctima, para que, personas como los Reid, se aprovecharan de su bondad.

- "Bueno sólo era una idea, tienes ya veinticinco años Finlay, deseo que te cases, que formes una familia, y que me des nietos, desde la muerte de tu padre, tengo miedo de que te ocurra lo mismo, y mueras de agotamiento, si me faltas tú, yo ya no tengo razón para seguir en este mundo."- me dijo llorosa, la señora Seelie Alacintye había pasado por mucho en poco tiempo, la verdad. Ella no se lo merecía.

- "Te prometo mamá que el día que encuentre a la mujer adecuada, esa mujer que me llené, como tú llenaste a mi padre, esa mujer que, con sólo mirarla, o estar a su lado, ya me siento completo, te aseguro que cuando eso ocurra, te prometo que no la dejaré escapar, así tenga que perseguirla hasta los confines de la tierra, o a los mismos infiernos."- le prometí haciéndola sonreír.

Lo que no sabía yo, al hacer esta promesa, era que unos años después tendría que cumplirla, y de la manera más desesperada, y totalmente desquiciante. Y sin proponerlo, de esta manera, sellé mi destino.

Hanna.

- "Mamá es la cuarta vez que llamo a el psicópata de tu hijo, y sigue ignorándome, dime la verdad, ¿Papá y tú han decidido castigarme por no contarles lo de mi matrimonio, y por eso han mandado al rey de reyes, al incontrolable Arturo, para amargarme la vida? ¿Es eso? ¿verdad?."- le pregunté a la diosa Miller desesperada.

Desde que hace dos años que Roy William Miller, CEO del grupo Miller, y mi hermano mellizo, llegó a Londres, mi vida ha sido un maldito infierno. Al principio no era muy descarado la investigación, y el acoso, al que estaba sometiendo a Walter sin él saberlo, mi marido ni conocía la existencia de mi hermano, tenía miedo de que al ser tan conocido supiera quien era él, y descubrir mi identidad, dada la forma de ser egoísta de la madre de Walter, y la poca intensidad que, hacia ese hombre de mí ante su progenitora, periferia seguir ocultando mi verdadera identidad.

Cuando me empezaron a llegar fotos de mi marido cuando saludaba, miraba a una mujer, o comía en un restaurante con una compañía femenina, a lo que, siempre que le preguntaba, Walter, tenía una excusa más que creíble, comencé a dejar de mirar las fotos, y los informes que Arturo me enviaba.

Esto sólo consiguió que ese maldito mandón, obsesivo, redoblara los esfuerzos, de lo que el denominó como "mi apertura de ojos hacia la realidad".

Bastante tenía yo con lidiar con la guerra abierta que ya tenía con mi suegra que, ya no se tapaba delante de mí, sólo delante de su hijo, a la hora de expresar sus disgustos, ante mi falta de fertilidad para concebir un hijo, y darle a la familia Patel, la oportunidad de tener un heredero para sus escasas pertenencias, que ellos denominaban como si fuera una gran fortuna.

- "Déjamelo a mí, hoy mismo lo resuelvo."- esta fue la última comunicación con mi madre.

Lógicamente, y conociendo a Arturo, tuve una queja por parte de ese gilipollas, dos horas más tarde, mientras yo trabajaba en los planos de la última restauración, que iba a sufrir la suite presidencial del Hotel Miller Place, de Dubái.

-" Ailan Caroline Miller, me da igual las veces que llames a mamá, te voy a proteger de ese cerdo, pese a ti misma, así que por mí llámala la veces que quieras, y otra cosa, sería interesante que esta noche te pasaras por el Gran Hotel Miller Continental, de seguro que te interesa, lo que veras allí"- el muy estúpido creía que me podía intimidar, ¡si estuvimos juntos en mismo vientre!, se más cosas de él, que él mismo.

- "¡Idiota! Deja de meterte en mi vida. Mira que eres pesado, Roy. Nos vemos esta noche, y espero que no sea una de tus estupideces, o sabes cómo me las gasto, y por cierto me llamo Ailan Caroline Patel, no lo olvides."- le dije para terminar de cabrearle, conocía perfectamente que, yo ya fuera una Patel, y no una Miller, hacia rabiar a sobre manera al todo poderoso CEO.

Dicho esto, supe que tendría que estar preparada, con Roy nunca se podía bajar la guardia algo me tendría preparado esta noche, para conseguir alejarme de Walter. Pero yo no lo iba a creer, tenía confianza en mi marido.

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