Virgen comprada: Parte B
Capítulo 4
Narra Allan.
Mi pequeña virgen anoche me agotó. No importa lo que hice, cuántas veces la tomé y la lleve al orgasmo, y creo que fueron cinco, ella lo tomó. Su boca y su coño fueron míos anoche. Estuve tentado de follar su culo apretado, caliente y jugoso, pero pensé que no serviría para apresurarla a nada. Especialmente cuando se trata del trasero de una mujer. Ese tipo de mierda necesita tiempo y prepararla para tomar mi polla.
Ahora estoy sentado con el ceño fruncido, mirando alrededor de la habitación, no veo ninguna señal de ella. Empujo la manta, veo que la mancha de sangre roja en las sábanas todavía está allí. Una huella de lo que pasó anoche. Sacudo la cabeza, pase los dedos por mí cabello, me dirijo al baño. No hay nadie ahí. No hay rastro de ella en absoluto. Miro la hora, veo que son un poco más de las siete, y no me gusta que se haya escapado sin que yo lo sepa. Nunca he tenido el sueño pesado, nunca, y sin embargo esta mujer se ha ido cuando nadie más podía ¡Mierda! Regreso al baño. Me lavo las manos rápidamente, trato de evitar mirar mi reflejo. Me veo jodidamente demacrado. Follar a una virgen, que me chupe la polla, ciertamente no me deja sintiéndome jodidamente renovado. Estoy molesto. Ella se ha ido, y lo peor es que ni siquiera sé su nombre, se que esta prohibido los nombres en este negocio, pero por alguna razón necesitaba saberlo. Cuando vuelvo a la habitación me visto, luego decido ir a buscar a Mendoza con la intensión que me de información sobre ella. Me se las reglas de memoria y no estoy seguro si él me de lo que quiero. Amo este lugar: Coño nuevo y fresco que podía arruinar. Anoche no se trató de arruinarla a ella. Se trataba de darle la experiencia de su vida, y la verdad del asunto era que no había forma de que pudiera alejarme. No después de mirar su fotografía. Había sido imposible de hacer. Ella me llamó, y ahora estoy empezando a sentirme como un jodido loco. Camino por el pasillo hacia la oficina de Mendoza. Por alguna razón, estoy enojado. Toco la puerta y se oye el firme "Adelante" de Mendoza. Entro al pequeño proxeneta sentado detrás de su escritorio. Él se ha vuelto rico con este negocio. Me sorprende que no haya vírgenes atadas a jaulas en su oficina para tentarlo.
—¿Qué hace aquí mi abogado favorito?—pregunta—. No sueles venir después de follar—agrega.
Tomo asiento frente a él. Mendoza me observa. Sé que él tiene reputación, pero no le tengo miedo, yo también soy peligroso. No tengo tiempo para esto. Mi buffet me necesita, y yo tengo necesidades más urgentes que mirar fijamente a este feo hijo de puta.
—La chica de anoche. Quiero saber su nombre —digo rápidamente.
—No va a pasar—responde.
Apretando los dientes, controlo mi temperamento. Este tipo me está cabreando ahora. No hay forma de que me digan que no. Es una palabra que no escucho ni creo, así de simple.
—¿Vas a intentar convencerme de que estas mujeres no quieren saber sobre su cita?—digo.
—Les digo a todos que se memoricen las reglas cuando vienen hacer un trato conmigo. Y entre ellas está no divulgar el nombre o los nombres de los involucrados—recalca.
—Oh, por favor, eres un proxeneta glorificado. Vendiendo vírgenes para ganar dinero—le digo con una sonrisa de burla.
Mendoza me mira fijamente.
— Una vez me dijiste que era un pedazo de mierda por siquiera considerar este negocio. Siempre pensé que eras un idiota hasta anoche. ¿Qué tiene esa mujer en especial para querer conocer su nombre?—pregunta.
—Púdrete—respondo.
Él sonríe.
—¿Sabes? en el momento en que ella entró en mí oficina, pensé en ti. Tiene esa mirada perdida. Ese pequeño toque de oscuridad que atrae a un hombre —agrega.
—Cuéntame sobre ella y su nombre —insisto.
—No te diré ni una maldita cosa sobre ella—responde.
