Capítulo 5- Un día diferente -
Me siento en mi cama, viendo cómo amanece el día fuera de la ventana, lista para comenzar otra rutina pacífica como de costumbre.
Saco mi celular de debajo de la almohada y abro el mensaje de buenos días de mi amigo. Noah es lindo y mi día siempre comienza con un buenos días de su parte.
Respondo a su mensaje, me levanto de la cama y me estiro hasta ponerme de puntillas. Me dirijo hacia mi armario, lo abro y saco un par de jeans negros rotos en las rodillas. Me quito el suéter y lo tiro sobre la cama, me pongo unos pantalones acompañados de un abrigo fino y agarro mi habitual chaqueta de cuero.
Por suerte para mí tengo mi propio baño, odio usar el baño de chicas. Están tan desorganizados, tanto que hay bragas por todos lados, sin mencionar el fuerte olor a marihuana. El consumo de drogas está prohibido, pero los clientes suelen acabar trayendolas.
Hago mi higiene y después de lavarme los dientes, dejo el cabello suelto, cayendo en mechones lisos y sedosos. Me encanta mi cabello rojo porque resalta mi piel blanca y mis ojos marrones.
Agarro mi bolso de la cama, me lo coloco al hombro y me pongo un par de botas planas. Abro la puerta, salgo de mi habitación, dejándola cerrada para que nadie pueda entrar y guardo la llave en mi bolsillo.
Sigo el pasillo, esquivando algunas prendas esparcidas y poniendo cara de disgusto. Bajo las escaleras sin tocar el pasamanos, disgustada por lo que pudieron haber hecho allí. Paso por la sala donde se realizaron las reuniones, voy al fondo y entro a la cocina. Sonrío enormemente cuando veo a mi padre sentado en una silla esperándome.
— Buenos días, mi princesita.
Confieso que en tu sonrisa siento un poco de preocupación.
— Buenos días papá, ¿hay algo que necesites decirme? — Pregunto abrazando su cuerpo por detrás, besando su cuello.
—Nada, mi muñeca.
—¿Estás seguro, papá? — cuestiono sentándome en la silla a su lado.
— Son sólo deudas, de las que nos ocuparemos.
— Padre.— Suspiro mientras digo. — No has estado tomando dinero de gente mala, ¿verdad?
— Amy dijo que eran hombres de confianza, pero el problema es que este mes es el segundo mes que se atrasa en el pago.
Cierro los ojos con fuerza, tenía que estar el dedo de Amy en el medio. Mi padre es tan ingenuo a veces que no sé cómo logró mantener un lugar como este. Lo que le había pasado a mamá ya no era suficiente, le repetían la dosis.
— ¿Vendrán después? — Pregunto abriendo los ojos, observando la expresión cansada de Charles.
— No lo sé hija mía, pero si vienen quiero que te alejes.
- Pero papá....
— Sin peros, hija mía, ya perdí a tu madre por una estupidez como esa.
Es bueno que lo sepa, porque a mi madre la mataron cuando invadieron nuestra discoteca exigiendo el pago de las deudas de mi padre, y como mi padre no tenía el dinero en ese momento, los hombres recibieron el pago con la vida de mi madre.
Pierdo el apetito, ver a mi padre triste así me deja sintiéndome impotente, él es la única familia que tengo y si estoy viviendo en este antro sexual es por él. No tengo el valor de dejarlo entre estas serpientes, que son capaces de tragarse a Charles a la primera oportunidad.
— Papá, me voy.
—¿No vas a comer?
— Noah ya me está esperando — digo levantándome de la silla.
—Está bien, mi princesa.
— ¿Prometes llamarme si pasa algo?
Mi viejo pone los ojos en blanco y asiente con la cabeza.
Le doy un beso en la mejilla, saliendo de la cocina hacia la puerta trasera. Camino por la acera y encuentro el auto de mi amigo estacionado esperándome.
—¿Qué cara triste es esa? — pregunta inmediatamente mi amigo.
—No mucho, Noah. — No quise entrar en el tema y él lo respetó.
— Entonces, ¿qué te parece hacer maratón de una serie mañana? — Noah pronto cambia de tema.
— Escuché que se estrenó una nueva serie en Netflix, ¿qué opinas? — Pregunto, sintiendo que mi ánimo regresa.
Entablamos una animada conversación, mis fines de semana suelen ser en el departamento de Noah, o estudiamos, o vemos alguna serie, a mi amigo casi no le gusta caminar por la calle.
Llegamos a la universidad y cada uno se va a su rincón.
El día pasa a un ritmo lento, no podía sacarme de la cabeza la conversación de mi padre.
¿Y si esos hombres vinieran tras él?
No podía perder al único miembro de mi familia.
Mi corazón se hunde sólo de pensar en mi padre en peligro.
Finalmente suena la última campana, puedo irme y finalmente ver a Charles para sacar estos pensamientos de mi mente.
— ¿Café hoy? — pregunta Noah tan pronto como cruzo la puerta de la sala.
— Hoy no, Noah, necesito ir a casa a ver a mi padre.
- ¿Grave? — Hace un puchero de tristeza.
Asiento y camino junto a él hacia la salida de la universidad.
Mi amiga insiste en dejarme en casa, al principio me niego, pero después de tanto insistir termino aceptando.
El camino hacia mi casa es placentero, cuando estoy al lado de mi amigo puedo sacar de mi mente los problemas de mi padre.
Sin embargo, mi mundo se derrumba cuando veo tres Bugatti Bólidos negros estacionados frente al club.
— ¿Hay algo mal ahí? — pregunta Noah, estacionándose frente al club.
— No lo sé, iré a ver.
—Yo iré. — Mi amigo hace una señal para abrir la puerta.
- No te vayas. No debe ser nada.
— ¿Estás seguro, Soo?
- Tengo. — Le beso en la mejilla abriendo una sonrisa forzada.
Salgo del auto, agarrando fuertemente la correa de mi bolso, mi mundo se derrumba lentamente, imaginando escenas horribles.
Noé se va.
En la puerta del club hay tres hombres vestidos de negro fumando cigarrillos y mirándome seriamente.
Maldita sea, papi, ¿quiénes son estos hombres?
No paso por esa puerta, porque los hombres me doblan en tamaño.
Entro por la puerta trasera y encuentro a dos chicas abrazándose, llorando en la cocina.
- ¿Lo que está sucediendo aquí? Pregunto, aterrorizada.
— Lo van a matar — dice uno de ellos gimiendo.
Sin escuchar, me dirijo hacia la voz de un hombre que habla con dureza.