capitulo 2 aun sin conocer el amor
— Bueno muchacho, siéntate vamos a comer — respondió Lorena dejando su estuche de enfermería y sirviendo la comida.
— ¿Nunca te has enamorado? — Le preguntó Marcela, intrigada.
— No preguntes pequeña — le dio una leve caricia a Marcela.
— Llévame contigo a la marina — agregó Marcela sonriendo un poco, causando la risa de Levent. -Cuál es la risa, puedo ser útil allá - agregó Marcela frunciendo sus cejas.
— Estás muy pequeña Marcela, como se te ocurre — agregó Levent negando con la cabeza.
— Puedo estudiar — insistió Marcela, ella se quería ir con Levent.
— No pequeña, no insistas, quédate con tu mamá — le dijo Levent con una pequeña sonrisa.
— Pero es que — agregó Marcela con una mirada triste.
— Anda, quédate aquí, te prometo que te visitaré y te buscaré pequeña — le contestó Levent alzando su mano en señal de promesa.
Marcela asintió, pero ella estaba triste, quería a Levent, pero era imposible que él la amará, la tarde transcurrió normalmente, y él se va al bar con sus amigos, por su parte Camille se encontraba en su habitación leyendo, había terminado la tarea, cuando llegó su padre.
—Hola hija, perdón por no ir por ti — le dijo su padre Roberto algo apenado.
—No te preocupes, papá— le respondió Camille sonriendo.
—Tu hermano no llegará a casa — le informó Roberto a Camille.
—¿Por qué? — preguntó alarmada Camille.
— lo detuvieron por pelearse de nuevo — contestó Roberto decepcionado.
Camille niega con la cabeza.
—Siempre lo mismo papá — suspiró pesadamente Camille.
— Lo sé, hija, lo sé, tengo que ponerle un alto a ese muchacho, mañana le llevas el desayuno y todo lo que le haga falta. — le pidió de favor a Camille, aunque sabía perfectamente que Antonio no quería a su hermana.
—Pero a mí no me quiere ver, papá sabes que me odia — respondió Camille negando con la cabeza, no quería ir a darle la comida a su hermano, era obvio que él la rechazaría.
—Eres su hermana, él tiene que entender que tú no tienes la culpa de nada — dijo Roberto tratando de convencer a su hija.
Ella estaba renuente, no quería ir allá y pasar otro desaire con Antonio, pero acepta llevarle la comida por su padre. A la mañana siguiente Camille se alista para ir a la base naval y a la escuela, lleva el desayuno y todo en una pequeña canastita, sale de casa y va a la base naval y la ve Fernando Álvarez.
—¿Qué desea, señorita? — pregunto Fernando al ver a Camille con la canastilla que ella tenía en sus manos.
—Vengo a ver a Antonio Sáenz— respondió amablemente sosteniendo con afán la canastilla.
—Él está preso — contestó firme Fernando.
—Lo sé, le traigo su comida y soy su hermana— dijo tímida Camille, tenía miedo de que no la dejarán pasar.
—¿Puedo ver la canasta? — preguntó Fernando con Intención de revisar la canastilla que tenía Camille en sus manos.
— Sí, está bien — respondió Camille abriendo la canasta.
Él comprueba la canasta para luego dejarla pasar y la llevaron hacia donde estaba su hermano, quien estaba sentado cruzado de brazos.
—Hermano — murmuró Camille agachando la mirada.
— Mi día cada día está mejor, la bastarda de mi hermana viene a verme ¿Qué rayos quieres ahora Camille? — le respondió con sarcasmo Antonio y tratando mal a su hermana como era de costumbre.
—Vengo a dejarte tu desayuno — respondió tímida Camille.
—No quiero nada, llévatelo — le contesto fríamente Antonio.
—¿Seguro? Que lastima por qué tengo tu comida favorita — Dijo Camille sonriendo.
— No quiero nada — dijo Antonio frío de nuevo
—Que lastima mira saque tu chocolate frío— respondió sonriendo Camille con algo de burla, quería que su hermano comiera algo. Antonio tenía hambre, pero era orgulloso, no se dejaría doblegar tan fácilmente.
—Déjame ver qué más tengo aquí — contestó Camille revisando la canastilla de comida.
Sacó una torta, galletas y su ensalada de frutas, todo olía muy bien y tanto que se lamía los labios en señal de que tenía mucha hambre.
—Llévate todo de aquí — contestó Antonio tratando de quitar los ojos de la comida.
— Bueno, me tendré que comer todo esto con mi amiga— Dijo ella sonriendo burlonamente recogiendo la canasta.
— Gracias por la comida hermanito — contestó sarcásticamente Camille.
Ella estaba por irse con la canasta de comida, Antonio se toca su estómago, se estaba muriendo de hambre, él no puede más y le gritó a Camille.
—¡Ven en este mismo instante! — le gritó desesperado Antonio.
—Solo si me dices la palabra mágica — contestó poniendo sus manos como jarra a la altura de su cadera.
—¡Te digo que vengas! — le gritó de nueva cuenta, Antonio estaba enojado al ver que su hermana no le hizo caso.
— Mm bueno, me voy — dijo Camille alzando de hombros.
— ¡Camille por favor regresa con la canasta! — gritó Antonio pidiendo de favor que Camille regresará con la comida.
Camille sonríe y le llevó la canasta.
—Ves no era tan difícil pedirme las cosas, por favor — contestó sonriendo triunfante Camille.
— Déjate de juegos y dame la comida — contestó Antonio pesadamente.
Camille le da la comida y vio que Antonio empezó a comer desesperadamente.
— Tranquilo, no te atragantes —Dijo ella riendo levemente.
— Calla, ¿Sí? — le respondió Antonio, siendo muy brusco con Camille.
— ¿Por qué siempre eres así conmigo? — preguntó Camille con los ojos cargados de lágrimas, ella quería saber por qué Antonio siempre la ha tratado mal.
—Deja de amargar mi comida y vete — le contestó bruscamente Antonio.
— Somos hermanos Antonio, papá quiere lo mejor para ti — le dijo Camille tratando de hacer entrar en razón a Antonio.
—Si, como digas — respondió muy cortante Antonio.
—¡Soy tu hermana! — le recriminó Camille a su hermano.
— ¿Ya te puedes ir? — preguntó Antonio fastidiado.
—Antonio — susurro Camille agachando la mirada.
— ¡Qué te vayas Camille! ¡Vete! Déjame la maldita comida y vete — bramó Antonio.
Era más que evidente que le fastidiaba la presencia de Camille.
Ella no pudo más y empezó a llorar, por lo que decidió irse, no tuvo ganas de entrar a la escuela, y se va a la playa a sentarse a la orilla del mar viendo el mar moverse, quitándose las lágrimas que caían por su rostro.
— ¿Y si tengo la culpa de todo? — Se preguntó en silencio Camille.
— Por qué mi hermano no me quiere, por qué él no es como los demás hermanos que tienen mis amigas, por qué — Dijo ella llorando amargamente.
Sin embargo, Levent tuvo que zarpar con destino a Australia, Marcela se despidió de Levent y él la abrazó y le dio un beso en la mejilla.
— Siempre te vendré a ver — le prometió Levent haciendo una leve caricia.
— ¿Lo prometes? — le preguntó a Levent.
— Eres mi hermana, nunca me olvidaría de ti ni de tu familia — dijo Levent sonriendo tiernamente.