Sinopsis
SINOPSIS Me llamo Melía y soy una Sulturis, somos humanos con poderes gracias a un collar con tres piedras, esas piedras nos bendicen con fuerza y protección contra la magia. No somos las únicas criaturas existentes en el planeta, también hay otras más peligrosas que nosotros y con ansia de poder, son los llamados Murcok, esos seres enanos y de apariencia anciana ansían la fuerza e intentarán conseguirla a como dé lugar. También los Pitrores, son seres horribles que se alimentan de tu felicidad y hacen que te hundas en la mayor de las tristezas. No podemos dejar que se hagan con el poder o todo se acabará para nosotros.
CAPÍTULO I
- ¿Melía donde está tu hermano? - ruedo los ojos al oír la voz de mi padre, Salvador siempre se escapaba de casa por días y mis padres ni se enteraban.
-no sé dónde está papa- le contesta desde mi cama.
-este niño siempre se desaparece cuando uno lo necesita- se va cerrando la puerta de mi habitación, siempre entra sin llamar y eso me enfada bastante la verdad.
Una brisa fresca entra por la ventana abierta, la verdad no me puedo quejar, tengo el paraíso de fondo y eso es lo que me alegra cada mañana al levantarme, ver el mar en la mañana mientras sale el sol es algo hermoso.
Vivimos en una casa en la playa, todos los días hay algo que hacer, aunque a veces se haga pesado y aburrido, mi padre es pescador y mi madre se encarga de cuidarnos.
Somos tres hermanos, Salvador tiene dieciséis es delgado y muy inquieto, tiene el pelo castaño claro y los ojos enormes, luego estaría Lorena tiene doce, es la consentida de la casa y es muy inteligente, a diferencia de mi hermano ella tiene el pelo más oscuro y los ojos también son oscuros, por ultimo yo que tengo dieciocho y soy alta incluso más que mi padre, tengo el pelo casi negro y largo.
Mi hermano Salvador se va siempre de pesca con mi padre, me imagino que por eso lo está buscando con tanta prisa, deben preparar el barco para zarpar lo más pronto posible.
Nuestros padres viven de la pesca, hay días en los que temo que no vuelvan, ya sea por el mal tiempo o porque les ocurra algún imprevisto, siempre que se marchan siento tensión en mi cuerpo, esa tensión no se va hasta que los veo aparecer en su barco.
Siempre vamos a recibirlos con alegría.
A pesar de que existen criaturas peligrosas ahí fuera aquí donde estamos nos sentimos a salvo, los Murcok se alojan en los bosques y son sedentarios así que no dejan sus bosques, en los mares no hay peligros solo catástrofes naturales y con eso no se puede luchar.
Nunca he visto un Murcok en realidad, todo lo que sabemos mis hermanos y yo es por los libros que nos han enseñado nuestros padres a medida que crecíamos, esas criaturas aparecían en nuestras pesadillas.
El libro por así decirlo es un bestiario, en sus páginas se encuentran los detalles de algunas criaturas, algunas tienen una forma y descripción espeluznantes.
Los Pitrores, esas criaturas inexistentes y casi imposibles de ver son los que más temen las personas, a nadie le gusta estar feliz y que de repente todo se vuelva negro en tu vida, debe ser una sensación horrible.
A pesar de todo intentamos vivir felices y en paz, yo me encargo de ayudar a mi madre en la casa, nunca hemos ido a la escuela, pero hay un profesor que vive cerca de nosotros, no somos los únicos que vivimos aquí, hay varias familias aquí que huyeron de las grandes ciudades, afortunadamente tenemos todo lo que necesitamos para vivir bien.
Oigo pasos subiendo la escalera y se detienen en mi habitación.
-Mel, tenemos un problema- dice mi madre a través de la puerta.
Me levanto de la cama y le abro.
- ¿Qué ocurre mamá? - miro su rostro preocupado.
-está vez es serio Mel, no encontramos a tu hermano por ninguna parte, nadie lo ha visto en la isla, temo lo peor- una lágrima sale de sus ojos y entonces me preocupo de verdad.
-Mamá no te preocupes lo encontraremos, seguro anda entretenido en algo y por eso todavía no ha regresado- un suspiro se escapa de sus labios, realmente espero que así sea.
Mi hermano es inquieto y es raro verlo parado en algún sitio, siempre está corriendo de un lado a otro, tiene una imaginación de libro, con sus cuentos de héroes y piratas, todo el mundo piensa que es raro pero a mí me encanta verlo así, la felicidad de mi hermano y la de toda mi familia es lo que más me importa en esta vida.
Él es como un espíritu libre, siempre lo hemos dicho, es una persona con tantas energías que un día vimos que se quedó en el sillón de casa y pensamos que algo andaba mal con él y así fue, su rata mascota que ni siquiera sabíamos que tenía se murió, aunque fue doloroso para él en unos días volvió a ser el mismo de siempre.
-lo buscaré mamá- le doy un abrazo para intentar que se sienta mejor.
Bajo las escaleras y salgo de casa, pienso lugares a donde haya podido ir. Se me ocurre una cueva que hay cerca de dos palmeras muy juntas, ese lugar lo descubrió a los once años, siempre se iba a ese lugar cuando se sentía triste y no quería que lo encontraran.