—¿Cuánto me costará?— pregunto, buscando otro recurso. por obtener la información que necesito.
El hombre frente a mí se sienta hacia atrás. Me mira como si hubiera perdido la cabeza, y tal vez lo haya hecho. No puedo pensar con claridad en este momento. Que me digan que no es nuevo para mí. Estoy acostumbrado a conseguir lo que quiero.
—No—dice, su respuesta me enfureció.
—Eres un maldito que vende vírgenes, no es muy diferente a un burdel—digo ya molesto.
—Puedes pensar que soy un proxeneta, y está bien. En esencia esto es un burdel. Las chicas vienen a mí, las cuido, las protejo y, al final del día, se van a casa sanas y salvas. Te lo garantizo. No tengo nada que demostrarte. Mí conciencia es muy claro. Salvo a estas mujeres. Tomo una gran parte de su dinero. Tomo lo suficiente para mantener este lugar en funcionamiento, para pagar a los hombres y para obtener una pequeña ganancia por mis molestias. Si piensas por un segundo que esto siempre es fácil para mí, no lo es. Algunas de estas mujeres apenas son legales. Han tenido una crianza de mierda y quieren hacer un cambio. Para algunos, he visto las miradas en sus ojos cuando piensan que lo único para lo que son buenos es para follar. Entonces, ni siquiera pienses en sermonearme sobre lo que crees que es correcto o incorrecto—responde, mantiene su mirada furiosa mientras termina.
—Entonces, ¿no me vas a dar la información que quiero sobre esa chica?—vuelvo a preguntar.
—No.
—No voy a lastimarla—le recalco.
—Esas son las reglas por las que te inscribiste—contesta.
—¿Y si encuentro mis propios medios para encontrarla?—interrogo.
—Buena suerte—dice.
—¿Qué hay de su fotografía?
—Ha sido destruida. En el momento en que el reloj dio las seis de esta mañana, todos esos detalles fueron borrados. Sé quién es y lo que hace e incluso por qué necesita el dinero. No te diré una maldita cosa —responde.
No tiene ningún sentido discutir con él. Ha tomado una decisión y yo todavía estoy enojado. Se fue antes de que yo tuviera la oportunidad de hablar con ella. Me puse de pie, me dirijo a la puerta, la abro y salgo furioso. Al salir del edificio, encuentro a Alex apoyado en mí auto.
—Vaya, una noche de sexo sin ataduras y pensé que estarías en la luna, o al menos un poco más feliz esta mañana—dice al ver mis ánimos.
—Vete a la mierda—le digo. Mi estado de ánimo se está poniendo más oscuro. Su auto está estacionado a varios centímetros del mío.
—¿Cuál es tu problema?—pregunta.
—¿Tienes idea de lo que pasó anoche?
—Tu polla fue la primera dentro de una linda mujer virgen. Aunque me sorprendió que eligieras a la chica rellenita, pero aún así...
Apreté mis manos en puños, se necesita cada gramo de moderación para no estrellar mí puño en su cara. Mi intensión era pasar una noche con una virgen como en las otras ocasiones. Pero al pensar en sus labios alrededor de mi polla y en el ajuste perfecto de su apretado coño, el recuerdo todavía me enciende.
—Sal de mí maldito camino—le digo. Necesito darme una ducha. Para lavarme anoche para poder borrar todo el recuerdo de mí mente. El trabajo es en lo que necesito concentrarme.
—¿Vienes la próximo semana?— pregunta Alex, él nunca le ha importando mí manera de hablarle cuando estoy enojado.
—¿Próximo semana?
—Si, ya sabes siempre hay alguna virgen fresca que necesita dinero—recalca.
—Lo pensare—contesto subiendo a mí auto, cierro la puerta de golpe. Puse la llave, enciendo mí vehículo. ¿Quién es esta mujer que de alguna manera se ha metido debajo de mí piel? Ella ni siquiera lo había intentado. La noche había sido asombrosa. Cuando entré por primera vez en esa habitación, parecía un ciervo atrapado por los faros. A medida que avanzaba la noche y se acostumbraba a mí toque, se relajó y su sonrisa se volvió más natural. Sacudo la cabeza, me doy cuenta de que necesito sacarla de mí mente antes de perder el control. Fue solo una noche y debía olvidarla.
