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1. Jamás voy a sostenerlo en mis brazos.

El dinero no puede comprarlo todo, Jeremy jamás creyó que esa frase no fuera cierta hasta el día en que escuchó esas tres palabras que lo rompieron por completo "Ella no sobrevivió". En ese instante pudo sentir su mundo perfecto desmoronarse, por mucho dinero que tuviera, absolutamente nada podría devolverle al amor de su vida, a su esposa, su hermosa Marie, y el responsable de todo era un pequeño bebé del que sin duda no quería saber nada.

— No quiero hacerlo— Aseguró Jeremy con lágrimas en los ojos cuando la enfermera llegó hasta él con un pequeño bebé recién nacido en los brazos para entregárselo.— no quiero sostener esa cosa.

— No es una cosa, señor Duncan, es su hijo…

— Él la mató, él mató a Marie y yo jamás voy a sostenerlo en mis brazos.

La enfermera no era capaz de entender cómo alguien podía culpar a un pequeño bebé recién nacido porque su madre no hubiera sobrevivido al parto. Lo que si estaba claro era que ese niño necesitaba cuidados, pero sobre todo cariño.

— Señor, el no tiene la culpa de nada, es solo un bebé y sin una madre necesita el doble de atención y amor de su padre, usted debe ver qué es un pequeño ser inocente…

Jeremy miró al pequeño asesino de su esposa dormir tranquilamente en los brazos de esa mujer y negó, sin tan siquiera dejarla terminar su discurso, simplemente salió despavorido de la nurseria, se estaba empezando a ahogar, necesitaba alejarse de él y pensar en cómo criar a esa cosa sin tener que prestarle atención.

Caminaba a toda prisa por el pasillo cuando la voz de dos mujeres hablando y, sobre todo, el contenido de esa conversación le llamó la atención.

— ¿Pero cómo voy a pagar la factura del hospital? — preguntaba una de las dos mujeres mientras sostenía a un pequeño bebé en brazos, la ternura con la que ella observaba a su hijo lo enmudeció ¿Habría tenido Marie también esa expresión en la mirada? Jamás lo sabría, ella ya no estaba para comprobarlo.

Jeremy Negó, eso ya no importaba, su esposa ya no estaba y él era incapaz de amar al ser que había sido la causa de su muerte, era incapaz de darle nada más que una niñera y buena educación, era mucho más de lo que muchos padres podían proporcionarle a sus hijos.

Volvió a fijarse en la expresión de aquella mujer y pensó en Marie de nuevo, tal vez debía honrarla, tal vez debía darle a su hijo lo que ella quería que tuviera ¿Pero cómo podía pensar siquiera en sustituirla? Respiró hondo, se armó de valor y entró en la habitación sin tan siquiera pedir permiso a las dos mujeres que estaban dentro.

— Yo pagaré su factura, si acepta mis condiciones nunca más tendrá que volver a preocuparse por el dinero.

Lupe no sabía qué decirle a su amiga Eva, a duras penas, y había logrado convencer a los doctores y enfermeras que la atendieran la noche anterior, que ahora, al ver las facturas del hospital, se le estrujaba el corazón, a punto estaba de decirle que ya verían cómo pagarlas, que no se preocupara cuando hasta ellas llegó la voz de un hombre.

—¿Por qué pagaría usted mi factura?— preguntó Eva inmediatamente abrazando más a su pequeño bultito entre sus brazos. Había escuchado entre sus conocidos que los gringos gustaban de comprar niños recién nacidos —No tendría como pagarle, y no le daré a mi bebé— se apresuró a decir con los ojos rojos a causa de lo mucho que habia estado llorando.

—Disculpe señor. Mi amiga acaba de tener a su bebe y está un poco nerviosa— Lupe trataba de hacer a un lado a ese hombre, lo veía como una oportunidad para su amiga para salir del apuro.

—Deje que hable con ella…

—Eva Rodríguez, deberá pagar la factura y dejar la cama hoy mismo sin falta.

La voz de la enfermera en ese momento hizo que Eva volviera a ver al hombre frente a ella.

— ¿Por favor, pueden abandonar las dos la habitación?— Pidió el hombre, aunque más que una petición parecía una orden — Ella pagará, no se preocupe.— Aseguró haciendo que la enfermera se marchara y la amiga observara dudosa a Eva, aunque luego también salió del mismo modo en que lo había hecho la enfermera, ya se enteraría luego de lo que quería ese hombre, ahora lo principal era resolver el problema.

— Debo suponer que si no hay un hombre aquí, usted no está casada, ¿Verdad? ¿Hay algún padre que pueda reclamar a su hijo?— Preguntó Jeremy sentándose en la silla que había dispuesto cerca de la cama para visitas.

