Capítulo II. "Cuando una trampa se vuelve una decisión de vida."
Duff.
Cuando entré en el baño, fui directamente al espejo para encontrarme con lo que esperaba fueran grandes eczemas en mi piel, pero me sorprendí, no encontré nada.
Me había encantado sentir sus labios sobre los míos, pensé que debido al nivel de intoxicación una vez que mi cuerpo bajase un poco la temperatura, aparecerían las malditas lecciones, pero asombrosamente, después de más de diez minutos bajo el agua, que calmó un poco el ardor de mi cuerpo, aunque no el deseo de poseer a la mujer que se encontraba fuera del baño, ninguna lesión hizo su aparición.
Continúe bajo la ducha para aclárame que era lo que me había llevado a esa situación. Hace dos días en mi despacho se había aparecido mi sobrino para agradecerme que hubiera insistido a mi padre para que lo perdonara después de la última pifia, que había realizado, en al proyecto de los centros comerciales. Yo no solía meterme en la empresa de mi padre, en verdad, yo no quería heredarlas, pero mi padre me dijo que sólo podía pasar de padres a hijos, yo volví a insistir que William era el hijo de mi hermano mayor, debía ser el quien heredara, y fue allí cuando descubrí el gran secreto que sólo mi padre, mi hermano y su mujer, la culpable de todo esto, sabían, William no era hijo de mi hermano.
Al parecer la perra de mí cuñada, Diane, se casó con mi hermano, y ya estaba embaraza de su amante, que tenía, mientras salía con mi hermano. Luego le dijo que estaba embarazada y mi hermano como buen Sinclair, se hizo responsable.
En el fondo mi hermano la amaba con locura, cuando dos años después nació Mary, y cuando fue creciendo y ya tenía seis años, mi padre pensó, que era muy extraño la diferencia entre los dos hermanos, mientras Mary, tenía muchos de los rasgos de la familia Sinclair, ya que, si era la verdadera hija de Roy. William, en cambio, no se parecía a ninguno de sus dos padres, excepto por el color de los ojos, que era iguales a los de su madre.
No quiso decir nada a su hijo, pero comenzó a investigar a la supuesta mujer, con las que su primogénito se había casado. Allí descubrió, después de cuatro años de investigación, que, durante su noviazgo con su hijo, la muy zorra de Diane Sinclair, había mantenido una relación con otro hombre, el cual físicamente era como una copia exacta de William. Lo peor era que aún se veían de vez en cuando.
Aunque necesitaba pruebas biológicas que sustentaran sus sospechas, decidió, exponérselo a su mi hermano mayor. Roy rechazó en todo momento las explicaciones de su padre y decía que ese hijo era suyo, su esposa no lo podía engañar, lo amaba.
Tuvieron una fuerte discusión hasta el punto que mi padre lo amenazó con quitarle la herencia. Pero Roy era un Sinclair, los escoceses somos orgullosos de nuestro legado, y nuestras enseñanzas, y nuestra palabra es oro. Como dice nuestro lema familiar “Dean obair an dia”, que significa “Encomendar nuestras obras a Dios”, todo lo que hacemos o acometemos, solo Dios puede cambiarlo, cumplimos siempre con nuestras dediciones, y que dios nos perdone, si nos equivocamos.
Así fue como el orgullo Sinclair hizo que mi hermano rechazara su herencia, en favor de la mujer que amaba y de su familia. Yo al contrario que mi hermano, al saber que él era el verdadero heredero, a pesar que mi padre lo hubiera desheredado, cuando yo era un adolescente, decidí seguir con mis proyectos y cree mi propia empresa DS Group, y cuando la herencia pasara a mí, se la devolvería su legítimo dueño, mi hermano.
En el fondo sabía que el único heredero de la familia Sinclair era Roy Sinclair, y si podía ser su hijo William al no ser un Sinclair, aún estaba la preciosa, y cariñosa Mary, mi sobrina adorada.
No quería esa herencia, hasta que la mal nacida de Diane, abandono a mi hermano confesándole la verdad, y destruyendo todo su mundo. Roy se dio a la bebida, durante cuatro años. Yo no lo sabía, estaba liado en mi empresa, y ese es mi, peor error hacia mi familia, al intentar que tener éxito, dejé sólo a mi hermano. Mi padre, no me quiso decir nada, hasta esa fatídica noche en que recibí la llamada de la policía, y me comunicaron que mi querido hermano había fallecido en un accidente mientras conducía borracho.
Mi mundo se cayó, convencí a mi padre para que pagara los estudios a mis sobrinos, porque durante años mi hermano consideró a William su hijo y así acepté tratar al niño que mi hermano crio como suyo, sólo tenía dos años menos que yo, pero madurativamente, William había sido criado por su madre como un príncipe tirano. Era muy inmaduro.
Yo ya a mis veinte años, ya había acabado la universidad, con dos años de adelanto. Había formado mi empresa, sin la ayuda de mi padre. Mi hermano murió tres años después, y no pudo ver todo lo que había conseguido.
Por otro lado, mi sobrino, no había acabado ni su primer año de universidad, se dedicaba a vivir del dinero que la familia Sinclair le enviaba, y tuvo mi padre con amenazar con cortarle el grifo, para que terminara la universidad a duras penas, y empezara a trabajar para las empresas Sinclair.