Capítulo 5
Narra Madeline.
Seis meses después...
Le doy un beso a mi hermana antes de irme a trabajar. Por su tratamiento ella vive prácticamente en el hospital.
—Te quiero, te veré luego—le digo.
—Yo también te quiero—responde.
Salgo de su habitación del hospital y me despido de las enfermeras. Era un poco tarde. Una vez que llego a mi destino trato de mantener la calma. Tengo un nuevo trabajo en el Bufete de Abogados Fox. Regresar a la universidad no está sucediendo, pero ahora Valeria está un poco mejor, el tratamiento al parecer está funcionando. Sin embargo, necesito más dinero. Conseguir el trabajo no había sido fácil. El programa de secretarias temporales había durado un mes con más de cincuenta solicitantes. Aunque mi sueño era ser abogada, este trabajo temporal me serviría como experiencia, ya que podía observar y escuchar como se llevaban algunos casos. En la solicitud que me dieron, exigieron una breve explicación de por qué necesitaba el trabajo. Puse problemas personales ya que tuve que hacerme cargo de mí hermana. Mis notas habían sido brillantes durante mis estudios. Afortunadamente, Valeria es una luchadora. Vivimos en un departamento pequeño y ella extraña ir a la escuela, pero su situación de salud no lo permite.
Había sido un shock para mí recibir la cantidad que tenía sobre la venta de mí virginidad. Cada centavo se destinó a ayudar a mí hermana. Después de un mes de turnos agotadores, de probarme a mí misma, de demostrar que tenía lo que hacía falta, conseguí el trabajo, junto con otras cuatro personas. Escuché a algunos de los empleados chismorrear sobre nosotros a nuestras espaldas. Hubo una apuesta para ver quién duraría más. No sé dónde encajo en todo esto. Parecería que mí nombre se había colocado en el medio. Había una chica que pensaban que brillaría más porque tenía un buen apellido y venía de una familia acomodada. El resto de nosotras no teníamos ninguna posibilidad. Aún así, estoy parada afuera del ascensor a las siete de la mañana, llevando sesenta archivos en mis brazos, apretándolos contra mí pecho. Mire mí reflejo en las puertas de metal, por un breve momento me permito pensar en él. El hombre que había destrozado mí mundo por completo. Me había dado una noche para recordar, y cuando estaba sola en mí cama, mirando hacia el techo, me permití la oportunidad de soñar. Pensar en sus manos mientras me sostenían. Habíamos follado más de una vez. Me sorprendió la cantidad de veces que me hizo correr. La forma en que me mantuvo en mí lugar, poniéndome de rodillas o de espaldas, o haciéndome tomarlo, para mirarlo a los ojos mientras me llenaba. Había estado crudo durante días. Caminar había sido un problema, pero como tenía que cuidar de Valeria no me permití vivir. Caminando, hablando, fingiendo que todo estaba bien, me había ocupado de mis asuntos hasta que llegué a este momento. Los recuerdos son todo lo que me queda. Las citas no son parte de mí vida. Mí hermana y ahora el trabajo llenan mí mundo. Hasta me hice un nuevo corte, para sentirme una mujer nueva.
Espero que llegue el ascensor, miro por encima de mí hombro, veo que soy la única que espera. La puerta suena llamando mí atención. Me doy la vuelta, entro al ascensor, sin mirar a las otras tres personas adentro porque eso demostraría mí impaciencia. Veo una mano de hombre que presiona el botón. Levanto la cabeza, jadeo al verlo. Sus ojos azules me miran fijamente. El hombre al que le vendí mí virginidad. El hombre al que no volvería a ver está parado en el ascensor conmigo. Mis mejillas se calientan mientras mí corazón se acelera. Sosteniendo los archivos con un apretón de muerte, trato, y probablemente fallaré, de parecer tranquila y serena. Esto es una pesadilla. Mendoza no me dijo qué hacer si alguna vez me encontraba cara a cara con el hombre que me había comprado. Necesito salir de aquí. Mis palmas están sudorosas. El ascensor se detiene a tres pisos de donde necesito estar. Las puertas se abren y, cuando estoy a punto de salir para escapar, me agarra del brazo y me detiene. Nadie mira hacia atrás porque estoy atrapada. No hay forma de que pueda gritar o llamar la atención sobre mí. Este trabajo paga bien, me permitiría tener una vida muy buena para mí hermana y para mí. Arruinar todo eso gritando sobre un cliente potencial no lo permitiría.