Un día que nos enfadamos me lo confesó, me dijo que podía ser mi lugar si algún día lo necesitara, así que me encaminaré hacia esa cueva, me da bastante curiosidad ese lugar, tiene que ser especial para que mi hermano vaya allá.
-Mel, a donde vas- me encuentro con mi padre que está buscando por el otro extremo.
-voy a buscar a Salva papá- le grito para que me oiga.
-vale hija, cuídate por favor- me contesta.
El aire se empieza a levantar y molesta la arena en la piel, tengo que ser rápida para que no anochezca o será más difícil ver, ni siquiera me traje una linterna pero todo fue tan repentino que no lo pensé.
Al cabo de una media hora según mi reloj de muñeca encuentro la cueva.
-Salvador- grito en la entrada por si está ahí dentro, solo se oye el eco.
Pienso si entrar o no, nunca he entrado dentro solo la vi desde fuera, creo que no sería buena idea ponerme a explorar este sitio para perderme, necesito encontrar a mi hermano, cuando lo encuentre ya tendré tiempo.
A los cinco minutos veo que nadie ha contestado a mi voz así que creo que mi hermano no está aquí, pienso otro lugar en el que pueda estar y solo se me ocurre el puerto pero ahí seguro que habrá buscado mi padre.
Mis nervios hacen que no pueda concentrarme y me desespero, pensé que mi madre era una exagerada al decir eso pero me estoy desesperando yo también, voy hacia el claro que hay en la parte más alejada de la playa, allí no creo que esté porque alguien lo hubiera visto y nos lo habría dicho pero no lo descarto por si acaso.
Está atardeciendo y la gente empieza a salir de sus casas porque hace menos calor que por el día, menos mal que el viento ha parado y ahora deja ver el hermoso atardecer. Una hora más tarde llego por fin al claro, a estas alturas estoy cansada y sedienta, también me olvide de traer agua, soy un desastre.
Busco desesperada para ver si lo veo, hay mucha gente aquí, niños jugando, gente bailando y corriendo, no lo veo por ningún lado, me siento un poco para respirar mejor.
- ¿niña que te ocurre? - me pregunta una señora mayor.
Trago saliva para contestar pero es como si tuviera una lija en la garganta, la señora me ve y me ofrece una botella de agua, debió darse cuenta que era lo que necesitaba por su sonrisa al ver mi cara, como si tuviera el tesoro más preciado en sus manos y para mi así era en este momento.
Después de beberme media botella le agradecí.
- ¿te sientes mejor? - asiento con la cabeza, por un segundo se me ha olvidado que hago aquí pero lo recuerdo en cuanto veo a un niño muy parecido a mi hermano.
-tengo que irme señora, gracias por el agua- le digo con prisas, tengo la sensación de que he perdido el tiempo al venir aquí, sabía que no estaría, ya no sé dónde buscar, siento que no lo voy a encontrar y me niego a pensar eso, miles de cosas horribles se pasan por mi cabeza y no quiero pensar ni siquiera que le haya podido ocurrir algo, no es posible él ya se ha ido otras veces y siempre ha vuelto esta vez no puede ser la excepción.
No puedo pensar en que esta vez no sea así, no puedo volver sin él pero no me queda otro remedio cuando veo que el sol se está ocultando.
Decido ir de vuelta a casa, no quiero que me anochezca, me animo a mí misma a ser positiva y que cuando llegue a casa el estará ahí con toda mi familia riéndose por habernos preocupado tontamente, quiero creer eso con toda mi alma.
Cuando llego veo luces en el porche, me duelen las piernas de tanto andar, antes de entrar me paro justo delante de la puerta para oír algo, silencio es la palabra que lo describe.
Toco porque para no variar ni llaves he cogido, alguien se oye correr y abrir la puerta desesperado, es mi padre pero su cara de decepción me dice que esperaba que fuera mi hermano el que estuviera ahora mismo en mi lugar, se hace a un lado para que entre a casa, se ve tan cansado como yo, ha de haber estado buscándolo un buen rato.
Cuando entro todo está en silencio tan cómo se oía desde afuera, mi madre está en el salón meciéndose en la mecedora, mi hermana Lorena está jugando en la alfombra con unas muñecas, parece feliz, en su mundo ajena a todo, creo que no le han dicho nada para no preocuparla.
-mamá- le digo bajito, está tan concentrada en su mente que no se ha dado cuenta que estoy justo en frente de ella.
Toco su brazo y reacciona, me mira y vuelve a apartar la mirada.
-lo siento mamá, no he podido…-
-deja a tu madre hija, por la mañana seguiremos buscando, en la cocina tienes la cena- me interrumpe mi padre, asiento despacio y voy hacia la cocina, me duele ver así a mi familia, tan destrozados como si temieran lo peor.
Para nuestra familia todos sus hijos son importantes, a todos nos quieren por igual y aunque Salva siempre haya sido más independiente también lo queremos y si no ha vuelto es porque algo debió sucederle.
Me quedo mirando la cena como si tuviera delante un plato de cucarachas, no tengo apetito, solo tengo ganas de llorar y eso es lo que hago cuando subo a mi habitación, siento que he fallado a mi madre, creo que yo era su última esperanza para encontrarlo y por desgracia no ha sido así, solo espero que mañana todo se aclare, esta va a ser la noche más larga de mi vida.