— Y no, no pretendo arrebatarle a su hijo.

La forma en que ese bebé dormía pacientemente en los brazos de aquella mujer le enterneció, nada hacía que alejara su mirada de aquella imagen que le resultaba tan tierna, nopudo evitar fantasear por un momento pensando en su Marie.

Apenas hacía un año, solo un año que había descubierto el amor al lado de su esposa y por sus malditas prisas de concebir al heredero que el patriarca Duncan, su padre, le pedía, ahora su esposa estaba muerta, en el fondo sabía que el bebé no era el asesino de Marie sino él mismo y sus ansias de poder. Pero ahora la vida le había mostrado que el dinero no solo no podía dárselo todo, sino que la avaricia podía arrebatarle lo que más le importaba.

Eva no era capaz de dejar de temblar por dentro, porque por fuera lo único que se podía ver era la imagen de una madre abrazando a su hijo de manera amorosa. Ante la mención de un hombre a su lado, ella hubiera deseado decir que si más no lo había, por lo que negó con cabeza, antes de hablar.

—No, no hay nadie— negó con la cabeza y con la boca — no hay ningún hombre que quiera reclamar a mi hija.—Su marido, el hombre con el que ella había cruzado la frontera hacía más de seis años, la había abandonado una vez, le dijo que estaba embarazada.—Si no planea quitarme a mi hija ¿Cuáles podrían ser esas condiciones de las que habla?

— Iré al grano, mi esposa murió en el parto y yo no tengo tiempo para cuidar de ese…. Bebé…— le costó mucho llamarlo así y no referirse a él como asesino — usted no tiene recursos para cuidar a su hija, ni siquiera creo que pueda permitirse cuidarla como se merece, o recuperarse como lo necesita una mujer después del parto, obviamente deberá trabajar a penas salga de aquí, si ni siquiera puede costearse el hospital.

Hizo una pausa, era consciente de que estaba siendo algo rudo al hablar, pero en ese instante en el que su vida se había desmontado por completo, no se paraba a pensar en si hería los sentimientos de alguien o no.

Ella estaba atenta a las palabras que ese hombre le decía, la forma que le hablaba, aunque era ruda, también denotaba lo mucho que estaba sufriendo en ese momento, lo mucho que le costaba decir lo que estaba tratando de proponerle. Además, tenía razón en sus palabras, no contaba ni tenía los recursos para mantener a su pequeña.

— Lo que quiero es que usted se convierta en mi esposa y críe a nuestros hijos como si los dos fueran suyos, sin ningún tipo de diferencia entre ellos y que jamás sepan la verdad — fijó su mirada en la de la joven — es indispensable eso último ¿Se ve capaz de adoptar a otro bebé y armarlo igual que lo hace con esa niña?

Pero, sin embargo, Eva no estaba preparada para lo que ese hombre le propondría.

Ella abrió no solo los ojos, también su boca ante la propuesta del hombre.

— Déjeme ver si entendí. ¿Usted desea que yo me case con usted y críe a su hijo y a mi hija como si fueran nuestros?

— Lo único que tiene que saber por ahora es que si acepta, saldrá de este hospital casada con un hombre muy rico. Adoptará a mi hijo y yo adoptaré a su hija de forma legal, ella tendrá la misma educación, beneficios y por supuesto herencia que mi hijo biológico. Solo habrá tres condiciones irrefutables en nuestro contrato; no hará diferencias con nuestros hijos, jamás le revelará a nadie la verdad sobre ellos y no podrá divorciarse de mí hasta que cumplan dieciocho años, si incumple cualquiera de esas cosas, ellos quedarán bajo mi cuidado y usted tendrá el régimen de visitas estipulado por un juez. — ni siquiera él era capaz de creer que le estuviera proponiendo eso a otra mujer cuando el cuerpo de su esposa no estaba frío todavía — tomaremos cualquier decisión sobre ellos al cincuenta y no sé si quisiera añadir usted alguna otra cláusula, estoy dispuesto a negociar siempre y cuando no afecte a los tres puntos innegociables que ya le dije.

Eva vio que las cláusulas eran simples y solo incluían a los niños, no decía nada sobre ella y su deber como esposa, tampoco es que deseara intimar con el hombre, el padre de su hija le había hecho odiar cumplir con ese rol.

Eva mordió sus labios pensando en lo que debía hacer o no hacer, l

el gorgojo que salió de los labios de su hija la hizo voltear a verla, llevándola a tomar una decisión.

—Aceptaré sus cláusulas solo, con un par de condiciones— respondió viéndolo a los ojos, con una determinación que no sabía de dónde le salía, pero que la ayudaba a aceptar el trato de aquel desconocido.

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