—No necesitas salir corriendo—dice. Su agarre se aprieta alrededor de mí brazo, tirando de mí hacia atrás. En el siguiente segundo, extiende la mano, presiona el botón de parada y nos quedamos quietos. Lo miro mientras se dirige al panel del ascensor y de repente aprieta un botón. Estar en espacios pequeños y confinados es un verdadero problema para mí. Unos segundos mientras voy de un piso a otro está bien, pero ahora mismo estoy entrando en pánico. Se vuelve hacia mí y yo me quedo con los archivos—. ¿No es esto una sorpresa? ¿Qué estás haciendo aquí?— interroga.
—Trabajo aquí—respondo.
Su mirada mira los archivos y luego vuelve a mirarme a mí. Sus ojos parecen entrecerrarse mientras mira mí cabello. Mierda, cortarlo de repente no me parece ahora una buena idea.
—¿Desde cuando?—pregunta.
—¿Desde cuándo, qué?
—¿Cuánto tiempo has trabajado aquí?—confirma su pregunta.
—Un mes. Soy parte del programa de secretarias temporales. Estoy a las ordenes del señor Smith—agrego.
—¿Has estado aquí un mes?—interroga sorprendido.
Asiento con la cabeza.
—¿Cuál es tu nombre?—pregunta.
—No tengo que decirte eso—digo.
Fue incorrecto decirlo mientras avanza hacia mí. Aún manteniendo mis archivos, lo miro fijamente. Sus manos se mueven para atraparme en la esquina del ascensor. Nos hemos detenido y supongo que ha apagado la cámara de seguridad, así que nadie sabe que estoy aquí. Inclinando mí cabeza hacia atrás para mirarlo, espero. Sus labios se presionan en una sonrisa.
—Mí nombre es Allan Fox—responde. Hace una pausa, claramente dándome unos segundos para darme cuenta de que él es el dueño de este bufete—. Ahora, dime tu nombre —pide.
—Es Madeline García.
—Un placer conocerte, Madeline—menciona.
Su mirada se mueve por mí cuerpo, y odio que responda. Me gusta que me mire como si quisiera comerme.
—No puedo creer que hayan pasado seis meses desde la última vez que te vi. Cuando me dejaste solo en esa habitación sin despedirte—menciona.
—Realmente necesito ir a trabajar—digo con prisa.
De repente, este trabajo no parece una buena idea. No se mueve. Su mirada todavía en mí. Esperando. Mi coño está resbaladizo. El aroma de su colonia me enciende; eso y la cercanía. Tiene esa cosa alfa del hombre de las cavernas en este momento. Es mucho más alto que yo. Es casi surrealista que hayamos estado desnudos juntos, follando. Él fue el primero, no he estado con ningún otro hombre, así que en este momento, él sigue siendo el único ¿me hizo difícil siquiera pensar en encontrar a alguien con quien compararlo? Su teléfono celular suena, rompiendo el hechizo. Sin embargo, no retrocede cuando responde la llamada. Lo veo presionar un botón y colocar el celular contra su oreja.
—Sí—responde. No entiendo la conversación, pero niega con la cabeza—.Todo está bien. No hay necesidad de entrar en pánico — agrega. Escucha unos minutos y luego guarda su celular en el bolsillo. Sus dos manos vuelven a la pared a cada lado de mí cabeza, atrapándome—.Esto es nuevo—dice. Toma un mechón de mí cabello. Es corto, hasta el cuello, estilo bob—. Me gusta tu nuevo look—agrega.
