03
Amelia entró apresuradamente en la habitación. Su paso, no decidido sino apresurado, lo asaltó con dudas. Claro, llegó muy, muy tarde, pero bajo ninguna circunstancia debería verse como alguien con un trastorno mental recién salido de un hospital psiquiátrico. Apenas había tenido tiempo de cambiarse y mostrarse presentable, ni algunos debían tomarla por una enferma mental, sobre todo porque iban a confiarle la vida de un ser vivo. Por tanto, ralentiza el paso. Cuando llegó frente a un hombre que, según la inscripción de su placa, debía ser el presidente de la asociación, se detuvo. Después de algunos saludos seguidos de un apretón de manos, habló.
- Buenas noches ... señor ... ¿debería llamarlo "presidente"?
- David, llámame David.
- Encantado de conocerle. Perdón por mi llegada tardía. Ni siquiera tuve tiempo de lucir más presentable. Ver por ti mismo.
- Eso no importa, permítame agregar que es magnífica señora.
¿Estaba este hombre tratando de seducirla? Es decir ! A pesar de lo guapo que era, tuvo que decirle que apenas estaba interesada. Su fisonomía, sin embargo, no era nada corriente. No era ni calvo ni barba, aunque no tenía una musculatura predominante, su estómago tampoco era panzón. De hecho, era un hombre bastante guapo. Sin embargo, no había olvidado la promesa que se había hecho a sí misma antes.
- Gracias. Bueno yo, llámame Amélia si quieres, y no "madam". Todavía no tengo el anillo en el dedo. Por otro lado, en cuanto a la familiaridad, vendrá después, creo que no nos conocemos lo suficiente. Y ya que estoy en eso, déjame decirte que tengo cierta admiración por aquellos que, como tú, se atreven a ligar conmigo, porque no tienes ni idea de en qué aventura te estás metiendo.
Amelia debe haberse mordido la lengua después de su larga diatriba. Quizás se había puesto un poco dura. La mirada de asombro que tenía solo aumentó su preocupación. Ella no se tranquilizó hasta que se recuperó.
- Como desées. Ahora si me sigues. Te mostraré todos los pasos. También tienes algunos papeles para firmar.
- Sí Sí claro. Es evidente.
Ella lo siguió a su oficina y se sentó frente a él.
- Esta es tu primera vez, ¿no? ella oyó.
- Uh ... ¿Te ruego que me disculpes? dijo ella sonrojándose.
Al parecer, ninguno de los dos pensaba lo mismo.
- Disculpe, tal vez me equivoqué. Quería decir que esta es la primera vez que asume el papel de guardián, ¿verdad?
- Uh, sí, eso es todo.
"¡Tranquilízate, Amélia! Ya debe tomarte por una loca, ¡tú tampoco debes parecer una obsesiva!" pensó.
"Toma, por favor firma esto", dijo, entregándole una hoja.
Una vez que se firmaron todos los documentos, le entregó más antes de agregar:
- Sostén esto. En todos estos documentos encontrarás todas las reglas que debes seguir, es decir, alimentar a tu protegido, acomodarlo y, sobre todo, evitar que beba y consuma drogas. Por supuesto, su protegido tiene reglas que también deberá seguir. En caso de incumplimiento de las normas, puede llamarme o llamar a la agencia. Tomaremos las medidas necesarias para que todo vuelva a la normalidad. En cualquier caso, su protegido debe evitar en todo momento comer o beber cualquier sustancia que contenga alcohol o drogas. ¿Lo entendiste bien o debo repetir?
- Perdón por molestarte en tu conversación oh tan fascinante, pero ¿el "protegido" en cuestión tiene derecho a colocar uno o tiene la regla de callar también?
Amelia se volvió sobresaltada hacia el que acababa de hablar. Era un hombre, alto, muy alto, de casi noventa y cinco. Su cabello negro azabache resaltaba sus ojos verdes tachonados de oro y marrón. Era guapo, hermoso incluso y también furioso al ver su mirada oscura. ¿Cuándo había llegado? ¿Cuánto tiempo había estado allí? Ella no tenía ni idea. Estaba tan ocupada luciendo presentable para el presidente de la asociación que no se había preocupado por su entorno.
- Oh, eh, hola. Mi nombre es Amélia. Y vosotros sois...?
- Disculpe mi mala educación señorita, replicó David. Ni siquiera hice las presentaciones. Les presento a Kyrian O'Callaghan, su protegido. Kyrian, ella es Amelia Stone, tu niñera.
Amelia permaneció en silencio ante la noticia que acababa de escuchar. Un hombre ! Un hombre ! De todas las mujeres de la Tierra que necesitaban ayuda, ¡tenía que ser un hombre! ¡Hermoso lo que es más! Aunque se había prometido a sí misma no volver a acercarse a un hombre guapo, tendría que mirar a uno durante todo un mes. ¡Qué suerte tuvo ella! Tuvo que pronunciar algo parecido a una palabra a toda costa antes de que la tomaran por loca, obsesiva y muda. Afortunadamente, David lo hizo por él.
- Bien. No quisiera detenerte más. Me esperan más negocios y supongo que tú también tienes mucho que hacer.
- Sí Sí claro. No quiero molestarte más, dijo.
Así que se dirigió a la salida, seguida de Kyrian.
No, ella no había soñado. Se había pellizcado demasiado a menudo para despertar. Las marcas rojizas en su brazo eran prueba de ello y del dolor resultante. Su protegido era de hecho un hombre. No tuvo más remedio que hacer con eso. Esto no le impedirá lograr su objetivo, que es hacer todo lo posible para que no vuelva a rehabilitación. Y para eso, solo tenía que evitar que bebiera. Pero para lograr su objetivo, tenía que conocer a su protegida. Lo cual no será fácil ya que ninguno de los dos se atrevió a abrir la boca. Entonces decidió dar el primer paso.