Capítulo 7: Que pequeño es el mundo
Fingí que entre él y yo no había pasado nada en la noche anterior, fingí que aquellos cosquilleos que sentía mi cuerpo no existían, sin embargo, cuando él se giró para verme su sorpresa fue casi tan grande como la mía cuando lo vi antes, la única diferencia es que él no corrió, más bien sonrió de un modo seductor, viéndome de pies a cabeza a medida que mordía su labio inferior.
–Que pequeño es el mundo...– susurró viéndome a los ojos– me sorprende que puedas caminar.
–Me dijeron que quería hacerme algunas preguntas– evité sus palabras con nerviosismo notando como su sonrisa se expandía.
–Sí, ven, ubícate a mi lado– dijo apoyándose en mi escritorio viendo otra vez hacia afuera, sólo que esta vez mantenía una sonrisa juguetona en sus perfectos y seductores labios.
Yo con miedo me acerqué manteniendo la distancia, imité su posición en mi escritorio, sólo que no me ubiqué muy cerca de él, quería mantener la distancia, sabía que nada bueno saldría de todo esto, por ello me dediqué a esperar las preguntas que debía hacerme, parecía que estaba pensando detalladamente que quería preguntar, aunque me obligué a creer que sería profesional.
–¿Qué tal tu cumpleaños? –preguntó acercándose un poquito más a mí, yo cerré mis ojos, en ese momento preciso todos los recuerdos que antes estaban borrosos se volvieron visibles llenando a mi cabeza con aquellos recuerdos sexuales que lograron en mí un suspiro casi incontrolable.
–¿Le ha preguntado a todos lo mismo? –pregunté evitando contestar.
–No, pero soy el jefe, puedo hacer lo que quiera– dijo acercándose más a mí– responde– dijo fingiendo que tomaría apuntes en aquel teléfono inteligente en donde había un cuestionario bastante extenso.
–Bien...– respondí mirando nervioso mis manos, mi corazón latía muy deprisa, además su brazo rozaba el mío de lo tan cerca que estábamos.
–¿Del 1 al 10 que tan cansado estás? –mordí mi labio.
–5 –mentí lo que debía ser un 8.
–Hm...– soltó sonriendo– ¿del 1 al 10 que tan bueno fue el sexo?
Lo miré casi como si suplicara que se detuviera, él me miró exigiendo una respuesta, me sentí mareado, su perfume era embriagador, me sentía un poco excitado tras su olor estar impregnado en mi piel y torpemente intenté esquivar la pregunta.
–No es...– quise decir que no era relevante, pero entonces me interrumpió.
–Responde o te lo haré hasta que me grites la respuesta– dijo por lo que mis labios dejaron salir un vergonzoso suspiro que fue acompañado de un "diez" que lo hizo sonreír de forma victoriosa.
No sé qué era, quizás era culpa de aquel carácter tan dominante lo que me hacía sentir ligeramente excitado en aquella oficina de puertas cerradas, pude sentir mis mejillas calientes cuando puso su mano sobre la mía acompañando su acción de un "ven" que me obligaba a sentarme entre sus piernas, Patterson se había sentado del todo en mi escritorio y me abría un espacio entre sus piernas obligándome a ver por la ventana mientras él estaba a mi espalda, no sé por qué no corría, quizás se debía al hecho de sentir una calidez única entre sus brazos lo que me mantenía allí, pero al mismo tiempo no dejaba de pensar en un "es sólo sexo, no repito dos veces con la misma persona" por ello cuando sus manos se acercaron a mis pezones intenté salir de su agarre, sin embargo, él apretó mis pezones de tal forma que mi entrepierna se sacudió en mi pantalón.
Gemí, gemí logrando que él se aprovechara de ese gemido para convencerme de seguir con aquella corta distancia, mi cuerpo se comenzaba a sentir raro, mi entrepierna estaba despertado y él parecía saberlo perfectamente, parecía conocer cada reacción de mi cuerpo, giré un poco mi cabeza con la intención de pedirle que me soltara, pero él aprovechó aquel movimiento para besarme metiendo su lengua dentro de mi boca, mi cuerpo se estremeció, una de sus manos bajó hasta mi entrepierna y de manera ágil desabrochó mi pantalón para seguido meter su mano dentro de mi ropa interior tocándome directamente.
Ahogué varios gemidos en su boca, creí que me correría con sólo un beso, pero antes de que lo hiciera soltó mis labios centrándose en tocar mi entrepierna y pezones; Se sentía bien, inconscientemente mis caderas comenzaron a moverse haciéndole saber que me gustaba lo que estaba haciendo, pude sentir como sus labios formaban una sonrisa mucho más grande acelerando su mano derecha quién envolvía mi miembro con fuerza.
–nnnh...– gemí otra vez, mi cuerpo se sentía muy caliente, cuando cerré mis ojos pude recordar la sensación de su pene entrando y saliendo repetidas veces en mi interior, eso consiguió que mi cuerpo temblara de placer humedeciendo aún más mi entrepierna.
–Mira cómo estás...– habló en un tono excitado a la altura de mi oído, yo suspiré, su voz calentaba cada músculo de mi cuerpo, por ello suspiré girando otra vez mi cabeza donde él una vez más aprovechó para besarme, sólo que en esta ocasión el beso no duró tanto como el anterior, ya que la secretaria de mi jefe abrió la puerta llamándome antes de darse cuenta de que yo no estaba.
En ese momento tapé mi boca, Patterson detuvo sus movimientos escuchando como la secretaria se disculpaba diciendo que creía que ya había acabado las preguntas conmigo, a lo que añadió una pregunta, aparentemente yo no me veía entre los brazos de Patterson, así que este continuó con sus movimientos viendo por la ventana mientras la secretaria permanecía allí sin darse cuenta de lo que estaba pasando.
–Fue a buscar una botella de agua, volverá enseguida– le mintió– ¿Para qué lo necesitabas? –yo incliné mi cabeza hacia arriba, viendo su sonrisa resplandeciente, disfrutando de este momento tan vergonzoso mucho más que yo.
Sentía que pronto me correría, una de sus manos jugaba con mis pezones mientras que la otra agitaba mi pene con cierta lentitud, yo no sé en qué estaba pensando, llegado a ese punto no sabía que estaba haciendo, ya que, puse mi mano por encima de la suya siguiendo el movimiento mientras que con mi otra mano tapaba mi boca, estaba por correrme, mi respiración se aceleraba, no estaba escuchando a la secretaria hasta que mencionó que sólo buscaba entregarme unos documentos, Patterson le dijo que los dejara sobre el escritorio, así que ella se acercó a nosotros, escuché sus pasos aproximándose, lo peor es que me corrí justo cuando ella dejó los papeles sobre el escritorio.
Patterson tapó mi boca con su mano izquierda, mis labios dejaron escapar un leve gemido por lo que buscó callar al resto, pude sentirlo nervioso, pero igual de excitado que yo, no sé en qué estaba pensando, no obstante, comencé a frotar mi trasero en su entrepierna.
–Lo llamaré para que acabe pronto.
Decía ella refiriéndose a que acabara pronto lo que estaba haciendo, es decir, que trajera el agua pronto, sin embargo, Patterson respondió en doble sentido con una pequeña risita acompañada de sus palabras.
–No te preocupes, él ya acabó– le dijo antes de que la secretaria se fuera.