De repente, sus dedos están agarrando mí cabello, muy parecido a como lo hizo con el club. La acción me toma por sorpresa y dejo caer los malditos archivos que estaba guardando. Sus labios están tan cerca y la acción ha hecho que presione mí cuerpo contra el suyo. Me agarro de sus hombros para sostenerme, grito mientras sus labios succionan mí pulso, besando mí boca. El beso que me da es duro. Aprieta su agarre en mí cabello, haciéndome gritar mientras ataca mí boca, embelesándome. Se siente tan bien. No debería sentirse así, pero el golpe instantáneo de excitación inunda mis bragas mientras me presiona contra la pared. Su otra mano va a mí cadera, bloqueándome en su lugar, y no hay ningún lugar adonde ir. Su lengua se sumerge dentro de mí boca y pruebo el café en su aliento. Esto esta muy mal. Él es el dueño de este lugar, soy una simple empleada. Finalmente, obteniendo algo de cordura y tal vez una columna vertebral , no sé cuál, agarro sus hombros y me alejo.
—No podemos hacer esto—digo.
—¿Por qué diablos no?—pregunta.
—Tú eres el jefe el dueño de todo esto—respondo.
—Como dueño, puedo hacer lo que quiera y te quiero a ti—pronuncia poniendo mis manos sobre su pecho, niego con la cabeza.
—Necesito este trabajo—digo tartamudeando.
—¿Ese dinero que pagué no fue suficiente para ti? ¿Necesitas mas?—interroga.
Como un interruptor, me enfrío. Me aparto de su toque, me hundo en el suelo y rápidamente empiezo a recoger los malditos archivos.
—¿Podrías volver a encender el ascensor? Necesito trabajar—digo apresuradamente.
—Madeline.
—Por favor, necesito este trabajo—pronuncio.
Quiero este trabajo. El trabajo duro no es algo de lo que haya rehuido. Este trabajo, incluso sabiendo que está aquí, me encanta. Está lleno de desafíos y recompensas, y todo lo que amo. Este hombre, que acaba de herirme profundamente con unas pocas palabras escogidas, no va a cambiar eso. A menos que tenga una causa para despedirme y no voy a permitir que eso suceda.
—Madeline—dice de nuevo queriendo llamar mí atención.
—Mira, quiero mantener este trabajo, ¿de acuerdo? No quiero hacer esto contigo. Tuviste lo que pagaste, ¿podemos dejarlo así? —menciono seriamente.
Pasan los segundos, tal vez incluso minutos, antes de que finalmente ceda. Mientras recojo el último de los archivos y me pongo de pie, siento que las lágrimas brillan en mis ojos. Yo lucho contra ellos. Llorar no va a ayudar. En unas pocas palabras cortantes, había tomado una noche que me encantaba y la había convertido en algo feo. Voy a tener que buscar otro trabajo. No hay duda de eso. No hay forma de que trabaje para él ahora. Al bajar juntos del ascensor, soy muy consciente de que lo estoy siguiendo. Eso es porque estos archivos son para él. Cuando entra a su oficina y yo paso, no me detengo mientras coloco los archivos en su escritorio. Incluso mientras dice mí nombre, solo quiero salir de allí. En cambio, me detengo y miro hacia él.
—Esto no ha terminado—dice.
Con eso, me voy. No puedo quedarme y tengo que ir al baño para intentar recuperar la compostura. Él no podía saber sobre el motivo que tuve para vender mí virginidad o porque necesito el dinero. Soy una persona que no le gusta que le tengan lástima, se que puedo salir sola de esto sin ayuda de nadie. Ya viví mucho tiempo sintiéndome como una mierda, mí tío cada que podía nos echaba en cara la comida que nos daba, la poco ropa que nos compraba, pero todo eso no importaba, no cuando nos golpeaba sin ninguna razón. No tenía a mis padres para que nos protegieran, me di cuenta que estábamos solas, Valeria solo me tiene a mí, ella apenas tiene ocho años, sufriendo una enfermedad que no muchos sobreviven, tengo miedo de perderla sin haber hecho lo suficiente por ayudarla.
Capítulo 6
Narra Allan.