Había sido mi segundo error, lo que estaba pasando ahora mismo lo confirmaba. El muy idiota de William, había orquestado todo para que yo y su futura prometida acabáramos sorprendidos por varios periodistas después de haber tenido sexo.
Para ello se había preocupado desde prepara la habitación con un licor que sabía que yo tomaba, adulterado con alguna droga afrodisiaca.
Enviarme a su novia virgen, la hija de unos de los empresarios españoles más famosos e influyentes. Citarnos a los dos con sospecho, excusas distintas, en la misma habitación, que poco después estaría rodeada de periodistas.
Lo que no sabía mi querido sobrino, es que yo siempre iba con dos pasos adelantados. Cuando noté que el licor me afectaba, llamé a mi asistente Howard para que reservar otra suite.
No esperaba que me mandaría a esa preciosa rubia de ojos azules, que nada más ver, lamenté no poder tocar. Debido a mi inconfesable secreto, intenté alejarla, pero cuando me confirmó quien era, supe que había sido también engañada como yo, así que decidí sacarla también del atolladero en el que el maldito, William pretendía meternos.
No esperaba que ella se negara y yo tenía que tener cuidado que cualquier parte de mi piel entrara en contacto con la suya. Mientras intentaba controlar ese fuego que me quemaba la entrañas. Y que impulsaba a tirarla al suelo y entrar en ella, sin piedad. Mi primera vez con una mujer, si algún dia superaba este gran secreto, no podía ser así provocado por las drogas, que un indeseable me había administrado.
Lo que no espere que al caer esa preciosa mujer cayera, sobre mí. Tras un forcejeo, y esquivar la maniobra que hubiera hecho que mi pierna entrar en contacto con la suya, terminamos en el suelo ella encima de mí, con esos deliciosos labios sobre los míos. Que mi primer beso, fuera un accidente, era algo que no había previsto, que encima ese beso sólo creara deseo en mí, aparte del que me provocaban las drogas, aun menos, pero lo más alucinante de todo esto era que el tacto de esa diosa rubia, no me hacía reaccionar como siempre, con rechazo.
-” ¿Sería que las drogas habían afectado a esa parte y podía tocar a otras mujeres sin sentirme afectado?”-pensé. Decidí averiguarlo en otro momento. El problema actual era que la ducha, ya no calmaba ese calor que me corroía por dentro, y eso era muy visible en mi miembro erecto.
Decidí masturbarme para calmarlo, y así poder, controlarme.
Mientras me acariciaba, el beso accidental de esa belleza, se coló en mi mente, la forma de sus labios, la redondes de sus senos, su cintura estrecha, y sus glúteos redondeados, piernas largas que rodearían mi cintura, mientras la penetraba. Pronto un fuerte órganos recorrió mi cuerpo y me hizo temblar de placer, mientras mi cuerpo expulsaba el resultado que esas caricias, y una diosa rubia grabada en mi mente, habían provocado.
Mientras mi cuerpo se relajaba, aunque aún con resto de ese fuego, recibí un mensaje en mi móvil de mi asistente, que me confirmaba mis sospechas, esa preciosa, en dos días, se convertiría en la prometida de mi sobrino, si éramos sorprendidos en una situación incómoda por los periodistas, yo tendría que renunciar a ser el heredero Sinclair, y esa preciosidad hubiera sido deshonrada, a ojos del público, su padre se podría ver afectado, y para evitar el escándalo hubiera tenido que entregar una pequeña fortuna entre periodistas y novio ofendido.
Así William hubiera salidos ganando no sólo la herencia de los Sinclair, sido que se hubiera llevado parte de los beneficios de la familia Bencomo. Y Cathaysa seria des horada sólo se podría casar conmigo, esa idea no me pareció tan mala. El resto era pura basura.
-” ¿Y le se vas a entregar a él? ¿Vas a dejar que se comprometan? ¿Qué luego la haga infeliz? ¿Dejaras que se convierta en tu sobrina política?, la que posiblemente sea la única mujer que puedas tocar, ¿y si no te has curado?.”- mi conciencia me estaba mortificando, y no me dejaba pensar con claridad.
Cuando salí del baño, envuelto tan sólo en una toalla, atada en mi cadera, la vi asomada por una rendija de la puerta, mientras escuchaba lo que decían, lo que me imaginé que eran los periodistas enviados por el desgraciado de William. Me sentí asqueado de esa chusma que menospreciaba así a esa preciosidad rubia. Si fuera mía no permitiría que nadie hablara así de ella.
-” ¿Si fuera tuya? Y por qué no la haces tuya, la tienes ahí sólo tienes que tocarla, y ver si su reacción es la que creíste percibir, cuando vuestros labios entraron en contacto, vistes deseo en ellos, y lo sabes. Hay algo especial entre esa mujer y tú. Si la dejas escapar, te vas arrepentir, además como tú, no ha estado con nadie. Es tu mujer, idiota, o la coges ahora o la pierdes para siempre.”- me dijo mi impertinente conciencia, no iba a hacerle caso, hasta que vi que la rubia estaba decidida a plantarle cara a los periodistas.
En ese momento, tiré de ella, la derrumbe en mi pecho. Al sentir su olor y su tacto en mi cuerpo, supe, que estaba perdido, esa mujer seria mía y yo suyo, y que el mundo estallase por donde quisiera.