Mariana
Abrazamos a mama como solo ella se lo merecía, la amábamos con todo su corazón, juramos prometiendo estudiar para echarle ganas en aquella universidad para sacarla de trabajar y comprarle la casa de sus sueños, cenamos riéndonos besando la mano de nuestra madre horas después llegamos al edificio a Harry lo veía pensativo por lo que me acerque para sacarlo de sus pensamientos.
— ¿En qué piensas? — le pregunte en el oído.
— Yo sé que todo esto cambiará algún día, le compraremos esa casa que tanto ha soñado, estoy seguro de que lograremos todos nuestros sueños, Jack la sacaremos de trabajar y vivirá como una reina — me dijo Harry en voz bajita, por lo que yo solamente le di una palmada en su hombro.
— Harry y yo queremos cantarte mamá — le dije a mama mientras sacaba la guitarra mi arma poderosa, bueno así le decía yo.
— ¿A mí? Pero ya paso el día de las madres — contesto confundido mi madre por lo que le sonreímos.
— No hace falta que lo sea, queremos cantarte mamá — conteste guiñándole el ojo mientras sonreía afinando la guitarra.
— Anda, siéntate mamá — dijo Harry mientras sentaba a su mamá en el sillón de nuestra casa, por lo que mi madre estaba atenta para que cantáramos.
— Esta canción es para ti mamá — dije mientras empecé a tocar la guitarra para empezar a cantar con Harry esa canción que tanto le gustaba a mi madre llamada rayito de luna eso era para nosotros nuestra madre un rayito de luna ese rayito que nos iluminó cuando quedamos huérfanos como no tenerle respeto si es por ella que nosotros salimos adelante es por ella que nosotros somos unos buenos estudiantes ella nos miraba con lágrimas en los ojos aún no podía creer la serenata que le habíamos dado Harry y yo si algo nos gustaba a ambos era la música y que mejor que cantarle a nuestra madre.
— ¿Te gusto, mamá? — pregunto mi hermano sonriendo nerviosamente, por lo que mi madre nos abraza besándonos a los dos en la cabeza.
— Mi madre hermosa — dije mientras ella me estaba abrazando.
— Te amo mamá — dijo Harry, mientras aún estaba abrazado a ella, parecíamos dos pequeños que aún necesitaba a su madre.
―Y yo a ustedes cantan hermoso, mis amores me encanto la canción — contesto mi madre mientras nos abrazaba.
— Eres la mejor mamá — dije mientras abrazaba a mi mamá, por lo que ella susurró.
— Ustedes son los mejores hijos que me pudo haber dado la vida — nos dijo mi madre besando a cada uno.
— Vayan a dormir mañana es la universidad — dijo mi madre mientras nos daba un beso en la frente a cada uno.
— ¿Tú no dormirás mamá? — pregunto Harry un tanto confundido.
— No hijo, tengo trabajo que hacer — respondió mi madre sonriendo levemente.
— No quiero que te enfermes — le dije a mi madre sentenciándole, no quería que se enfermara, no quería que nada le pasara por lo que estaba preocupado por ella.
— Estaré bien, ahora vayan anden — dijo mi madre mientras nos sonreía nosotros a regañadientes fuimos, ya que no estábamos de acuerdo que mi madre trabajara horas de más.
Por lo que nosotros entramos a nuestro cuarto mientras que mi madre se quedaba cociendo en su máquina de coser, parecía que todo iba bien, yo me Salí del cuarto para dirigirme al baño, pero fui a ver a mi madre quien trabajaba, ella seguía cociendo como si nada por lo que mejor me fui a dormir.
Horas después se paró a tomar agua cuando se marea a tal grado que se le nubló la vista a Gloria, por lo que se recarga en la pared de la cocina y se agarró los ojos y la frente esperando que se le pase el mareo, por lo que fue hacia su máquina a seguir cociendo en su máquina de coser como siempre ella dormía 4 horas no podía dormir mucho dado el insomnio que ella padecía.
Los días pasaron más rápido de lo normal, mi hermano Harry y yo estábamos acomodando nuestras mochilas para irnos a la universidad, al llegar yo no me acomodaba del todo, pues yo seguía pensando que era una escuela de niños ricachones, mientras que Harry solo trataba de sacar su beca para ayudar a mama.
***Mariana***
Me negaba ir la escuela, mi tío Carlos siempre iba por mí al cuarto para irnos los dos a la universidad, pero yo no quería porque estaba en una silla de ruedas, en esta maldita silla de ruedas que me hacía una verdadera inútil.
— Carlos regrésame — le dije a mi tío viendo que estábamos a punto de subir al carro.
— Haber Mariana, eres mi sobrina, te amo y por esa razón no es justo qué te quedes encerrada, tienes que estudiar — me dijo mi tío mientras me sonreía, pero yo me negaba a escuchar.
— Lo hago desde la casa — le dije mientras me cruzaba de brazos.
— No, tú tienes que salir, así que vamos — me dijo Carlos para después subirme a ese carro, una vez que me acomodo se cercioró para ver si la casa estaba cerrada.
Una vez que llegamos a la universidad al llegar me quede afuera de la dirección esperando a mi tío, ya que éramos de la misma edad, al salir Carlos me llevo a mi salón de clases.
— Hable con el director cuando termine la clase, voy por ti ¿Está bien Mariana? — me dijo mi tío por lo que yo asentí mirando por la ventana, era más que obvio, yo era una inútil que no se sabía valorarse a sí misma.
— Bien — solamente me limité a decirle mientras que pensaba en mi novio que había muerto por mi culpa en aquel accidente, aún me atormentaba por ello, por lo que una lágrima resbala sobre mi mejilla.
Carlos solamente se fue sin decir nada dejándome sola en aquel salón de clases donde de seguro se burlarían de mí por mi maldita incapacidad bufe de mal humor esperando que viniera mi martirio si ya sabía que se burlarían de mí.
Por lo que Verónica tenía que soportar al engreído de James Maslow no lo soportaba, pero ni poquito, pero sus padres siempre insistían en mejores amistades de clases altas y apellidos de abolengo.
Como siempre Los padres de verónica siempre insistían en que ella tenía que tener mejores amistades de clase alta y apellidos de abolengo, en efecto le gustaba vivir a la comodidad y a la hora que quería tenía todo lo que ella quería todo a su disposición, pero le hacía falta algo muy importante el amor y atención cosa que sus padres nunca lo mostraron, y siempre llenaban de regalos a ella y a su hermano Kendall.
Verónica llegó al salón por lo que se sienta en su pupitre, mientras que James se sentó atrás de ella.
— Primor — dijo james tocando el hombro de Verónica, por lo que ella se voltea fastidiada.
— Me llamo verónica — dijo ella fastidiada e irritada.
— Pues padres dicen que te llame como yo quisiera — dijo James sonriendo burlonamente.
— Solo con ellos, pero aquí estas en la universidad y me llamas por mi nombre — respondió Verónica enojada haciendo que él rodara los ojos.
— Una universidad tan ordinaria está mejor Londres, ahí hay mejores escuelas no pocilgas como estas — contesto James de manera sarcástica.