Hace un mes que está en mí edificio. Un mes donde podría haberla tenido. Es casi demasiado bueno para creerlo. Exijo su información a través de Recursos Humanos y espero a que encuentren su archivo y me lo envíen. Los archivos que tenía en la mano están en mí escritorio para que los revise. La mujer con el cuerpo tentador y el coño estrecho finalmente tiene un nombre y es bonito. Intenté encontrarla. Incluso fui tan lejos como para intentar usar a un artista para que me escuchara para poder dibujarla. Por supuesto, no ayudó. Ella jodidamente disparó mi sangre, y no pude tener suficiente de ella. La necesito más de lo que necesito mi próximo aliento. Recuerdo la forma en que sus labios se sentían alrededor de mi rígida polla. No he estado con otra mujer desde entonces, la quiero. Al verla subir al maldito ascensor, pensé que era una fantasía, que había estado alucinando. Ella había sido tan real. En el momento en que me vio, lo supe. Trató de escapar, y no había forma de que permitiera que eso sucediera. Ya había escapado una vez, y no había forma de que lo hiciera dos veces. Su cuerpo suave, su olor, me volvía loco. Habían pasado seis meses. Me pregunto si ha estado con muchos hombres desde entonces. Mi bandeja de entrada finalmente suena que tengo un correo electrónico, y lo abro rápidamente, leyendo todos los detalles: Veinte años de edad.
Es más joven de lo que pensé que sería. Soy quince años mayor que ella. Sentado, no me gusta esa sensación. Nunca he sido un hombre que se preocupaba acerca de una diferencia de edad, pero esto, sabiendo que vendió su virginidad, necesito saber más. No solo eso, ella es la única a cargo de su hermana menor. Leí los detalles de por qué abandonó la universidad y la poca información, pero no es suficiente. Copie los detalles en un nuevo mensaje, busco la dirección de correo electrónico del investigador privado y le envío una lista de lo que quiero. Una cosa buena de tener mucha riqueza es que la información se compra tan fácilmente. Con eso en mente, reviso la lista de archivos que llegaron a mi escritorio. La mayoría de ellos son contratos que ya conozco. Cuando Madeline los tiró al suelo, los echó a perder, así que a la mitad consigo la nota que Kenia colocó en la parte superior de lo que eran. Ella pertenece a la división de contratos temporales de mi Buffet y se ocupa de la contratación de varios clientes, pero también de la subcontratación de lo que no podemos hacer. Después de llegar a la mitad de la pila, me inclino hacia atrás para estirar y deshacerme del crujido de mi cuello. Estar en la sala del tribunal frente al juez defendiendo a la mayoría criminales, y negociar una reducción de sentencia es agotador. Mi asistente personal renunció hace unos meses y hasta ahora he podido manejar todo. Solo he conocido a candidatas incompetentes. Ver a Madeline me hizo pensar que ella podría ser mí nueva asistente. Nunca he creído en el romance de oficina. No lo permito. Cuando alguien se involucra
románticamente y esa relación termina en un desastre, mí empresa siempre termina sufriendo las consecuencias. Por no hablar del drama. El único problema es que Madeline no comenzó como una mujer más en una larga lista de ellos. Ella es la única mujer en la que he podido pensar durante los últimos seis meses. He tenido un par de citas, pero ninguna fue importante. Ni siquiera les di un beso de buenas noches. Mí polla se quedó completamente quieta, pero un viaje en ascensor con una pequeña ex virgen, es como si él tuviera una mente propia. Golpee con los dedos el escritorio, mí impaciencia crece mientras espero a que el investigador privado regrese a mí. La razón por la que acudí a él fue porque prometió tener resultados en una hora o al menos dar aviso de que estaba tardando más de lo necesario en obtener la información. Esto no es bueno. Finalmente, después de lo que parece una eternidad, suena mí celular. No reconozco el número.
—¿Hola?—digo.
—Mis hallazgos han revelado algunos detalles interesantes, pero no estoy seguro de que los quieras en el correo electrónico—dice el hombre detrás de la línea, así que me doy cuenta que es el investigador.
—¿Qué tienes?—pregunto.
—La señorita García de veinte años, se convirtió en la única tutora de su hermana hace casi un año. Su tío fue arrestado por intentó de violación hacía ella, también tiene otro cargo de violencia intrafamiliar hace las dos hermanas. Los padres murieron en un accidente automovilístico—agrega.
Me reclino, sorprendido.
—¿Qué carajo?—exclamo.
