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Capítulo 4: la pequeña Kiki

Capítulo 4: la pequeña Kiki

Esmeralda

Así es mi vida actualmente.

Hoy iré a la oficina bastante temprano porque tenemos un cliente bastante importante que defender. Su esposa presentó una denuncia por agresión y agresión.

Entro a mi oficina y encuentro a mi jefe, sentado en mi silla, desnudo.

completamente desnudo.

- Señor, Sekongo, ¿qué hace en mi oficina a estas horas?

Lo veo acariciando su miembro erecto frente a él, mirando una foto mía.

Es un hombre de mediana edad, 45 años, para conseguir este trabajo le prometí a este idiota que me acostaría con él si me ofrecía este trabajo. Desde hace un año lo estoy dando vueltas, cada vez más para retrasar el momento fatídico. No está mal, pero

Estoy cansada de ser sólo un objeto sexual para los hombres.

- Me prometiste algo, pero aún no has cumplido tu promesa.

Se levanta y camina hacia mí, su pene

equilibrio en su enfoque.

Su Kiki es pequeña, pero es tan fuerte, con lo que veo frente a él, solo podrá hacerme cosquillas, así que ¿por qué no?

Lo detengo cuando se acerca demasiado a mí.

- Assi, como el perrito simpático que eres.

¿Quieres follarme? ¡Tendrás que hacer todo lo que te pida! Para empezar, llámeme señora.

- Si señora.

- Ahora debes saber que yo estoy a cargo aquí.

- Está bien señora.

- Acaríciate

Empieza a masturbarse, con una sonrisa. Me siento en mi escritorio, abro las piernas.

- Ven a mí a cuatro patas, perro pelota.

Se arrodilla y comienza a avanzar, como le pedí.

- Quítame las bragas con los dientes y lámeme.

Se acerca a cuatro patas y se posiciona frente a mí como un perro esperando una orden de su amo.

- Quítame las bragas.

Se mueve entre mis muslos para quitarme las bragas, lo dejo hacerlo y lo ayudo un poco levantándome para permitirle deslizarse fuera de mis boxers. Ahora me encuentro desnuda bajo mi falda que se levanta un poco.

- Ven y lámeme ahora, ven y chupa todo este néctar que te espera.

Se acerca, hunde la cabeza entre mis muslos y comienza a rozarme. Me come muy bien, pero es un poco ruidoso y rudo.

- Tómatelo con calma y haz menos ruido.

No olvides que estamos en la oficina.

el va mas despacio

- sí, estás empezando a hacerlo bien, humm

Mete su lengua en mi coñito y se mueve hacia adelante y hacia atrás, es genial, abro más mis muslos para facilitarle las cosas.

- Sí, eres un buen perrito, ¡qué bien lo haces!

Eso me anima aún más, está dándolo todo.

- Oh si, eso es bueno, me haces mucho bien.

Trabajo duro para satisfacerme, hasta correrme en su boca, él limpia todo como un buen perro.

- ¿Tienes un condón?

- Sí.

- Dame y ve a sentarte en mi silla, te voy a montar como debe ser.

Corre a sentarse, con el rabito aún erguido. Le pongo el condón y me siento sobre él, intenta agarrar mis senos, pero lo detengo.

- No me toques hasta que te dé la orden.

Empiezo a bombearlo, está jadeando, está en el cielo, con los ojos cerrados, está disfrutando el momento, al minuto ha eyaculado, está muy feliz.

- Gracias, señora.

Quiere besarla, lo detengo

alejándose.

- ¿Qué te dije? No me toques, no me beses. Aquí soy yo quien da las órdenes.

- Si señora.

Con su pequeña Kiki, si tenía aguante, estaba bien, pero duras menos de un minuto con esta pequeña Kiki, ¿o quieres que vaya con eso? Es realmente malo, pero eso me conviene, no tendré que esforzarme mucho para satisfacerlo.

Desde que trabajé en su empresa, noté que se sentía muy intimidado frente a

al principio me dije que era tan

perdidamente enamorado que no podía mirarme a los ojos, pero noté que tal vez sea un sumiso en la cama y le voy a obligar a hacer cosas que no son posibles.

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