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Capítulo 4 – Lo dicho y la pequeña flor

El ambiente se mantenía en calma.

—Hace unas semanas me di cuenta que muchos de las bolsas de trigo desaparecían, he investigado desde entonces y averigüe que uno de mis trabajadores me roba desde hace un tiempo.

El rey miraba al hombre con serenidad, Yated manejaba los campos de trigo.

—Y ¿quién ese trabajador, señor Yated? —el rey se mantenía sereno, su rostro no emitía ningún gesto.

Yated carraspeó.

—Pues se llama Erthe Lompo —el rey chasqueó sus dedos y por la puerta entraron dos guardias, uno de ellos traía un fólder.

Se lo entregó al rey y después de que ambos hicieron reverencia se retiraron.

El rey abrió el fólder, sus ojos recorrieron la hoja.

—Erthe Lompo, viudo, padre y un humilde trabajador.

—Señor… —el rey lo interrumpió

—¿Crees que está persona es un ladrón?

Yated se quedó callado.

—Yo me encargaré de saber si él fue el ladrón o no, ¿entendido, Yated? —Yated asintió con miedo.

—Ahora retírate —hizo una reverencia y salió de ahí.

El rey suspiró, para él juzgar a alguien solo porque lo acusan no es bueno, él investiga y está vez lo hará.

Salió del castillo con elegancia, un carruaje lo esperaba a él y a su mano derecha para ir a la humilde casa de Erthe.

Su rostro estaba sereno, pero su bestia interna retumbaba a cada momento.

La puerta del carruaje fue abierta, el rey subió primero y detrás subió Josek.

El carruaje se puso en marcha, durante todo el camino sus ojos miraban las decoraciones, las casas brillaban, las calles habían sido limpiados y la gente iba de un lado al otro.

—La Moon red es mañana, mi rey. Ellos están emocionados por saber quién será su esposa —Josek habló intentando calmar el corazón asustado de su rey.

—Quiero enamorarme —pronuncio el rey

Una tristeza lo envolvía.

Minesa miraba por su ventana, sus ojos recorrían las casas, ella estaba emocionada por salir con su vestido mágico.

De pronto vio un carruaje elegante pararse en frente de su casa, bajó hacía la sala y vio a Dukak abrir la puerta.

Dukak salió con mucho cuidado, Josek bajó y detrás de este bajó el rey.

Dukak tembló de miedo, el rey se acercó a ella lentamente, ella hizo una reverencia.

—Su nombre es...

—Dukak, mi rey —los ojos de Dukak miraban los zapatos relucientes del rey, "tan finos" pensó.

—Aquí vive Erthe Lompo, ¿verdad, señora Dukak? —Dukak asintió

—El rey solicita hablar con Erthe Lompo —Josek habló, Dukak levantó su rostro y miró por primera vez el rostro de su rey.

—Él no se encuentra mi rey.

—Lo esperaré —pasó al lado de Dukak y entró a la casa.

Los ojos de Josek miraron hacía el segundo piso, una silueta se formaba en la ventana, quitó sus ojos de ahí y entró a la casa.

El rey miraba con pena la casa de Erthe.

No sabía si realmente él era un ladrón.

—¿Desea tomar agua, mi rey? —Dukak miró al rey

—No, gracias —suspiró—. ¿Erthe vive solo?

Caminaba por la sala mirando los pocos libros que se encontraban en un estante viejo.

—Vive con su hija, Minesa.

—Minesa, hermoso nombre —halago el rey

—Ella se encuentra aquí, ¿desea conocerla? —el rey solo asintió tocando su pecho.

Otra vez su bestia volvía a desesperarse. El ambiente se mantenía en calma.

(…)

Minesa miraba con curiosidad a los hombres que hablaban con Dukak, aunque hubo en especial un hombre que le llamó la atención.

Llevaba un sacó de piel y aquella brillaba.

"Que hermoso" —pensó

Se alejó de su ventana al ver como uno de ellos la miraba.

Escuchaba voces provenientes del primer piso, caminó lentamente hacía las escaleras, las bajó con mucho cuidado no quería hacer bulla.

Al llegar asomó un poco su cabeza y al hombre que portaba un sacó de piel hablar con Dukak.

Salió rápidamente de ahí y volvió a encerrarse en su alcoba.

Mientras tanto en la sala Dukak miraba con nerviosismo al rey quién esperaba una respuesta.

—Y bien, responde —dijo enojado el rey

—Mi señor —se calló nuevamente

—¿Es o no un ladrón?

—Erthe es u…una persona maravillosa, él no sería capaz de hacer algo así, no entiendo quién le dijo tal atrocidad mi señor

—Fue un tal Yated informó a su majestad que Erthe Lompo había robado sacos de trigo —habló sereno y neutro Josek.

—Tráeme a la hija de Erthe ahora —Dukak sin pensarlo dos veces subió rápidamente las escaleras y entró a la alcoba de Minesa.

Está se encontraba con un libro entre sus manos.

—Minesa ven conmigo por favor —Minesa sintió levemente y dejó sobre su cama el libro.

Ambas bajaron las escaleras, Minesa apretó con fuerza su vestido, tenía miedo.

Finalmente, llegaron y los ojos de Minesa visualizaron al hombre de saco de piel quién miraba por la ventana.

—Mi señor —Josek habló

El rey dio vuelta, sus ojos vieron a la muchacha, su corazón latía rápidamente, sus labios temblaban y su bestia rugía ferozmente.

Se acercó a Minesa con cuidado, con su mano tomó el mentón de ella y alzó su rostro, los ojos de Minesa y el rey conectaron por primera vez.

Minesa sintió miles de mariposas volar a su alrededor, ella se perdió en aquellos ojos azules.

—Minesa, eres tan hermosa —dijo el rey

Josek miraba la escena con confusión.

—¿Cuántos años tienes? —preguntó el rey.

No obtuvo respuesta.

—No seas tímida —Dukak carraspeó ante las palabras del rey

—Su majestad ella es muda —el rey sintió un gran nudo en la garganta

—Es muda —susurro—. Por eso Erthe trabaja tanto, por ti —sonrió el rey afirmando lo que veía

Minesa se sintió tranquila al ver la sonrisa del rey.

—Erthe es un gran padre mi rey, él solo se preocupa por Minesa, por darle lo mejor, pero no recibe un buen pagó y eso hace Yated.

Dukak intentó contenerse, no quería llorar.

—Minesa yo te daré una gran vida a ti y a tu padre —pronuncio para luego dejar un besó en la frente de aquella muchacha tan tierna

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