—Valeria García, su hermana menor pasa mayormente su tiempo internada en el hospital, tiene Leucemia, pero los detalles profundos de su enfermedad no los he investigado a profundidad, ya que ella es menor de edad y no es a quien originalmente me pediste que investigara. Quise confirmar contigo primero antes de hacerlo—dice.
No necesitaba un genio de las matemáticas para resolver todo lo demás. Madeline había vendido su virginidad por su hermana.
—¿Estaba reprobando en la universidad?—quise saber.
—No. Sus notas eran impecables. Tenía una beca universitaria, pero necesitaba trabajar para pagar las facturas del hospital—responde—.¿Quieres que siga investigando?—pregunta.
—Sí, averigua todo lo que puedas sobre ella. Quiero que me lo traigas. No más llamadas telefónicas —digo.
Al colgar, miro mí escritorio. Ella había hecho lo que podía por su hermana, lo sabía. Por la fotografía que vi de ella hace seis meses en Dulce Placer, sabía que había una razón, pero no sabía exactamente qué. Ahora lo hago.
Todo este tiempo, ha estado más cerca de lo que pensaba. Aquí mismo. Justo debajo de mí nariz. Aunque la necesito más cerca. Pase una mano por mí rostro, miro hacia atrás a su fotografía. Ella todavía tiene ese aire de inocencia a su alrededor. Quiero conocerla. Esto no debería estar sucediendo, pero no podía sacar las palabras de Mendoza de mí cabeza. Me había negado a cada paso. Incluso me negué a volver a ese lugar aunque sé que Alex, mí mejor amigo, iba allí todos las semanas para ver qué coño se ofrecía. Tiene que haber una manera de acercar a Madeline a mí. Su currículum señaló que había sido mesera, trabajado en una cafetería y panadería, y también trabajó en un supermercado. Su programa de estudios había sido en Derecho, así que ella quería ser abogada. Yo soy el dueño de ese Bufete, Es sencillo: Haré que trabaje para mí.
Hago las llamadas pertinentes. Mañana por la mañana, cuando Madeline se presente a trabajar, vendrá a verme para empezar. Ella trabajará de cerca y finalmente la tendré para mí solo, que es lo que estaba deseando.
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Termino el día. He sudado, sangrado y he hecho todo lo posible por este lugar y por convertirme en el hombre que soy ahora: El abogado mas exitoso del pais y propietario del mejor Buffet. Una vez que todos se han ido, soy el último en irme. Al salir del Bufete, me dirijo al estacionamiento subterráneo. No hay nadie cerca y me tomo mi tiempo para llegar a mi auto. Con la información que tengo ahora, sé dónde vive. Imprimí una copia de su registro de empleo, que incluye la dirección de su departamento. Lo último que debería hacer es escribir esos dígitos en mí GPS, pero lo hago de todos modos. Saliendo del estacionamiento, paso las puertas de seguridad y me dirijo en la dirección que me dice mí pequeña computadora. Al cruzar la calle, veo a Madeline Apagando mis faros, veo que camina con una niña, con un turbante en la cabeza, me di cuenta que era su hermanita. Ella está charlando animadamente con su hermana. La información de mí investigador privado vuelve a atormentarme mientras miro a las dos. Incluso al otro lado de la calle, veo lo triste que se ve la pequeña. De vez en cuando Madeline decía algo para poner una sonrisa en su rostro.
Esto está jodidamente mal. Ese hijo de puta de su tío arruinó la vida de ambas y en el proceso envió a Madeline a mis brazos. No es que tenga un problema. Sin embargo, si cualquier otro hombre se la hubiera llevado...no me gusta la idea e instantáneamente lo corté de raíz. No quiero pensar en ella con nadie más. Ese cuerpo suave se sentiría tan bien. Ella no mira en mí dirección, pero hace que su hermana camine delante de ella por los escalones que conducen al edificio. Allí hay seguridad y ella se asegura de que su hermana esté protegida antes de entrar.
Necesito saber más. Tengo que estar cerca de ella. Pase lo que pase, una sola vez no fue suficiente. Reclamé su virginidad y me había dado un mero gusto. Ahora es el momento de que me quede con ella, quizás mí corazón finalmente tenga una razón y un propósito más para seguir latiendo.